Encuentro Accidental 5

...No me chantajees... volteó la chica ... no te chantajeo, yo te amo,¿No vas a decirme nada? Te dije que te amo...

Capítulo 5 – Causalidad

Leila quedó pasmada ante la llamada; pero se repuso lo más rápido posible y tomó un taxi para ir hasta su departamento, darse una ducha, comer e ir a clases. Ya estaba sobre la hora así que decidió ir por su auto en la tarde. Se vistió con una playera manga larga roja con unas letras en el centro color plomo, un jean azul y sus tennis blanco con azul. No tenía intención de combinar bien o algo así, era lo que menos le importaba con ese dolor de cabeza del que sufría. Tomó unas pastillas para aliviar la tortura y sacó unas galletas que tenía guardadas en su pequeño cuarto depósito. Se hizo una cola en el pelo y se colgó la mochila al hombro.

Miró la hora: 9:15… corrió hacia la universidad, que por suerte, estaba a una distancia accesible a los 15 minutos de tiempo que le quedaban. Entró al aula y por suerte el catedrático no había llegado aún. Saludó con la mano a Mark y fue hacia su asiento, se sentó y ocultó la cabeza entre los brazos, evidentemente cansada. Sintió que alguien se sentaba a su lado… el pensar que sería Claire le llenó de felicidad; pero al levantar la vista la perdió, pues era Mark.

-¿Qué pasó? – preguntó el muchacho.

-¿Por? – ocultó de nuevo la cabeza.

-Pues… mírate, te ves horrible… ¿fue por lo de Vanessa?

-No pasó nada…

-¿Y qué pasó con Claire? – insistió el castaño, preocupado y curioso – llegó hace unos instantes y me pidió que cambiáramos de lugares…

-Genial – se lamentó la de ojos gris sin levantar la vista.

-¿Pasó algo malo con ella?

-De todo… te lo contaré en el receso… ahora por favor… no preguntes…

Pasaron las clases y por suerte, el dolor de cabeza comenzó a pasar y Leila se sentía cada vez más lúcida, gracias a unos dulces que había comprado en la entrada. Atendió lo más que pudo pero no hizo apuntes… después se los prestaría de Mark o quien sea, pues ya conocía más gente desde que había comenzado a asistir sin falta a las clases. Llegado el receso, sus clases continuarían luego de una hora, así que tenían tiempo para salir al patio: el sol brillaba y habían muchos estudiantes de diferentes años entrando y saliendo de clases.

Leila le contó a su amigo todo lo que había sucedido la noche anterior, acerca del bar de mala muerte al que había ido a parar, cómo se había embriagado y no recordaba lo que pasó de después.

-Y escucha… - terminaba la muchacha – desperté en un cuarto y cama desconocidos…

-Ouch… - se asustó Mark deduciendo – no me digas que…

-No… desperté vestida – rió Leila al darse cuenta de lo que su amigo pensó – pero… esa mujer que cantaba en ese bar, era la mamá de Claire – el muchacho no dijo nada, simplemente puso una cara de horror, mientras su amiga continuaba – y obviamente, al salir de esa habitación, me encontré con su madre y luego con Claire… esa mujer me pidió que no le dijera nada; pero también me ordenó que ya no me acercara a su hija…

-Bueno… velo del lado bueno – pensó el muchacho – ahora que ya no hablas con Claire, no te será tan difícil cumplir esa orden.

-Seee… supongo – suspiró entristecida la chica de ojos gris, enderezándose – sabes… - suspiró de nuevo – Claire… ¿no te parece conocida? Es decir… ¿no te da la impresión de ya haberla visto en alguna parte? – Mark pensó un momento.

-No… - respondió finalmente - ¿por qué lo dices?

-No sé… siento que ya la he visto antes… siento eso desde que nos conocimos

-Tal vez sólo te recuerda a alguien, no te preocupes por ello.

-Sí, tienes razón, demasiadas preocupaciones tengo ya como para aumentarle eso.

Pasó el resto del receso y una hora después, ya volvieron a sus aulas para atender de nuevo a las clases. Leila no había dejado pensar en ese hecho, el hecho de que ya conocía a Claire, desde el primer momento en que la vio, sintió que esos ojos no los veía por primera vez. No le tomó atención al primer momento, ese momento en el cual la de ojos verdes era la única que no la miraba como si fuera un bicho raro en el entrenamiento de aikido, pues no la conocía de cerca.

A medida que iba pasando el tiempo; se convencía más de que ya la conocía, su manera de hablar… Lo había pensado mucho; pero a la vez siempre se le olvidaba comentarlo con Claire, pues se dio cuenta de que también se la pasaba pensando en Vanessa y en sus constantes visitas para poder obligarla a volver a entrenar aikido en aquella escuela. E ahí otro problema: el embarazo de Vanessa. Por alguna razón sentía que, eso no debía preocuparle, pues supuestamente ella ya la había olvidado y además no era su lío. Sin embargo, pensando todo esto, aún no se tranquilizaba pues la rubia había intentado suicidarse y lo que más impacto le causó fue que su propio número esté grabado en el celular de la chica con el nombre que ponía “Amorcito”. No lo entendía, era este aspecto lo que la tenía dubitativa e indecisa ante el hecho de que si era su problema o no. Sin embargo, si tomaba en cuenta nuevas ideas… podía haber sido un plan, un plan ideado por… ¿quién habría ideado un plan como ese? ¿Vanessa? Después de lo ocurrido Leila la creía capaz; pero era algo enfermizo. No lo entendía, en toda esa historia había gato encerrado y si fuera un plan, ¿cuál sería el objetivo? Su maestro no podía haberla llamado así de repente sólo porque su número ponía “amorcito”.

Debía aclarar esta situación, debía preguntarle a la propia Vanessa el porqué de su intento suicida. Además de eso, el bebé, Dios mío, ¿quién sería el padre de esa criatura? Un mes y medio… no llevaba ni la cuarta parte del proceso de gestación, quién sabe en qué condiciones fue concebido, quién sabe cómo. Leila no quiso pensar en la opción de la violación o algo parecido, a pesar de que no era posible pues en ese caso, Vanessa no habría salido ni a la esquina de su casa por miedo, y en todo ese tiempo había asistido sin falta a todos los entrenamientos y había ido a la universidad a molestarle.

Así era, mientras más lo pensaba, más se enredaba en los hechos. Mark no fue de mucha ayuda; sin embargo, Claire tampoco lo hubiera sido y aún peor con su reciente enfado, se sentía sola y por un momento, la de ojos grises pensó que su cabeza iba a explotar de tanta confusión. No hizo apuntes en la clase, pues no podía poner atención, si hubiera sido por ella, ya habría abandonado la clase para tomar un taxi y buscar su auto en la dirección que le había dado la mamá de Claire. He ahí otro problema en el que prefirió no pensar, pues ese en verdad no era su lío, si esa mujer le ocultaba la verdad de su trabajo nocturno a su hija, sus razones tendría. Recordó vagamente algunas de las cosas que le decía Claire en sus conversaciones sobre la familia “desde que mis padres se separaron mi mamá no para de trabajar en el hospital, hasta toma los turnos nocturnos para poder pagar la universidad”… la clásica excusa del turno nocturno en el hospital… lo único que sabía era que en algún momento Claire debía saberlo y ella no sería quien se lo diría; pero de seguro su propia madre tenía conciencia de ello.

Pasó por fin la hora y finalmente se despidió de su amigo, quien salió apurado pues tenía muchas cosas que hacer, caminó hacia la salida de un curso casi vacío.  Sumida en sus pensamientos, miró a Claire y ella le miró con el ceño fruncido, enojada.

Encima eso, no lo podía creer, parecía que todo el mundo se había puesto de acuerdo para amargarle la vida. Le dolía aquella mirada resentida, enojada y llena de reproche de la chica de ojos verdes.

Al salir de la universidad, tomó un taxi hacia la dirección que la mujer le había dado, debía recuperar su auto y así podría ir al hospital. Tuvo suerte de encontrarlo intacto; sin embargo, revisó el motor, las ruedas y los frenos, no vaya ser que alguien le haya robado algo de su pobre coche. Subió por fin y se encaminó al hospital, decidida a averiguar todo lo que había ocurrido. Mientras conducía seguía pensando en todas las cosas que habían ocurrido, principalmente en aquella mirada que Claire le había clavado. No podía evitar sentirse triste por ello, pues la quería mucho, algo tenía que le atraía mucho y ella sabía que si averiguaba por qué tenía esa sensación de ya conocerla, esa duda de el “algo tiene que me encanta” estaría resuelto.

Por fin, llegó al hospital y subió al tercer piso, buscó la habitación 304 y, a diferencia del día anterior su maestro de aikido no estaba ahí. Pasaban muchas enfermeras y doctores, llevando medicinas para los pacientes y otras necesidades.

La de ojos grises entró silenciosamente a la habitación y vio que la rubia estaba pálida, dormida y usaba sondas respiratorias en las fosas nasales. Leila acercó de nuevo una silla a la cama y se sentó, no dijo nada… simplemente se quedó observándola. A pesar de que se sentía incómoda, no sentía ese dolor irreparable del día anterior, al parecer su subconsciente se acostumbraba a la idea de que estaba embarazada poco a poco. De todas maneras, lo único que fue a hacer ahí era preguntarle a Vanessa por qué intentó un suicidio, no pensaba recriminarle nada… y si no despertaba mientras ella estaba allí, pues tampoco le haría despertar.

Pasaron alrededor de quince minutos, quince minutos en silencio total, quince minutos en los que sólo se escuchaba el sonido del marcador del pulso. Parecía todo tranquilo. Al momento siguiente, Leila observó que la mano de Vanessa comenzaba a moverse, instintivamente puso la suya sobre la de ella suavemente, con miedo de que sus heridas en las muñecas se abriesen por el movimiento. Observó su rostro atentamente, sus ojos comenzaron a abrirse y los latidos del corazón de Leila se hicieron cada vez más fuertes, no había pensado en la reacción que la muchacha tendría al verla allí. Abrió completamente los ojos y sin mover la cabeza, inspeccionó la habitación, parpadeaba mucho aún; parecía como si esperara encontrarse en una habitación en el otro mundo, pero no era así.

Finalmente, sus ojos alcanzaron a su mano, pues sentía que alguien le agarraba con suavidad… ese toque ya lo conocía… esa piel ya la conocía… esa mano ya la conocía y más aún a quien la ponía sobre la suya. Débilmente musitó

-Leila.

La de ojos gris por poco y se desmayaba al escuchar su voz.

-Hola – intentó sonreír; pero sólo salió una mueca puesto que esta situación era muy incómoda.

-¿Qué—qué haces aquí?

-Pues… ayer el maestro me llamó… contándome sobre la situación – intentó mantener la calma.

-Yo… - lágrimas salieron de sus ojos, ¿qué significaba todo esto? Por Dios, no lo entendía, ¿por qué de repente Vanessa se ponía a llorar? – no merezco que te preocupes por mí…

-…

-Te he hecho tanto mal… además… - más lágrimas – estoy embarazada – Leila no dijo nada ante esta confesión que resultó simplemente ser un agravante del dolor que ya había sentido el día anterior con la noticia venida del doctor.

-¿Por qué intentaste suicidarte? – preguntó con un tono neutro y sin mirarla.

-Por eso… por el embarazo…

-¿Por qué no pensaste en tu hijo?

-Lo hice… por eso ya no quería existir… mis padres me matarán… son muy conservadores, y mi hermano… voy a ser desheredada…

-…

-Además yo… Leila – la miró rogando por su mirada; pero la muchacha seguía mirando hacia el piso – Leila, mírame… por favor – la chica levantó la vista – perdóname – la de ojos grises sonrió y con una daga en el corazón, “comprendió”.

-No tengo nada que perdonar… fue tu decisión… yo no puedo juzgarte…

-Pero es que no lo entiendes…

-Claro que sí---

-No… no pienses que te engañé, fue una noche de copas y me descuidé… no supe lo que pasó…

-No me expliques todo esto – apagó la sonrisa – si te todas maneras no me engañaste… lo nuestro era irreal y sólo por apuesta como dijiste – sus propias palabras comenzaron a matarla; pero no hizo caso de su nudo en la garganta.

-No fue sólo eso… Leila… tuve miedo – la muchacha levantó la vista.

-¿Miedo?

-Tuve miedo de mis padres, de mis amigas… de todo el mundo yo en verdad… quería eso – la de ojos gris no daba crédito a sus oídos – yo misma inventé la excusa de saber o no si eras---

-Espera, espera – alzó la mano - ¿tú inventaste todo el numerito de la apuesta… sólo para estar conmigo?

-Sí y no…

-¿Qué---

-La verdad es que una de las chicas me dijo que me mirabas raro y entonces, me tomé en serio esa idea y comencé a mirarte, sin sentir nada en realidad; pero comencé a obsesionarme con el hecho de que tal vez sí te habías enamorado de mí… y no quería quedarme con la duda – explicó la muchacha de pelo rubio – entonces inventé la apuesta, solamente para saber si en verdad sentías algo por…

-Entonces… fui un capricho… - la miró – sabes que eso---

-No… comencé a quererte en serio Leila… cuando me di cuenta ya te quería; pero el plazo de la apuesta terminó y tuve miedo de mis amigas… de qué pensarían de mi si no terminaba con esa relación en el tiempo acordado…

-Pero… ¿por qué lo terminaste de esa manera? ¿Tienes idea de cómo me sentí? De cómo me siento aún… y luego venías a provocarme todos los días… todas las semanas…

-Sólo quería verte – se justificó la rubia, mientras que Leila encontraba esto cada vez más ilógico y lógico a la vez – perdóname, Leila yo... no puedo… no puedo…

-¿Qué no puedes? –la muchacha comenzó a perder la paciencia.

-No puedo vivir sin ti…

-Ay por favor – se enojó más la de ojos gris – no me digas esas letras de canciones que de nada sirven…

-No son letras de canciones… Leila por favor entiéndeme---

-¿Qué voy a entender? Además – agregó – si volviera a creer en ti… estás embarazada… - se levantó de la silla para salir.

-Lo sé ¡Lo sé!… - Vanessa alzó la voz lo más que pudo para poder detener la chica, mientras comenzaba a desesperarse – pero Leila… siempre hay una oportunidad… si de verdad me quieres…

-No me chantajees – volteó la chica.

-No te chantajeo Leila, yo te amo – ante el silencio de ella, insistió -¿No vas a decirme nada? Te dije que te amo…

-¿Qué esperas que te diga? – preguntó la chica aún con los pensamientos algo perdidos y desordenados.

-¿Acaso no me amas?

-Yo… - Leila comenzó a pensar, ¿la amaba en realidad? ¿O sólo era un capricho? No podía ser, pues la había querido durante mucho tiempo, había soñado con ella y ese momento durante más de un año; pero ahora no sabía qué pensar.

-Sé que esto es muy repentino y que no me perdonarás fácilmente – continuó la rubia – pero quiero probarte que lo que siento ahora por ti nunca lo sentí por nadie, ni siquiera por ninguno de los tantos chicos que existieron en mi vida… ¿qué quieres que haga para probarte que hablo en serio? ¿Y que de ahora en adelante no me importará lo que diga el resto de la gente sobre mí?

-No necesitas hacer nada para probármelo – replicó la de ojos gris – pero…

-¿Pero? ¿No me quieres?

Con esa frase, la muchacha recordó en un flash a Claire, sus besos y sus caricias. Sin querer revivió el momento. ¿Por qué era así? De alguna manera cuando estaba con la castaña, recordaba a Vanessa y viceversa.

-No es que no te quiera… es que yo… - era el momento de aclarar la situación y debía tomar una decisión. Si aceptaba que amaba en verdad a Vanessa, entonces tendría que cuidarla también por su embarazo y comenzar a llevar una vida distinta. Si era verdad que sus padres la desheredarían entonces también tendría que acogerla en su casa para que no le falte nada… tendría que cuidar de una vida extra que de alguna manera nada tenía que ver con ella.

Si tomaba más en serio sus sentimientos por Claire, debía dejarle claro a Vanessa que no podía tener nada con ella y que la olvide y que no la vuelva a buscar. Debía ir a pedirle perdón a la cataña, asumir que verdaderamente se había equivocado, probarle que la amaba y que había olvidado a Vanessa; cosa que no sabía si en algún momento consiguió.

Pensado esto… no le restaba más que a ella misma tomar la decisión final.

-Vanessa… – comenzó; pero se abrió la puerta de repente y entró un muchacho muy apuesto de cabello rubio y ojos azules, tenía un traje de empresario color crema, corbata marrón y llevaba un maletín. Entró de manera normal, sin apuro cerrando la puerta tras de sí; pero en cuanto vio a Vanessa, fue rápidamente hacia su cama.

-Hermanita – le dijo sonriendo de manera angustiada - ¿qué hiciste? ¿Por qué?

-Lo siento… - lamentó la rubia.

-¿Estás bien? Ayer recibí la llamada urgente de tu profesor… tuve que tomar el primer vuelo hasta aquí, tardó mucho pues ya sabes que estaba al otro lado del mundo… - explicó el joven, luego volteó y miró a Leila, quien se sentía incómoda por interrumpir una reunión de hermanos. Pero el joven sonrió – tú debes ser Leila – le dijo.

-Eh… sí, soy yo – asintió algo avergonzada - ¿qué tal?

El joven se lanzó a abrazarla, la chica no tuvo tiempo de reaccionar por lo repentino de la acción, escuchó a Vanessa reír.

-Gracias – musitó el muchacho – muchas gracias, su profesor me comunicó lo que hicieron por ella tú y tu amigo, de verdad… si no fuera por ti, no sé qué sería de mi hermana – la soltó del abrazo.

-Bueno, yo… saldré para que – se dispuso a salir de la habitación – puedan charlar cómodamente entre hermanos…

-Hey – la llamó Vanessa – por favor no te vayas aún, espera a que hable con mi hermano, ¿quieres? Quédate por favor.

-Ok – abrió y cerró la puerta tras de sí y se sentó en una de las sillas del pasillo.

¿Cuál fue la decisión que había tomado su corazón? Ni ella misma lo supo, tal vez tendría oportunidad para decírselo a Vanessa después.

Observaba cómo las enfermeras y doctores pasaban de rato en rato. Habían momentos en que había más agitación; pero en otros, todo estaba tranquilo. Veía que otros civiles también entraban a distintas habitaciones y pabellones para poder visitar a sus familiares.

Recordó sus trece años, cuando aún vivía en la gran mansión de sus padres. En ese tiempo, no pensaba en cuestiones de sexualidad o algo parecido, en ese tiempo vivía preocupándose por sus calificaciones y una manera de recompensar a sus padres por todos los bienes materiales que le daban, con una buena libreta. Aunque ellos ni siquiera veían con atención sus notas llegado el momento. Siempre le habían dicho algo así como “Qué bueno hija, ahora ve a tu cuarto que estoy ocupado” , su mamá le decía “Perdona hija, no puedo verla en este momento, mis amigas del club campestre vendrán esta tarde y debo supervisar el orden de la casa” . Nunca había recibido educación de ningún tipo sobre valores y demás, en el colegio le hablaban “algo” de ello pero… ella misma tuvo que deducir qué estaba bien y qué estaba mal. Por eso, no supo que era peligroso involucrarse demasiado con desconocidos…

Algo en su mente se encendió… algo extraño, poco a poco iba saliendo a la luz; pero aún no podía distinguir qué era.

Se escuchó la puerta de la habitación de Vanessa, Leila se sobresaltó y se paró de inmediato, dejando de lado aquella sensación que tuvo. Todo para ver al enojado hermano de Vanessa saliendo de la habitación, tenía el ceño fruncido y sus facciones endurecidas, andaba de manera apresurada, cerró la puerta casi con fuerza y buscó a alguien con la mirada. La de ojos gris dedujo que la buscaba a ella; pero sin querer comenzó a tener temor de algo, ¿temor? Era ilógico pues la vida la había hecho inmune a cualquier temor a alguien en particular. Finalmente, la vista del sujeto se fijó en ella, quien dio un instintivo paso hacia atrás, el joven caminó en su dirección con la mirada fija en sus ojos, hasta que:

-¡Tú! – le gritó, varios visitantes que pasaban por allí se voltearon a mirarlo con molestia por el ruido que hacía; pero no había ninguna enfermera en ese momento para parar la situación, Leila tragó saliva.

-¿Qué sucede? – preguntó con la voz casi apagada.

-¡Ven aquí! – la sujetó del brazo – Tengo que hablar contigo.

La chica no pudo poner resistencia debido a la sorpresa que esto causaba en ella, no tenía idea de lo que pasaba, simplemente se dio cuenta de que la conversación con su hermana le había cambiado totalmente de humor. La condujo hasta la azotea del edificio del hospital, el cual estaba asegurado alrededor con rejas bajas color negro. No había nadie.

La empujó con fuerza para hacerle caer en el piso, Leila se lastimó las manos y las rodillas.

-¡¿Qué le hiciste a mi hermana?! – le gritó el muchacho.

-¿De qué habla? – preguntó extrañada todavía asimilando lo que estaba ocurriendo.

-¡Ella me lo dijo!

-¿Qué? ¡Yo no la embaracé! – se sentía idiota dando una explicación como esa.

-Lo sé, no soy estúpido – murmuró de manera amenazante – pero se quiso suicidar por tu culpa, ¡¿Qué le hiciste?!

-Yo no le hice nada – se levantó finalmente e intentó encarar al joven17 centímetrosmás alto que ella – además ni siquiera sé qué le dijo su hermana – Roberto rió sarcásticamente.

-¿Quieres saber qué me dijo? ¡Si tú ya deberías saberlo! ¡Fuiste tú quien la pervirtió!

-¿Qué? – de repente, vino a ella un recuerdo… ella diciendo eso “¡Fuiste tú quien me pervirtió!” Vaya… ¿acaso tenía esos conceptos cuando era más joven? – ¡Yo no la pervertí! Para su información…

-No quiero saber tus explicaciones, ¡Ella me dijo que está enamorada de ti y aunque mis padres y yo no lo aceptemos se quedará contigo! – El hombre se veía cada vez más enojado - ¿Con qué llenaste su cabeza, eh? ¡¿Qué le prometiste?! ¡¿Acaso quieres su dinero?! ¡¿Cómo pudiste cambiarla así?! ¡¿Qué le hiciste?!

-¡Mire! – Leila no podía creer lo que escuchaban sus oídos - ¡Yo no le prometí nada! ¡Nunca llené su cabeza de ideas o algo así! ¡No quiero su dinero! ¡Tengo mucho! – salió de sí - ¡MI PADRE ES DUEÑO DELA FÁBRICA DECEMENTO EMERSON! ¡Y NO LE HICE NADA!

-Sabes – le dijo amenazante de nuevo mientras le señalaba con el dedo en forma de advertencia – por mí pueden hacer lo que quieran, pervertidas y… - bajó la mano – yo ya no tengo una hermana, no me importa, hagan lo que quieran, ¿tienes dinero? Entonces cuida de ese bebé que creo, estará bajo TU responsabilidad – resopló – realmente si pudiera salvaría a ese niño de ese ambiente inadecuado y enfermizo.

-¡¿Cómo puede hablar de esa manera?! ¡No puede ser que deje a su hermana así! ¡Sólo por---

-Ya te dije… que no tengo hermana… y no se quedará sola – aseguró el rubio mientras se daba la vuelta – ella dijo que tú la cuidarás a ella y a su hijo – con esto, caminó con paso decidido e imparable, bajó por las gradas y dejó a una Leila consternada por lo que acababa de oír. Sintió un dolor punzante en el corazón, no, no quería cuidar de Vanessa, habría preferido ir con Claire.

Cuando volvió a la habitación de Vanessa tuvo que pasar allí el resto de la tarde a petición de ella. Al salir, caminó lentamente, salió del hospital con un nudo en el corazón y en el alma. ¿Qué era esa sensación? Había deseado tanto tiempo que la rubia por fin la amara; pero ahora que estaba sucediendo, sentía como si nunca lo hubiera deseado… se sentía incómoda y fuera de sí.

Caminó hacia una plaza cercana. Todavía había mucha gente paseando por el lugar y por las calles, pues eran las 7:30 de la noche. Suspiró pesadamente y se sentó en un banquito mientras veía a parejas y grupos de amigos pasar. Sacó el celular y comenzó a mirar sus fotos, tenía muchas de Claire con ella, de diferentes formas. Tenía una donde ella estaba sola en su traje de aikido, sonreía tímidamente. Leila recordó que esa foto fue tomada cuando Claire la visitó a su departamento una hora antes de ir a participar en aquel torneo de escuelas. Que le daría suerte, le dijo, le daría suerte al haber sido ella quien le enseñó muchos de los movimientos.

Sonrió y continuó con las fotos, aparecieron las más antiguas, ella con Vanessa… había olvidado que mirando esas fotos se ponía a llorar día tras día, ahora era diferente. Frunció el ceño e hizo una mueca con la boca y miró a otro lado mientras guardaba el celular.

Sintió que alguien se sentaba a su lado, volteó la vista y con un vuelco al corazón vio a Claire… pero no era la misma… se veía tres o cuatro años más joven, qué extraño… ¿era su imaginación? Pues sí, sí lo era. Continuó viendo al producto de su imaginación… de nuevo volvió ese empolvado recuerdo, ese que en el hospital se le vino a la mente, ese que intentaba liberarse de las tapaduras de su propio subconsciente. Frunció el ceño como intentado recordar… de repente, su propia voz resonó en su cabeza, su propia voz de catorce o quince años “¿cómo será cuando por fin la conozca?”

-Cuando por fin la conozca…. – “¿qué le diré cuando por fin la conozca?” – Qué diré… - “¿qué me dirá ella?”- qué me…

Se levantó y fue corriendo hacia el hospital, pues había estacionado su auto en el garaje de éste. Entró y condujo lo más rápido que pudo hasta su departamento. Al entrar, fue hacia su estante de libros y cuadernos mientras encendía la laptop. Comenzó a buscar entre los cuadernos, dentro de los archivadores, entre los documentos importantes. Bajó la vista y vio las empolvadas cajas que no había movido hace mucho tiempo. Cuando se mudó desde su casa hasta ese departamento cercano a la universidad, solamente llevó las cajas porque creyó que tenían cosas importantes, ni siquiera las había revisado. Ahora mismo sacó una de ellas y la desempolvó, estornudó cuando el polvo se le entró a las fosas nasales pero se limpió al instante con un pañuelo que estaba encima del escritorio, se sentó en su cama, así tendría acceso a la caja y a la computadora al mismo tiempo.

Al ver que la laptop había terminado de iniciar, la conectó rápidamente a internet, la máquina comenzó a iniciar la sesión del chat en su cuenta normal. Pero Leila canceló el proceso y puso otra dirección, una antigua, una que había creado junto con su mejor amiga de la escuela: Andrea. Escribió en la barra de la clave “amigasx100pre” y comenzó de nuevo el proceso de inicio de sesión, claro que primero puso como un estado predeterminado, el estar como “desconectado”. Esperó unos momentos mientras seguía buscando en la caja unos diarios viejos que sabía que escribía cuando era mucho más pequeña. Por fin, inició la sesión, había algunos contactos conectados. Buscó allí lo que quería encontrar; pero nada, ¿qué había pasado?

-No puede ser… - se dijo a sí misma – estoy segura que… - de nuevo se le ocurrió otra cosa e ingresó a una de esas páginas en las que se podía ver quién le borró y quién le puso como “no admitido” de entre los contactos que tuvo o tenía.

Cerró la sesión normal e ingresó la dirección de correo y la clave en ese sitio. Tardó un poco, en eso encontró en la caja un viejo diario color celeste, se veía muy empolvado y descuidado, las hojas estaban viejas y casi amarillas. Miró hacia la pantalla mientras hojeaba el diario. Su vista se quedó en una línea mientras sentía vértigo y un balde de agua fría caerle encima; soltó el diario, el cual cayó al piso con un sonido lejano a su conciencia...

El nombre ponía “Claire D.” al lado estaba escrita su dirección de correo, su nombre figuraba en el molesto cuadro que ponía “Personas que te bloquearon de su lista de contactos”…

Fin del capítulo :3

Nuevamente agradecer sus comentarios a quienes gentilmente dejaron el suyo ^^ agradecerle a chatyka , (sii eso es cierto, es horrible andar confundido sin saber a quien se quiere de verdad @.@) Hombre FX (que bueno que el episodio fue de tu agrado ;) ), Valeria (si, eso es cierto, es que el mundo es muy chiquito, las coincidencias con las que uno se topa), lokii (tal vez unas cuantas convulsiones habrian ayudado a Leila a salvarse de todos los problemas que se le vinieron encima jaja), alanna (qué bueno que te gustó el relato! Y hay que hacer dar vueltas las historias para que dejen de ser clasicas verdad ;) gracias por tu comentario), karina (id:136...) (cierto! me faltó describir las sillas volando! ;) no lo olvidare para la siguiente vez jajaja XD, ojala deje de lloverle a la pobre Leila jaja), angeles2875 (comentarios como el tuyo le animan a uno a seguir escribiendo ;)  muchas gracias!!), Nahomy (que la medio suegra cambie de parecer sera medio complicado eh, todo por un arranque hormonal jaja), Zoe (exactamente eso es lo que confunde a la pobre Leila @.@ que la tengan identificada asi en el celular jaja.. pobre, super confundida, mas con loq paso en este capitulo), aurora la diosa (un exorcismo seria lo mas adecuado en estos casos, agua bendita tambien, si, creo que de verdad lo necesita :( metio la pata con todo), Shantyy (creo que con este capitulo se confirmo tu teoria del karma verdad, jaja XD pobre Leila y su karma), blue (hey los leiste de una los capitulos?? muchas gracias! que bueno que te interesó la historia!!) , karina (id:125...) (gracias por comentar mis relatos ^^ pero bueno, siempre hay una nueva ventana que se abre cuando todo se cierra o.o jaja), JULY (espero que te haya gustado este capítulo eh ya ves como se enredan más las cosas), gigita (Hey es bueno saber que la historia atrae, muchas gracias por comentar y darte tiempo de leerme ^^ gracias!)

Muchas gracias a quienes valoran y a los que simplemente se pasan por aquí un momento para leer.... gracias por su tiempo ^^ a todos los lectores.. se lo quiere y se los estima, tengan buenos dias o tardes o noches. Pronto dejare el siguiente capítulo! ATTE: Wind