Encuentro Accidental 20 FINAL

...sólo mirando tus ojos...

MIL GRACIAS A TODOS MIS LECTORES POR LA ESPERA, COMO SIEMPRE AGRADECER POR SUS COMENTARIOS A...

pollito, alanna, Sof14, kitxie, klaus, alejandra, Ana Maria, macarena20, aurora la diosa, laura, HombreFX, absa, Sachiko, lisa, Shantyy, Nahomy, Rebeca, WindsAngel, saray, Cata, liz25, marie, yulizaaa, gigita, Arianna,  zahory, katgotic, Zero, lulu, barker, Condesa de Rostau, RedBull

Encuentro Accidental es la primera historia independiente que creé por mí misma, con mis propios personajes, mis propios dramas. Es un gran honor para mi que haya sido de su agrado y la hayan seguido durante tanto tiempo. Existe una antigua versión publicada en un antiguo blog (que borre O.O) que era muy diferente a esta. En cuestión de capítulos, incluso el drama, gramática y sintaxis son muy diferentes. Gracias a ese antiguo blog y creo, sólo creo, que gracias a esta historia conocí a la persona más especial del mundo, por eso también, es tan especial para mí.

Agradecimientos muy especiales, como dije antes, a quienes siempre me comentaron, me valoraron o que simplemente me leen y me siguieron en todo este tiempo.

UN AGRADECIMIENTO MUY ESPECIAL T^T AL ÁNGEL QUE ME MOTIVA A SEGUIR ESCRIBIENDO... (y sé que lo leerás por eso lo pongo ;D) SÍ... REVELARÉ TU IDENTIDAD SECRETA... JOJOJO... Y NO PODRÁS EVITARLO... WAJAJAJA... MI ÁNGEL SE LLAMA...!!!! JAJAJA OK OK ... NO LO DIRÉ... PERO DE TODAS MANERAS, MIL GRACIAS A TI POR SER COMO ERES... TE AMOO... (ok ok ... dejemos las declaraciones de amor en publico o.O) pero para que vea ella que la amo... o.o...

Sobre los personajes, Leila con su personalidad está inspirada en la autora O.O... y Claire pues en una chica X con la que soñaba, y con chica X me refiero a chica no real producto de mi imaginación, (nunca existió, no malinterpretar ¬¬) Sobre si es una historia ficticia, lo es; pero tiene mucho de real en personalidades de personajes, ciertas ciscunstancias y detalles ocultos, los cuales al ser observados con atención revelan muchos aspectos personales de la vida de Wind... cuyo nombre real es...! jajaja... ok ok Pero bueno, ah si... esto más quería decir (para no hacer más largos los agradecimientos finales ¬¬) Varias personas me dijeron "Yo quiero una Claire T^T" pues... Si con Claire nos referimos al amor de la vida... yo ya encontre la mia :D.... eeeee!!!.... Y SE LLAMA... OK OK ... JAJAJAJA... de seguro se te hiela pensando que lo dire verdad chica que se llama....!! jajajaja... aunque empieza su nombre con C.... O.O!!!! ok ok... les dejo el final sino acabare diciendolo ... y ella me pegara ^^!

Gracias por todo. Aquí está el final de Encuentro Accidental....

Capítulo 20 – Encuentro Accidental

Qué fría estaba aquella habitación, el silencio la inundaba y ensordecía los oídos. No había nada ni nadie allí, sólo la oscuridad y la soledad de un lugar incierto y desconocido. ¿Dónde estaba? ¿Acaso había muerto? Se sintió a sí misma caer en un abismo profundo, no podía, no dejaba de sentir aquella sensación de caída permanente hacia la oscuridad. ¿Se estaba yendo al infierno o a algún lugar parecido? Se preguntaba, mientras comenzaba a sentir dolor en todo su cuerpo, como si hubiera sido flagelado de todas las formas posibles… Eso era dolor… entonces sí estaba viva…

Se sobresaltó y abrió los ojos… pero la luz le lastimaba demasiado, el silencio le inundaba por completo; pero aún oía los molestos sonidos de esa máquina “tii, tii, tii”.

Todo el cuarto era blanco… por las cortinas color marfil entraba la luz del día.

Observó la habitación una vez más… miró hacia los costados… vio sus manos y sólo pudo mover la derecha, la izquierda temblaba horriblemente al intentar cualquier cosa.

-Ah… ¿d-d-donde – tartamudeó – e-e-estoy? – sentía que su voz no quería salir y que apenas podía hablar, como si no la hubiera usado en demasiado tiempo.

Escuchó la puerta abrirse y entró un joven doctor, quien le miró y su rostro se iluminó.

-D-d-donde e-e-estoy – preguntó débilmente mientras sus ojos apenas se acostumbraban a la luz.

-Tranquila – le dijo con una voz profunda y amable; sin embargo se escapó corriendo… no lo entendió.

A continuación entraron unas enfermeras y luego unas personas que le miraban sonrientes.

-Leila!!! Hija!!! – exclamaba una mujer muy bien vestida mientras le abrazaba.

-Leila! Ya despertaste!! Por fin – decía un muchacho sonriendo de felicidad mientras también le abrazaba.

-Hijita!! – un hombre pelirrojo pero muy canoso se acercó a darle un abrazo. Todos la miraban tan emocionados que parecía que iban a llorar; pero la muchacha se dirigió al doctor, quien le miraba muy satisfecho.

-Y-yo no c-c-conozco a e-estas p-personas – le dijo.

-Qué? – el doctor se alarmó – como que no las…

-N-nunca l-las he v-visto… n-no p-puedo hablar – apenas articulaba palabras mientras el padre, madre de Leila y Mark intercambiaban miradas asustadas y a la vez angustiadas.

-Leila…

-Q-quién e-es L-leila?? – Preguntó la muchacha frunciendo el ceño y comenzando a desesperarse – q-quiénes son u-ustedes…

-No, no… - el médico  se agarró la cabeza muy preocupado – le hicimos estudios!! No puede ser – comenzó a dar vueltas alrededor de la habitación – le hicimos estudios!! No no no… esto no puede ser… en los encefalogramas que le hicimos no se notaba el daño al temporal… no no…

-¿Doctor? Nuestra hija… perdió la memoria?? – preguntó temeroso el padre, mientras el médico lo miraba angustiado.

-Me temo… - comenzó.

-Q-quién e-es L-leila!!!! – gritó desesperada mientras golpeaba la cama con las manos.

-No… esto no puede ser mi hija no!! – se lamentó el padre, luego fue a estrellarse contra el doctor – usted nos dijo que no se dañó esa parte del cerebro!!!!!

-Lo lamento pero eso mostraban los estudios que le hicimos!!

-Espera – calmó la madre a su esposo para que guardara silencio, pues Mark intentaba hablar con la muchacha.

-Mira, Leila es tu nombre – le dijo con suavidad mientras intentaba ocultar su angustia – Leila Marian Emerson, dilo conmigo si? Leila Marian Emerson

-L-Leila M-Marian E-Emerson – repitió la chica obedientemente; pero frunció el ceño – n-no me g-gusta…

-Leila por favor – intentaba Mark.

-Por favor… salgan y en un momento les llamaré, debemos hacerle otros estudios, lo lamento – se disculpaba el joven doctor muy desesperado.

Pasaron lo que parecieron ser horas y salió el doctor de nuevo, los padres de la muchacha y Mark fueron muy apurados a escuchar el informe.

-Ahora que está despierta, pudimos ver las zonas verdaderamente afectadas de su cuerpo – comenzó a explicar – para empezar, como ya pudieron notar, tiene amnesia, ni siquiera recuerda quién es – los padres casi se morían – ahora, por los fuertes golpes en la cabeza, tiene una ligera pérdida del habla, le cuesta acostumbrarse a pronunciar palabras más complejas…

-No puede ser… - el padre apenas se contenía, mientras que la madre aguantaba las lágrimas.

-¿Algo más doctor? – preguntó Mark muy preocupado.

-Su memoria ya no retiene los elementos con facilidad, le cuesta hacerlo más que antes – resopló – eso es todo en cuanto a los daños cerebrales…

-Eso es todo??? – se desesperó el hombre de la familia.

-En cuanto a los daños físicos… recibió un golpe muy fuerte en la columna y no puede caminar, además, por los daños en la cabeza, no puede mover con normalidad toda la mitad izquierda de su cuerpo.

-¡Y nos lo dice ahora!!! – vociferó el padre.

-Por favor Taylor, cálmate – le detuvo la señora.

-Todo esto tiene solución – continuó el joven médico – sobre la memoria, se le hará un tratamiento para que poco a poco su mente se vaya abriendo a las cosas que le dijeron, incluso se le hará hipnosis para poder hacer regresión, claro que ustedes deben ayudarle a recordar más cosas, eso también nos ayudará a que recuerde cuántos años tiene y muchos de los conocimientos que ya haya adquirido. Le daremos tratamiento especial para que su capacidad mental mejore lo más posible.

-¿Y la columna? ¿Qué harán con eso? – preguntó Mark con el ceño fruncido.

-Entrará a fisioterapia; pero no quiero darles falsas esperanzas – se disculpó – no volverá a caminar como antes pues sus daños, aunque son reversibles, son muy severos…

Lo que más costó en el tratamiento, fue hacerle entender a Leila que ese era su nombre, pues no le gustaba para nada y le daba vergüenza decirlo cuando se lo preguntaban.

Un mes después le dieron de alta, sus padres habían comprado una casa en la ciudad para poder llevarla al hospital todos los días que fueran necesarios mientras duraba su tratamiento. Mark le acompañaba en todo momento y la llevaba a todas partes en su silla de ruedas, mostrándole la ciudad, las avenidas, las calles, los parques y todo tipo de lugares que debía conocer.

Leila observaba todo muy admirada y le encontraba lo hermoso a lo que antes no sabía apreciar y ni siquiera le tomaba atención.  Sus padres como nunca antes, se quedaban con ella, salían con ella, la cuidaban, le llevaban a sus tratamientos en el hospital. No pasaban un segundo lejos de su hija.

Poco a poco recuperaba el habla y podía pronunciar palabras más complejas; sin embargo, su dicción no era la misma de antes. Con ayuda de los médicos fisioterapeutas, podía dar unos cuantos pasos con su ayuda. Pasaron meses para lograr todo aquello; sin embargo, su memoria era la que más lento avanzaba, no podía recordar más que su nombre y su edad “veintiuno”. No recordaba a Mark ni a sus padres; sin embargo les había tomado cariño natural, al ser ellos quien le cuidaban y estaban a su lado día y noche.

Le mostraban fotos de ella misma, caminando normalmente, casi corriendo. Ella de niña. Todo tipo de cosas que le ayudaran a recordar. Vagamente recordó que iba a la escuela e incluso que iba a la universidad; pero nada más que eso.

Pasados al menos ocho meses, volvieron a su mansión. Habiendo contratado a dos médicos para que continuaran con el tratamiento de fisioterapia de Leila, quien ya podía levantarse de la silla de ruedas con algo de ayuda. La muchacha se sorprendía por la cantidad de cosas hermosas, monumentos, estatuas de marfil que tenía el lugar donde vivía. Admiraba los jardines y todo, como nunca antes lo había hecho al estar acostumbrada a ello.

En sueños, Leila no se sentía muy bien, a veces le daban pesadillas silenciosas sobre cárceles, persecuciones, llanto… todo era llanto. Los sueños que no le molestaban eran aquellos en los que veía una mirada de ojos verdes que le tranquilizaba, esa chica le sonreía, le abrazaba; no sabía quién era y hasta creía que era un ángel. Sin embargo, los sueños sobre esa chica eran muy pocos y eran los más tranquilos que tenía.

-Oye Mark – le habló a su amigo un día – sabes… hay algo que me incomoda…

-Qué sucede? – preguntó extrañado el joven cuando estaban sentados en una banquita de la placita de su terraza.

-Mira… muchas veces sueño con… - frunció el ceño – una chica de ojos verdes…

-Chica de ojos verdes? – se alarmó Mark - ¿Cómo es físicamente? ¿Sólo tiene ojos verdes o algo más?

-Pues… tiene cabello castaño y… somos de la misma estatura – rió; pero continuó seriamente – es extraño, cuando la veo en sueños me tranquilizo… es como si, t-todo el tiempo tuviera algo i-intranquilo aquí – señaló su corazón – pero… cuando sueño con eso, m-me siento feliz al despertar… no lo entiendo…

-Tal vez es sólo un sueño – sonrió nerviosamente Mark, intentando no poner mucha atención y menos pensar en la persona de quién Leila estaría hablando; pero fue inútil, pues poco a poco las preguntas sobre esa muchacha continuaban y aumentaban, la curiosidad e incertidumbre de Leila estaban cada día más presentes.

Un día, practicaba caminata con muletas en el salón gimnasio que tenían en la mansión. Los doctores de fisioterapia le ayudaban a no caerse e incluso respiraban aliviados al ver que la pobre Leila ya se había acostumbrado a usar esas cosas.

-Bueno Leila – decía uno de ellos con la mirada satisfecha – eso es todo por hoy, debes volver a tu silla de ruedas, mañana continuaremos con las muletas.

-Pero… - negaba la muchacha – por favor, déjeme caminar con ellas, me siento inútil en la silla de ruedas – resopló angustiada y suplicante. El doctor le miró entristecido y al final accedió; pero le advirtió a Leila de que sea muy cuidadosa, incluso se ofreció a acompañarle hasta la sala de la mansión para decirles a sus padres que la cuidaran.

El doctor y Leila por fin llegaron cerca a la sala; pero oyeron una discusión entre Mark (quien se había mudado a la casa por un tiempo para ayudar a Leila) y sus padres, se paró en seco para escuchar. El médico que le acompañaba parecía querer continuar; pero ella le detuvo.

-Espere un momento – le dijo, aguzando los oídos para oír la discusión más claramente.

-Debemos decirle! – Se escuchaba la voz de Mark – me pregunta sobre eso todos los días…

-No, no, no se lo diremos – negaba la voz del padre.

-Taylor, creo que de todas formas lo tendrá que saber – decía la voz de la madre.

-No quiero que mi hija sufra ese dolor me entiendes?? – insistía el hombre.

-Pero señor… si Leila hasta sueña con ella, casi todo el tiempo!! Me lo pregunta y hasta me dijo que quiere encontrarla porque quiere saber si es real o sólo aparece en sus sueños… - agregaba el muchacho.

-Taylor… piénsalo – apoyó la madre – nuestra hija debe saberlo…

-Y cómo quieres que se lo diga?!! – Estalló el padre fingiendo una voz sarcástica – hija hace tiempo tenías una relación con una chica; pero esa chica se fue hace más de cuatro años! El tiempo que estuviste en coma!!

-Qué? – Leila miró al doctor, horrorizada - ¿Cu-cuatro años? – el médico parecía sentirse culpable, todo el mundo sabía del tiempo que había pasado; pero nadie le había dicho, habían esperado demasiado para prepararle psicológicamente. La muchacha se separó del hombre y fue al encuentro de sus padres, para enfrentarlos, aunque realmente no sabía lo que ocurría y por qué era que su corazón se había fruncido tan dolorosamente. Los padres y Mark le miraron asustados – Cuatro años… ¿han pasado cuatro años?

-Hija…  – musitó Taylor Emerson, sin habla.

-Quieres decir que – la chica caminó lentamente hacia el espejo de la sala, ayudada por sus muletas, observó su rostro y el pelo que estaba largo, bien cortado y peinado, las manos… la cicatriz en el brazo y esa horrible marca cicatrizada en su pecho – quieres decir… que tengo… veinticinco años??

-Leila… - comenzó Mark.

-Ustedes me dijeron que tenía veintiuno…

-No hija no lo malinterpretes… no queríamos que te sintieras así – se excusó la mujer – por eso te lo dijimos…

-¿Y hasta cuándo iban a ocultarme la verdad? – se enojó aún más la chica – por siempre??

-Hija… - llamó el padre.

-No!! – negó con la cabeza mientras se alejaba lo más rápido que le permitían sus enfermas piernas – ni siquiera sé quién soy en verdad… ni siquiera sé qué hago… no recuerdo nada aunque lo intente...

Tuvieron que pasar muchas semanas para que Leila pudiera tranquilizarse y aceptar la idea que sus padres lo habían hecho nada más por su bien. Lo único que aún no tenía claro, era lo de esa muchacha de ojos verdes con la que soñaba casi siempre. Poco a poco y más seguido había empezado a ver imágenes cada vez más claras de ella; pero nunca oía lo que le decía en sueños, pues eran silenciosos.

-Leila – habló un día Mark, llevando una cajita, la había encontrado en el granero del rancho, sentaba en un cubo de paja con sus muletas a un costado, mirando los hierbajos atentamente - ¿qué haces?

-No sé – respondió la muchacha – de repente quise venir aquí.

-Oye, debo mostrarte algo – le dijo mostrándole el pequeño cofre.

-¿Qué es?

-Mira – se sentó al lado de Leila – tus papás no querían que te lo mostrara; pero… es necesario.

-¿Qué es?

-Es acerca de todas las preguntas que me haces sobre esa chica de ojos verdes – respondió el muchacho abriendo lo que llevaba.

-¿Eh? ¿Esa chica existe?

-Claro que sí, aunque ahora no sé dónde está, no la vi hace más de cuatro años, cuando dejó el país…

-¿Y por qué lo dejó?

El muchacho le explicó de la vez en que se habían conocido en la universidad y todas las cosas que habían hecho. Prefirió no contarle sobre Vanessa pues sólo sería un mal recuerdo.

Leila sólo le escuchaba sorprendida y poco a poco una pequeña luz de algún recuerdo se hacía presente pero no lograba distinguirlo.

-Pero después… te diste cuenta que ya la conocías – explicaba Mark.

-¿Cómo?

-Por la red de internet…

-Dios…

-Y que empezaste a amarla desde esas veces; pero por una serie de sucesos, dejaron de hablar…

-Fue mi culpa… - dijo con el ceño fruncido – dejamos de hablar por mi culpa…

-Eso no fue tu… - abrió los ojos muy sorprendido pues Leila recordó eso - ¿Qué dices?

-Yo le jugué la broma… no sé cómo pero… yo le jugué esa broma… - seguía con el ceño fruncido, mientras comenzaba a sentir un poco de dolor de cabeza – mi cabeza…

-Si quieres continuamos mañana o más tarde – propuso el joven.

-No, no… quiero saber más… - observó el cofre - ¿qué hay ahí?

El joven sorprendentemente sacó el sobre que le había entregado esa muchacha de ojos verdes a Leila, el día de su despedida. Luego sacó un chip de celular…

-Lo que nos dijeron a tus padres y a mí, es que al parecer, un auto te atropelló; pero un taxista encontró tu cuerpo abandonado en la carretera, por lo cual… te llevó a un hospital cercano del campo, cuando la policía se enteró de que tú eras Leila Emerson, en seguida llamaron a tus padres y a la vez que te llevaron a un hospital más capacitado, comenzaron a investigar tu desaparición. En tu ropa encontraron estas cartas y el chip de tu celular – explicó el joven – me tomé la libertad de quedarme con la carta para dártela cuando te encontraran – le mostró el chip, sacó su celular, lo apagó y lo abrió, sacó el suyo y le puso el chip de Leila. Colocó la batería y encendió – mira… – le entregó el sobre a Leila, quien al observarlo sintió una terrible aflicción, rompió a sollozar - ¿estás bien? – preguntó Mark muy preocupado.

-No sé… no sé por qué estoy llorando – murmuraba desesperada la muchacha mientras se limpiaba las lágrimas.

-Leila continuaremos después si quieres…

-No, no… - negó la chica– muéstrame… ¿qué hay en el chip?

Mark le mostró los mensajes que se mandaban entre ellas que aún yacían guardados en el celular. Leila sentía tristeza al leerlos al recordar lo que le habían dicho “Se fue hace cuatro años y no volvió” .

“te amo Leila… más que nadie”

-Claire… - murmuró la muchacha. Mark le oyó y se quedó desconcertado; pero a la vez emocionado – Claire…

-¿La recuerdas? ¿Ya lo recordaste?

-Claire… - comenzó a sollozar de nuevo – no lo recuerdo… no recuerdo más que su nombre... ni siquiera lo demás… ella era… Claire… - apretó los ojos desesperada intentando recordar.

-Claire, era alemana – guió su amigo intentando ayudarle.

-Claire… - se desesperó más al no poder recordar más que eso de ella.

-Ya sé… mira… haremos que los psicólogos te hagan regresión para acordarte de ella.

-Yo la amaba… - murmuró – aunque sea raro… la amaba… ¿verdad?

-Tú no creías que era raro… en ningún momento… - tranquilizó Mark.

-Claire… - hizo aún más esfuerzo y su mente y su rostro se le iluminaron – Claire Diane Hunt…

-ESO!! – celebró Mark – Bien hecho!! La recuerdas???

-Sólo, sólo su nombre… - lo miró – nada más… no puedo recordar nada más de lo que me dijiste.

Pasaron las semanas y ya podía caminar sólo con un bastón para apoyar a su pierna izquierda, claro que debía hacerlo con mucho cuidado pues eso ya era mucho más peligroso, su salud apenas se había recuperado. Un día, almorzaban en el comedor, sus padres, Mark y Leila, esta última decidió hablar.

-Papá… - comenzó, tomando aire y valor. El hombre le miró sonriente.

-¿Qué sucede hija? – le preguntó.

-Mi memoria… apenas he recuperado algunos de mis recuerdos – continuó Leila – es muy difícil; pero… siento que eso que me ocultaban… es muy importante… - sus padres fruncieron el ceño sin entender aún – estoy segura que ella tiene las respuestas, por eso quiero ir a Alemania a buscar a Claire Diane Hunt – terminó con firmeza. Mark le miró sorprendido.

-Pero hija – el padre yacía casi horrorizado – no sabes en qué parte de Alemania está…

-Lo sé; pero puedo buscarla, ayúdame papá… por favor, déjame ir a Alemania en nuestro avión privado… ella me ama… - dijo sin dudarlo, pues podía estar segura de eso al haber leído la carta que de ella que le dio Mark – debía volver en un mes, lo prometió… tal vez me creyó muerta… o algo… debe estar esperándome… - decía sin saber realmente lo que hablaba, tenía un cierto instinto que le impulsaba a decir eso, a pesar de que sólo había leído la carta de Claire y le habían contado sobre ella. No recordaba nada por sí misma.

-Pero no puedes ir sola – replicó la madre, angustiada.

-Yo le acompañaré – declaró Mark, sabiendo de las ansias que tenía Leila por ver a Claire, a pesar de que ya tenía años en los que no había sabido nada de ella, podía hasta creer que ya no estaba en Alemania.

-Hija…

-Por favor papá – rogó Leila – mira… si no la encuentro en dos semanas… volveré y la olvidaré… pero estoy segura de que la encontraré… ella me está esperando…

-Ha pasado tanto tiempo… si no volvió es por algo hija – negó la madre.

-Por favor, necesito encontrar respuestas – justificó la muchacha – ella puede ayudarme a recuperar la memoria, estoy segura, quiero buscarla…

Al final, sus padres accedieron, según Leila como última cosa que les pediría. Tenía el plazo de dos semanas. A los cinco días, ya partía a Alemania junto con Mark en el avión privado, no sabía realmente por dónde empezar; pero haría lo que sea con tal de encontrarla. Aquellas ansias que tenía de verla debían ser por algo, aunque no la recordara sabía muy en el fondo que esa tal Claire era alguien importante y que si la encontraba, recuperaría la memoria; o al menos esa sensación tenía.

-No tengo idea de por dónde empezar – le decía Leila a Mark, agarrando un tríptico sobre Alemania y sus lugares turísticos – no sé cómo la encontraremos, dónde estará, no sé nada de ella más que su nombre

-Una vez… - pensó Mark – me dijiste que su padre trabajaba en la fábrica de tus padres, la fábrica de cemento Emerson… y que… lo enviaron a una empresa de la fábrica en Alemania…

-Podemos empezar por ahí… - decía Leila sorprendida; pero luego frunció el ceño – oye Mark… ¿cómo es que recuerdas todo eso?

-Siempre lo tuve presente – explicó su amigo – sabía que cuando despertaras querrías saber algo de tu pasado… entonces siempre intenté recordar todos esos detalles…

Finalmente, luego de horas de horas de viaje, llegaron a Alemania en la mañana. El clima era frío y por alguna razón Leila ya conocía aquella sensación que estaba teniendo. En tres horas lograron instalarse en un hotel cercano y descansar un poco. Mark le hablaba a la gente en inglés, pues no sabía alemán; mientras Leila, que había olvidado todo idioma aprendido, simplemente esperaba las explicaciones del muchacho.

Tal como habían planeado, en la tarde fueron a la empresa alemana de la fábrica de sus padres.

-¿Crees que su padre sepa dónde está Claire? – Preguntó Leila – han pasado cuatro años… tal vez él ni siquiera ya esté aquí…

-Esperemos lo mejor…

Sólo bastó que Mark mostrara la identificación de Leila para que les fuera permitido entrar a las áreas del personal. La muchacha simplemente caminaba mecánicamente, a pesar de que quería encontrar a esa tal Claire, realmente no sabía por qué lo hacía, ni cómo debía o reaccionaría en cuanto la viera… si es que lograba hallarla…

- Buscamos a Raymond Hunt – habló Mark en el escritorio de informaciones, hablando en puro inglés – necesitamos hablar con él… ¿puede llamarlo por el micrófono?

- Raymond Hunt… - la secretaria sacó una lista, parecía ser la lista de empleados – ¿para qué lo llaman? – Dudó la mujer. El muchacho mostró la identificación de Leila, una vez más, con sólo hacerlo, la recepcionista no dudó en llamar – Raymond Hunt, apersonarse por informaciones, Raymond Hunt, apersonarse por informaciones…

Mark estaba muy nervioso, Leila simplemente observaba; sentía una leve ansiedad; pero nada de qué preocuparse. No sabía realmente con quién iba a encontrarse. Pasó un rato, hasta que se oyó una voz ronca y se vio a un hombre con el cabello rubio con algunas canas, ojos verdes, barba y bigote. Llevaba un traje color crema, camisa blanca y una corbata color marrón. El hombre se acercó al escritorio de la recepcionista y le habló en alemán.

-¿ Sí? – Preguntó - ¿para qué fui llamado? – la mujer señaló a Mark y a Leila con la cabeza. El hombre se dio la vuelta y se quedó pasmado y con los ojos bien abiertos como si hubiera visto un fantasma, su boca abierta demostraba extremo desconcierto y sus temblantes manos incluso demostraban algo de horror – L-Leila… E-emerson… - su boca apenas articulaba palabra alguna.

-Hola… - saludó Leila intentando sonar amigable, ¿ese era el padre de esa Claire? A decir verdad, sus ojos eran iguales a los de la chica que había visto en sueños. El hombre negaba con la cabeza, sin poder recuperarse.

-Disculpe señor Raymond – habló Mark – soy Mark, el mejor amigo de Leila, déjeme explicarle algo… - Llevó al señor unos pasos más alejado y le explicó la situación – no sé si usted lo sabía… pero Leila sufrió un terrible accidente… perdió la memoria…

-¿Qué? – El hombre parecía estar demasiado sorprendido; pero poco a poco asimilaba la idea – a nosotros… a mí… nos dijeron que estaba muerta…

-¿Quién le dijo eso? – preguntó Mark.

-Claire… me mostró unos papeles que encontró entre las cosas de su madre, en esos papeles decía que había mandado a asesinarla…

-¿Qué? – se sorprendió el muchacho – es decir que sabe dónde está Claire… ¿qué le pasó a ella?

-Ella ya no pudo volver, porque… cuando descubrió lo que había hecho su madre, huyó de su casa y vino a vivir conmigo; pero yo no tenía suficiente dinero para volver… de hecho… - sonaba angustiado – Claire ha estado trabajando todos estos años… para volver a tu país… y visitar la tumba de Leila… - Mark le observó casi frustrado, le dio una especie de retorcijón el sólo pensar en lo que Claire pensaba, no podía imaginar su dolor al trabajar cada día ahorrando para volver a visitar a alguien que ya estaba muerto – pero… - negó el padre - ¿cómo es que están ustedes aquí… si se supone que Leila perdió la memoria, tú la trajiste?

-Ella quiso venir a Alemania a buscarla… más como un instinto – explicó Mark – por favor señor Raymond, díganos dónde está su hija… - pidió seriamente. Leila seguía parada donde le habían dejado, apoyándose en el bastón que usaba para caminar, mirando a todas partes, con un tic momentáneo en el ojo izquierdo que le daba de rato en rato. Raymond observó eso.

-¿Qué le pasó? – Preguntó refiriéndose a la muchacha - ¿Secuelas de accidentes?

-Sí… - asintió el amigo tristemente – por poco se queda en una silla de ruedas sin poder caminar…

-Fuf… - resopló el padre – les diré dónde trabaja mi hija… estoy seguro de que estará feliz de verlos…

Mark subió con Leila a un metro, según lo que había indicado Raymond.

-¿Dónde vamos? – Preguntó la muchacha – ¿ese señor te dijo dónde está Claire?

-Vamos a otro lugar para continuar con nuestra búsqueda – sonrió el muchacho, él parecía más emocionado que cualquiera al saber exactamente dónde se encontraría la chica de ojos verdes.

Quince minutos después, bajaban en la siguiente estación. Mark andaba con un papelillo donde tenía la dirección escrita por el padre de Claire, preguntaron a varios oficiales en el lugar y éstos les indicaban las distintas direcciones que debían tomar.

Por fin llegaron a lo que sería la cafetería donde supuestamente trabajaba Claire. Frente al lugar había una pequeña plazuela con algunos jardines, árboles y banquitas. Mark llevó allí a Leila y le hizo sentar en una banquita, él se sentó a su lado.

-¿Por qué nos detenemos? – Preguntó la muchacha – deberíamos seguir buscando…

-Debes descansar… hemos caminado mucho… - eran las cinco de la tarde, según lo que Raymond había dicho, el turno de Claire terminaba a las ocho, trabajaba limpiando las mesas, levantando sillas y barriendo el polvo del piso – Leila – comenzó el joven – dime, ¿qué es lo que recuerdas exactamente sobre Claire?

-Que su nombre es Claire Diane Hunt… - comenzó – y sé un poco sobre su apariencia porque he soñado con ella… y… también recuerdo que la amo…

-¿Nada más? ¿No recuerdas cómo es que tuvieron una relación? ¿Las cosas que hicieron juntas? ¿No lo recuerdas?

-No…

Pasaron las horas, llegó las ocho de la noche. El viento frío se hacía presente y Leila yacía preguntándose por qué debían descansar tanto tiempo. Habían pasado tanto rato ahí que hasta se había familiarizado con el lugar. Le dolía un poco la pierna izquierda por el esfuerzo que había hecho al caminar tanto y Mark parecía nervioso, observando la cafetería que aún tenía las puertas abiertas.

-Leila vamos a tomar un café – le dijo.

-¿Qué? Podíamos haber hecho eso antes – refunfuñó la muchacha – me tenías aquí sentada…

-Vamos, no te quejes – regañó Mark, ayudándole a levantarse – vamos…

Fueron hasta la puerta de la cafetería, el muchacho hizo entrar a Leila y la dejó a su suerte.

La acogedora cafetería ya estaba vacía y el mesón de atención ya tenía los taburetes encima. Una chica de cabello castaño yacía barriendo la basura del lugar, de hecho parecía ser la única allí. Por una puerta del fondo que Leila creyó sería la cocina, salió un hombre gordo entre abriendo la puerta.

- Apúrate Claire, ya debemos cerrar… - le dijo en alemán.

- En un momento – se oyó la voz de la chica de cabello castaño. Leila no tenía idea de lo que habían dicho; pero se quedó pasmada, sin saber realmente lo que hacía, hasta que notó que Mark no estaba allí…

-L o siento señorita , ya estamos cerrando… - se oyó la voz del hombre, quien se metió de nuevo a la cocina. La muchacha simplemente asintió automáticamente. La vista de la chica que barría el piso lentamente observó sus pies.

- Disculpe, ya no hay atención – le decía mientras tranquilamente levantaba la vista… al notar que ya le veía a los ojos, Leila sonrió.

-Hola – levantó la mano intentando sonar normal.

-L-Leila – susurró Claire mientras abría los ojos y la boca en señal de extrema sorpresa y aturdimiento.

-Tú… eres… - continuó la muchacha de ojos grises reconociendo a la chica con la que había soñado tantas veces. Pero esa chica parecía no poder hablar, ni parecía poder moverse, era una estatua, incluso parecía que una lágrima salía de sus ojos de manera automática - ¿estás llorando? – le preguntó casi torpemente, acercándose a ella usando su bastón como apoyo. La chica observó esa acción y otra lágrima salió de sus ojos.

-P-p---- e-eres...

-Mi nombre es Leila Marian… Emerson – sonrió tímidamente, muy amigable – Tú eres Claire… ¿verdad?

-S-s… - espera, ¿por qué dudaba de su nombre? ¿Era real ese espejismo? ¿No era sólo una imagen que ella misma había creado para torturarse? Habían tantas cosas en aquella vez en que se habían separado, su madre le quitó el celular, lo destruyó y quemó el chip. Claire descubrió, casi dos semanas después de viajar, cuando aún intentaba convencer a su madre para aceptar su relación, descubrió que su propia madre había mandado a asesinar a Leila. Escapó de su casa con el corazón en la mano y odiando más que nunca a aquella mujer que le había arruinado la vida y había asesinado a la persona que amaba. Fue donde su padre. Durante más de un año lloró su muerte, cada día, cada momento, cada segundo, todo le hacía recuerdo a ella. No salía de su habitación, no comía, vivía en completa soledad y lloraba al leer los papelillos que su novia había escrito para su diario, pues se había quedado con ellos. Poco a poco fue cayendo en un hueco oscuro y lo peor era, que ya no tenía quién le saque de él. Había vuelto a fumar, a tomar y a drogarse todo con tal de aliviar su dolor; pero no lo conseguía. Ya eran dos años en los que vivía muriendo, intentando por todos los medios ya no vivir y acabarse a sí misma, su padre no podía hacer nada. Intentó suicidarse unas tres veces; pero no lo conseguía, siempre había algo que salía mal. Hasta que decidió superarlo… y comenzar a ahorrar dinero para poder ir a ver a Leila una última vez, aunque sea en su tumba…

Pero una esperanza, un pequeño rayo de luz se hizo presente en su interior, esa imagen… esa Leila que estaba parada frente a ella… ¿Era un espejismo? Se veía tan real…

-Según lo que me han dicho - continuó Leila – he estado en coma durante cuatro años, por un accidente que sufrí y he perdido la memoria… pero, Mark me dijo que tú y yo… - sonrió apenada – estábamos juntas y sabes yo… - le dio el tic momentáneo en el ojo izquierdo – ni siquiera sé quién soy realmente, como le dije a Mark, sólo… sólo sé que te amo…

-Leila!! – exclamó Claire sin poder contenerse, la reacción instintiva y casi suplicante de su cuerpo le hizo correr y abrazar a la muchacha con todas sus fuerzas, era real, podía tocarla, sus brazos no estaban tocando un espejismo, incluso por poco volteaba a Leila al piso. Las lágrimas ya no se contuvieron y se puso a llorar en el regazo de la chica; lloraba de tristeza, de dolor, de desesperación; pero a la vez de alegría, emoción, satisfacción. Leila sonrió sorprendida; pero abrazó a la muchacha con efusividad, apretándola más hacia su cuerpo, sintiendo con sorpresa cómo una lágrima salía de sus ojos y varias más. Como si de verdad hubiera estado esperando ese momento por demasiado tiempo.

-Me tardé mucho verdad? – Sollozó – perdóname…

-Leila… - Claire seguía pegada a ella como una niña pequeña y parecía no poder decir más que su nombre “Leila… Leila…” entre sollozos. La muchacha de ojos grises acarició su cabello tristemente, mientras su mente quería recordar, su corazón latía a mil por segundo de felicidad con aquella chica cerca de ella; pero quería recordar por qué, quería recordar todo ese hermoso amor que le tenía por ella, del que le habían hablado – Leila – levantó la vista Claire, con los ojos llenos de lágrimas, Leila las limpiaba acariciando su rostro con su mano – Mírate cómo te dejaron – decía angustiada al recordar lo que había hecho su madre, observó los torpes movimientos de su mano izquierda, el bastón que usaba para caminar y aquél tic en el ojo izquierdo – vamos a estar juntas - le dijo besando aquél lado de su rostro, Leila sintió cosquillas agradables – aunque no me recuerdes… yo te cuidaré – le dijo – yo te ayudaré… te lo juro…

-Claire en verdad… te amaba y te amo ahora… - la boca de Leila por fin soltó esas palabras retenidas durante tanto tiempo, la otra chica le miró sorprendida, mientras a la vez le sonreía. La chica de ojos grises sonreía atontada, como si no hubiera planeado decir esas palabras, que habían hecho reaccionar a su mente y a su cerebro… mientras una sensación muy conocida se hacía presente en su ser…

¿Cómo será cuando por fin la conozca?

¿Qué le diré cuando por fin la conozca? qué me dirá ella?

Me gustas Leila… me gustas mucho…

Se llama Claire y me dejó porque soy una estúpida…

“Personas que te borraron de su lista de contactos”…

Sueños frustrados de Leila Emerson

Sabes bien que digo la verdad…

Cállate, no quiero oírte…

Mientras moría de ganas de decirle que ella era Leila Emerson, la chica que siempre la había amado, a pesar de haberla olvidado por un segundo

Con recuerdos que tal vez no existieran en su memoria…

Tan linda mi Claire…

Te necesito…

Leila nunca olvides que te amo

Gracias

15 de febrero de 2006

Claire… cuando yo esté débil me protegerás, cuando tú estés débil de protegeré, no llores… no moriré no es grave

¡¡Tú le arruinaste la vida a mi hija!!

No Leila… vas a ver… lo voy a lograr

Te extrañé tanto…

Vamos a estar juntas

No quiero dejarte… Claire…

No, no… quédate conmigo… por favor…

No puedo... volveré pronto

Siempre tuya,

Claire

Sólo espérame, ¿sí? No creas que para mí no fue dolorosa nuestra despedida, porque yo te amo… te amo de verdad.

SAL DEL AUTO!!

¡¡Déjenme, déjenme!!

Mira estúpida, nos contrató nuestra amiga Olivia Hunt para eliminarte

Quédate quieta!! Va a ser peor!

Se arrastró como pudo

Intentando alcanzar unos arbustos a lo lejos

Escuchó una bocina, cuando volteó… lo siguiente que vio…

“NUNCA TE OLVIDARÍA”

Mientras abrazaba a Claire y le miraba a los ojos, pudo recordar todo el amor que le tuvo en menos de un segundo, se dio cuenta de que todo lo que había ocurrido era como un círculo de nunca acabar. A pesar de haberse separado a los catorce y trece años, se volvieron a encontrar a los diecinueve y dieciocho. Aunque se separaron de nuevo a los veintiuno y veinte, volvían a encontrarse a los veinticinco y veinticuatro. Era un círculo, siempre se encontraban de esa manera, una y otra vez, sólo para estar juntas de nuevo; pero este Encuentro, ya no lo desperdiciaría y se quedaría con ella, pasara lo que pasara, sin importar el tiempo, las personas que se cruzaran por sus vidas o las enfermedades o accidentes de los que sufrieran, la amaría toda su vida, porque llegó a la conclusión de que para eso había nacido. Para vivir por ella y amarla por siempre.

Salieron de la cafetería a caminar, tomadas de la mano. Claire le miraba atentamente.

-Leila… recuerdas… ¿Cómo  fue que nos conocimos? – Leila se detuvo, haciéndole detener a ella también, le miró directamente a los ojos – nos conocimos por la red de internet – explicó la muchacha de ojos verdes. Leila le sonrió dulcemente y le dio un beso en la mejilla.

- Tan linda mi Claire…

FIN