Encuentro Accidental 16
...Sobreviviendo a la soledad de la amplia habitación...
Capítulo 16 – Hogar dulce hogar…
Luego de hablar con Vanessa, Leila llegó a su departamento y vio la hora en el reloj de pared, eran las tres y cuarto, saldría quince minutos después para ir a la universidad y llegar a la clase de las cuatro de la tarde.
Entró a su habitación y vio la cama des tendida y con las sábanas hechas un revoltijo. Rió sonrojada al recordar lo que había pasado allí con Claire. Pero comenzó a ordenarlo todo y arreglarlo pues sabía que luego le daría flojera, no lo haría y dormiría sobre lo mismo.
De repente, comenzó a sonar y vibrar su celular en la mesita de noche al lado de la cama la cual ya estaba terminando de arreglar.
-¿Si diga? – respondió con ese tono hecho al ejecutivo.
-Leila! – escuchó una voz de hombre, muy conocida… - soy yo! Tu papá!
-Ah… - se quedó boquiabierta de nuevo – papá… qué mila—
-Tu mamá me llamó ayer – interrumpió el hombre como si su hija no hubiera dicho nada – me dijo que llegó a visitarte y no le trataste muy bien que digamos…
-¿Eh? Pero eso…
-Bueno, no importa por el momento, mira como tu mamá se quedará unas semanas en nuestra mansión entonces decidí volver yo también y suspender mis negocios por unos días…
-Oh, qué milagro… piensas en tu familia ¿eh?
-No seas dura hija, gracias a este trabajo tienes todo lo que tienes…
-Está bien está bien… - aceptó la de ojos grises – dime pá, cuándo vendrás?
-Estaré allí la próxima semana, y ya quiero verte en casa.
-Llevaré a una de mis amigas…
-Oh! Excelente! Sabes que nuestro cuarto de huéspedes es de primera!
-Ah sí… - resopló resignada la muchacha.
-Ah! Entonces haremos una cena especial para tu amiga y alguien que tienes que conocer, ya vas a ver – se oía emocionado al padre.
-Ah… sí – resopló Leila.
-Bueno, nos vemos hija… adiós!
Escuchó el sonido indicador de que ya había colgado.
Se sentó en la cama y miró el calendario en su celular. El martes de la próxima semana terminarían sus actividades académicas y tendrían dos semanas de descanso para luego empezar con el segundo semestre del segundo año.
Esa tarde se encontró con Claire y le dijo sobre ir a su casa el próximo miércoles y hospedarse ahí al menos una semana. Ella accedió y dijo que se las arreglaría para que su mamá no sea un problema.
Por fin, llegó la siguiente semana y Leila subía a la maletera del coche convertible plateado su propia maleta con la ropa que se ponía a diario. Luego alzó la de Claire y la metió junto con la suya, luego cerró el portaequipaje, le abrió la puerta a la chica para que pasara y ella se subió.
-Antes de partir – habló Leila - ¿trajiste lo que te dije?
-Sí – asintió Claire – dulces para la baja presión, comida, refresco… pastillas… - luego frunció el ceño confundida - ¿para qué es todo esto?
-El viaje es largo – explicó Leila – y conociéndote, te vas a aburrir…
-Contigo nunca me aburro… - aseguró Claire mirándola con los ojos brillosos y llenos de cariño, luego se acercó a ella y le dio un cariñoso beso en la mejilla.
-Tan linda – se burló la otra – ya vas a ver… - encendió el estéreo a un volumen medio para poder charlar con Claire. Puso en marcha el auto. Una hora después ya abandonaban la ciudad y se iban por una autopista que cruzaba por una especie de bosque frondoso, al lado había un amplio lago que daba a las montañas.
Pasó una hora y media y la alegría continuaba. Pasó otra hora y media…
-Por Dios!! – se quejaba Claire ya habiendo acabado los dulces - ¿Y tu mamá te dice que deberías vivir en esa tu mansión? ¿Cómo diablos ibas al colegio?
-En helicóptero – explicó Leila riendo por la cara de la muchacha – hay un helipuerto privado Emerson en un edificio de la ciudad.
-¿Q-qué????! – se alarmó – Por Dios!! ¿Tenías un helicóptero escolar para ti solita???
-Eh sí… mis papás exageraban en eso…
-Y… cómo diablos… oye… no me digas que tienen su propia pista de aviones y que tienen avión privado…
-Sí bueno, el avión es de mis papás y el helicóptero es mío…
-Y se puede saber – comenzó a enojarse Claire – por qué rayos no fuiste a Alemania idiota????!!!!!!!!!!!!!!!! Sí podías hacerlo!!! Tenías avión privado!!!
-Mis papás no me dejaban!! No tienes idea de cuánto se los pedía!!! La misma pelea de todos los días!!!! – de repente Leila se dio cuenta de algo… su Claire se acordaba, su Claire se acordaba, SE ACORDABA!!! - ¿Alemania? – preguntó para asegurarse.
-Digo, es muy lindo lugar… en realidad a Europa – lo que menos quería Claire era confundir y dejar preocupada a Leila – digo, no sólo a Alemania, me refiero a que… yo que tú hubiera viajado por todas partes.
-Ah… - se decepcionó mucho y volvió a concentrarse en el volante, intentando apagar la gran decepción que había dejado aquella esperanza tan vaga – eres alemana, ¿verdad?
-Algo así…
-Les gustarás a mis papás con sólo serlo…
-¿Y por qué?
-Les encantan los extranjeros europeos, los ven algo como que “de la alta sociedad” – resopló Leila.
-Tú piensas así?? – preguntó preocupada la de ojos verdes.
-No qué va – se encogió de hombros la muchacha, son tonterías – la miró por un momento – te amo no porque seas alemana – se concentró de nuevo en el camino.
-Ay Leila eres muy cursi… - observó la castaña.
-Y era la que más lo criticaba – se burló la muchacha de sí misma.
-Oye… y tu papá… ¿qué es? Es decir… ¿por qué tienes tanto dinero?
-Pues es diplomático, abogado y administrador de empresas, de hecho, la fortuna no la hizo él solo, en realidad la hizo crecer – explicaba Leila – desde mis bisabuelos que esta fortuna ha ido creciendo con los años…
-En serio eres de la élite ¿y por qué nadie te conoce?
-Porque muchas veces prefiero no utilizar mi apellido y me alivia cuando la gente piensa que no soy la misma hija “Emerson” de la que se sabe que es la heredera.
-¿¿Heredera?? Rayos…
-See, que luego luego la gente sólo quiere mi dinero… igual que Vanessa – decidió contarle sobre el encuentro que había tenido con ella y sobre lo que había hecho sobre el dinero y en resumen toda la historia.
-Esa tipa… es una escoria – observó Claire apoyándose con el codo en el marco de la ventana de la puerta del carro – yo que tú Leila, ni siquiera botar los billetes a la calle, era botarla a ella de allí…
-Siento pena por Denisse – replicó Leila – pero bueno, procuraré nunca más cruzarme con alguno de ellos por la calle y… bueno… ya no enviaré dinero aunque me lo pidan…
-Si tú lo dices… - Resopló Claire; pero luego sonrió – confío en ti – Leila le devolvió la sonrisa. Pasaron unos minutos - ¿A qué hora vamos a llegar? Vamos como tres y más horas de camino.
-Dentro de quince minutos – afirmó Leila, aguzó la vista – ah no! Mira, ya se puede ver más o menos
-Por fin!!
Por fin, llegaron a un lugar que parecía ser como el paraíso, era grandísimo, lleno de flores, pasto y una gigantesca fuente al medio del patio, que podía verse a través de las rejas de entrada. La fuente parecía tener estatuas de mármol del más caro y reluciente. No podía verse el final de aquella plaza, por lo tanto, tampoco se veía dónde estaba la mansión. A los lejos, se veía unos bloques de arbusto altos que formaban como un laberinto de arbusto, muy hermoso.
-Guau – se quedó boquiabierta Claire cuando Leila bajaba del auto – por Dios…
Leila rió y se acercó al interfono que había al lado de la puerta de la reja, tocó y sonó una fuerte campanada como de esas casas antiguas.
-¿Mansión Emerson? – se escuchó la voz de un hombre, de hecho se la oía muy refinada.
-Soy yo, Leila Marian Emerson, que vine a visitar mi casa.
-Oh! Señorita! Déjeme abrirle, los sirvientes estarán esperándole en la puerta para acomodar sus cosas.
-Bien.
Se abrieron las rejas y momentos después ya entraban al lugar en el auto. Claire no podía creer todo lo que veía, el lugar era grandísimo, veía esculturas y jardines hermosos por todas partes, madera, arbustos, mármol y todo tipo de materiales. Había incluso caminos alternativos que daban a otros lugares que parecían aún más amplios y un hermoso riachuelo que pasaba por allí y daba a uno de los muchos amplios jardines. Pero esa sorpresa no se comparó en nada cuando llegaron a la hermosa mansión de cuatro pisos pintada de color crema, con dos gigantescos pilares apoyando toda la infraestructura, con una puerta gigante delante de la cual ya esperaban como quince sirvientes. Se podía ver que adentro todo era iluminado y lujoso, llena de pinturas antiguas y reliquias que todo coleccionista adoraría tener. Figuras de oro, plata, bronce, mármol, todas originales.
-Bienvenida señorita – saludaron todos los del servicio al unísono con una educación intachable.
Bajaron del auto, pues dos de los sirvientes ya abrían su puerta.
-Eh… - murmuró nerviosa Claire - ¿y nuestras cosas?
-Déjalo, ellos lo acomodarán – afirmó Leila dándole la llave de su auto a uno de los hombres.
Entraron al vestíbulo y era grandísimo, al fondo había dos escaleras en espiral frente a frente que daban al pasillo del segundo piso, del cual la pared estaba adornada con un cuadro grande donde estaban dos ancianos (un anciano y una anciana) una mujer, y un hombre, sobre las piernas del hombre estaba una niña de unos diez años.
-Leila… - habló Claire mientras le señalaba el retrato, sorprendida.
-Ah… esos son mis abuelos, mis padres y la niña soy yo.
-Ohh…
-Ven – le dijo jalándole de la mano y haciéndole despertar de su desconcierto – te llevaré a mi habitación, los sirvientes fueron a llamar a mis padres, nos avisarán para que bajemos a saludarlos y así los vas a conocer – le sonrió con cariño.
-Ajá – murmuró todavía mirando el retrato y todo lo que tenía el gigantesco vestíbulo.
Subieron las gradas y entraron por uno de los pasillos a los que daban las escaleras, era muy amplio y alrededor había pinturas y adornos, además de grandes ventanas muy limpias por donde se veía un gran patio interno que tenía una piscina incluida. El pasillo parecía interminable; pero al fondo había unas gradas circulares que llevaban al tercer piso. El camino fue algo parecido, sólo que en vez de cuadros antiguos de colección, se veían retratos familiares, vio la foto de un bebé y rió al reconocer los ojos grises de Leila. Alrededor había algunas puertas mientras Claire esperaba que Leila entrase a alguna de ellas; pero no lo hizo y subió por otras gradas más y llegaron a un lugar como biblioteca que se veía acogedor pues llegaba el sol de manera agradable y lo iluminaba ampliamente, había escritorios y sillas repartidas. Parecía haber un final; pero había una especie de puerta doble que daba a un balcón por el cual subían gradas rectas mucho más sencillas que las anteriores, tenían barandales pues estaban ubicadas al aire libre. Leila subió por ahí mientras que Claire la seguía y miraba hacia el resto de los jardines de abajo, divisó un gran campo de golf y muy lejos un avión privado, además de un helipuerto vacío.
Cuando llegaron arriba, se encontraron con un hermoso jardín lleno de pasto en toda la terraza, a lo lejos había un lugar que sería el último piso; pero no tenía ni pasillos y tampoco más gradas. Era muy amplio y tenía flores que lo adornaban, además de una pequeña fuente y unas banquitas muy elegantes; pero a la vez simples, parecía una hermosa placita.
-Hey, este lugar está más bonito que cuando lo dejé… - comentó Leila observando las flores, sacó su llave y fue por un caminito de piedra hasta hacia la puerta, Claire le siguió sin poder guardar su asombro. Leila abrió el lugar y le dio paso a su chica para que pasara – esta es mi habitación – dijo sonriendo.
-Ah… - la muchacha se quedó con la boca abierta al ver el grande y hermoso lugar, tenía dos balcones, en uno de ellos se asentaba un telescopio. Las cortinas eran blancas y largas y volaban al ritmo de la brisa. Al centro había una cama de tres plazas que tenía una especie de cortinas color crema. Al fondo a un costado, había un televisor con una pantalla grandísima con una consola de juegos ya antigua (pues desde hace tres años que Leila no volvía a su casa), había un escritorio que tenía una computadora, limpia; pero se notaba que nadie había utilizado en mucho tiempo, Claire fijó su vista en ella por un momento; pero luego volteó y vio al otro lado la cómoda y los elegantes roperos. A un costado había una puerta que daba a un baño privado.
-¿Qué te parece?
-Increíble…
-Yo hice construir este lugar aquí en la terraza, porque antes dormía en uno de los cuartos que viste en el tercer piso hasta los doce años más o menos…
-Leila… ¿todo esto es tuyo?
-Bueno la terraza sí – asintió apenada; pero luego miró su cama y se lanzó a ella – ah!! Qué suave!! – miró a Claire, a quien le intimidaba el ambiente y continuaba parada observándolo todo. Se sentó y le miró divertida - ¿Claire?
-¿Eh? – la miró – lo lamento es que…
-Ah ven aquí – le jaló de las manos y le hizo echar encima de ella y le besó – no te preocupes – le dijo luego – todo va a salir muy bien, es más, te quedarás conmigo en este cuarto. Ya lo avisé ahí abajo mientras mirabas el retrato de la familia.
-Gracias… no me hubiera gustado quedarme sola ahí abajo – rió apenada Claire.
-A mi menos… - observó Leila – luego te enseñaré toda la casa, por ahora descansemos un momento hasta que nos llamen para saludar a mis papás.
Se quedaron echadas abrazadas por largo rato, hablando y riendo de una que otra cosa casual. El sol ya comenzaba a ocultarse. Salieron un momento a la hermosa plaza-terraza y se sentaron en uno de los banquitos que daba justo a la puesta de sol. Leila le agarró la mano a Claire, entrelazando sus dedos con los de ella, se miraron sonriendo largo rato, diciéndose miles de cosas con sólo una mirada. Se escuchó a lo lejos una hélice y un motor de helicóptero. Pasaron otros diez minutos y ya podían verse las estrellas.
-Señorita Leila – se escuchó la voz del mayordomo, Claire dio un respingo y soltó rápidamente a su novia.
-Si? – respondió Leila, algo extrañada por la acción de su chica.
-Sus padres ya están abajo, piensan preparar una cena para darle la bienvenida, ¿quiere algo especial para cenar?
-Lo que ellos pidan – se encogió de hombros la muchacha.
-A la orden señorita, quiero que sepa que todos estamos muy felices de que haya vuelto por lo menos por unos días, esta casa estaba muy silenciosa sin usted.
-Gracias – sonrió Leila dándose la vuelta para mirar al hombre – pero deberías dejar de llamarme de “usted”, hace tiempo quedamos en que me llamarías por “tú”.
-Discúlpeme, estuvo fuera tanto tiempo que me desacostumbré de nuevo.
-Está bien – sonrió mientras se levantaba y jalaba a Claire con cuidado para que ella también se levantara – ella es Claire, sonrió, Claire Diane Hunt.
-¿Claire? – Al mayordomo le pareció haber escuchado ese nombre antes; pero volvió a su postura normal y saludó educadamente – sea bienvenida.
-Dile a mis papás que bajaremos en media hora – le dijo Leila.
-Muy bien – el hombre bajó a paso lento y elegante.
-Vamos a cambiarnos de ropa, ¿quieres?
Leila se puso un suéter color crema entera y un pantalón de tela color azul, mientras se peinaba lo mejor posible para no recibir críticas de sus padres, especialmente de su madre. Le aconsejó a Claire y ésta se puso una blusa blanca y un pantalón color negro mientras se peinaba al igual que la de ojos grises, lo mejor posible.
-Ten – le dijo Leila a la muchacha pasándole unos aretes circulares de plata, muy hermosos – póntelos te quedarán muy bien.
-Pero…
-Yo sé lo que te digo – sonrió la muchacha mientras terminaba de alisarse el cabello y se ponía otros pendientes más pequeños, luego se maquillaba. Claire sólo la observó con el ceño fruncido; pero hizo caso del consejo de su chica.
Cuando ya estuvieron casi listas, Leila le arregló a Claire ciertos detalles: acomodó su blusa, le arregló un poco el pelo e incluso le ayudó a maquillarse.
-Te ves hermosa – le susurró mientras le hacía voltear para mirarse al espejo.
-Vaya… pero tú no te quedas atrás – replicó la castaña – te ves aún mejor.
-Vamos… - Leila parecía nerviosa mientras bajaban las gradas, el sol ya se había ocultado y las luces de toda la mansión se habían encendido, dejando hermosamente iluminada la pequeña placita en la terraza.
De nuevo repitieron el camino de vuelta hacia el vestíbulo, sólo que, al llegar a él salieron por una gran puerta lateral que antes estaba cerrada, caminaron por un pasillo al aire libre, adornado por columnas de cemento muy elegantes que sostenían lo que sería el pasillo del segundo piso; a los costados, había hermosos jardines con flores de todos los colores.
Entraron por otra puerta sólo un poco más pequeña, donde les esperaba el mayordomo y se encontraron con un pequeño vestíbulo adornado de mármol y piezas antiguas de colección acomodadas en unos muebles de madera muy costosa, justo al lado de otros pequeños retratos familiares. Caminaron por un corto pasillo hacia un amplio salón que llegaría a ser la sala de estar, con hermosos sillones forrados de terciopelo, al fondo yacía un piano de cola que descansaba en su lugar, limpio y reluciente.
En uno de los sillones, yacían sentados los papás de Leila y en el otro había tres personas desconocidas: dos hombres y una mujer. El mayordomo se adelantó y le habló a los padres.
-Señores, la señorita Leila y la señorita Claire ya están aquí – les dijo. Ambos voltearon y el padre se levantó emocionado, llevaba un traje formal color marrón muy bien combinado, tenía el pelo pelirrojo con algunas canas, los ojos grises y usaba unas gafas de mucho aumento.
-Hija!! – Saludó acercándose a ella y dándole un abrazo.
-Papá – sonrió Leila correspondiendo el abrazo lo menos fríamente posible. La madre se levantó y le saludó de esa igual manera.
-Tú debes ser Claire, ¿verdad? – Habló el padre – mucho gusto sé bienvenida, esta es tu casa.
-Gracias – sonrió la chica tímidamente.
-Mucho gusto – saludó la madre con ese tono extraño como si fuera de la alta sociedad; pero sonriendo amablemente.
-Mira hija – señaló su papá a los desconocidos – Ellos son los Smith – se levantaron y Leila tuvo que ir a saludarlos – él – señaló el hombre a un muchacho rubio de ojos claros – es su hijo Michael Smith, tu futuro prometido.
Claire se quedó estática mientras veía cómo Leila saludaba normalmente al joven. ¿Escuchó bien? ¿Futuro prometido? No lo podía creer, sintió como si una daga se le hubiera metido por el pecho y le causaba el mayor dolor del mundo y lo que más le incomodaba era la actitud indiferente e incluso complaciente de su chica.
-Pasemos a cenar – sugirió la madre y le habló al mayordomo – ¿Figan?
-Sí señora – se retiró el hombre elegante y respetuosamente pasando por un arco que daba al comedor que era igual de lujoso que las demás habitaciones. Madera cara, mesa gigante, sillas demasiado cómodas para su gusto y una vajilla de plata esperándoles para cada lugar. Claire se sentó al lado de Leila, quien estaba enfrente de ese muchacho Michael Smith, sus padres estaban a su lado mientras que el papá de Leila estaba al centro en el primer asiento, a su lado la madre junto a los Smith.
-Leila – hablo en voz baja Claire para que sólo ella le escuchara - ¿tu futuro prometido?
-Eh…
-¿Y dónde la conociste? – preguntó interesada la madre, dirigiéndose a su hija.
-En la universidad – respondió ella intentando no parecer incómoda.
-Oh, ¿estás en tercero de Comunicación Social? – le preguntó la señora a la castaña, la de ojos grises quiso callarla antes de que respondiera algo que pudiera condenarla.
-No – Leila ya se lo temía, había olvidado contarle ese detalle a Claire – en segundo – se llevó la mano a la frente resoplando – estamos en el mismo curso.
-¿Segundo? – Se extrañó el padre – Deberías estar en tercero… ¿acaso repetiste o abandonaste?
-Es algo muy largo de explicar – las manos de Leila temblaban de nerviosismo – luego se los diré con detalles.
-Y… - la madre parecía incómoda; pero intentó ocultarlo, se dirigió a Claire - ¿de dónde eres?
-De Alemania – explicó la castaña – terminé la escuela allá y vine aquí a estudiar.
La muchacha se dio cuenta que era como Leila le había dicho, los padres de ella en dos segundos se interesaron en ella cuando les dijo que era alemana. De repente se portaban muy bien y le hablaban con más confianza y amabilidad. De repente, le encontraban lo interesante a todo lo que decía.
Pero la cena en sí fue algo incómoda pues tenía que copiar todo lo que hacían los otros con los miles de tipos de cubiertos para cada plato. Además moría de ganas de arrancarle los ojos al muchacho que a cada segundo observaba de manera pícara a su Leila, quien simplemente desviaba la mirada… bueno, por lo menos eso.
Terminada la cena, se entendía bien con los padres de Leila gracias a ser alemana. Volvieron a la sala y el padre se levantó a hablar cuando todos ya estuvieron sentados.
-Bien hija – dijo sonriendo – estoy seguro de que este muchacho sí te gustó, ya que tú le gustaste a él – se dirigió al joven - ¿verdad?
-Mucho… - contestó éste mientras Claire reprimía las ganas de saltar a ahorcarlo.
-Así que creo… que ahora sí vamos a poder realizar el compromiso ya que- - -
-No papá – negó Leila levantándose – lo siento pero no, lo lamento, te lo dije muchas veces ya, no quiero comprometerme con ninguno de los hijos de tus amigos…
-Pero hija…
-Lo lamento, no me lo dijiste antes y yo… me niego, no pienso comprometerme – suspiró hondo mientras reunía valor – además, tengo a otra persona… - Claire sintió un balde de agua fría y un escalofrío recorrerle el cuerpo, le daba la impresión de que iba camino al paredón a ser ejecutada.
-¿Otra persona? – preguntó extrañada la madre; pero sonrió orgullosa – ¿en verdad? Hija es una alegría oír eso creí que ibas a querer vivir sola por el resto de tu vida
-No mamá… ya tengo a alguien a quien amo mucho… - el chico Michael Smith se veía decepcionado, al igual que sus padres quienes se mostraban molestos más que decepcionados: un viaje tan largo para eso.
-Hija – llamó de nuevo su atención el padre – dime, ¿quién es esa persona?
-¿Está a la altura de nuestra clase?
-Esa persona – por un momento su chica deseó levantarse y salir huyendo, o mejor aún, que algo le quitara el habla a Leila; pero no sucedió y continuó – esa persona…
-¿Quién es? – preguntó desesperada la madre.
-Esa persona… - respiró hondo nuevamente – está aquí con nosotros… - Claire hubiera querido ya no estar ahí; pero esos eran los riesgos que debía correr por estar con Leila.
-¿Está aquí? – se extrañó el padre - ¿Cómo? Si no veo a ningún… - se quedó callado mientras observaba a Claire; pero luego reaccionó – hija… ¿es eso que estoy pensando?
-No sé qué estás pensando pero… se los diré de manera directa – reunió valor de nuevo intentando no tartamudear, sin resultados – C-Claire Diane Hunt es la persona que amo y que está conmigo y que nunca quiero dejar por nada del mundo… sé que no será fácil de asimilar para ustedes; pero papá quiero que dejes de traer a tus amigos e hijos de tus amigos porque nunca voy a estar con ninguno de ellos yo… - metió aire – amo a Claire Diane Hunt.
-Leila… - la madre se quedó sin habla, los desconocidos yacían boquiabiertos por el valor de la muchacha y además de que nadie en verdad se lo esperaba - ¿por qué nunca me dijiste que estabas confundida?
-Porque estabas ocupada con tus fiestas del club campestre además – mostró firmeza y seguridad – no estoy confundida, sólo amo a Claire y ella también me ama.
-¿Eso es…? – la señora se dirigió a Claire, quien se levantó reuniendo valor y tragando el nudo de su garganta.
-Sí, es cierto – asintió con esa fuerza que sólo ella tenía en el momento preciso – amo a su hija fuera de cualquier cosa, siempre estaré con ella…
-¿Ven? Nos amamos – intentaba continuar Leila – por favor, entiéndanlo… por una vez en su vida… pónganme atención…
-Hija, esto no es fácil – se justificó el padre - ¿Estás segura que eres feliz así?
-Nunca he estado tan feliz y segura de algo – asintió la muchacha mientras sujetaba la mano de su castaña, quien también lo hizo, ambas buscaban más seguridad y valor.
-Hija yo… - habló la madre mientras se levantaba – lo aceptaré.
-¿Qué? – La de ojos grises no se lo podía creer; pero comenzaba a llenarse de alegría - ¡¿hablas en serio?!
-No será muy fácil acostumbrarme pero… debes prometerme que es una relación estable.
-Lo es… ¡claro que lo es! – exclamó emocionada Leila.
-¿Pero qué haces? – Se sorprendió el hombre dirigiéndose a su esposa - ¿te das cuenta de lo que estás diciendo? ¿Vas a aceptar que nuestra hija esté con una mujer?
-No es que lo acepte – replicó la mujer – pero no quiero arruinar la felicidad y la vida de mi hija, tú deberías hacer lo mismo.
El hombre se quedó callado pensando por largo rato, miró a Leila y a Claire por enésima vez, por fin dijo:
-Lo aceptaré pero… no quiero ver demostraciones de afecto… - se dirigió a los invitados – lamento lo de esta noche, en verdad… por favor Figan – se dirigió al mayordomo – llévalos de camino al helicóptero para que regresen a la ciudad.
-Gracias mamá – sonrió Leila. La señora, por primera vez en todo lo que Claire le había conocido, sonrió sinceramente.
-Ahora vayan de una vez…
-Gracias señora… - sonrió Claire.
-No sé, me caíste bien – observó extrañada la madre.
Las dos se fueron felices de vuelta a la placita-habitación de Leila, no podían creer que los padres de ella sí lo habían aceptado.
-No lo creo!!! – se botó la de ojos grises a su cama.
-Yo tampoco!! Hey!! ¿Por qué no me dijiste que ibas a decírselos? – reclamó Claire, divertida – casi me muero de un paro cardíaco!
-Lo lamento… lo improvisé ese momento… prometo consultar contigo cualquier cosa antes de decirlo; pero esto escapó de mis manos
-Sí, creo que si – se apagó su sonrisa y se hizo presente un semblante de tristeza y decepción.
-¿Qué pasa? – se extrañó Leila.
-Es que… tus padres lo aceptaron rápido pero… - le miró de manera significativa – mi madre… lo odiará me echará de casa… me matará…
-Claire no pienses en eso – animó Leila – vamos a encontrar una forma de convencerla vas a ver, no te angusties.
-Sí claro… - seguía desanimada.
-Sabes… - se incorporó y se quitó los zapatos y los aretes que traía, luego le quitó los pendientes a Claire con mucha delicadeza.
-¿Qué? – seguía cabizbaja.
-Qué dices si… dejas de pensar ello y… me das un beso – Claire la miró sorprendida; pero tenía esa extraña mirada de emoción.
-¿Un beso?
-Sí.
-¿Sólo uno?
-Por mí – dijo juguetona – no hay ningún problema si son muchos más y toooda la noche…
-Y a mí me decías pervertida…
-¿¿Pervertida?? Si te lo pedí de buena manera, a no ser… que quieras que te lo diga de otra forma – se acercó a su oído y le susurró unas palabras (que ni siquiera la autora escuchó XD), Claire se sonrojó sintiéndose muy avergonzada; pero sonreía pícaramente.
-Y a mí me decías pervertida mira que… - Leila la calló besándole y recostándole en aquel suave colchón.
Hace unos cuantos años, antes de dormir, intentaba inventar como si Claire estuviera a su lado abrazándole y haciéndole compañía en la soledad de esa amplia y casi gigante habitación que sólo le llevó a ser feliz por un tiempo; sin embargo, sentía la soledad en la que estaba sumergida al darse cuenta que no tenía a nadie con quien compartir aquello. Cuando encontró a alguien, no podía estar con ella allí mismo, entonces, en la soledad del lugar simplemente se imaginaba que ella estaba ahí con ella, echada a su lado, haciéndole tiernas caricias mientras dormía, haciéndole despertar. En verdad había sufrido mucho, pues nada de lo que hacía su ilusión era real y al volver a “pisar tierra” se encontraba de nuevo con su amiga la soledad de aquella habitación.
Sin embargo, ahora todo eso era distinto, y aquellos sucesos ya sólo formaban parte de una triste vida solitaria de la que fue víctima. Es cierto, nunca le hizo falta nada: tuvo las cosas más caras, estudió en el mejor colegio del país, tuvo los últimos juegos de video de aquellos tiempos, ropa de marca, fiestas de cumpleaños… pero los compañeros que tenía en el colegio sólo le hablaban por miedo al poder de su familia y sólo iban a las fiestas por los bocadillos y la comida, además del gran servicio de viaje para llegar a la mansión.
En la escuela, Leila no había sido más que una chica callada y sin amigos que andaba sola a todas partes, su amiga Andrea era como su mejor amiga; pero en realidad no era tanto como cualquiera lo pensaría. En el curso y en las salidas, le hablaba amigablemente; pero en los recreos de nuevo la dejaba sola… pero a pesar de aquello, Andrea fue lo más cercano a “amiga” que tuvo. Pero incluso así, muchas veces en el mismo curso se encontraba con horribles bromas de pajaritos muertos en la mochila, kétchup en sus cuadernos que a su vez a veces estaban rotos, incluso un día le hicieron una broma que llegó a ser la más repugnante por la que pasó. Nunca supo quiénes habían sido, pues las bromas, debido al miedo, las hacían en secreto… lo único que recordaba de eso era había soltado todo el llanto contenido durante tantos días, semanas, meses, años de soledad. Algunos años en primaria, cuando nadie aún sabía del poder de su familia, le hicieron comprar varias veces los libros del colegio, pues se los robaron unas diez veces… esto paró cuando su padre hizo que despidieran del trabajo a los padres de esos niños y a su vez los expulsaran del colegio. Leila nunca decía nada ante estos hechos, se quedaba callada.
Muchas veces en la escuela, había intentado cambiar de forma de ser; pero no podía pues en su casa tampoco le ponían atención, cuando pedía algo le respondían con un “Sí, pero estoy ocupado, ve a jugar a tu cuarto” o cuando mostraba libretas excelentes de calificaciones le decían lo mismo, se la pasaba sola en su habitación por eso se hizo amiga del mayordomo, pues era el único que muchas veces le había calmado y le había escuchado; pero aún así no estaba siempre con ella pues el orden y organización de una mansión tan grande no era nada fácil. Aún recordaba cuando casi despedían a Figan, el mayordomo y a Frank, el piloto del avión privado; por su culpa.
Un día, un septiembre cuando tenía catorce años, en un arranque de desesperación dominado por las hormonas corrió por toda la casa buscando a Figan hasta que lo encontró en el establo de caballos dando órdenes a un veterinario. Le ordenó llamar a Frank de inmediato pues sus padres no estaban. Recordaba que el hombre no había puesto excusa ni objeción en llamar al piloto pues aún no sabía para qué Leila lo quería tan urgentemente y una vez estuvieron en la pista de vuelo la muchachita decía:
¡¡Ven!! Aunque nos demoremos más de un día iremos a Alemania!! Ya mismo!!!
Pero señorita!! Sus padres se van a enojar!!! La van a regañar!!
No me importa!! Quiero ver a Claire y haré lo que sea con tal de verla YA!!
¿Claire? ¿Su amiga que vive en Alemania?
Claro que sí!!! Tengo que ir tengo que ir!!! FRANK!!
¿Señorita?
Vamos debemos ir!! Apúrate!!
No es tan sencillo, debemos pedir permiso a las autoridades…
Las autoridades mis calzones!! Sal de una vez!! Es una orden o sino haré que te despidan!!! FIGAN!!
¿Señorita?
Ven conmigo así tendré a alguien mayor de edad además necesitaré ayuda…
¿Tiene dinero?
Claro que lo tengo!! Saqué un poco del cajón de mis padres!!
Aún recordaba que habían salido con avión y todo rumbo a Alemania; aún recordaba la emoción que sentía; pero recibieron una horrible advertencia desde aeropuertos paisanos además de una horrible llamada de su padre que ya anunciaba el despido de los dos cómplices obligados de su hija, quien casi quería llorar por lo que había pasado e hizo todo para poder solucionar el “factor desempleo”. No les quedó otra más que volver.
Su soledad le había hecho sobre reaccionar y no entendía por qué sus padres no querían ir con ella a los diferentes países, siempre decían que era por trabajo… nunca olvidaría la vez en que lloraba de rabia cuando su padre viajaba a Alemania y no quería llevarla porque decía que le iba a perjudicar en su trabajo.
Leila había sido, como ella misma lo llamaba en ese tiempo, víctima de una “estupidez temporal” pero no sabía por qué era, no sabía en realidad por qué amaba tanto a esa persona, tal vez llegó en el momento justo, cuando ella más necesitaba una amiga, cuando más necesitaba quien le comprenda y le anime; y eso era lo que Claire hacía, fue su amiga, le comprendió como nadie, le animó y aún en la soledad de esa amplia mansión, fue feliz aunque sea por un momento. Felicidad que después había arruinado por sí sola, felicidad que había asesinado; pero que había vuelto y ahora estaba viviendo. Aunque moría de ganas de poder compartirla con Claire, poder decirle “en verdad te amaba y te amo ahora”. Frase que se le quedó estancada en el pecho cuando Claire dejó de hablarle…
Fin del capitulo :3
Gracias por leerme!! con esto, ya vamos entrando a la recta final del relato, el cual terminare antes que Suspiros, que aun le falta un poco jaja.. bueno agradecer por sus comentarios anteriores a...
JULIXLS, Condesa de Rostau, RedBull, lisa, angeles2875, lulu, karina, HombreFX, aurora la diosa, Nahomy, jophssi21, alanna, absa, Zoe, braguitas, marie, Shantyy, pollito
Gracias por comentarme y valorarme!!! mil gracias!! espero que este capitulo les haya gustado ^^! gracias por leerme y espero sus comentarios. Se los quiere!! ATTE: Wind