Encuentro Accidental 18
... Entramos a la recta final ...
Capítulo 19 – Condenada manía
Cuando llegaron al hospital, entraron a operar a Leila, pues resultó tener tres costillas fracturadas. Claire daba vueltas en la sala de espera pensando en que Leila había arriesgado su vida por proteger la suya. Se sintió peor que nunca al recordar las circunstancias en que se habían peleado.
Salió por fin el doctor sonriendo.
-Señorita Hunt – le dijo.
-Doctor! – la muchacha corrió hacia él - ¿Cómo está ella?
-La operación resultó un éxito – explicó – ahora está fuera de peligro; pero debemos seguir teniendo mucho cuidado con esas fracturas…
-Gracias… - Claire estaba a punto de llorar.
-No te preocupes, se quedará contigo – sonrió mientras se alejaba a paso normal.
-¿Ya puedo verla?
-Eh… no por el momento, lo siento.
-Pero… ella es Leila Emerson, por favor… le prometo, no le haré cansar ni nada – habló Claire pronunciando el apellido de su novia de manera especial.
-Ah… Emerson… - el doctor se paró un momento pensando – está bien, pase un momento.
Claire sonrió ante las ventajas que tenía Leila por su apellido. Entró al cuarto y vio a la muchacha con sondas en la nariz, una intravenosa en el brazo. Jaló una silla cerca a la cama y se sentó en ella, apoyó la cabeza en los brazos y observó a la muchacha con algo de angustia.
-Gracias Leila… de no ser por ti… estaría al otro lado… tú – una lágrima corrió de nuevo por su rostro – es la segunda… segunda vez que salvas mi vida…
-¿Segunda? – preguntó débilmente Leila, entre abriendo los ojos lentamente – no recuerdo haber hecho algo así antes.
-Me salvaste de la soledad – sonrió Claire.
-Tú a mí.
-Descansa Leila... yo me quedaré aquí velando tu sueño.
Claire pasó toda la noche pensando en su madre, en Leila, ordenaba sus pensamientos. Con esto último sabía que su madre no aceptaría su relación, ahora menos que nunca; sin embargo, un nuevo sentimiento de rebeldía había nacido en su interior al ver el verdadero trabajo nocturno de la mujer… Sabía en su interior que su madre lo hacía por su bien; pero le había mentido durante mucho tiempo… ¿Qué podía hacer? Sabía que en algún momento llegaría el tiempo en que tendría que conversar con su madre… Pero no sabía qué decir ni qué pensar…
Pasaron las vacaciones pedagógicas y pasaron unas cuantas semanas. Leila por fin era dada de alta. Claire le acompañó en secreto en todo momento y se las arregló para estar en paz con su madre por todo ese tiempo, sin sacar el tema a discusión, no estaba preparada para enfrentarlo.
Aquel sábado por la tarde por fin volvían al departamento de Leila, el cual estaba muy limpio, pues Claire logró conseguir las llaves con el consentimiento de Leila y fue a limpiarlo durante esas semanas.
-Bienvenida – le dijo sonriendo mientras le daba un beso en la mejilla con cariño y le sostenía abrazándole para ayudarle a entrar con cuidado.
-Gracias – sonrió Leila entrando, caminando lentamente aun cuidando las costillas.
-Ahora debes echarte en tu cama y descansar, yo haré tus trabajos de la universidad no te preocupes – le dijo Claire – de hecho hice hasta ahora todos tus trabajos y les puse tu nombre.
-Ay Claire… no deberías hacer eso – se quejó la de ojos grises – luego no tendrás tiempo para ti.
-No hay problema, organizo bien mi tiempo – sonrió Claire mientras entraban a la habitación de Leila y le ayudaba a echarse. Se acostó a su lado y le abrazó con suavidad.
-Sabes estaba recordando… la última vez que hicimos el amor fue en el granero del rancho de tu casa hace casi un mes…
-Qué buenos tiempos – suspiró Leila – ¿recuerdas? Era tan emocionante… aunque después nos tuvimos que ocultar entre las hierbas porque entró el veterinario…
-Porque dejó su maletín…
-Jajajaja – rió Leila – nunca olvidaré lo bien que la pasamos.
-Y lo bien que lo pasaremos… cuando te mejores – sonrió Claire dándole un beso dulce en la mejilla.
Pasó un tiempo, en una paz algo incómoda y traicionera. Su relación no sólo lo sabían Claire y Leila, por suerte lo sabían y aceptaban los padres de esta última, la madre de Claire y Mark (acuérdense, el amigo de Leila XD) quien siempre se mantuvo al margen de todo, en la universidad y en casi todo momento. Él estaba enterado acerca de la antigua relación a distancia de Leila y Claire. Quienes insistían en no hablar de ello. Era cierto, era pasado pero de todas maneras a las dos les hubiera gustado disfrutar de su hallazgo y eso era lo que más querían… pero la inseguridad les llevaba a ambas a callar…
Aún así, los días y el siguiente mes que estuvieron juntas fue uno de los más maravillosos de sus vidas. Uno de aquellos días invitaron a la madre de la de ojos grises a almorzar junto con ellas al departamento de la muchacha, pues había sido la primera que había aceptado su relación sin objeción y afirmaba que ya se había acostumbrado a la idea: “todo sea por la felicidad de mi hija” decía.
En cuanto a la mamá de Claire, vieron una manera de mantenerse ocultas a sus ojos, obviamente ella sabía lo que ocultaba o intentaba ocultar su hija; pero no podía hacer nada pues la muchacha se había vuelto incontrolable e indiferente a su autoridad desde que se enteró del verdadero trabajo nocturno de su madre, quien irremediablemente continuó saliendo todas las noches a hacer lo mismo. Además de todo no podía controlarla todo el tiempo debido a las clases de Claire en la universidad y aquél maldito trabajo.
-Ocho meses Leila!! – exclamaba Claire mientras le daba a Leila unas lindas pantuflas marrones en forma de garras de oso, que estaban envueltas en un papel de regalo – este es tu regalo…
-¿Con regalo incluido? – rió Leila tomando el paquete y sacando un oso de peluche muy bonito color amarillo – yo también tengo algo para ti…
-Qué lindo! – lo abrazó Claire mientras le daba un beso en la mejilla a Leila.
Estaban sentadas en la banquita de un parque a las siete de la noche detrás de una hermosa fuente que emanaba agua cristalina.
-Guau! – se emocionaba la de ojos grises sacando las pantuflas de su envoltorio de regalo – qué buenas pantuflas! Hey pero… cómo sabes mi número de zapato??
-Me fijé la última vez que… ya sabes…
-¿Qué cosa? – preguntó Leila frunciendo el ceño para pensar – aaahh… - se sonrojó al recordar - ¿eso estabas haciendo?
-Sí, por eso me levanté rápido.
Ambas rieron y se dieron un beso y un abrazo que duró mucho rato.
-Te amo tanto Claire – decía Leila – eres tan hermosa… tan linda… tu aroma es tan – recibió un “peluchazo” en la cabeza – hey! – rió – qué sucede??
-Qué cursi eres!! – le reclamó divertida.
-Mira quién habla…
Aquella noche, no llegaron al departamento de Leila tranquilamente, sino que se besaban apasionadamente y la de ojos grises apenas podía abrir la puerta pues no lograba meter la llave a la cerradura.
-Espera espera – se separó mientras abría la puerta y Claire le seguía besando por el cuello y por todas las zonas que estaban a su alcance. Tuvieron suerte de que ningún vecino estuviera saliendo justo en ese momento. Entraron y cerraron la puerta de un empujón pues Claire empujó a Leila contra la puerta y se abalanzó sobre ella. Debía aceptar que así tierna como era ella, podía volverse una salvaje cuando quería ser ella quien dominase toda la acción. A Leila le encantaba ser tomada por sorpresa de esa manera pues disfrutaba al máximo de los arranques de pasión de Claire y ahora aún más después de haberse recuperado de aquél accidente que había sufrido. Claro que, aún le dolía un poco el hacer el amor con la frecuencia con la que habían empezado a hacerlo.
Se había convertido en el adictivo especial de ambas, pues no pasaban dos días sin al menos tener contacto con sus cuerpos desnudos aunque sea por unos minutos. Poco a poco eso había ido tornándose en una costumbre muy placentera que no llegó a la monotonía pues inventaron una nueva manera de variar, y para eso variaban los lugares. Lo habían hecho en casi todas las zonas del departamento de Leila: la cocina, la sala, el piso, el baño, su cuarto, la alfombra de la sala, la mesa del comedor… incluso también lo hicieron en la parte trasera del auto nuevo color negro modelo Corvette que su padre le había regalado al haberse enterado de la destrucción del convertible plateado en aquel desafortunado accidente de tránsito. Un día luego de su aniversario de nueve meses, se mandaban papelitos en la universidad expresando su aburrimiento… lo hicieron en el baño con mitad de prendas puestas y tapándose la boca una a la otra para ahogar sus gemidos y saliendo tranquilamente segundos después a continuar con la dichosa clase de “La Comunicación en la actualidad”.
Poco a poco, a cada momento a cada segundo lo hacían de nuevo, extrañamente ya no se cansaban tan rápido como antes y podían hacerlo muchas veces más en una noche o en una hora. Inventaban nuevas formas, todo el tiempo: chocolate, pastel, dulces, hasta un día probaron los famosos camarones… luego probaron embriagarse… de todas las formas disfrutaban del amor que se tenían.
Sin embargo, luego de un tiempo… pararon con esa costumbre por un tiempo. Era extraño, Leila aun pensaba en lo tranquilo que se sentía todo, demasiado tranquilo, demasiado “perfecto”; pero era cierto que aun la madre de Claire la odiaba y debía hablar con ella seriamente algún día. No sabía si Claire había arreglado sus problemas con ella.
Celebraron el cumpleaños número 20 de Claire la mañana de un martes 17 de enero, ellas dos junto con Mark y la madre de Leila, quien le regaló una pulsera de diamante muy caro… Ya había acabado el segundo año de universidad y se encontraban en vacaciones pedagógicas hasta comenzar el tercer año de su carrera académica.
Pasaron las celebraciones de la mañana y Claire debía ir en la tarde a celebrar su cumpleaños con su mamá, situación algo incómoda; pero ninguna de ellas sacó el tema del trabajo nocturno. Le dolía mucho que su madre no aceptase su relación con Leila, pues eso había cambiado toda su relación madre e hija.
A las ocho de la noche, su madre ya salía para su trabajo sin despedirse de Claire, habían pasado una cena algo incomoda; pero al menos no discutieron ni nada malo.
Claire se quedó sola en su departamento riendo mientras leía los mensajes que le mandaba Leila. Había extrañado mucho ese tipo de conversaciones con ella, pues era así como hablaban antes. De repente, sonó el timbre, se levantó pesadamente de su cama, salió de su cuarto y fue a abrir encontrándose con un oso gigante que le hacía señas.
-Eh… quién… ¿Leila? – se extrañó pero no sentía esa conexión habitual pues de haberla sentido desde el primer momento, se habría lanzado a ella.
-No, no soy Leila – dijo alguien detrás del peluche fingiendo una voz cómica de oso.
-¿Quién es? – rió mientras estiraba el cuello para mirar a ese costado mientras la persona que estaba tras el oso se descubrió y le miraba sonriendo, la sonrisa de la muchacha se esfumó por completo…
Un hombre alto, rubio, de ojos verdes se paraba en la puerta de su casa.
-P-Pa-papá – murmuró apenas aguantando la sorpresa mientras su celular vibraba al haber recibido otro mensaje de Leila - ¿Q-qué haces aquí?
-Vine a felicitarte por tu cumpleaños – le dijo. Pero no tenía esa expresión mandona y dura y malvada, tenía una mirada completamente diferente a como había sido cuando Claire era más pequeña.
-Ah – respondió fríamente – te acordaste…
-Sí hija… además… quiero pedirte perdón por todo – le dijo con una expresión de súplica que su hija no creía posible hace unos cuantos años.
-Ah… y piensas que con un oso gigante me vas a convencer… - de nuevo con ese tono frío y de pocos amigos heredado de aquel hombre - ¿Cómo nos encontraste a mí y a mi mamá?
-Pues… tuve que investigarlo – explicó el rubio - ¿puedo pasar?
-No… vete de aquí… - comenzó a cerrar la puerta tal como hacía con Leila cuando ésta iba a pedirle perdón.
-Hija escucha!!! – la detuvo el hombre – sé que me odias por todo lo que te hice y por todo lo que le hice a tu madre
-Claro que sí…
-Sé que esta es una sorpresa desagradable que hubieras preferido evitar…
-Muy desagradable
-Pero hija escucha, he cambiado mucho en todos estos años, soy un hombre diferente, te lo prometo… - decía rogando por paciencia por parte de su hija – mírate ya eres toda una mujer, hecha y derecha… has crecido bastante, nunca pensé en verte de esta manera hija… te estuve buscando por mucho tiempo.
-Ah, ahora hablas en español también – se burló fríamente - ¿Y cómo cambiaste? Los maníacos no se cambian solos de la noche a la mañana…
-Me uní a un grupo cristiano de aquí, llegué hace dos años y te observaba y hacía todo mi esfuerzo para ser un hombre bueno para que me aceptaras de vuelta como tu papá…
-Eso es increíble… - dijo sin creerlo aún.
-Hija, yo sé de tu relación con esa muchacha Emerson – dijo el hombre – de hecho ahora trabajo en la empresa del señor Taylor Emerson, como director de seguridad de la compañía… - Claire ocultó su inevitable sorpresa – lo escuché comentar con su mano derecha acerca de que su hija tenía una relación con una Claire Hunt, y yo comencé a averiguarlo…
-Entrometido…
-No es por eso hija!!
-Ya no me llames hija me oíste – le dijo fríamente.
-Y descubrí que eras tú… me sorprendió mucho…
-Sabes no me interesa lo que pienses tú de eso…
-Pero lo apoyo – concluyó el hombre – hija el que a ti te gusten las chicas no te hace mejor o peor persona.
-Dijiste que estabas en un grupo cristiano – condenaba la muchacha sin poder evitar sentir cómo un rayo de luz se encendía dentro de sí al recibir apoyo de su padre, aunque no lo haya visto por mucho tiempo y aunque haya llegado a odiarlo - ¿cómo aceptas nuestra relación?
-Porque creo que cada persona tiene libertad, esa libertad que nos otorga Dios de escoger el…
-Papá… estás seguro que no necesitas un psiquiatra?? – el tono de Claire comenzó a suavizarse – esto es demasiado… tú eras malvado y me odiabas porque me pegabas todo el tiempo… no pude acabar con algo muy importante porque me maltratabas demasiado… cómo crees que era mi vida?? Era terrible, por tu culpa comencé a hacer tonterías
-Lo sé hija lo sé – se puso de rodillas – por favor perdóname… por lo que más quieras hija – comenzó a sollozar.
-Dios… levántate no hagas eso! Esto no es tan fácil! – se quejó la castaña.
-Hija… por favor…
-Necesito un tiempo para pensar pues apareciste así de repente… no… no es tan fácil – su padre se levantó.
-Pero al menos… quédate con el regalo que te traje – le dijo con las cejas caídas y sonriendo como nunca antes había visto Claire. En verdad era un hombre diferente, muy cambiado, nada parecido al anterior que le golpeaba todos los días y no le dejaba vivir en paz.
Se alejó a paso normal por el pasillo, de repente apareció Leila y lo saludó.
-Hey! Señor Reimond!! – exclamó con sorpresa - ¿qué tal?
-Leila – respondió sonriendo – todo intentando ir bien.
-Ah… vino a ver a su hija?? – le preguntó frunciendo el ceño.
-No te preocupes, no le hice daño…
-Mmm…
Al escuchar esa conversación Claire se quedó estática y con la mente en blanco. Cuando Leila se acercó luego de haberse despedido del hombre, recibió un beso en la boca.
-Leila… tú ya sabías… que mi padre…
-Hace apenas dos semanas… - explicó la muchacha – fui a hablar con él y me contó todos los problemas que habían en tu casa por su culpa, pues yo se lo pedí.
-¿En verdad? ¿Cómo lo supiste?
-Mi padre me mandó por correo unos informes de rendimiento de los empleados de la empresa para ayudarle a corregir la redacción – explicaba – ahí leí tu apellido, averigüé, lo busqué y descubrí que era tu padre.
-Pero… pero… ¿por qué no me lo dijiste?
-Quería hacerlo pero… él me pidió que no lo hiciera pues él mismo quería venir a pedirte perdón en persona – respondió Leila, estaba muy tranquila; pero luego se tornó preocupada – sabes me es difícil creer que pudiera haber hecho todo eso que les hizo a ti y a tu mamá… claro que le di su merecido también… - rió un poco.
-¿Tanto ha cambiado? – se sorprendió Claire mientras divisaba un papel encima del oso gigante que le había dejado. Lo alzó y leyó “Si cambias de opinión, llámame y yo estaré allí en dos segundos”, en el reverso estaba su número de celular.
Leila ayudó a Claire a meter el oso a su cuarto, mientras ésta última yacía pensando y pensando en la reciente visita.
-Claire – le habló Leila, cuando ésta estaba sentada al pie de su cama, perdida en los recuerdos de su infancia; pero despertó y le miró.
-¿Si?
-Tranquila sí? No pienses en ello… sólo por esta noche… - animó Leila – ahora mismo estás alterada pero… mañana tendrás la cabeza más fría para pensar.
-Está bien – sonrió Claire abrazando a su novia con todo el cariño que pudo.
-Te he extrañado mucho – dijo Leila sentándose a su lado y acariciándole el cabello.
-Si nos vimos en la tarde – replicó Claire riendo.
-No me refiero a eso… sabes que… me refiero a... – se sonrojó pero continuó – hace tiempo que no hacemos el amor.
-Es cierto – le sonrió y le besó – yo también lo extraño – le dijo cuando se separaron.
Leila se acercó a ella con lentitud, como si fuera la primera vez en que se besarían, le dio el beso más dulce que salió de su ser, disfrutando de aquel contacto como si fuera el primero y el último. Comenzó a recostarle en su cama mientras acariciaba su cintura y poco a poco iba subiéndole la playera lila que traía. Sus besos bajaron al cuello mientras sentía un cosquilleo en el estómago al sentir una de las manos de la castaña jugueteando con su ombligo y el piercing que tenía en él. Luego sintió que la otra mano le acariciaba tiernamente por la cadera, bajando hasta sus glúteos de una manera tan tierna que a cada segundo besaba con más pasión e iba sintiendo cómo era despojada poco a poco de su playera azul oscuro con el dibujo del pato Lucas.
Le quitó la playera a Claire y besó sus pechos con besos cortos y rápidos mientras le quitaba el brasier y con una de sus manos agarraba uno de ellos y comenzaba a frotarlo. Escuchó los excitantes suaves gemidos de su novia y esto la impulsó a lamer y morder el otro pezón con mucha pasión.
-Maldición!! – gimió Claire mientras acariciaba la espalda de Leila y le jalaba para llevarla hasta su boca. Le quitó la ropa interior superior y comenzó ella también a acariciar sus senos mientras besaba su cuello. Leila se apoyó en una de sus manos y bajó poco a poco la otra, entre caricia y caricia hasta llegar al cierre del jean de su compañera, lo bajó con facilidad y metió su mano entre su ropa interior para luego introducir un poco uno de sus dedos. Oyó un gemido de sorpresa mientras era besada en la boca de nuevo y seguía acariciando esa zona hasta sentir ella mismo las manos de Claire en su intimidad y cómo le acariciaban. Se separó del beso pues no podía respirar y se reía de nuevo, paró un momento.
-Lamento no poder controlarme – se disculpó con la otra muchacha con una sonrisa de disculpa.
-Ya estoy acostumbrada – se encogió de hombros la castaña mientras le acarició de la otra manera que ya conocía para no hacerle reír sino causarle más placer aún – te adoro – le dijo – nunca me dejes…
-Yo a…
Se escuchó un fuerte golpe en la puerta. Leila sentía cómo su corazón se le fruncía e instintivamente se separaba de Claire, quien se tapó como pudo con la ropa que encontró cerca y se alejó hasta la cabecera de la cama.
-¡¡¡¡¡¡Qué diablos está pasando aquí!!!!!!!!!!!!!!! – Se escuchó el histérico grito de la madre de Claire, quien se acercó con fuertes y rápidos pasos hasta su hija y le jaló del brazo con violencia - ¡¡qué haces eh!!!
-Na-nada… - recibió una fuerte cachetada en la cara que le hizo caer de vuelta a la cama agarrándose esa parte del rostro. Leila, quien apenas había conseguido ponerse el sujetador y la playera se levantó y se paró entre la madre y Claire.
-Oiga déjela!!!!!!!!!
-Tú no te metas!! – le gritó empujándole a un lado – intenté hacerte entender por las buenas!!!
-Le digo que la deje!! – se metió de nuevo Leila.
-Te dije que no te metieras!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! – De nuevo se enojó la madre – ¡¡Tú le arruinaste la vida a mi hija!!
-Eso no es cierto!!! – gritó la otra mientras se había puesto lo que podía de ropa - ¡¡Por qué no entiendes que yo la amo!!
-Eres una…!! – estaba a punto de golpearla pero Leila le sujetó los brazos para que no lo hiciera - ¡¡TÚ SUÉLTAME ME DAS ASCO!!
-Leila… sal por favor… yo arreglo esto – dijo Claire.
-Arreglar????????!! – la madre ya estaba fuera de sus cabales – aquí nadie va arreglar nada!!!!!!! – sacó a empujones a Leila, luego se dirigió a su hija – Tú ya no tienes arreglo… así que… - sacó una de sus llaves – te quedas encerrada!! – dio un portazo mientras Claire se daba cuenta de la gravedad del asunto y corría a abrir el cuarto; pero ya no se podía pues estaba cerrado desde fuera, escuchaba la discusión entre Leila y su madre; pero luego escuchó cómo ésta la botaba a ella también.
-¡¡Yo voy a venir por ella!! – fue lo último que oyó de Leila luego del portazo…
Ahora ya no podría verla…
Fin del capítulo :3
Ese fue el capítulo 18!! De hecho antepenúltimo de esta historia tan larga o.O Acabara en capítulo 20 :O.... bueno agradecer por sus comentarios a....
natzi, Condesa de Rostau, Smile, Invented, karina, aurora la diosa, Zoe, lisa, Rebeca, katgotic, angeles2875, Shantyy, HombreFX, MoOnaxD, alanna, SuperNata, Nahomy, Alejitax, Ana Maria, karina, absa, lulu, gigita, VeronicaDuncan, Sachiko, Egoth69
Espero les haya gustado, espero sus comentarios y valoraciones... gracias por leerme!! Se los quiere... ATTE: Wind
PD: Disculpas por la tardanza