Encuentro
El salvaje encuentro entre dos amigos... sin saberlo A cuatro manos con Tania.
Librero
Nunca había ido sola de vacaciones. El caprichoso calendario me había dejado 4 días colgada sin novio.
El primer día disfruté de mi soledad, el segundo de una ciudad desconocida y, el tercero, ya no podía más y fui en busca de un asesino de tiempos muertos.
Entré en la primera librería que encontré. Una campanilla en la puerta anunció mi llegada. Deambulé entre los estantes sin un rumbo fijo durante unos minutos.
-"¿Puedo ayudarla en algo?". La voz me era extrañamente familiar y me giré para poder observar a un hombre de mediana edad y estatura, cabeza rapada y mirada amistosa.
-"Buscaba un buen libro"- le contesté mientras buscaba en el disco duro de mi cerebro los registros de esa voz.
-"Pues ha venido al lugar adecuado... ¿qué tipo de lectura busca?"
Sin saber porqué la palabra "erótica" fluyó de mis labios.
El hombre procesó la respuesta con aparente normalidad y con idéntica tranquilidad me contestó -"rectificaré. Este no es el lugar adecuado. Lo siento, no tenemos."
-"Vaya - contesté un poco aliviada- entonces ya buscaré yo algo. Gracias
"
El encargado se separó de mí no sin antes dejarme la opción de ojear lo que quisiera en una mesa del centro del establecimiento.
Me senté y ojeé un par de libros.
-"Disculpe de nuevo"- me dijo con voz casi entrecortada.- "quizás pueda ayudarla".
-"Ah sí? Le contesté interesada.
-"Sí" me contestó al tiempo que dejaba sobre la mesa un libreto encuadernado con anillas de plástico que tenía toda la pinta de haber sido impreso con impresora.
-"Esto es mío pero escrito por una escritora amateur... Pero creo que le puede gustar".
Mis dedos repasan la portada mientras le doy las gracias.
Ya sola, ojeo la portada, completamente en blanco. La abro.
Me quedo helada. Lo primero que veo es www.todorelatos.com. Luego un título: "noche de caza". Casi no puedo seguir. No hace falta que lea el nombre de la escritora. La conozco. La conozco mucho más que a cualquier otra persona... Soy yo.
Intento pasar una página pero se escurre entre mis dedos. Mojo el pulgar con mi lengua. Mientras lo hago mi mirada se cruza con la del librero. Los dos la retiramos incómodos.
Con la sensación de estar bailando ante un espejo me leo un relato, otro y otro más.
Sin darme cuenta me muevo inquieta sobre la silla. Hacía mucho tiempo que no los leía y algo se enciende en el interior de mis bragas.
Levanto la mirada y observo al librero tecleando en el ordenador del mostrador. Todo en él me resulta familiar, sobretodo de la mesa hacia abajo: la posición de sus manos, la manera de cruzar sus pies y separar las rodillas...
Y sin saber cómo, me veo transportada bajo ese mostrador y siento que no es la primera vez. Aunque sea cibernéticamente ya he estado ahí antes. Recorro sus muslos con mis manos abiertas. Noto como sus músculos se tensan pero no me paro. Las puntas de mis dedos arden. La bragueta cae sola y me cuelo dentro. Ya sé lo que me encontraré y no me sorprendo al tocar una polla decente, gruesa y con la flacidez de una barra de acero. Ya en el exterior la observo detenidamente. Ella parece mirarme con su único ojo oscuro y su cabeza granate.
Siento la necesidad de desabrocharme un botón de mi blusa y aplacar mi inquietud recorriendo el costado de mi cuello con la palma de mi mano.
De nuevo bajo la mesa le doy un beso de bienvenida suave y dulce al que ella responde con un brinco. Mi mano la mantiene mientras mi cabeza baja y baja. Los labios la aprisionan y mi lengua la recorre. El sabor inconfundible a polla embriaga mis sentidos hasta casi marearme.
Mis muslos se juntan y siento los tejanos clavarse en el sitio justo. Mi lengua sale a jugar con mis labios y un mechón de pelo se libera de la férrea coleta que llevo. Durante un segundo me chupo la punta de un dedo a modo de sucedáneo.
Mi cabeza empieza a ir y venir a lo largo de su tronco y mis labios succionan al llegar a la punta. Me separo un poco y la contemplo. Dejo caer saliva sobre ella y me la vuelvo a tragar, ahora hasta el fondo.
Trago saliva a creo sentir el sabor a polla impregnado en ella. Con la mano me recorro la nuca, nerviosa, incómoda.
Mi mano pajea y mi boca se come todo lo que sobra, que no es poco.
Vuelvo a presionar con mis muslos y retiro el culo sobre la silla aumentando la presión de los pantalones sobre mi ropa interior.
Mi cabeza va completamente loca sobre la verga goteante de saliva. Mi barbilla la recoge casi toda y el resto cae sobre mis pechos. Aprieto el tronco con mis dedos y el capullo se hincha en mi interior... Y entonces el sonido de una campanilla me devuelve a la realidad.
La puerta se cierra tras una chica que, a duras penas debe llegar a la mayoría de edad. Esta se dirige sonriente hacia el mostrador y le da dos besos al librero. Ambos sonríen y hablan de cosas que no logro captar. Ella viste con dos camisetas, la interior de manga corta y la otra de tirantes, que a duras penas logran contener un par de tetas del tamaño de un camión. Unos pantalones de deporte ínfimos y un calzado deportivo complementado con unos calcetines con ositos rosas es toda su indumentaria. Diría que juega a voleibol y el librero tiene algo que ver con eso.
Cierro los ojos y veo al librero levantándose y situándose detrás de la adolescente. Con el dorso de una mano le recorre un brazo hasta llegar a su cuello. Allí la mano se convierte en garra y, de con un movimiento veloz la obliga a inclinarse hasta dejar la cara de ella sobre el mostrador.
Uno de mis antebrazos busca el roce de mis pechos mientras él, la y se despoja de sus ropas de cintura para abajo.
La penetración es fácil e inmediata. Ella grita sorprendida por tanta puntería acostumbrada a la inexperiencia de sus jóvenes y torpes amantes pero enseguida se acomoda, aferrándose al borde del mostrador con las dos manos y fregando sus enormes tetas sobre la cálida madera del mostrador después de subirse, ella misma, las dos camisetas.
Si entre ellos hay algo de ternura o amor el culo de él no lo demuestra. Sus duros golpes la tratan como una perra cualquiera. Una perra que no para de aullar cada vez que se la clavan hasta el fondo. En mi mente veo claramente lo que él ve: su polla escondida en un agujero que sale hacia el exterior cada vez que la saca y, por encima, un agujerito arrugado, de color marrón y brillante de sudor.
Me cuesta mantener las manos quietas y una de ellas, la derecha, siempre la más decidida, se sumerge bajo la mesa realizando una visita fugaz a mi entrepierna. La maniobra es absolutamente insuficiente.
Bajo mis párpados veo el coño de ella abierto alrededor de una polla reluciente de fluidos. Sus tetas le salen por los lados como dos flotadores mientras grita "más y más". Él le agarra las caderas con fuerza para tirar de ella aún más y darle lo que pide a gritos. Los huevos rebotan en su coño sin parar.
Mi mano busca más y se cuela en mis pantalones, ladean las bragas y tocan el cielo. Un cielo que amenaza tormenta.
La jovencita me imita con su mano derecha. Es insaciable. Sus caderas contradicen a las del librero consiguiendo que la polla entre hasta sus amígdalas mientras toca el arpa con las cuerdas de su clítoris y sigue pidiendo más. Veo claramente sus dedos circulando mientras siento a los míos hacer lo mismo.
Ella pide más y yo lo hago metiendo la punta de un dedo en mi vagina.
El librero busca la manera de satisfacer sus peticiones y lo encuentra por encima de su polla.
Un dedo se cuela en su esfínter. Uno de los míos pugna por imitarles pero no consigue llegar y retorna, contrariado, al hueco principal.
Él lo saca y se lo mete en la boca de ella, que se relame el propio culo con evidente satisfacción.
El librero tira del cabello de ella hasta llegar a morrearla. Con el sabor a culo entre sus bocas, la follada se vuelve bestial con el sonido de la carne entrechocando, el sudor goteando...
Una campanilla me devuelve a la realidad.
En la librería solos él y yo, de nuevo. En mi coño uno de mis dedos. Él continúa tras el mostrador. Saco la mano un segundo antes de que sus ojos vuelvan a fijarse en mí.
Disimulo mirando el libreto pero sin leer. Paso una página. Ahora no necesito chuparme los dedos para poderlo hacer casi resbalan sobre el papel.
No puedo más. Tengo que aplacar esto. ¡¡¡¡YA!!!
Me levanto y me acerco al mostrador.
-"Perdone"
El me mira. Sus ojos se frenan un segundo en el botón liberado de mi blusa. "¿En qué puedo ayudarla?".
-"Si tu supieras" resuena en mi interior. Pero al final acabo diciéndole. "¿no tendrá un baño por aquí?"
-"Ehhhh, sí claro, pero es de uso interno "
-"Da igual, es una urgencia"
-"Está bien, pero no tenga en cuenta el estado en que está".
-"No se preocupe, he meado en sitios peores. Seguro" y entonces le pongo la mano sobre la mejilla como dándole las gracias. En un principio noto su sorpresa e cierta incomodidad por la intromisión de su espacio. En su cara veo aparecer una expresión extraña. Su mirada me recorre de arriba abajo y veo las aletas de su nariz separándose rítmicamente.
Siguiendo sus indicaciones me dirijo al baño. Durante el trayecto me rasco la nariz y entonces me queda claro el porqué de su arrugar de nariz: el dedo me huele a coño que tira de espaldas.
Entro y cierro la puerta casi riendo a carcajadas. Miro a mí alrededor y descubro un baño limpio pero lleno de trastos, el típico baño-almacén de los sitios con poco espacio.
Ya con mis pantalones y bragas en los tobillos apoyo el codo sobre mis rodillas, la barbilla sobre mi mano, y aflojo la vejiga.
Mis ojos se cierran mientras siento el caliente líquido fluyendo hacia la cloaca.
Cuando la última gota toca la taza la puerta se abre de súbito y se cierra con su propia inercia. El librero ha entrado, completamente desnudo y con su polla apuntándome a la cara. Sin decirnos nada, ni falta que hace, yo se la agarro y tiro de ella hacia mí. Con la otra mano sostengo sus pelotas y me dispongo a disfrutar de su sabor otra vez. El capullo emerge contento y rosado entre mis dedos... Mi paladar se humedece solo de pensar en la concordancia de geometrías pero su amo tiene otros planes y me los muestra arrodillándose.
Mis piernas se separan.
Su calva se hunde entre ellas.
Yo me tiro hacia delante dejando mi coño en el filo de la taza.
Su lengua tantea el trazo vertical.
Mis dedos también. Mi espalda se arquea y miro al techo.
Su lengua se decide a una exploración completa ayudándose de los dedos para abrirse paso. Un sinfín de fluidos le esperan ahí escondidos y él los recibe sin inmutarse.
Su lengua y mis dedos se convierten en el más suave papel higiénico que se ha inventado jamás. Su lengua lo recoge todo hacia arriba y rodea el clítoris mientras su cabeza inicia unas sacudidas de izquierda a derecha.
De vuelta hacia abajo me penetra con la lengua.
Mis piernas se cierran atrapando lo que se cuela en su interior impidiendo su huída. Dos de mis dedos desaparecen mientras los otros tres lloran su rapto.
Ahora siento su nariz empalando mi clítoris y aúllo de placer.
Me tiro más hacia delante y mi otro agujerito asoma.
Uno de sus dedos viaja rápido al recién descubierto orificio y lo penetra sin problemas. Desde mi coño llueve mojando la pista de entrada a mi culo. El dedo entra poco a poco. Él se separa de mi coño para no perderse el espectáculo de su dedo enterrado en mi ano. Y disfruta moviéndolo de dentro a fuera sin descanso. Enseguida consigue meterlo hasta los nudillos.
Con mi otra mano libre supero a la mano de tres dedos y voy más allá. A mi me cuesta un poco más meterlo. Tengo que recoger lubricante de mi coño para facilitar la tarea.
El librero saca su dedo mientras yo trato de meterlo hasta el fondo.
Nos miramos. Las palabras sobran.
Él tiene clarísimo lo que necesito. Yo solita me giro y le pongo mi culo en una pompa perfecta y apoyo mis manos en la taza.
Él se acerca e incrusta su cara en mis nalgas retorciéndose para escoger una buena trayectoria. Y la encuentra. Vaya si la encuentra.
Yo miro el amarillento fondo de la taza y me imagino los restos de mi vejiga, el sudor y mis fluidos convertidos en champán sobre su lengua. Poco a poco alarga su exploración llegando al culo. Las atenciones van intercambiando agujerito y raja de forma natural, para concentrarse en mi ojete. Los círculos me lo van abriendo hasta que siento el aire correr entre mis glúteos.
Ahora él se acerca a mis nalgas con su polla sujeta con una mano. Con la otra me separa una nalga.
Yo me muerdo un labio mientras mis dedos trabajan en mis dos bajos.
La polla toca fondo y presiona. Mi esfínter cede de inmediato y la verga atraviesa su mano sin ver el aire al otro lado. Casi puedo sentir la polla por completo en mi culo.
Me follo todos mis agujeros con unos dedos enloquecidos. El fluido gotea sobre ellos convirtiéndolos en apéndices enganchosos.
Cuando siento los huevos rebotar en mis nalgas el orgasmo aparece por sorpresa, sin avisar y electrizándome de pies a cabeza. Como puedo, me agarro a la taza para no caerme al suelo y grito.
Unos toques en la puerta me obligan a recomponerme aún incapaz de cerrar mi boca y sacar los dedos de mi interior.
-"¿Se encuentra usted bien?"- me preguntan desde el otro lado de la puerta.
-"Sí, sí... Genial" contesto como puedo. Saco mis dedos lentamente. Casi duelen de lo sensible que tengo la zona.
Uso las bragas para limpiarme.
De nuevo unos golpes en la puerta.
-"Ya, ya salgo"... Me visto con prisa y abro la puerta. Ahí me espera el librero con mirada extraña. -"Perdone, ya le he dicho que se trataba de una urgencia".
-"Sí, pero diría que la he oído gritar".
-"Bueno. Ha sido una urgencia muy, muy grande, pero no para llegar a gritar".- le digo cerrando la puerta y desafiándole con una mirada directa a sus ojos.
-"Vaya, debo de haberme equivocado".
Vuelvo a la mesa y recojo el libreto. Entonces caigo en la extraña libertad que siento entre mis piernas... Mierda... Con las prisas me he dejado las bragas en el baño.
-"Perdone por ser tan pesado, pero cerramos ya... Si quiere, puede quedarse los relatos".
-"Gracias. Se lo agradecería mucho. Se lo devolveré mañana".
- "Sin problema, no hay prisa".
-"Bien, pues mañana volveré". Y dicho esto me dirijo hacia la puerta.
Al abrirla me giro y le digo: -"si tiene que ordenar algo, yo empezaría por el lavabo. Se me ha caído algo y no he sido capaz de encontrarla entre tantos paquetes".
-"Pues lo buscamos ahora mismo"- me contesta tan atento como siempre.
-"No... Si lo encuentra ya me lo devolverá mañana... Aunque no sé porqué, mañana me dirá que no las ha encontrado. Pero si lo hace, sea bueno y no las huela".
Cierro la puerta.
"¿Que has hecho?" Pienso mientras la veo alejarse calle abajo y echo el cierre.
Le das un relato que no es tuyo, a una desconocida, baja al almacén, te sugiere que se ha dejado las bragas en el baño ¿y aún piensas que va a volver?
"Deja de hacerte pajas mentales" me digo en tono despectivo.
Vuelvo mis pasos y me acerco al almacén, enciendo de nuevo la luz y comienzo a colocar cajas en su sitio, ya queda poco para las nueve y quiero irme a casa a descansar ya.
El tiempo pasa y el sudor aparece, pero no puedo reprimir mirar de reojo a la puerta del cuarto de baño, entreabierta y llamándome.
"¿Y si ?"
Camino hacia el baño y abro la puerta a la vez que enciendo la luz. Y allí están, son una braguitas muy pequeñas, no es un tanga, son esas braguitas pequeñas y de cintura muy baja que últimamente están tan de moda.
Suelto una risa y me agacho a recogerlas. Las tomo en mi mano y aún sabiendo que no hay absolutamente nadie en todo el almacén miro a mí alrededor, a sabiendas que lo que voy a hacer no es muy "educado". Me las llevo hasta mi nariz y aspiro .
Sexo, huele a sexo, no a orín ni a suciedad, huele a sexo, puro y duro.
"Esta tía no me ha engañado, se ha masturbado en mi baño" Pienso mientras mi entrepierna comienza a convulsionarse y a pedir paso. Tendré que decirle a Tania que sus relatos hacen el efecto esperado.
Y mi mente comienza a divagar y mi entrepierna me pide paso ya sin remisión. Y me acerco las bragas otra vez a la cara y cerrando los ojos y aspirando otra vez ese olor me imagino a la chica, sentada en la taza, con las bragas en los tobillos y masturbándose mientras gime y resopla.
En un alarde de compañerismo, me siento en el mismo lugar, y me desabrocho el pantalón. Mi polla sale libre sin pedir permiso a mi ropa interior y comienzo a masturbarme.
No estoy muy orgulloso de la postura, ni de la situación, es típica de degenerados: Masturbándose con las bragas de una tía en la cara . Pero ¿quien se hubiera resistido?
Cuando estoy a punto de correrme pienso que sería un buen final limpiarme en el regalo de la turista . Pero justo cuando noto que estoy a punto de llegar al orgásmico final, unos fuertes golpes en la puerta, hacen que todo se venga abajo: La corrida, las bragas y la polla.
Tan rápido como puedo, me subo los pantalones y me dirijo a la puerta.
"Seguro que es ella, seguro que es ella, que ha vuelto a por las bragas y voy a tener el polvo de mi vida aquí mismo" Pienso, mientras vuelvo a sentir ese cosquilleo en la entrepierna.
Pero no, es otra vez Bea, la pequeña y deportiva Bea, con sus tetas pegadas al cristal de la puerta.
"Abre, que se me olvidó el paraguas" Me grita desde fuera.
Pienso que también me podría servir, pero es demasiado pequeña y quizás, por eso, demasiado fácil.
Le abro y entra, siempre sonriendo, siempre con ese punto histérico que tienen todos los adolescentes de 17 años. Se me tira a los brazos y me da las gracias con un sonoro beso.
Me empieza a preguntar porqué estoy allí aún, si voy a salir esa noche, si he leído todos esos libros, etc, etc . Intento responder rápido para que se vaya cuenta antes y poder correrme a gusto en las bragas de la chica-turista.
Cuando estoy a punto de conseguirlo, de nuevo suenan unos puños en la puerta.
"No es posible, se acabó la tarde de onanismo" Pienso resignado.
Camino hacia la puerta y allí aparece. Seria y avergonzada. Me vuelvo a convertir en el librero cortés y amable y le pregunto a través del cristal:
"¿Necesita alguna cosa, se le ha olvidado algo?"
"Si ¿puedes dejarme entrar?"
Abro de nuevo la puerta y en solo medio minuto, estamos una niña, la turista de las bragas y yo bajo el mismo techo . Suena ridículo, pero es así.
La situación se vuelve violenta, Bea mira confundida y avergonzada. Tania que apenas se percata de la presencia de la pequeña, comienza a hablarme.
"¿Sabes que este relato es bueno?"
"Lo sé, pero tengo que decirte que no es mío, es de una amiga que los escribe en inernet"
"¿Quien es esta?" Suelta una asombrada Beatriz.
Yo no se que decir.
Ahora en un alarde de frialdad comienzo a intentar visualizar la situación: Tengo a dos tías bajo mi techo, una de ellas quiere algo de mí y la otra . quizás también. Lo que a todos los hombres que estéis leyendo esto os parecería un sueño, para mi era una pesadilla.
Yo quiero follar con la turista, pero sé que la pequeña Bea, no se va a ir a no ser de mala manera y tampoco quiero una escena. Hace bastantes minutos que no hablo ni articulo palabra alguna.
Por suerte y como si me leyera la mente la mayor pone orden en la situación.
"¿Te vas a quedar ahí toda la noche?" Le pregunta a Bea, mientras esta se cruza de brazos en plan defensivo.
"Me quedaré lo que me de la gana" Le responde
Yo indeciso, cortado, nervioso y con cara de todo menos de excitado veo la "pelea" de gatas.
-"Mira y aprende" dice la lectora acercándose a mi y sin dejar de mirar a su rival, me susurra un "Vamos al almacén"
Me toma de la mano y me lleva hasta el semi oscuro y descuidado almacén. No creo que se ande por las ramas y me lo demuestra cuando me empuja por los hombros y me sienta sobre la mesa.
Se agacha y con un movimiento rápido y preciso desabrocha el botón, baja la cremallera y saca la polla flácida de mis boxers, sin mediar palabra y mirando a la menor, se la mete en la boca.
El "mmmmm" que suelta da a entender que esta degustando el líquido preseminal que anteriormente salió en mi sesión solitaria.
Hago un esfuerzo por levantar la vista de su pelo y miro a Bea, que se apoya contra la pared y no quita ojo de la estupenda mamada que me están haciendo.
La mamada empieza a volverse bastante violenta, me pajea con una mano mientras con la boca me succiona como una loca. Casi me duele, pero resisto ya que la erección que me está provocando es de las más duras que recuerdo en mi vida.
Solo acierto a decir alabanzas al Todopoderoso: "Oh Dios, Dios, Dios"
Miro a la niña y allí sigue contra la pared, mordiéndose el labio. Miro a la cabeza de que rebota entre mis pierna y allí sigue, mordiéndome la polla, como una posesa, loca y casi sin respirar.
Estoy a punto de correrme, cuando un "plop" suena y la boca para de comerme.
"Ahora vas a comerme tu a mi el coño". Simple y llanamente...
Abro los ojos . Bendita imaginación
Llego al hotel con mis relatos bajo el brazo. Me estiro boca abajo en la cama y leo todos mis relatos del tirón con mis pies alzados y cruzados uno con otro moviéndose de delante a atrás, como si fuera una niña. Al acabar estoy contenta porque he conseguido mantener mis manos quietas. Atribuyo esta tranquilidad a la sesión en el baño de la librería que debe haber aplacado mis furores uterinos por un buen rato.
Me dirijo a la bañera y me pego un baño, sumergida en pensamientos sobre mis relatos. Me siento un poco extraña, como una actriz que se ve en una película cuando hacía un gesto o una entonación determinada, en ese momento tenía sentido pero, visto después, le parece extraño. Pues así me siento yo: leo pasajes que me parece imposible que se me hayan ocurrido a mí. Seguramente metida en el relato o, hasta excitada, puedo plantearme según que cosas pero ahora, en la placidez de un baño caliente, me parecen escritas por una extraña zorra salida.
De nuevo soy buena y sólo me toco lo legal: para enjabonarme y nada más.
Retorno a la habitación completamente nueva y relajada, me siento en el escritorio y abro el portátil. Sobre el escritorio hay un gran espejo que refleja una Tania envuelta en un blanquísimo albornoz del hotel. Tania tiene cara de contenta.
Cuando por fin arranca el maldito Windows consulto el correo, contesto alguno y poco más. Finalmente, antes de cerrarlo me decido a entrar en el Messenger, a ver qué colgado está conectado ahora. Los señores dan vueltas mientras me conecto y, cuando lo hace, se pone verde el contacto que esperaba mi subconsciente.
Mis ojos reflejan estrellas en el espejo y mis dedos viajan sobre el teclado.
Tania: -"Holaaaaaa!!!!"
Locutus: -"Queee pasa, nena!!!!!. Cuanto tiempo!!!. Que cara eres de ver muchacha"
T: -"Ya lo sabes. No es fácil".
L: -"¿Cuánto tiempo me das hoy?
T: -"Toda la noche"
L:" Vaya, ¿y eso? ¿Estas sola? ¿Dónde tienes al novio?"
T: -"Que pregunta te respondo primero".
L: -"Sólo dime si estás sola"
-"Sí"
-"¿En casa?"
-"No, estoy de vacaciones. Él aún ha de currar hasta mañana"
-"Y por donde andas muñeca?
-"En un hotel de la Costa Brava"- le miento a propósito. No consigo interpretar el espacio de tiempo que pasa hasta que vuelve a escribir. ¿Se imaginará algo? ¿Se habrá desilusionado pensando que la turista era yo?".
-"Ahh, muy bien."
De nuevo demasiado rato para contestar.
-"Bueno, y que te cuentas?"- le pregunto.
-"Pues chica, no te lo creerás "y entonces me explica todo lo que ha pasado esta tarde en la librería. Yo le sigo la corriente simulando una espontánea sorpresa.
Lo que puedo comprobar es como me ha pillado metiéndome el dedo durante la visita de la chica y cómo sospecha la masturbación del baño.
Sólo de recordar el pasaje del baño el albornoz se me va abriendo un poquito.
-No puede ser- le digo yo.
-Y no te pierdas lo mejor. La tía ha dejado las bragas en el baño.
-Si hombre y que más. Pero como puede una tía olvidarse las bragas-
-Esta claro que las ha dejado a propósito, hasta, antes de irse, me lo ha insinuado.
-Joder, menuda guarra- le tecleo mientras me muero de risa.
-Y que has hecho con las bragas, chico malo.
-¿Que quieres que haga? Pues cascármela, claro. Me las he puesto en la cara y me he masturbado.
Leo esto y mis rodillas se separan solas.
-Eres un chico malo de veras.-
-Tía, no he podido contenerme. Me he imaginado que volvía y me encontraba con Bea.
-¿Bea?
-"La chica que ha venido mientras ella se tocaba.
-Ahhh, tu lolita... Ya, claro, y entonces has imaginado como te follabas a las dos conejitas.-
-No. Sólo a la turista. Bea miraba y se masturbaba.
-Menudo estropicio debes haber montado.-
-Ja, ja. Que va. No he ensuciado nada. Bueno sólo...-
-¿Sólo...?
-Las bragas. Me he corrido en ellas.
El calor me sube desde los tobillos hasta la nuca al imaginar mis bragas llenas de leche. El espejo refleja el albornoz convertido ya en una capa con mis tetas morenas al aire y mis negro pubis entre las piernas.
-Tania, ¿que te pasa?
-Nada, nada. Perdona. Pues vaya sorpresa se llevará mañana cuando las venga a recoger.
-No vendrá-
-Tan seguro estás?-
-Sí
-¿Y si viene, que harás?
-Pues no sé... ¿tú qué harías?
-Yo dejaría las bragas donde las has encontrado.
-¿Tal como están ahora? ¿Con la lefa y todo?-
-"Sí".
-No creo que pueda.
-Venga tío. Una tía entra en tu librería, se masturba en tu baño y te deja las bragas y te lo dice. ¿Qué crees que espera? ¿Una nota de agradecimiento? Esa quiere que te la folles como un animal, que se la metas hasta el fondo mientras le tiras del pelo y que le rompas el culo.
-"Alee, que bruta eres"
-"Hazme caso. Tú síguele el rollo. Si te da el libreto y se va...pues adiós. Pero si se inventa algo para ir al baño, tú créeme, fóllatela. Te acercas a ella y le haces lo que te apetezca. Sin preguntar."- leo mis palabras y mi mano derecha se va al pecho izquierdo. Me encanta esto. Es como escribir mi propio futuro.
-"No se si podré."
-"Dime. ¿Qué le harías si supiese que ella quiere?"
-"Uuuf de todo."
-"Lo primero. Lo que más te apetece."
-"Beber de su coño y de su culo, de toda ella. Sentir como mi cara se empapa con sus jugos cuando se corra"
Desde luego que noto esos jugos naciendo dentro de mí. Cierro las piernas y aprieto los muslos. El calor casi duele. -"pues se lo haces y, mientras le comes el chocho, le haces oler sus propias bragas y le cuentas todo lo que hiciste con ella. Te aseguro que las chupará."- mis ojos se cierran y mi nariz olisquea el aire imaginando el olor de su esperma.
-"Si que estás segura."-
No contesto. "claro que estoy segura, tontorrón"- pienso mientras juego con mi bello púbico.
-"Uuuf, Tania, me estoy poniendo como una moto."
-"Y yo"- escribo con una mano.
-"¿Como vas vestida?"
-"Con el albornoz del hotel"
-"¿Y debajo?"
-"Sólo piel tostada"-
-"Aaaahhh. Venga cariño. Tócate para mí."-
Mi mano obedece, pero mi cabeza logra mantener la compostura.
-"Noooo. Resérvate para tu turista accidental."-
-"No puedooo."-
-"Hazme caso. Mañana volvemos y me cuentas que tal ha ido y, entonces, lo que quieras."-
-"Eres mala"-
-"Lo se. Pero tú mañana lo has de ser más. Fóllatela de forma salvaje, sin besos ni arrumacos ni palabras bonitas...venga, mañana me cuentas. Adiós."-
-"Que prisa tienes"-
-"Chico, ya sabes como acabamos siempre. Creo que hoy es mejor que acumules ese calentón para mañana"-
-"Adiós..."
-"Adiós"-
-"Por cierto, una cosa."
-"Dime"-
-"Por unos instantes albergaba la esperanza de que eras tú."-
-"¿La turista de las bragas?"-
-"Sí".-
-"Ya me gustaría a mí."
-"Y a mi. Arggghh. Adiooos."
-"Ahora yo, otra cosa."
-"Dime, Tania".
-"Córrete en su cara. Una zorra semejante sólo espera eso."
-"Lo haré."-
-Eso, eso hazlo- pienso mientras cierro el messenger y dejo caer el albornoz al suelo, cierro los ojos y...
El sol de la mañana entra por mi ventana, y pienso que ojalá fuera domingo para no ir a trabajar y poder quedarme en la cama hasta que me apeteciera o las ganas de mear me mataran, pero no puede ser.
Mientras me afeito pienso en la cantidad de excitación y consiguientes masturbaciones que ayer ocuparon mi tarde-noche.
Una tía que me deja sus bragas en el baño, después de masturbarse, la lolita de los cojones queriendo guerra, mi NO moral había ganado a mi SI sexual. Al final el encuentro con Tania en el msn con la última masturbación una vez acabada la caliente conversación.
El día pasa como tiene que pasar, oscuridad, almacén, cajas, libros y ni una llamada.
Son las 20.35 y apago las luces.
Pican a la puerta y me pregunto quien es el capullo que pica un domingo y tan tarde.
Y camino hacia la puerta y me paro delante del cristal Y allí está otra vez, empapada por el fabuloso verano que ha hecho en el Norte, con un pequeño paraguas medio doblado y picando en la puerta por segunda vez.
Camino hacia ella y me aseguro de que esta vez no es un sueño o una fantasía, porque las manos me sudan y un cosquilleo en el estómago me lo hace saber.
Sin abrir directamente, le pregunto si le puedo ayudar.
Me dice que abra, por favor.
Abro.
"Hola, estaba paseando por aquí y me pillo toda la lluvia, no pensé que estabas cerrado ya y quería resguardarme"
Pienso que miente muy bien, pero que la lluvia lleva cayendo toda la tarde, aún así, abro la puerta y la dejo pasar.
"Perdona, eh?" Me dice avergonzada de verdad.
"Tranquila, yo tampoco podría salir, he traído la moto y no es plan de mojarme. Voy a acabar de reponer" Le digo con amabilidad, mientras me mira y sonríe avergonzada.
Intento concentrarme en mi tarea a la vez que planeo que hacer o decir. Si atacar como me dijo Tania o ser yo mismo e invitarla a tomar algo y si las cosas van bien, que yo no me despierte solo.
El silencio lo interrumpe su voz: "¿Sabes?, me ha gustado mucho los relatos que me dejaste, La chica que los escribe es buena"
"Si es una amiga a la que no he visto nunca, nos carteamos mucho por mail y chateamos a veces. Y si es cierto que escribe muy bien y muy morboso"
"Puedo parecer muy lanzada, pero ¿podría ir al baño otra vez?"
"Claro mujer, ya sabes donde está" Le digo sin levantar la vista del teclado.
Pienso que he sido un imbécil al no dejar las bragas donde me las encontré, por que ahora no las va a ver en el suelo .
La turista aparece y sin mucho miramiento se planta delante del mostrador y con cara de enfado me pregunta muy seria que donde están sus bragas.
Titubeo, sudo, tiemblo y tartamudeo al decir . "Las he cogido yo"
La chica me vuelve a mirar con cara de odio y me escupe que si soy un degenerado, que ya se las puedo ir devolviendo, que se quiere ir de aquí . Pero su voz no es de ira o de rabia, es más un tono . Teatrero.
"Tía, las bragas las he pillado, porque no las voy a dejar en el suelo todo un día, ¿No te parece?" Le espeto con su mismo desprecio.
Ella se ríe. Me esta volviendo loco ¿o la loca es ella?.
"Perdona, estoy un poco cansada y nerviosa, pensé que podías pensar que yo era una de esas tías que van buscando líos por ahí"
Me animo y como tengo la sangre alterada le digo
"¿Y no eres de esas?"
"No" dice ella mirándome a los ojos.
Sonrío y continúo haciendo que trabajo. Ella se aleja y se vuelve a sentar, sin dejar de mirarme.
"Joder, joder, que hago, le entro, espero, la mando a la mierda .. Coño, no la vas a ver más, tirarle los tejos y que sea lo que Dios quiera" Pienso.
Doy unos últimos golpes a las teclas, más sonoros de lo normal para hacer ver que he terminado y apago la pantalla. Me acerco a la chica y le digo que va a hacer ahora, que sigue lloviendo mucho.
"No tengo ni idea" Me dice mirándome a los ojos aún.
"Te invitaría a tomar algo, pero el tiempo no acompaña" Le digo
"Nada, deja, intentaré llegar al hotel"
"No mujer, quédate aquí mientras llueve, vas a mojarte mucho"
"¿Más todavía?" Me dice poniéndose de pie y mostrándome su ropa mojada y transparente. "No te preocupes, me iré ahora que parece que llueve menos"
Javi, haz algo, vas a perder la ocasión de un buen polvo . Piensa en Tania, piensa en lo que te dijo ..
Camino hacía ella y cuando está a punto de abrir la puerta para salir, la adelanto y cierro con llave. Su cara de sorpresa se mezcla con la de susto. Ahora está atrapada en un lugar con un tío a solas.
"¿Qué haces?" Me pregunta asustada.
"Lo siento" le digo yo
Me acerco a ella y tomándola con una mano de su cuello la acerco a mí y le beso. Se resiste y no abre su boca, la fuerzo con mi lengua hasta que cede y noto su humedad. Su lengua aún está dormida, pero ahora no pelea.
Me suelto mirándola a los ojos, cuando un sonido seguido de un calor en mi cara me hace despertar de mi cara de triunfo.
"Eres gilipollas o que?" Me dice bastante histérica.
No, esta vez no me vas a engañar.
La vuelvo a besar o al menos lo intento, ahora no se mueve y apenas pelea.
Los débiles aspavientos ahora son simple sumisión, su lengua recorre mi boca y casi puedo notar como quiere llegar hasta mi estómago, comienza a gemir y respirar profundamente. Los brazos dejan de hacer fuerza contra los míos y pasan a acariciarme la espalda y la nuca. Noto su respiración en mí propia boca, ya es mía.
Me separo de su boca y la llevo hasta el fondo de la librería. Le quito la camiseta mojada y ella solo gime y respira, gime y respira. Sus tetas casi salen por encima del sujetador. Las tomo y las saco por arriba. Son pequeñas, bien puestas, pezón oscuro . Me gusta y me lanzo a chuparlas.
Está a mi merced, se deja y le gusta, respira y me deja hacer, abre los brazos las piernas y me facilita mi trabajo.
Ella grita levemente, trata de que me coma sus pechos, me aprieta la cabeza contra sus tetas. Lamo, chupo, mojo, sus tetas ya casi saben a mi saliva. Bajo con mi lengua hasta el ombligo, que muerdo y lamo.
Abro el pantalón de golpe y se lo bajo, dejando al aire un tanga blanco.
Ahora gime como hasta ahora no lo había hecho. Ella misma abre las piernas y separa el culo de la mesa para que yo pueda bajar el tanga. Lo bajo y veo el paraíso, depilado y blanco.
Lamo las piernas y sus gemidos comienzan a sonar a respiración nada más. Sabe a sudor, sabe a sexo. Me acerco al coño y huelo está cachonda, ese olor no es de nervios o miedo.
Mientras, con mis manos le agarro por las nalgas, con mi lengua comienzo a buscar su vulva. En un segundo me encuentro lamiendo, sin contemplaciones, sin romanticismo.
Tania tenía razón.
Sus gritos son de placer. Con una de sus manos vuelve a tratar de ahogarme contra su coño, con la otra golpea a puño cerrado la mesa en la que está sentada.
Abre más las piernas.
Es una fuente y bebo de ella.
De su boca salen unas palabras, un susurro, que parando mi trabajo lingüístico, logro descifrar:
"Más, joder . más"
"¿Qué dices?"
"Más méteme lo que quieras pero métemelo ya por favor".
Me incorporo y sin mediar palabra me toma la cabeza y empieza a limpiarme toda la boca mojada de su excitación con su propia boca.
Para ilustraros exactamente sobre mi siguiente movimiento os sugiero que recordéis la escena de la película "Érase una vez en América" en la que Robert DeNiro toma a la protagonista rubia en su primer atraco, le baja las bragas hasta las rodillas y aprovechando mi ya enorme erección completo la escena, abriéndole el coño con mis manos.
Noto un grito más alto que los anteriores, no debería de ser así puesto que mi polla entra en su coño con una facilidad pasmosa.
Entro y salgo como quiero, ese grito me ponen incluso más salvaje. La agarro del pelo y con embestidas salvajes la cabalgo literalmente. Ahora cada metida es un "Aaaahhhmmm" que sale de su boca abierta. Sus manos siguen delatando su lucha entre el placer y el vicio: Una intenta que la penetre aún más. La otra masturba su abierto coño.
Me espera una noche muy movida y salvaje.
Iba a la librería completamente decidida a todo. Deliberadamente dejé que la lluvia me empapase de pies a cabeza. Quería que supiese que llegaba empapada por completo.
A dos calles del destino mi mente se nubló tanto como el cielo. Veía la cara de mi novio en cada una de las personas con las que me cruzaba.
Al plantarme ante la puerta, las piernas me temblaban. Pese a eso, llamé a la puerta.
Al ver aparecer al librero, casi salgo por patas. Sin saber cómo estoy en el baño buscando las bragas que llevaba ayer.
No están.
Salgo y me sorprendo con una actitud esquiva y borde. Instintivamente intento que él se canse de mí y me deje marchar. Pero mi entrepierna no está de acuerdo. Me siento más húmeda que nunca y con los pezones como rocas.
Consigo llegar a la puerta pero él me barra el paso, cerrando la puerta en mis narices.
Quiero salir pero necesito que me bese, que me coma el coño, que me folle con violencia...
Como siempre, mi cabeza acaba perdiendo. Intento resistirme, pero mi cuerpo me traiciona. Respondo a su lengua con ansia, abro mis piernas a su ávida lengua y dejo que me empale con todas sus fuerzas.
En todo momento me mantengo sumisa, sin ningún tipo de iniciativa por mi parte. Él manda, mucho y bien.
No puedo evitar gemir con sonoros aaaaahhhhs cada vez que me penetra. Sé que no nos puedo oír nadie y me lanzo a gritar con todas mis fuerzas.
Me empuja y dirige hasta el mostrador. El mismo sobre el que ayer fantaseé con él y la jovencita. ¿Será esto otra de mis fantasías? Agarrando mis tobillos él tira hasta pasarlos por encima de la cabeza y tocar el mostrador con mis dedos. Mi coño queda expuesto como si estuviese en la parada de un mercado. Con deleite saborea mi marisco antes de volver a metérmela hasta los huevos. La postura hace que mi coño esté en tensión y siento cada centímetro de su polla pasando entre mis labios vaginales.
Sin decirme nada el librero me la saca y me hace girar. Su mano me agarra de la nuca y empuja hacia abajo.
Su otra mano entra en mis nalgas acompañada de la férrea carne. De un empujón vuelve a abrir mi vagina y me agarra de mi mojada melena. Y tira mientras empuja con sus caderas.
Soy su yegua y me monta como quiere. La punta de su polla arde en mis entrañas y la raíz de mi cabello rechina con cada estirón. Me da igual. Es justo lo que necesito. Ya no hay ni ilusiones ni fantasías. Esta follada es real. Me pellizco un pezón. Y no me despierto, sigo ahí mismo yendo y viniendo ante el librero, con el sudor goteando en mi espalda, mis flujos amarando su polla y mi coño abierto de placer.
-"¿Aún quieres irte?"- me pregunta entre esfuerzos.
Yo ni contesto. Al menos con palabras. Bajar mi mano y rasparme el clítoris creo que es una respuesta suficientemente contundente.
-"Muy bien. Me encanta que te toques mientras te follo. Desde el día que te vi entrar por esa puerta supe que eras una guarra".
-"Y yo, desde que no he encontrado mis bragas, sé que eras el hombre que necesito".
-"Ah, ¿sí? ¿Sabes lo que hice?, lo único que se puede hacer con las bragas de una guarra: correrme en ellas".
Me ofende oír como me llama guarra con total impunidad. Pero sólo un poco. En el fondo me excita más aún.
-"Tan listo que eres, ahora sabrás lo que necesita una guarra como yo, ¿no?- Y por si le quedaba alguna duda, me separo las dos nalgas, mostrando un ano ovalado a causa de la tensión.
Su polla me abandona de inmediato.
-"Dímelo tú"- me susurra al oído.
-"Hazlo y ya está"- le contesto tirando aún más de mis nalgas.
-"O me lo dices o te dejo aquí tirada".
Menudo farol. No hay quien se crea eso.
Noto el frío en el fondo de mis nalgas.
Me giro y el muy cabrón está recogiendo su ropa.
No puede ser. No me puede dejar ahora... No así.
-"mé.... Mét".- es todo lo que consigo articular.
-"¿Que quieres decir?".
-"Que me la metas por el culo. ¡Ya!."- ni yo me creo que semejantes palabras hayan salido de mi boca. Vienen directas de mi ojete.
Menuda soy yo dando órdenes... Y menudo es él cumpliéndolas. Sus manos me agarran las caderas, una de ellas se separa y entra acompañada. Aprieta fuerte y... Blooob, la polla se convierte en un supositorio dirigido que entra y sale de mi culo.
-"Sííí, sííí"- grito con todas mis ganas mientras su polla arde en mi ojete y sus badajos repican contra mis carnes.
Me encanta esa sensación de ardor y dulce molestia, pero lo que me vuelve loca es tener el poder de la verdad. El saber que él no sabe. El cumplir un sueño mutuo sin que él se entere... Y ardo en deseos de que luego me explique lo que le ha hecho a esa misteriosa turista accidental, a esa guarra que se le ha abierto de patas y nalgas a la primera. De que me explique lo que me ha hecho a mí sin saberlo.
Entra y sale de mi recto por completo mientras grita guarradas cada vez más salvajes.
De repente me palmea una nalga y me pide que me gire.
Lo hago y me hace arrodillar con una mano en mi hombro.
Se pajea su hinchada polla a escasos centímetros de mi cara. El capullo tiembla en su mano completamente enrojecido y brillante.
Abro mi boca.
El ritmo de su mano aumenta. Cierra los ojos.
Yo también.
La ducha caliente empieza con un par de chorros violentos que impactan en mi frente. Luego un denso fluir que reparte por toda mi cara: ojos, labios, nariz...siempre había visto esa leche caer sobre un pañuelo, una mesa, el suelo... Y ahora la tenía toda en mi cara, la podía saborear, tragar y esparcir por mi piel. La polla serpentea por mi cara y me golpea con el capullo en los labios. Con la sacudida unas nuevas gotas caen en mis párpados.
Cuando la catarata llega a su fin el librero mete su polla en mi boca. Cierro los labios y exprimo las últimas gotas apretando con mis dedos desde los huevos hasta la punta. Un último borbotón cae sobre mi lengua. Huele a sales marinas y sabe a todo y a nada a la vez.
Con la polla limpia se retira exhausto y callado. Yo le miro a los ojos y me toco el coño con dos dedos.
-"¿Ya estás?" le pregunto desafiante.
Él me mira el coño abierto y sonríe.
Es cierto que cuando una mujer te sabe hacer mamadas perfectas, da igual las veces que te corras, en 15 minutos ya estás listo para la siguiente embestida.
Así trabajó mi turista, durante horas, cada corrida era seguida por unos minutos de limpieza y relajo. Su boca limpiaba despacio y suavemente mi polla, hasta que reluciente ya estaba dura y grande.
Me corrí unas seis veces, cuatro de ellas en su boca, otra en sus tetas y otra en su espalda.
La noche parecía no tener fin. De pie, sentados, en el suelo, en la mesa. Por la boca, por el coño, por el culo, entre las tetas. Mi sexo exploró todo lo explorable en ese cuerpo.
La última embestida, fue tras una mamada como jamás nadie me la ha hecho: Sin dejar de mirarme a los ojos, y a un ritmo siempre constante, logró que me corriera en su lengua, mientras me apretaba las nalgas y mientras miraba mis ojos.
Las doce y media de la noche.
Llego a casa y lo primero que hago es desnudarme y meterme en la ducha.
Me pregunto que lleva a una chica a tirarse al primero que encuentra, a mi, un chico de lo más normal. Hemos estado follando toda la tarde, de todas las posturas, en todos los sentidos.
Salgo de la ducha, con la toalla en la cintura y me siento delante de mi PC. Conecto el MSN y allí veo a Tania.
Hola Me saluda
Hola Le respondo
¿Que tal tu encuentro con la turista? Pregunta
Durante casi una hora solo escribo yo para narrarle todo lo que podéis leer en la alineas de arriba.
Tania asiente y me confiesa que se ha calentado.
Tengo que confesarte algo Me dice
Tu dirás Le respondo
Esta tarde me he tirado a un tío al que no conocía de nada
Quedo sorprendido y le pregunto que como fue la experiencia.
Todo lo que sale de su teclado me suena, me suena demasiado.
¿Me tomas el pelo? Pregunto embobado
Para nada
¿Eras tu?
Su silencio es elocuente.
¿Por que no me lo dijiste? Le pregunto
¿Me hubieras follado igual? Responde
Los dos sabemos que no.