Encuentro Accidental 4

...A diferencia de ti...murmuró, dejando de lado su irritabilidad, mientras un semblante de angustia se hacía presente en su rostro – yo sí te quería...

Capítulo 4 – Sentido común

-Vanessa…

Claire abrió los ojos de par en par y detuvo a Leila con las manos.

-¿Qué? – preguntó ésta, desconcertada y algo molesta mientras levantaba la vista y le miraba a los ojos.

-¿Cómo me llamaste? – la de ojos verdes frunció el ceño, mientras su tono de voz había cambiado por completo y ya no era suave, sino más bien fuerte y serio. La de ojos grises le miró confundida, pensando; sin embargo, al segundo, su expresión cambió totalmente.

-Y-yo… – musitó Leila horrorizada.

-Me llamaste Vanessa… - la castaña le empujó a un costado, levantándose bruscamente y acomodando su pantalón y levantando su playera del piso.

-Lo lamento – se disculpó desesperada la de ojos grises – lo siento en verdad, perdóname, no sé qué pasó conmigo, no sé de dónde salió eso… no sé qué sucedió no sé…

-Pero yo sí – el tono de la chica era duro y amenazante. Se vistió por completo rápidamente. Leila sólo alcanzó a acomodarse el pantalón plomo que había bajado. Claire le miró de frente y a pesar de todo parecía estar conteniéndose  – tú todavía quieres a Vanessa, a esa mujer que te hizo tanto daño…

-No… no es eso – Leila estaba cada vez más desesperada, cada vez más arrepentida – perdóname, fue sólo una equivocación, yo quiero estar contigo… - se levantó y sujetó el brazo de la muchacha.

-¡¿Qué me crees?! ¡¿Quién me crees?! – Claire soltó su furia contenida mientras se soltaba violentamente del agarre de Leila - ¡¿Cómo crees que me acostaré con alguien que suspira el nombre de otra persona mientras está conmigo?! ¡¡No soy una cualquiera!! – puso sus manos a la cintura – ¡Pero claro! ¡¿Me estabas usando, no?!

-No… eso no es… - la de ojos grises se sintió ofendida durante dos segundos al recibir esa acusación – yo no te estaba usando!! Además fuiste tú la que empezó con todo esto!!

-A diferencia de ti – murmuró la de ojos verdes, seriamente, dejando de lado su irritabilidad, mientras un semblante de angustia se hacía presente en su rostro – yo sí te quería…

-Claire… - la chica de ojos grises sintió como una daga se le clavaba en el pecho. Y no pudo hacer nada para detenerla. Su brazo seguía suspendido en el aire como si la sostuviera, a pesar de que ella ya había salido del departamento dando un terrible portazo.

¿Cómo pudo pasar eso? ¿Por qué mencionó a Vanessa? ¿Por qué lo hizo? Se sentía la estúpida más estúpida del mundo, no imaginaba cómo se sentía Claire; pero tenía razón de haberse enojado. Se tapó el rostro resoplando fuertemente, sintió angustia y desesperación pues ya no podría estar con Claire y además de todo eso, aún no se había olvidado de Vanessa.

En todo ese lío de pensamientos, su celular la sacó de su ensimismamiento al haber sonado fuertemente encima de la mesita de sala. La muchacha saltó de sorpresa y se levantó del sillón, agarró el celular y miró el identificador: “Número privado” .

-Sí dígame…

-…

-Hola? ¿Quién habla?

-¡Leila! Soy yo, de tu escuela de aikido! Tu maestro.

-Ah… hola maestro – por alguna razón esperaba que fuera Claire.

-Tienes que venir de inmediato – le dijo, parecía muy apurado - no sé cómo decirte esto, debes venir aquí, al Hospital Central, es urgente, lo más rápido que puedas…

-¿Qué?

-Piso 3, habitación 304, apúrate!

Sonó el molesto sonido que indicaba que la otra persona había colgado. La muchacha sin saber realmente lo que hacía, fue corriendo a ponerse ropa decente para salir, quince minutos después ya caminaba por el pasillo del hospital a paso acelerado. Se chocó con varios doctores y enfermeras quienes también pasaban apurados llevando historias clínicas y a veces camillas. Al llegar al tercer piso, vio a su maestro dando vueltas nerviosamente mientras hablaba por celular. La chica fue corriendo hacia él y éste, al verla se detuvo.

-Sí – decía por el aparato – sí, es urgente, por favor venga lo más rápido que pueda… - cerró la tapa del celular para colgar y miró a Leila, quien aún jadeaba - ¡Leila! ¡Qué suerte que ya llegaste!

-¿Qué pasó? – se precipitó la muchacha.

-Pues… - el hombre bajó la vista y volvió a mirar a la joven, quien estaba cada vez más ansiosa por su silencio – Se trata de Vanessa…

-¿Qué? ¿Qué le pasó?

-Ella – Liu respiró hondo – ella… Intentó suicidarse…

-¡¡¿QUÉ?!! – su grito se escuchó en todo el pasillo, varios trabajadores voltearon a verla.

-Shh… guarda silencio…

-¿Qué le pasó? ¿Por qué? ¿Qué hizo? ¿Qué? ¡Dígame! – insistió la muchacha bajando el tono de voz para no molestar a nadie.

-Estábamos entrenando en la escuela como siempre, ella pidió permiso para ir al baño pero… no volvió… - el hombre relataba angustiado lo sucedido, Leila lo miraba con expresión de horror – envié a unas chicas a verificar si ella estaba bien… la encontraron desangrándose… - miró a los ojos a la muchacha – se cortó las venas

-N-No… no puede ser… -  la de ojos gris llevó sus manos a la cabeza demostrando preocupación  - ¿cómo está?

-Necesita una transfusión de sangre de manera urgente – explicó el maestro aún más angustiado que antes – llamé a los celulares de sus padres; pero no me contestaron, acabo de hablar con su hermano mayor… está fuera del país y me dijo que tomaría el primer vuelo para poder venir, morirá si no encontramos a alguien con su tipo de sangre…

-¿Qué tipo de sangre tiene?

-O RH(-)… es muy difícil de conseguir…

-¿En verdad? – una vana esperanza se hizo presente en ella – ¡Mark tiene ese tipo de sangre! Lo llamaré en seguida…

Cuando el muchacho respondió, sonaba algo molesto, pues le había llamado a media siesta. La muchacha le rogó ayuda urgente y al principio él se negó; pero al oír la angustia con la que su amiga hablaba, accedió finalmente ayudar a Vanessa, sólo como un favor a Leila. Quince minutos después, le vieron llegar, subiendo por las gradas hasta el tercer piso. El maestro no perdió tiempo y se adelantó para ir a buscar al doctor para que le hicieran las pruebas necesarias a Mark. Por suerte, todo pareció salir bien. Mientras esperaban a que se realizara la transfusión. Leila y el maestro yacían parados en el pasillo en silencio.

-Dime una cosa… - pensó un momento la muchacha y miró al hombre - ¿por qué me llamaste? Pudiste haber llamado a cualquiera de sus amigos, o haber pedido ayuda a cualquier chica de la escuela… ¿por qué me llamaste a mí?

-Eh… - el hombre ya se temía que la joven se lo preguntase; pero sacó el celular que en realidad era de Vanessa y vio el registro de llamadas realizadas – esto te lo explicará todo… - le pasó a la chica el aparato y en la pantalla se mostraba su número; pero con el nombre de “Amorcito”.

Al ver esto Leila casi se desmaya, le entró una daga en el estómago y se quedó casi muda.

-¿Q-qué significa esto? – tenía una expresión de asombro único y sintió una lágrima queriendo aventurarse por su mejilla; pero la limpió en un segundo.

-No sabes la sorpresa que me llevé cuando oí tu voz – explicó el maestro – luego asumí que eras su mejor amiga o algo así, ya que algunas amigas se nombran de esa manera en los contactos de su celular; pero… - dudó – viendo tu reacción… creo que se trata de lo primero que creí… - observó inquisidoramente a la joven – dime Leila… ¿qué sucedió entre tú y Vanessa? Por eso dejaste de practicar, ¿verdad?

-N-nada – la chica tartamudeaba, no sabía qué decir… ¿qué significaba esto?

-Te conozco Leila – sonrió el hombre de manera comprensiva – pero esto me lo contarás en otra ocasión, ahora iré a ver los resultados de la transfusión.

La joven sólo asintió sin decir nada, quedándose de brazos cruzados, apoyada en la pared del pasillo frente a la habitación de Vanessa. Pasó un tiempo y volvió el maestro detrás del doctor, quien entró a la habitación de la rubia. Tuvieron que pasar muchos minutos para que volviera a salir, triunfante.

-Buenas noticias – les dijo – ella y su bebé ya están fuera de peligro… - a la de ojos grises le dio vértigo y se quedó pasmada… ¿había escuchado bien? ¿Ella y su…”bebé”? – Teníamos miedo – prosiguió el anciano pero bondadoso doctor – por un momento creímos que el bebé no se salvaría… gracias a la transfusión, los dos están estabilizándose – sonrió aún más – ambos deberán luchar un poco más; pero pronto estarán fuera de peligro…

El maestro miraba a Leila de reojo, muy preocupado de su reacción frente a la información del doctor; él ya lo sabía pues se lo dijeron antes de que la chica llegue.

-Por cierto… - prosiguió el profesional - ¿cómo consiguieron a un donante?

-Mi mejor amigo… - murmuró Leila aún perdida –donó su sangre – su mirada seguía perdida.

-Pues salvaron sus vidas…

-¿Sus vidas? – Reaccionó un poco la de pelo negro - ¿Bebé? ¿Cuál bebé?

-Tu amiga Vanessa está embarazada, le hicimos estudios y ya lleva poco más de un mes del embarazo…

-Ah… poco más de un mes - Había pasado sólo un mes desde que habían terminado… SÓLO un mes… llevaron dos semanas de “noviazgo”; entonces, fue durante ese tiempo, la engañó… la engañó vil y cruelmente. Pero era lógico, pues nada de lo que decía Vanessa era verdad después de todo. El doctor se alejó muy tranquilo a llamar a las otras enfermeras.

Leila se dio vuelta y se dirigió a las escaleras a paso rápido y salió de allí a pesar de las llamadas de su maestro que intentaba detenerla.

Salió del hospital a las 10:45 PM, subió a su auto, encendió el estéreo, le subió todo el volumen y arrancó a toda velocidad. ¿Quién sería el padre de esa criatura? Y si hubiera sido deseada… tal vez ella había sido el motivo por el cual Vanessa quiso suicidarse. Recordó la última vez que la había visto, hace dos semanas.

-¡¡Leila!! – le llamó, de nuevo interceptándola a la entrada de la universidad. La de ojos gris se dio vuelta y la encaró, se dio cuenta de que estaba algo pálida y ojerosa; pero lo ignoró.

-¿Qué quieres? – preguntó molesta la muchacha intentando hacer caso omiso de sus “a pesar de todo” mariposas en el estómago.

-Debes volver al dojo... – musitó la rubia con el ceño fruncido.

-No gracias, ya te dije que no – cortó Leila dándose la vuelta; pero Vanessa la sujetó del brazo con fuerza, la otra muchacha volteó la mirada y la miró amenazante – suéltame…

-Debes volver…

-No quiero… ya dije que no y… - frunció el ceño – suéltame…

Vanessa la soltó; pero tomó aire para hablar.

-Siento lo que te hice – dijo con la mirada en el piso. La de ojos gris se sorprendió pero no suavizó la mirada – Perdona… estoy muy arrepentida, no te lo merecías…

-Pero ya me lo hiciste – continuó la chica, con el mismo tono duro y resentido – además… sólo lo dices para que vuelva a participar de ese torneo.

-Pero…

-Hazme un favor… - cortó de nuevo – ya no me vuelvas a buscar.

Juró ver una lágrima salir de los ojos de la rubia; pero no alcanzó a comprobarlo pues se dio vuelta para dejarla parada en el lugar. Se alejó a paso rápido para no darse a sí misma la oportunidad de doblegarse…

“¿Será mi culpa?” pensó un momento; pero luego se dijo “no, no soy tan importante”. Algún día, cuando volviera a hablar con Vanessa, le preguntaría por el motivo por el cual había intentado suicidarse. O tal vez simplemente, nunca se lo preguntaría y lo olvidaría. Pero ahora mismo, ya no quería pensar, no quería saber nada de nadie.

Se la pasó conduciendo por mucho tiempo, era la una de la mañana y vio un bar de mala muerte abierto a esas horas de la noche. Paró el auto, le puso un seguro contra robos al volante, salió y cerró la puerta con llave.

Entró al lugar, era muy sombrío y tenía mal olor, había muchos hombres bebiendo y emborrachándose hasta quedar en el piso, había una mujer parada en una tarima al fondo del lugar, cantaba al lado de un tipo que tocaba una guitarra de esas baratas que venden por ahí. La melodía era tan deprimente que daba ganas de suicidarse con sólo escucharla, bueno, al menos la mujer tenía buena voz. El piso estaba lleno de polvo, parecía no haber sido barrido en años; en las esquinas de las paredes había telarañas.

Leila se acercó a la barra y al hacerlo se dio cuenta de que la mayoría de los asistentes eran hombres o prostitutas con ellos, no le importó y luego de desempolvar con la mano uno de los taburetes, se sentó. Apoyó los dos brazos sobre el mesón. El cantinero, que era un hombre gordo, con la barba sin rasurar y la camisa algo sucia, se acercó a ella.

-Hola preciosa – le dijo mirándola de manera pervertida – nunca te había visto por aquí…

-Dame una botella de vodka… - dijo sin mirarlo y sin ponerle atención.

-Oh… -musitó el hombre y le dio una empolvada botella, Leila la miró y luego al hombre con el ceño fruncido.

-¿Qué? – Preguntó de manera amenazante - ¿Ni siquiera la vas a desempolvar? ¿Ni siquiera la vas a abrir? – el sujeto rió y extendió la mano.

-Primero el dinero – dijo desvistiéndola con la mirada, ella sacó su billetera y le tiró un billete de cien dólares, aprovechando que era una chica de mucho dinero.

-Quédate con el cambio – dijo, mirando a otro lado. Escuchó la molesta risa del hombre, cómo limpiaba la botella y luego el sonido de la tapa, miró de nuevo el recipiente, lo alzó con la mano y lo olió. El sujeto le pasó un vaso sucio; pero ella tomó de la boquilla misma.

-¿Qué te trajo por estos lados? – preguntó sorprendido el tipo.

-Qué te importa.

Pasó largo rato y ya casi había acabado con lo que había pedido, se sentía algo mareada pero no le importaba. Terminó de tomar y luego le lanzó otros cien dólares al hombre.

-Dame otra botella – dijo con el ceño fruncido y con la mirada ya algo perdida.

-Claro – sonrió el sujeto y le pasó otra, desempolvó y abrió como siempre. La muchacha la alzó y de nuevo se la tomó directo; pero esta vez sin pausas, casi acabada la cuarta parte la dejó a un lado y se estremeció por lo fuerte que era la bebida.

-¿Qué te trajo por estos lados? – insistió el tipo, pues sabía que el alcohol ya había arruinado las pocas neuronas que la muchacha tenía conscientes.

-Pues… nada en especial – respondió con ese tono de voz apagado y arrastrado – sólo que… m-me e-engañaron… u-una chica… Vanessa… a-así se llamaba… - rió perdidamente, con las manos torpes sacó su billetera y sacó la foto de la rubia, se la mostró al gordo, ¿qué hacía aun llevando una foto de ella?

-Oh que preciosura – comentó el tipo.

-Te la regalo – le tiró la foto al hombre – yo la quería de verdad… y-y… me engañó… e-está embarazada – resopló – pero… shh – puso su dedo en los labios, estaba evidentemente borracha – también me gusta otra chica… - hipó de nuevo.

-Ah, ¿te gustan las chicas? – le preguntó el hombre desvistiéndole con la mirada.

-Seee… se llama Claire y me dejó porque soy una estúpida… - tomó aire para tomar otro gran trago de vodka – no teníamos nada pero íbamos a tenerlo – se apoyó en los codos e hipó de nuevo, tomó otro trago de la botella – pero mira… estábamos a punto de tener relaciones y suspiré el nombre de Vanessa, pues porque todavía la quiero – tomó otro trago – pero yo no la embaracé claro… no puedo hacerlo porque no soy hombre – seguía tomando, hipó de nuevo - ¿Qué de bueno pueden tener? – se acercó un poco al sujeto – ¿pero te digo una cosa? Yo nunca lo he hecho ni con un hombre ni con una mujer… - siempre he esperado a alguien especial – volvió a su posición normal y tomó otro trago – pero ahora… ¡ya no me importa! ¡No quiero saber de nada! – se levantó, alzó su botella y caminó tambaleante hacia esa tarima donde todavía cantaba esa mujer, subió como pudo. La mujer la vio y se sorprendió.

-¡Hey! – le gritó - ¿qué te pasa? Baja, ¿quién te dio permiso? – dirigió la vista hacia el cantinero, quien le hizo una señal de que se calmara y la dejara. Leila se paró apenas y le quitó el micrófono.

-Presta – murmuró con el ceño fruncido, tambaleándose, luego habló en voz alta – hola – dijo al micrófono, todos los asistentes voltearon a mirarla, al ver esta reacción, la chica rió – me llamo… Leila Emerson… - escuchó unos silbidos pervertidos y comentarios, como si pasara frente a una obra donde hay muchos albañiles – soy muy joven tengo… 19 años… - seguía tambaleándose y tomó otro trago de su bebida - ¿alguno de ustedes quiere acostarse conmigo? Le pago si quiere, además… - escuchó risas pervertidas – soy virgen… - se quitó el canguro negro que traía y lo botó a un costado. La reacción fue inmediata.

-No tienes que pagar mamacita – subió uno de los tipos, mientras se le acercaba sonriendo asquerosamente. Leila le dio un puñetazo en la cara y le hizo una zancadilla para hacerlo caer del escenario. Escuchó un “Uuuuh” a lo lejos, era evidente que todo el mundo estaba borracho y no tomaba conciencia. Subió otro y estaba vez Leila lo empujó sin más.

-Vamos!! – exclamó toda borracha, otro subió de la misma manera y ella le rompió la botella de vodka en la cabeza, luego lanzó los restos - ¿qué nadie quiere? Malditos pervertidos ¡Vengan! – subieron dos, uno de ellos le agarró por atrás riendo y el otro se le acercó quitándose el cinturón. Leila le dio una patada al segundo en la entrepierna, le dio un fuerte codazo en las costillas al otro, le agarró del brazo y lo lanzó hacia adelante haciendo una llave de - ¡Débiles! JAJAJAJAJAJA!!! – se armó el revuelo en el lugar, Leila golpeaba a todos los que subían, el hombre del bar le hizo una señal a la mujer que había estado cantando para que sacara a la muchacha. La susodicha hizo lo propio, sujetó de los brazos a una ya cansada Leila y la sacó como pudo del bar.

-Llévala a tu departamento – rió el hombre – así no podrá conducir… además ya sabes… aprovecha de sacarle unas cuantas fotos para subirlas a internet…

Él y la mujer rieron, ésta última metió a la chica a un auto antiguo y algo despintado color blanco y se la llevó hacia su departamento.

Al día siguiente, Leila despertó en una suave y cómoda cama, estaba muy calentita; sin embargo, el dolor de cabeza la mataba. Se puso las manos a la cara, recordando cuánto había tomado la noche anterior para luego no saber ni lo que hizo.

Estaba arrepentida de su acción hormonal y ciertamente circunstancial. Sin embargo, ahora que se daba cuenta, estaba en un lugar desconocido… en una casa desconocida, en un cuarto desconocido y… en una cama desconocida.

Se sentó rápidamente y comprobó con alivio de que estaba con ropa, buscó a su alrededor y recordó que su celular estaba en el bolsillo de su jean, lo sacó desesperada y miró la hora: 8:30… las clases de ese día comenzarían a las 9:30. Con un escalofrío recordó el motivo por el que había hecho lo de la noche anterior.

Se levantó rápidamente y, arreglando su cabello como pudo salió de aquella desconocida habitación. Se encontró con un departamento sencillo; pero espacioso. Vio a la mujer del bar sentada en una mesa, tomando desayuno, volteó y miró a Leila.

-Hola – sonrió con amabilidad.

-Hola – respondió Leila a la defensiva - ¿qué pasó conmigo? ¿Dónde estaba durmiendo? ¿Qué hago aquí? ¿Quién es usted?

-Estabas en la habitación de huéspedes, ayer sufriste una crisis por tu borrachera y me pidieron que te trajera aquí.

-Ah… - la mujer se veía algo mayor, por lo menos de unos 40 años; pero a pesar de todo, parecía buena persona.

-Debes tener cuidado – recomendó con el ceño fruncido – existen hombres malos que de verdad querrían hacerte daño… como el de ayer… me pidió que te sacase fotos para subirlas a internet… - la muchacha llevó una mano a la cabeza – no sé por qué frecuentas ese tipo de lugares…

-No los frecuento… - negó Leila – si más bien…

-Ahora – interrumpió la mujer – quiero que esto quede olvidado, tú no me conoces y yo no te conozco, para cualquier cosa, eres la chica de los recados…

-¿Chica de los recados?

-Ahora debes irte, tu auto está en esta dirección – le pasó un papel a la chica – aquí están tu billetera y tu saco negro – se los pasó también.

-Vaya… muchas gracias – agradeció la chica muy sorprendida.

-Ahora vete.

-Sí… - la muchacha no se lo hizo repetir dos veces y se dirigió a la puerta de entrada.

-¿Leila? – escuchó una voz a un costado detrás de ella… una voz demasiado familiar… volteó la vista y, parada en la puerta de uno de los cuartos, tras la mesa del comedor, pudo divisar unos verdes ojos. Escuchó que la mujer se atoraba en la mesa delante de ella.

-Claire… - murmuró. Parecía que el corazón se le iba a salir del susto.

-¿Qué haces aquí? – preguntó extrañada la castaña mientras caminaba hacia ella, quien retrocedió sabiendo del olor a alcohol que seguramente despedía.

-Ustedes… ¿ustedes de conocen? – preguntó sorprendida la mujer.

-Sí mamá… de la universidad – respondió la de ojos verdes. ¿Escuchó bien? ¿”Mamá”? Leila casi se desmaya… pero ¿qué hacía la mamá de Claire cantando en un bar como ese? Miró a la muchacha de ojos verdes con una expresión de exagerado horror -¿Qué pasa? – preguntó ella aún molesta por lo del día anterior - ¿Qué viniste a hacer aquí?

-Vino a preguntar por ti… - mintió la madre.

-¿Ah sí? ¿Y por qué? – la castaña frunció el ceño.

-P-para los apuntes de l-la u-universidad – la de ojos gris no se recuperaba de la sorpresa.

-Arréglatelas sola…

-Ah!! – rompió la tensión la madre – Leila dame tu número de celular, ya sabes… para los pedidos a la compañía de tus padres…

-S-sí… - musitó perdida la chica.

-Ay mamá… yo te lo doy – se quejó Claire – sólo déjala que se vaya… - bajó la voz para que sólo Leila escuchara – no vengas a buscarme nunca más ¿oíste?…

La de ojos grises salió como rayo y por poco se cae del susto. Bajó las gradas y vio la dirección que le había dado la mamá de Claire para recoger su auto. ¿Qué hacía la mamá de la castaña allí? Pensándolo bien, eran muy parecidas, ojos de diferente color, claro, tal vez eso le confundió…

Al poco rato recibió una llamada.

-Hola, ¿eres Leila? Escucha, soy la mamá de Claire…

-Ya lo sabía…

-Sólo debo decirte algo, ni se te ocurra insinuarle a mi hija que me viste ayer en ese bar trabajando…

-No se preocupe…

-Además, no quiero que te le acerques a mi hija, eres mala influencia…

-¿Qué?

Escuchó el sonido tii…tii…tii… de que había colgado.

Resopló resignada, ¿por qué todo se le venía encima tan de repente?

Fin del capítulo...

Muchas gracias a todas las personas que se toman el tiempo de leerme y dejar sus comentarios ^^ quiero agradecer especialmente a alanna (jaja ya ves que si se corto el rollo jaja), lokii (disculpa la tardanza por demorarme en la continuacion jeje ^^U), boavista (ya ves, Leila no se salio de esta, mas bien se le complico jaja), Zoe (si realmente lo arruino, ojala hubieran continuado :'( jajaja), chatyka (no yo tampoco me imagino que me hagan algo asi, imaginate reaccionaria peor que Claire jaja), aurora la diosa (jajaja la indeseable jaja...pero pues si Vanessa es la indeseable de la historia jaja), thewoman00 (si... eso fue, es que Claire y Vanessa usan la misma marca de perfume... jajaja ^^), Hombre FX (tus comentarios siempre seran agradecidos, bienvenidos y respondidos ^^), Nahomy (jajaja si, ese si fue un buen ejemplo de como se puede arruinar la pasion en un momento asi), Shantyy (si mira... con este capitulo se nota que el karma persigue a la pobre Leila jajaja... pobre...), karina (ojala existieran las maquinas del tiempo o las maquinas para que la tierra se lo trague a uno, asi se hubieran evitado muchos problemas jaja), ALEXMVU (jajaja pues si... un oscar bien ganado y bueno... solo era la misma marca de perfume..porque la personalidad de Claire no se parece a la de Vanessa ^^), Valeria (muchas gracias por leer mi relato ^^ espero poder mejorar en mi escritura para hacerlo mas interesante).

En fin muchas gracias por comentar y por valorar mis relatos a todos los que lo hicieron ^^ Y tambien muchas gracias especiales a aquellos que se pasan por aqui a leer un momento ;) se los quiere. Subire el siguiente capitulo lo mas pronto que pueda ^^