Encuentro 4

Cuarta sesión (y la última hasta donde yo sé)

Encuentro (4)

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Título original: Encounter 4

Autor: Hot Doggie gamma_assassin@hotmail.com

Traducido por GGG, septiembre 2004

El copyright para mí...

Cuando llego allí, estás esperando con una camiseta blanca de hombre y nada más. Te pregunto si has sido "buena chica" y replicas que "¡siempre eres buena chica!" He decidido que por tu insolencia te has ganado algún castigo.

Te llevo a la puerta del dormitorio y te engancho las esposas a las muñecas. Engancho la cuerda y te estiro las manos por encima de la cabeza enganchando la cuerda a la bisagra. Te coloco las esposas en los tobillos y uso la barra separadora para mantener separados los pies. Tienes los codos junto a las orejas y las piernas separadas 3 pies (unos 90 cm). Puedo verte los pezones a través del tenue material, erectos y atemorizados.

Levanto la mano y tomo el cuello y te arranco a jirones la camiseta. Agarro un pezón entre el pulgar y el índice de cada mano y empiezo a tirar lentamente. Los retuerzo entre mis dedos y tiró de ellos con más fuerza.

Tras varios minutos has empezado a retorcerte mientras me los trabajo cada vez con más fuerza. Meto la mano en el bolsillo y saco pinzas de la ropa. Las aplico a los pezones, primero el izquierdo, luego el derecho. Cuando te mueves las siento balancearse y tirar de tu carne sensible.

Te paso la mano entre las piernas y me encuentro que ya empiezas a estar húmeda. Te doy la vuelta para ponerte de cara a la puerta. Me acerco a ti desde atrás, te rodeo con la mano y empiezo a masajearte suavemente el clítoris. Justo cuando empiezas a gemir y retorcerte retrocedo y... ¡PLAS! ¡PLAS! ¡PLAS! ¡PLAS!

Saltas y te retuerces por el calor de tu culo, y las pinzas de los pezones oscilan y rebotan, proporcionando un interesante contrapunto a la azotaina.

Me acerco de nuevo y puedes sentir la erección en mis pantalones contra tus cálidas nalgas. Te rodeo con la mano y continúo con el masaje del clítoris.

Cuando parece que estás empezando a disfrutar de nuevo me echo atrás rápidamente y... ¡PLAS! ¡PLAS! ¡PLAS! ¡PLAS! Y otra vez tus pezones soportan el maltrato añadido de las pinzas rebotando.

Vuelvo a mis caricias en el clítoris. Esta vez utilizo las dos manos, con una separo los labios y los dedos de la otra circundan ligeramente y acarician la cabeza del clítoris. Justo cuando estás empezando realmente a mover vigorosamente las caderas contra mí sientes de repente el agudo mordisco de una mordaza en el clítoris. Das un alarido porque el mordisco repentino te pilla por sorpresa.

Me echo hacia atrás y empiezo a palmearte el culo. Te pregunto si puedes correrte solo con la sensación de las pinzas en el clítoris y los pezones. Como creo que puedes tener dificultades empiezo a azotarte de nuevo para añadir un poco de impulso a los rebotes.

¡PLAS! ¡PLAS! ¡PLAS! ¡PLAS! ¡PLAS! ¡PLAS! ¡PLAS! ¡PLAS! ¡PLAS! ¡PLAS!

Esta vez gimes y lloras mientras la combinación del dolor y placer te empujan lentamente hacia el pico. Puedes sentir el calor que irradian las nalgas como un rayo de sol. De repente dejo de azotarte y me acerco de nuevo. Te rodeo con la mano y, tocando solo la pinza del clítoris ligeramente, la muevo rápidamente de un lado a otro durante un momento y luego la suelto del clítoris. Pellizco el hinchado botón entre los dedos y, después de humedecerme el dedo, acaricio ligeramente la cabeza. ¡El brusco retorno de la circulación y la sensación sobre la sensible cabeza del clítoris te lanza por encima del borde y sollozas mientras el orgasmo se adueña de ti!