Encuentro
Subliminalmente induje a alguien a vernos en el vapor.
El episodio que a continuación les narraré sucedió en las instalaciones del club del cual soy socio y habitual concurrente.
Soy un individuo moreno claro, 1.75, cabello castaño oscuro, velludo, buen cuerpo, atractivo sin llegar a ser Adonis. Siempre me ha gustado hacer ejercicio aunque cambio de disciplina porque no me gusta la monotonía. Actualmente estoy dedicado al squash aunque no es lo único que practico, ya que también participo en las sesiones de "bailo-terapia", que básicamente consiste en seguir los diferentes pasos que marca el profesor al son de la música, muy variada y divertida por lo demás.
Era un sábado por la tarde y después de haber jugado squash, fui como de costumbre a los vestuarios para entrar al vapor y sauna, lo cual siempre hago de manera sistemática antes de ducharme. Me resulta muy relajante. Como era sábado el vestuario estaba prácticamente vacío a excepción de la presencia de un muchacho como de unos 22 años, muy atractivo, moreno claro, ojos verde aceituna, pelo negro azabache, lampiño y de contextura delgada. A mi no me cabía duda de que era gay, lo expiraba por sus poros y por su forma de caminar.
Al ver que él entra en las duchas, decido cambiar el orden acostumbrado y en lugar del vapor voy primero a las duchas y me coloco justo en frente de la regadera donde estaba él. Estas duchas tienen puertas corredizas, pero yo a propósito la deje entre abierta, en realidad mas abierta que cerrada. Él terminó antes que yo y cuando abre su puerta para secarse yo estaba enjabonando morbosamente mi cuerpo, pasando el jabón por el torso y con insistencia por mi paloma (pene/guevo) y mis bolas (testículos). Mi paloma (16 cm., uncut) ya estaba alcanzando una notoria erección debido a que parecía mas bien un lento pajazo que una enjabonada, lo cual inmediatamente hizo que focalizara su vista en mi
Al mismo tiempo él empezaba a secarse y dejó ver un buen instrumento, lindo en realidad amén de la erección que estaba empezando a provocar. Pero como dije antes, su condición de gay (por no decir marica) era muy evidente. Tenía una postura muy femenina, ya que en lugar de estar parado recto dejaba flexionar una de sus piernas ligeramente. Pero su cuerpo me encantaba.
No podía perder tiempo y de inmediato le pregunté si el vapor estaba suficientemente caliente (a veces no tiene todo el calor deseado); me dijo que no sabía. Sin duda que mi intención era hacerle saber hacia donde me dirigía e invitarlo de una manera subliminal.
La referida invitación surtió efecto, al poco rato de yo haber ingresado me di cuenta que con su toalla colocada a nivel de la cintura se dirigía al vapor; lo cual sin duda que era buen indicio ya que él supuestamente ya había cerrado su ciclo con la ducha.
Yo estaba desnudo, me paré y me le acerqué con el único objetivo de buscarle conversación; no crean que fue mucho lo que caminé porque el recinto del vapor es pequeño. Después de preguntarle que tipo de ejercicio hacía me dijo que máquinas, además de bailoterapia. Excelente excusa para empezar a "palpar" su musculatura. Mi mano, después de haber tocado sus incipientes bíceps, empezó a recorrer suavemente el muslo de su pierna izquierda y fui subiendo hasta agarrar su paloma, la cual estaba bastante erecta; acto seguido le quité la toalla y le clavé el primer beso. El respondió de la misma manera, agarrando mi guevo para masturbarme suavemente.
Ya entrados en confianza le agarré el guevo con mucho mas gusto y empecé a mamárselo. Era un tolete divino. El carajo estaba en un alto grado de excitación y yo por supuesto no me quedaba atrás. Entre mamadas y besos, veía por la ventanilla para asegurarme de que no recibiríamos visitas indeseadas. Mi mano se desplazaba entre su guevo y sus nalgas; empecé a meterle alternativamente mi dedo por el culo y le mamaba el rico guevo. Poco tiempo fue necesario que transcurriera para que se viniera en mi boca, acto seguido le clavé un tremendo beso atornillado, pero en mi boca no solo había saliva sino el tibio semen que recién había extraído de su guevo el cual hice que el también degustara.
Ahora era su turno para mamarme el guevo. Que divino cuando te maman el guevo en medio del calor del vapor, la excitación aumenta. Empecé a arrinconarlo a medida que le metía el dedo en el culo y sus gemido parecían los de una mujer cuando se lo estás metiendo, su culo se había convertido en su clítoris. Era excitante verlo como IBA respondiendo. Finalmente me cuadré, le terminé de subir las piernas y lo penetré con frenesí, en un solo mete y saca disfrutando sus gemido cada vez que mi pubis chocaba contra sus nalgas; hasta que no pude aguantar mas y expulsé todo mi semen por entre sus exquisitas nalgas.
Al día siguiente nos reencontramos, porque él estaba conversando con un amigo justo a la entrada del vestuario de los hombres, y yo estando muy cerca le dije en voz alta a un amiga que me dirigía al vapor; pero será otra historia.
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