Encuentro 2

Segunda sesión

Encuentro (2)

============

Título original: Encounter 2

Autor: Hot Doggie gamma_assassin@hotmail.com

Traducido por GGG, enero 2000

Sí, mantengo el copyright...

Pienso que esta vez empezaremos con un poco menos de ropa. Cuando llego, tienes puesto sólo un par de calzones de deporte sueltos y una camiseta blanca de hombre - sin ropa interior. Creo que tenemos algún asunto pendiente de nuestra última sesión - llevabas sostén y seguiste haciendo ruido cuando te había dicho específicamente que "sufrieras" en silencio.

Primero te llevaré a la cocina. Hago que te quites los calzones y te quedes de pie con las manos detrás de la cabeza. Mientras examino el vello de tu coño percibo un poco de pelusa. Te he pedido que mantengas tu coño rasurado y creo que tendremos que tratar tu desobediencia tan pronto como demos cuenta de la pelusa.

Doblo una toalla de baño y hago que te sientes en ella sobre la encimera de la cocina, junto al fregadero. Es estrecho y no especialmente cómodo pero hago que te tumbes de espaldas con una de tus piernas en el fregadero y la otra apoyada contra un armario. Esto me permite acceder a tu coño. Cojo la maquinilla eléctrica de mi bolsa y afeito cuidadosamente tu coño. Una cuchilla de afeitar nueva hace mejor el trabajo pero la eléctrica tiene otras ventajas. La vibración del zumbido de la maquinilla cuando la deslizo a lo largo de los labios empieza a excitarte pero mantengo con cuidado un toque ligero para que no puedas recibir una sensación fuerte de esto. Se hace rápidamente porque el proceso se necesita solamente para eliminar la leve pelusa.

Cuando termino, me vuelvo hacia el grifo y ajusto la temperatura. Te digo que utilizaré la manguera del fregadero sobre tu coño para eliminar el vello restante del afeitado. Desde luego, tengo que hacer un trabajo REALMENTE bueno de modo que abro tus labios con mi mano izquierda y paso el atomizador arriba y abajo por tu raja. Empleo mucho tiempo en la parte de arriba y... ¿Qué es esto?

El atomizador golpeando tu clítoris parece que te está poniendo caliente. Veo que el pequeño bulto empieza a hincharse y entonces noto que late una vez y luego una segunda.

Te estás poniendo tan caliente. Puedes sentir que el orgasmo se aproxima... De repente me detengo y corto el agua. Gimes de frustración y tu mano se mueve inconscientemente hacia tu coño.

Agarro tu mano y te digo que sólo las chicas malas juegan consigo mismas. Puesto que, obviamente, eres una chica mala, necesitarás ser tratada como una de ellas. Te llevo a nuestra cama y te digo que te tumbes en la cama boca abajo. Te pongo una esposa en la muñeca derecha y luego otra en la izquierda. Cuando oyes el clic metálico de los cierres, tu corazón se acelera y puedes sentir el pulso latiendo en tu cuello.

Aplico la cuerda fina a los cierres de las esposas. Busco un sitio para atarla y decido pasarla completamente alrededor de la parte de arriba de la cama. De esta forma no es necesario tener un cabecero o unas patas en la cama, basta una cuerda larga. Sujeto tus manos esposadas a la cuerda, de forma que queden por encima de la cabeza apuntando hacia las esquinas de la cama y aunque no puedes escapar, la cuerda da juego suficiente para que puedas mover algo tus brazos.

A continuación coloco las esposas de los tobillos. Te separo las piernas y paso la cuerda por los pies de la cama de forma similar a la cuerda de las muñecas. Cuando termino tus piernas están abiertas y tú formas una X, boca abajo en mitad de la cama. No te he vendado los ojos porque quiero que veas esta parte de la sesión.

Me siento en la cama a tu lado. Me echo encima y empiezo a recorrer ligeramente mis dedos por la parte interior de tus muslos. Te toco tan ligeramente que a veces te anticipas a un toque que no se produce. Me acerco a tu coño, pero justo antes de alcanzar tus labios me paro y retrocedo hacia tus rodillas. Estás empezando a retorcerte y veo que podrías restregar tu clítoris contra la cama si quisieras.

Doblo una de tus almohadas y, pasando mi mano por debajo de ti, te hago levantar las caderas para poder deslizar la almohada bajo tu cuerpo. Esto te deja en una posición interesante - no totalmente estilo perro, sino con las piernas completamente abiertas y el culo elevado en el aire. Te explico que esto me proporcionará un mejor "blanco".

Me siento en la cama y de nuevo continúo con mis caricias en el interior de tus muslos. Empiezas a gemir un poco y a intentar curvarte hacia la cama pero la almohada evita que consigas presión donde la quieres. Miro entre tus piernas y puedo ver que tu coño está bastante sonrosado por la sangre difundida.

Te explico que hasta que mejore tu comportamiento, continuaremos teniendo sesiones como esta para disciplinarte. Pongo mi dedo ligeramente contra tu coño y noto que los labios se han separado. Tu lubrificación me permite deslizar el dedo arriba y abajo por la raja.

¡PLAS! Sin avisar, bajo mi mano a tu trasero. La huella sonrosada de mi mano me mira ferozmente desde tu nalga. ¡PLAS! La otra nalga recibe el mismo tratamiento. ¡PLAS! ¡PLAS! ¡PLAS! ¡PLAS!

Mientras te azoto, continúo acariciando ligeramente tu coño. Traslado gradualmente mis caricias por la raja hacia arriba, a tu clítoris. Las ligeras caricias juguetean - no dan realmente una estimulación verdadera. El placer de la caricia no es suficiente para distraerte del dolor de los azotes.

Tras diez golpes en cada nalga me paro. Tu culo tiene un color morado rosáceo y está bastante caliente al tocarlo. Te digo que vas a recibir cinco más en cada carrillo pero que necesitamos prepararte. Me oyes hurgar en mi bolsa pero no puedes ver lo que estoy haciendo. Luego oyes un "run". ¿Qué puede ser eso?

De repente sientes una presión contra la abertura de tu coño. Lentamente deslizo el consolador hacia atrás y hacia delante, metiéndolo suavemente en tus profundidades. El tacto del consolador es suave y parece "dar" ligeramente cuando se flexionan tus músculos. Luego escuchas el zumbido...

La suavidad del consolador empieza a retorcerse en tu coño. Las diminutas rugosidades dentro de la cubierta suave acarician la entrada de tu vagina mientras el zumbido empieza a proporcionar placer. De repente sientes la exquisita vibración en tu clítoris. El consolador tiene un apéndice que permite que tu coño y tu clítoris sientan conjuntamente la vibración.

¡PLAS! ¡PLAS! Cada nalga, una tras otra. Esta vez la sensación en tu coño es más que adecuada para superar el dolor de los azotes. Tus caderas empiezan a menearse y puedes sentir la llegada de la onda. ¡PLAS! ¡PLAS! ¡PLAS! ¡PLAS! ¡PLAS! ¡PLAS! Luego nada...

¡He apagado el vibrador! Retiro el consolador de tu coño y me oyes caminar hacia la cocina. El agua golpea en un vaso y mis pisadas vuelven a la habitación. Te explico que tenía sed y que no debes olvidar que te esperan más azotes...

Te digo que vamos a situarnos de forma más cómoda - ¡para mí, no para ti! Te explico que mientras nos movemos no te toques salvo que te lo mande específicamente.

Te desato las manos y los pies y te digo que te levantes. Nos trasladamos al salón. Te digo que te quites la camiseta. El frío y el saber lo que te espera (por no mencionar tu reciente casi-orgasmo) han hecho que tus pezones se pongan tiesos y crezcan, y se han oscurecido ligeramente.

Te digo que te sientes en el sofá con el culo justo en el borde. Te empujo sobre la espalda de modo que tu cabeza se coloque contra los cojines traseros. Levanto tu pierna izquierda, y, moviendo tu muñeca izquierda por dentro de tu rodilla, esposo juntos tu muñeca y tu tobillo. Hago lo mismo con tu muñeca y tobillo derechos. Con los brazos dentro de las rodillas no puedes cerrar las piernas pero de todas formas coloco la barra extensora. La sitúo entre tus tobillos para mantenerlos separados a la distancia apropiada. Paso un lazo de cuerda sobre la parte de atrás del sofá hasta la barra expansora. Esto te obliga a retorcerte un poco sin permitirte cerrar las piernas y también proporciona algo de soporte a tus piernas. Tus pechos quedan expuestos a mis atenciones y tu coño y tu culo resultan completamente vulnerables. Te vendo los ojos para que no puedas anticiparte a mis acciones.

Sientes como mis dedos comienzan la conquista de tus pezones. De nuevo recorro suavemente tus costillas, quedándome en los lados de tus pechos, lejos de los pezones. Lentamente hago el camino hacia las presas encaramadas en sus montículos de bella carne de mujer. Tomo entre mis dedos tu pezón izquierdo y sientes la tensión cuando tiro de él, estirándolo ligeramente de su posición de reposo. Cuando empiezas a retorcerte, los giro levemente hacia atrás y hacia delante.

Tras lo que parece una eternidad, pero no lo es tanto, me traslado al otro. Recibe el mismo tratamiento, y repito el proceso atrás y adelante. Después de que esto continúe durante varios minutos y cada pezón sea trabajado varias veces, sientes las pinzas aplicadas a ellos. La presión del pellizco resulta exquisita pero no he tocado tu coño en lo que parecen horas y lo necesitas. Casi has alcanzado el orgasmo un par de veces y ahora mis servicios a tus pezones mantienen tus jugos cociéndose a fuego lento. Empiezas a trabajar las caderas, aunque en la posición actual no puedes hacer nada para aliviarte a ti misma.

Te explico que de nuevo eres una chica traviesa y necesitaremos trabajar sobre eso algo más. De nuevo me oyes hurgar en el interior de mi bolsa. Esa sensación en tu coño... ¡Oh, es la pluma!

En tu posición actual los labios de tu coño están completamente abiertos y puedo ver que tu clítoris está erecto. Empiezo el lento recorrido de tus labios con la pluma. La mantengo alejada de tu clítoris porque puedo verlo palpitar y crecer aún más. Trabajo con cuidado con la pluma arriba y abajo por tus labios. Voy hasta el agujero de tu culo y veo el esfínter tenso cuando lo cosquilleo. Arriba y abajo por tu raja, trabajando de lado a lado en ambos labios - pero sin acercarme nunca a tu clítoris.

Empiezas a gemir nuevamente y te digo que estés callada. Sin embargo continúas gimiendo y empiezas a menear las caderas.

Te digo que serás castigada por tu insolencia y la pluma detiene su avance a través de tu coño. Me oyes levantarme e ir al baño antes de volver. Te explico que esta fase del "castigo" servirá también como experimento para sesiones futuras.

Otra vez escuchas el "run" seguido de la presión en tu coño. El consolador es delgado y curvo, lo que, combinado con la lubrificación que has estado produciendo durante casi una hora, le permite deslizarse con facilidad. Puedes sentir su presión contra la apertura, además de en la superficie anterior de tu vagina. Te pregunto si has tenido alguna vez un orgasmo de punto G pero antes de que puedas contestar te digo que no importa porque si puedes tenerlo este chisme te producirá uno.

Oyes un clic, seguido inmediatamente por la fuerte vibración de una vara vibradora presionando el interior de tu coño. Cuando empiezas a retorcerte, oyes otro "run", pero antes de que puedas empezar tus protestas de que no lo quieres en el culo, sientes una presión en tu clítoris. De repente la presión se convierte en un movimiento rápido. La aplicación del oscilador sobre tu clítoris y las vibraciones poderosas de la vara vibradora dentro de tu coño te empujan con rapidez hacia la cumbre que has estado implorando.

Cuando siento que tu orgasmo se aproxima, desconecto los dos aparatos y te recuerdo que si te corres sin mi permiso, se requerirá un castigo adicional. Gimes y te arqueas sobre el vibrador todavía enterrado en tu vagina pero ¡quieres que vuelvan las vibraciones! ¡Necesitas correrte ahora!

Retiro el vibrador de tu coño y me oyes volver  a la cocina. De nuevo me tomo un vaso de agua helada. Me oyes sentarme y casi puedes sentir mis ojos ardiendo en tu cuerpo desnudo. Las cadenas de las pinzas colocadas en tus pezones suenan obscenamente cuando te mueves. Tu coño está completamente pelado, abierto y sensitivo a cualquier cosa que se mueva a su través. Nunca te has sentido tan expuesta. Pero sientes que tu orgasmo empieza a desvanecerse... ¡Casi lo tuviste!

Me levanto y vuelvo a mi posición entre tus piernas. Reinserto la vara y arranco de nuevo los aparatos. El oscilador no vibra - gira de lado a lado, provocando sensaciones clitoridianas distintas a las de un vibrador. El vibrador de tu coño te está haciendo sentir la necesidad de mear pero se convierte en un sentimiento de placer diferente.

Nuevamente estás casi en la cima, detengo los aparatos y dejo que te enfríes. La frustración es casi excesiva para ti y maúllas como un gatito con tus caderas encorvándose contra el aire.

Continúo de esta forma durante seis ciclos más. Cada ciclo es un poco más corto y el tiempo de espera un poco más largo. Tengo que prestar una atención especial ahora puesto que costaría menos llevarte hasta los reinos del placer.

Inmediatamente después de que haya desconectado los aparatos la sexta vez, sientes una sensación intensa, casi ardiente en tu coño. Como ahora no piensas con claridad, tomas como sensación de agua fría corriendo por tu culo abajo cuando en realidad te estoy pasando un cubito de hielo por el interior de los labios abiertos de tu coño. Retiro hacia abajo la piel del prepucio de tu clítoris para exponer tanto como sea posible la cabeza clitoridiana. La toco ligeramente con el cubito de hielo y gimes cuando sientes la sensación casi abrasadora en tu parte más sensitiva.

Luego sientes calor cuando te cubro el coño con mi mano. Mientras mantengo allí la mano sin moverla puedo sentir tu clítoris palpitando. Muevo la mano con cuidado, de modo que sientas su calidez sin el más ligero roce.

Empezamos de nuevo con el vibrador y el oscilador. Justo cuando parece que estás llegando al máximo, los apago... Pero esta vez, en vez de retirarlos, los conecto de nuevo tras sólo unos quince segundos. Pienso que el orgasmo debe ser bastante intenso mientras te observo agitarte y gemir.

Y a propósito... ¡Aún no hemos terminado con los azotes!