Encontrando El Amor En Una Bestia
Buscando amor me encontre a alguien que me dio mas que eso, y a la vez me hizo sentir la hembra mas impúdica del mundo.
Primero que nada debo decir que soy una mujer muy arrecha y generosa, tal vez un poco promiscua o hasta ninfómana, y creo que esto se debe a la reprensión a la que estuve expuesta en mi edad de maduración sexual. Mi nombre es Laura, tengo 54 años y me he divorciado en cuatro ocasiones debido a que nunca obtuve la satisfacción que hasta hoy he encontrado, además de que nunca pude concebir un hijo por problemas con mi matriz; para que se den una idea de mi fisonomía, soy una mujer de cabello corto, castaño, y ondulado, caucásica, un cuerpo bastante en forma para mi edad, con pancita bastante firme, un culo rellenito, una talla no tan alta de estatura, unas cuantas arrugas en mi rostro y manos, discernidas por unas cuantas pecas que abarcan gran parte de mis pronunciadas tetas y otras partes de mi cuerpo, mis pezones son grandes y casi nunca llevó sostén porque me gusta mostrarlos mientras se marcan debajo de mi ropa, me complace ver a los hombres admirando mi maduro cuerpo, pero me fascina mas cuando son las mujeres las que lo hacen; Fui criada en un convento de monjas, con normas altamente estrictas, en el que viví el maltrato de las superioras y observe la lujuria, la inmoralidad y el bacanal pecado en todo su esplendor, hasta que a los 19 años me escapé de ese horrible lugar con una amiga, que pronto se convirtió en mi fiel confidente, y juntas comenzamos a vivir la vida sin mesuras, con amplio libertinaje y desenfreno carnal entre las dos. Esto que estoy por relatar me sucedió hace aproximadamente 1 año.
Como ya les dije antes me divorcie 4 veces y nunca logré tener el hijo que siempre desee, al contrario de mi amiga que tiene una hija de quien soy madrina. En momentos pensé adoptar un niño del hospital donde trabajaba de enfermera, pero en su lugar adopte un hermoso Labrador blanco de casi dos años al que llamé Bony y del que pronto me encariñe; lo bañaba, lo alimentaba y como era esclavo a la lactosa siempre le daba su leche a beber, le compraba juguetes y hasta le instale un gimnasio perruno en el jardín; aunque fue hasta un sábado que descubrí el verdadero amor que un perro le puede conceder a su ama. El reloj marcaba las 11 del día, los rasguños de Bony en mi puerta me despertaron y al ver la hora me levante de inmediato, mi pobre animalito tenía hambre y yo como cosa rara me había quedado dormida, llevaba puestas unas bragas moradas que contenían un poco de flujo emanado durante la noche, y una blusa rosa muy fina de tirantes con un escote muy pronunciado donde sobresalían mis duros y friolentos pezones. Cuando abrí la puerta mi hermoso labrador comenzó a agitar su rabo con gran júbilo, le clave un beso en su hocico sin morbosidad, como siempre lo hacía, me dirigí a la cocina un tanto sonámbula con Bony siguiéndome por detrás, baje las gradas, entré a la cocina, y me agache a llenar su plato con concentrado y leche, pero de repente sentí la frialdad de su nariz cerca de mis nalgas olfateándome mientras me sostenía de cuclillas, de inmediato me paré alterada y confundida por lo que había sucedido, pero en las mismas, termine de llenar su plato con concentrado y me voltee para regresar a ordenar mi habitación, y de nuevo sentí el olfateo detrás de mí, así que le grité enérgicamente para que Bony retomara su desayuno lo que provoco una especie de pucheros efímeros en su rostro, eso hizo que regresara a abrazarlo y darle un nuevo beso de piquito. Salí de la cocina y regresé a mi habitación para ordenarla, pero el agotamiento en mi cuerpo ganaba, sin pensarlo dejé caer mi ser en la cama deshecha, y me recosté sobre las sabanas revueltas para descansar un poco más.
Unos minutos más tarde sentí nuevamente la frialdad de la nariz de mi Bony hurgando muy cerca de mis maduros muslos, al parecer las feromonas de mis bragas estaban inherentes a la nariz de mi can, lo que no me pareció tan malo sino gracioso, aunque sabía que lo mejor era darme un baño y cambiarme de ropa, así que dejé pasar unos segundos más hasta que finalice mi distención; cuando estaba a punto de levantarme, por la inercia de mi movimiento abrí mis piernas y al mismo tiempo sentí una mojada y rugosa lengua sobre mi coño que hizo estremecer mi cuerpo, abrí mis ojos y vi a Bony delante de mí, nuevamente tres lengüetazos férreos y continuos, me hicieron tener una sensación indescriptible haciendo que mojara la seda de mis bragas en su totalidad, culpa de la baba de mi enorme perro impudoroso que me hizo exacerbar mi cuerpo, me hizo sentir una gran necesidad por colmar mis apetencias sexuales que se habían encendido y poco a poco se agravaban por los imparables e indirectos lengüetazos en mi coño. Repentinamente me dejé llevar y volqué mi cuerpo hacia atrás para por fin revolcar mi cuerpo en la lujuria, la lógica ya no cabía en mi cabeza, simplemente quería satisfacer mi fogosidad a como diera lugar, como pude levante mis anchas caderas y desesperada saqué mis pantis empapadas con muchos flujos que se confundían con la baba perruna, mi vulva estaba muy hidratada y mis labios muy inflados conteniendo la libido de todo mi ser, hasta que sentí la aspereza de una lengua bestial en toda su plenitud abarcando gran parte de mi sexo, sensación que me hizo convulsionar y delirar hasta que no pude contenerme más, comencé a resoplar la lascivia que almacenaba muy dentro de mí, estaba disfrutando los amplios lengüetazos que cubrían mi vagina y hasta una parte de mi ano, mi cuerpo no aguantaba más, mis resoplos se fueron convirtiendo en gemidos más intensos que se escapaban de mi boca entreabierta, los dedos de mis pies se engarrotaban al sentir su afelpado pelaje rozar el interior de mis muslos, mi cadera se tensaba, mi cabeza se revolvía entre las sabanas y Bony lamia con mucha agilidad, voracidad, y glotonería mi vulva, hasta que sentí colapsar la libido de mi cuerpo, liberándose por cada parte de mi coño mientras gemía con mucha intensidad, llegando al éxtasis total que culmino con una serie vehemente de espasmos mientras me iba resbalando desde la orilla de mi cama, dejando caer mis desnudas y maduras nalgas sobre el frio piso de mi alcoba.
En ese mismo momento me sentía extenuada, poco podía razonar con mi respiración agitada y la sensación de satisfacción derramándose de mi coño, mi Bony trataba de olisquear mi cuerpo casi agotado, y al ver a mi labrador tratando de atenderme de nuevo, me excité de sobremanera. Esperando disfrutar del mismo placer experimentado minutos antes poco tardé en separar mis piernas de nuevo, y Bony en acercarse a deglutir la pulpa de mi vagina que ya estaba tan abierta como una flor bien nutrida. De inmediato logre notar una roja, magna y jugosa estaca sobresaliendo entre las patas de Bony, y sin vacilar me acerque hasta él para sobar y admirar su desfundada verga canina nunca antes vista por mis ojos, que ante mi lubrica curiosidad llevé hasta mi boca para degustar su insípido falo mientras mi peludo labrador se mantenía inerte a los movimientos de mi lengua y boca; segundos después traté de levantarme para volver a la cama, pero de inmediato sentí las patas de Bony rodear mi cintura y su fuerza me hizo caer bocabajo nuevamente al suelo, la desesperación de la lujuria me hizo alborotar mi cuerpo, y sin pensarlo dos veces saqué mi blusa y comencé a fregar mis maduras tetas con una de mis manos mientras que con la otra sostenía mi cuerpo y el peso extra de mi hermosa bestia canina que me tenia apresada con sus patas delanteras, a la vez que mi can agitaba incontrolablemente sus caderas adelante y atrás. Yo sabía muy bien lo que Bony trataba de hacer, pero la mínima cordura que me quedaba no era suficiente como para detener la lujuria que me prohibía desaprovechar la oportunidad que tenía en ese momento, así que yo misma me agaché instintivamente un poco más, a modo de levantar mi culo y dilatar mi vulva un poco más a pesar de que Bony estaba clavando sus garras en mis carnosas nalgas, como era de esperarse en la siguientes embestidas su esplendorosa polla se clavo en la entrada de mi vagina, aunque poco tardo allí, pues ante el desenfreno de Bony pronto se salió de mi cavidad así que con mucha convicción pase mi mano hacia atrás para buscar la estaca de Bony y cuando lo encontré, en su efecto, estaba más tieso y jugoso que antes, y espontáneamente lo conduje hasta mi pepita donde entro deslizado y sin problemas hasta lo más profundo de mis entrañas, de inmediato sentí una sensación inexplicable e hizo que mis ojos se cerraran y mi coño se apretara, seguido de continuas embestidas que hacían exaltarme aprisionando la verga canina con mi mano, rindiéndome al delirio que ese verdadero macho como ninguno estaba provocando dentro de mi pecaminoso cuerpo.
Bony comenzó a jadear y yo a gemir pues ambos estábamos sirviéndonos del jamón del otro, su hueso humedecía cada vez más mis paredes vaginales y sus embestidas llevaban cada vez más profundidad, sentir su pelaje y su baba caer sobre mi espalda, me estaba volviendo loca, tenía ganas de abrazarlo con mucha intensidad sin sacar su magno aparato dentro de mí, pero su fornido cuerpo peludo era evidente y no dejaba acomodarme, Bony era mi verdadero macho, era mi amante, y aunque me sentía como una verdadera perra en celo copulando con un animal lo estaba disfrutando, mis suspiros se volvían asequibles y acelerados, y las embestidas bestiales de Bony eran cada vez mas desmesuradas y agobiantes, el movimiento de su cadera era muy raudo y producía mucho deseo en mí, comencé a pellizcar muy fuerte mis pezones mientras me restregaba mi clítoris y esperaba susceptible mi orgasmo tratando de liberar la fogosa lascivia que se mantenía almacenada en toda mi vulva. Yo retorcía mi cuerpo de gozo deleitándome del miembro viril de mi macho como una verdadera hembra impura, el choque de sus testículo en mi culo me subía la temperatura y el sonido de choque dentro de mi mojada vagina era indiscutible, mi vagina estaba muy viscosa y me sentía derretir ante la sensación de querer acabar y no poder, Bony se estaba aprovechando de mi indecorosa pepita hasta que comencé a sentir mis apetencias recorrer mi útero, las paredes vaginales absorbían el tronco canino de mi amante, y sin arrepentimiento me deje llevar, mis gemidos se escuchaban con mayor fuerza, la piel se me erizo, el sudor me inundo, y mis movimientos eran muy agitados. Estaba experimentando un verdadero, arduo, e incontrolable frenesí inimaginable que me hacia delirar, mi respiración estaba acelerada disfrutando de la verdadera lubricidad, y cuando creí que todo había terminado comencé a sentir mi vulva dilatarse, y una bola de carne queriendo entrar por mi coño, mi cuerpo se abrazo a la orilla de la cama ante la voluptuosidad y el dolor que estaba sintiendo, mi coño se comenzó a descargar de tanto placer retenido, era una sensación de lucidez y éxtasis, hasta que sentí el aglutinamiento de su verga dentro de mi pulpa, en un momento tuve el sentimiento de pavor porque no sabía lo que ocurría, hasta que comencé a sentir vehementes chorros de esperma chocando literalmente dentro de mis paredes vaginales y llegando hasta mi matriz, una polución que me dejo asombrada, y provoco en mi un nuevo e intenso orgasmo que me llevo al éxtasis total al sentir como su leche fructífera se derramaba a lo largo de mis piernas, nutriendo así la masa carnosa más profunda de mis entrañas, lo que provoco en mi una fuerte serie de espasmos que remataron el maravilloso festín en el que había regocijado mi cuerpo, mientras mi honrosa bestia se mantenía abotonado a mí con su palpitante falo, enlazando culo con culo nuestro depravado acto pasional.
Minutos después un fuerte chasquido se escucho dentro de la habitación después de sentir en mi coño un fuerte tirón de Bony que me hizo tener la leve sensación de estar vacía, yo caí rendida sobre el suelo, y una gran cantidad más de leche se derramo sobre el piso. Bony se acerco nuevamente a donde yo estaba y comenzó a lamer mi viscosa vagina, yo me di la vuelta, me senté y lo abrace con mucha gratitud y ternura, pues me había hecho sentir la hembra que ningún macho me había hecho sentir en años. Luego me levante del suelo con mucha euforia y me lance en la cama, a pesar de que aun estaba goteando esperma, invite a mi apacible bestia a que se subiera a mi lecho, lo abrace y nos quedamos dormidos toda la tarde y no volví a atender a mi amado macho hasta en la noche. En ese momento me sentía la perra más sucia del mundo, aunque en realidad nunca sentí culpa, y luego comprendí que el regocijo que te puede dar un perro es irracional para muchos, pero una satisfacción quien lo disfruta.