Encerrona a mi mujer.

Me apetecía ser penetrado por un hombre, a la vez que yo lo hacía con Raquel. Hacer el tren como le llaman vulgarmente. Yo había probado aquello con mi prima y su marido, cosa que conté en otro relato, pero ahora soñaba con tener esa experiencia con mi mujer.

Después de un año dentro del mundo de los intercambios de parejas, Raquel y yo habíamos probado muchas cosas nuevas que nos habían encantado, véanse mis relatos anteriores.

Pero había algo que me daba mucho morbo, y no habíamos hecho todavía.

Me apetecía ser penetrado por un hombre, a la vez que yo lo hacía con Raquel. Hacer el tren como le llaman vulgarmente. Yo había probado aquello con mi prima y su marido, cosa que conté en otro relato, pero ahora soñaba con tener esa experiencia con mi mujer.

Nunca vi en ningún local de intercambio a dos hombres teniendo sexo entre ellos, por lo que no veía apropiado intentar aquello en los locales que frecuentábamos. Por mi cabeza rondaba la idea de invitar a otro hombre a tener sexo en mi casa.

Mi mujer no sabía aún nada de mi bisexualidad, ni de que había tenido relaciones con otros hombres, por lo que no encontraba el modo de decirle abiertamente que quería invitar a un hombre a follar con nosotros en nuestra propia cama.

Pensé que para conseguir mi objetivo debería engañarla un poco, hacerle una pequeña encerrona, y luego ya veríamos qué pasaba. Durante aquellos días mi cabeza era un hervidero, inventando estrategias nuevas y descartando otras.

Sabía de un amigo de intercambios que quizá accedería a cumplir mi fantasía.

Recordaba que una noche en la cual estábamos los dos matrimonios juntos viendo una película porno, antes de tener sexo entre nosotros, confesó que a veces le apetecía tener sexo con otro hombre.

Pero le apetecía tan solo cuando se encontraba muy caliente, y ver como un hombre eyaculaba era algo que le encantaba.

Yo también pienso que ver una polla escupiendo semen es un espectáculo maravilloso.

Así que decidí dar el paso, y quedamos una tarde en un bar para hablar y tomar algo juntos.

Tuve que armarme de valor para explicarle el motivo de mi llamada. Tenía miedo de que rechazara mi oferta, y también de que se burlara de mí por querer tener su polla en mi interior.

—Bueno, Victor, te he llamado porque quiero proponerte algo, aunque se me hace difícil hacerlo.

—Tu dirás, me tienes intrigado.

—Pues se trata de que una noche, estando los cuatro juntos, dijiste que a veces te apetecía tener sexo con un hombre.

—No lo recuerdo, quizá había bebido demasiado, pero a mi no me gustan los hombres. —Su cuerpo se tenso, poniéndose a la defensiva, temí que la conversación acabara allí.

—No, espera no te precipites, no pretendo que tu y yo tengamos una relación, no es eso.

—¿Entonces qué es?

—Bueno, llegados a este punto me voy a sincerar contigo, y explicarte de que se trata. Aunque me temo que no aceptarás. Yo he tenido relaciones con otros hombres, es algo que llevo en secreto desde hace años, Raquel tampoco sabe nada de ello.

—Vaya nunca me hubiese imaginado que te gustaban los hombres.

—No es exactamente así, es difícil de explicar, no me gustan los hombres, me gustan las pollas, y sobre todo tenerlas dentro de mí.

—Bueno, y que quieres de mí, —Sonreía.

—Por favor no te rías de mí, me ha costado mucho dar este paso.

—No me rio de ti, solo estoy sorprendido.

—Se trata de que desde hace mucho tiempo tengo la fantasía de ser follado mientras yo lo hago a la vez con Raquel, pero ella no sabe nada de mi bisexualidad, y no me atrevo a pedírselo abiertamente.

—Resumiendo, que quieres que sea yo quien te la meta por el culo.

—Algo así… Aunque confío en que lo cuentes a nadie.

—Pues sabes, me he puesto cachondo con la idea, he probado el culo de muchas mujeres. ¿Por qué no probar el de un hombre? Puede ser divertido. Por lo demás no te preocupes, sé guardar un secreto.

—Entonces te parece bien que tracemos un plan para cumplir mi fantasía.

—Podemos intentarlo.

—Lamentablemente, creo que no podemos incluir a tu mujer en esto, al menos por esta vez.

He pensado que una noche podrías venir a cenar a mi casa, y luego intentaremos que ocurran cosas…

—Tendrá que coincidir con alguna noche en la que Dori tenga guardia en el ambulatorio, y que sea un día de fin de semana. — La mujer de mi amigo era enfermera en un ambulatorio de su ciudad.

— Pues entonces confío en que me llames, si conseguimos llevarnos a Raquel a la cama, lo demás puede salir bien.

Pasaron dos semanas, pensé que Víctor se había olvidado del tema, o bien se había arrepentido.

Pero un viernes por la tarde sonó mi teléfono, y era él quien llamaba.

— Hola Toni, Dori tiene guardia este sábado por la noche, si te parece bien…

— Estupendo, pasate por mi casa el sábado por la noche, y con el pretexto de que estás solo en casa te quedas a cenar, y luego ya veremos que se puede hacer. — Dori y Víctor no tenían hijos, por lo que no había problema en ese sentido.

Sobre las ocho de la tarde del sábado oímos el timbre de la puerta, Raquel fue a abrir.

— Hola Víctor, que sorpresa, no esperaba verte.

— Hola Raquel, pues ocurre que como esta noche estoy solo en casa, he pensado venir a haceros una visita. — Tras los besos de rigor, Raquel añadió:

— Pasa, Toni esta en el salón, estamos viendo la tele.

— Hola, buenas noches. Como le he dicho a tu mujer, estaba aburrido en casa y he decidido venir a veros.

— ¿Y Dori, dónde esta?

— Tiene guardia esta noche en urgencias. Espero por su bien que la noche sea tranquila.

— Cariño, esta noche no tengo ganas de cocinar. ¿Por qué no encargas algo de comida preparada? Y Víctor se puede quedar a cenar con nosotros si quiere.

— Me quedaré encantado, gracias.

Por el momento todo estaba saliendo según lo previsto, media hora después llegaba el repartidor con el encargo. Cenamos viendo la televisión entre bromas y risas. Yo abrí una botella de vino para la ocasión, y para intentar que Raquel bebiese alguna copa, aunque ella era reacia a beber, el alcohol se le subía muy pronto a la cabeza.

Y así fue, cuando había bebido media copa, ya no dejaba de reír.

— Voy a preparar café. — Dijo Raquel, se dirigió a la cocina. Yo la seguí con una bandeja llena de vajilla sucia.

Víctor se levantó para ayudarme, pero le hice una señal, indicando que se quedara allí sentado. Tenía que hablar con mi mujer a solas.

Dejé la bandeja sobre la mesa de la cocina y acercándome por detrás, cogí a Raquel por la cintura y le di un beso en el cuello.

— Vaya, ¿Como te has vuelto tan cariñoso así de pronto?

— ¿Que te parece si le decimos a Victor que se quede aquí esta noche?

— No veo por qué debe quedarse aquí, supongo que querrá dormir en su cama.

— Hemos bebido vino, y ahora tomáremos alguna copa, y como vive a unos diez kilómetros de aquí…

— ¿Pero le has preguntado si quiere dormir aquí?

— Aún no, primero quería consultarlo contigo.

De vuelta al salón nos sentamos los tres frente al televisor. Tomamos el café y nos servimos unas copas de brandy, y una copa de licor suave para Raquel. Conseguimos que la bebiera a pesar de su reticencia a beber alcohol.

— Juan, hemos pensado que te quedes a dormir aquí si quieres, es peligroso conducir tras haber bebido.

— Me da algo de corte abusar de vuestra confianza.

— No te preocupes hay una habitación libre, no es ningún problema, y así nos quedamos más tranquilos que si te vas. — Añadió Raquel.

— Bueno, entonces me puedo servir otra copa.

Le imité, pero no conseguimos que Raquel siguiera bebiendo.

Ahora venia lo más difícil, como conseguir terminar los tres en la cama.

Así que para calentar el ambiente recurrí a un clásico, el juego de las prendas.

— Podríamos jugar a algo para entretenernos. — Propuse.

— ¿Como que? — Preguntaron casi al unísono.

— No se si vais a querer, me apetece jugar a las prendas, un strip poker simplificado.

— Tu siempre pensando en lo mismo, además yo no quiero jugar. — Dijo Raquel.

— ¿Pero por qué no quieres? No es la primera vez que lo hacemos.

— Si pero esta vez soy la única mujer, me da corte desnudarme delante de dos hombres. Y si Dori se entera. ¿que va a pensar de mí?

— No creo que a Dori le importe. — Dijo ahora Victor. — Es solo un juego, además ya te he visto desnuda otras veces, y hasta hemos hecho el amor. No soy un extraño para ti.

— Es verdad, parezco tonta. — Se había ruborizado ligeramente. — En el fondo tengo miedo de lo que puedas pensar de mí, estando aquí sola con vosotros dos. Vaya tontería, no creo que esto cambie lo que ya pienses de mí.

— Pienso de ti lo mismo que puedo pensar de Dori, ni más ni menos.

— Bueno, creo que ya hemos debatido lo suficiente. — Y dejé un cubilete con dos dados sobre la mesa. — Propongo que quien saque un doble se quite una prenda. ¿Os parece bien?

Ambos sonrieron, y aprobaron con un movimiento de la cabeza. Me pareció ver una mirada de complicidad entre ellos dos. Me pareció normal, tenían recuerdos en común, al igual que yo los tenia con Dori.

Entre risas y bromas, pronto estuvimos los tres con el torso desnudo, pude ver con orgullo como Víctor devoraba las tetas de Raquel con la mirada. Dori, aun siendo una mujer preciosa no tenia los senos tan bonitos como mi mujer.

Víctor como en un susurro me dijo.

— Me encantaría tocarle las tetas.

— Díselo a ella, respondí con una sonrisa.

Miró a Raquel a los ojos, ella sonrió, vi una gran ternura en aquella sonrisa.

— Me las puedes tocar pero solo un poco, eso no es parte del juego, y vas a coger un calentón.

Víctor se puso en pie y se colocó detrás de Raquel, con sus manos masajeó aquellos pechos. Luego dio un beso a mi mujer en la comisura de los labios y se volvió sentar.

— Que tetas tan firmes y suaves tienes, como envidio a tu marido.

— Tampoco es la primera vez que se las tocas. — Dije riendo.

El juego siguió, poco después estábamos los dos hombres en calzoncillos. Y en la siguiente tirada le tocó a ella quitarse las mallas.

Mi amigo no apartó la vista ni un instante mientras lo hacía, a través de sus braguitas se adivinaba el vello de su pubis.

— Bueno, ¿Lo dejamos aquí ya? — Preguntó Raquel al volverse a sentar.

— Es muy temprano dije, terminamos de desnudarnos y páramos.

El primero en quitarse los calzoncillos fue Víctor, no pasó desapercibida para nuestros ojos la mancha de humedad que había en ellos. Cuando se los quitó vimos su glande mojado.

Entonces sentí como mi polla también estaba babeando dentro de mis calzoncillos.

Cuando me puse en pie para terminar de desnudarme, vi sus miradas clavadas en mi polla, ésta también estaba goteando.

Puesto que solo quedaba Raquel con el sexo cubierto, se quitó las bragas a petición nuestra, su coño se entreabrió al hacerlo, vimos que estaba muy húmedo, ella también parecía estar excitada.

Ahora venia lo más complicado, como llevarnos a Raquel a la cama. Pero para mi sorpresa, fue ella quien tomó la palabra.

— Bueno, y ahora que estamos los tres calientes. ¿Que hacemos?

— Pues lo que tu decidas. — Respondí.

— ¿Vosotros pensáis que soy tonta, verdad? ¿Es verdad lo que estoy pensando?

— ¿Y que estas pensando? Esto parece un juego de adivinanzas — Dije con risa nerviosa.

— He estado atando cabos, creo que todo esto estaba preparado. Pero quiero que seáis vosotros quienes me lo digáis.

— Y si te digo que tienes razón. ¿Que va a pasar?

— Que te diré que eres un cobarde por no pedirme las cosas abiertamente. Ya soy mayor para tomar decisiones, no necesito que empleéis estrategias raras conmigo.

— Fue idea mía, yo le pedí a Víctor que viniese para intentar hacer un trío contigo.

— Toni sabe cuanto me gustas, sabe que no me podía negar.

— ¿Y si ahora te lo pido por favor, accederás a que nos vayamos lo tres juntos a la cama?

— Cuando empezamos con el juego, intuí lo que llevabais entre manos, pero no supe decir que no, así que para que darle más vueltas. Aunque mañana me arrepienta, ahora quiero hacerlo, yo tampoco soy de piedra, y me he calentado con el jueguecito.

Venga, voy a lavarme y os espero arriba.

Nosotros nos lavamos los dientes y también la polla en el baño la planta baja.

— Vaya, como nos ha descubierto, dije a Víctor.

— Las mujeres son muy intuitivas, y además Raquel no es tonta.

— Bueno, — Dije en voz baja. — Antes de subir podemos pensar cómo lo vamos a hacer.

— Tu dirás…

— Me apetece que te la folles tu primero, mientras yo miro, me da mucho morbo pensar en verla gimiendo contigo. Cuando termines me la follo yo, y luego si ella quiere le hacemos una doble penetración. Luego, si todo va bien, me la metes mientras yo la follo por el culo.

— Pues vamos, estoy deseando.

En la habitación había una luz suave.

Raquel nos estaba esperando tendida boca abajo sobre la cama con la cabeza apoyada sobre sus brazos. Tal vez le daba un poco de corte estar boca arriba enseñando sus tetas y su coño.

Víctor se acostó a su lado, y su mano fue directamente a acariciarle el culo, Raquel Hizo rodar su cuerpo hacia él, quedando boca arriba. Mientras yo me sentaba en un pequeño taburete para ver el espectáculo.

Ahora eran sus tetas las que estaban de nuevo bajo las manos de mi amigo.

— Dios, que pechos tienes, — Le dijo en voz baja. — Como me gustaría que Dori los tuviese así.

— Por favor, no hables de ella ahora.

— Perdona, no sé lo que digo. — Y su boca fue a sellar los labios de Raquel.

Y de nuevo volvió a aquellos montículos, ahora con su boca chupando aquellos pezones color crema, y su lengua lamiendo cada centímetro de aquel pecho.

Los primeros gemidos empezaron a escapar de la boca de mi mujer. A la vez que que con voz ronca preguntó.

— ¿Que pasa, no vienes Antonio?

— Más tarde, prefiero disfrutar viendo lo que hacéis, si no te importa.

— Como quieras. — Fue una respuesta rápida, porque ya apenas podía hablar, Tenía la cabeza de Víctor entre sus piernas, y sin duda su lengua estaba recorriendo todo su coño.

— Sigue Víctor, sigue ahí con la lengua, que bueno, me muero de gusto…

El morbo que recorría mi cuerpo al escuchar la voz delirante de Raquel, es para mí imposible de describir. Creo que es algo que solo entiende quien lo ha vivido. Aunque entiendo que es difícil de asimilar para muchos hombres. ¿Como puedes sentir placer y alegrarte al

ver como tu mujer te pone los cuernos con otro hombre? Sin embargo es así, yo disfruto sabiendo que ella es feliz, nadie es propiedad de otra persona, y para mi eso forma parte del amor, los cuernos son otra cosa. Los cuernos son para parejas que no se quieren

realmente y buscan el placer de modo egoísta, por separado, y a escondidas, me parece muy triste.

— ¿Quieres que tela meta ya? — Preguntó Víctor, con su cabeza aun entre las piernas de Raquel.

— ¿No quieres te te la chupe primero?

— Si, claro, tengo tantas ganas que no había pensado en eso.

— Se inclinó sobre la polla de Víctor y se la fue metiendo despacio dentro de la boca, no sin antes apartar el pelo de su cara para que yo lo viese todo bien.

--Que puta es a veces-- Pensé riéndome interiormente.

Se la sacó varias veces de la boca para lamer el rojo capullo de mi amigo, el cual expulsaba liquido preseminal, y ella se lo limpiaba con la lengua, para luego volver a tragarse la polla tanto como podía. A la vez que él gruñía y resoplaba de placer.

— Vale Raquel, es suficiente, gracias cariño.

Ella se volvió a tender boca arriba y se abrió de piernas, replegando sus rodillas abriéndose al máximo para la polla de mi amigo.

El cuerpo de Víctor fue escalando hacia las colinas de Raquel, hasta acomodarse entre sus piernas a continuación empujó despacio a la vez un largo gemido escapaba de aquella boca de mujer.

Hasta que poco a poco fue empujando más fuerte y rápido, a la vez que los gemidos de ambos se iban confundiendo.

— Sigue, sigue, así fuerte. — Decía ella.

— Me yo a correr, no aguanto más Raquel, lo siento. — Las palabras de mi mujer habían provocado que Víctor no aguantara por más tiempo.

Unos últimos empujones, y los dos cuerpos quedaron quietos, en silencio mirándose a los ojos.

— No te has corrido Raquel, lo siento.

— No te preocupes Víctor, aun queda noche. — Respondió ella sonriendo.

Cuando el desmontó, ella fue al baño a vaciar su vagina de leche, se lavó y volvió a la habitación.

— Vamos ya estoy preparada para el próximo cliente. — Dijo riendo al tenderse sobre la cama con las manos detrás de la cabeza. Como posando para un desnudo de Amedeo.

— No me gusta que hagas esas bromas. — Dije en tono serio.

— Me gusta imaginar que soy una puta, y vosotros mis clientes, eso me excita. No lo he dicho en ningún otro sentido.

— Si es así lo comprendo, otra cosa sería que te sientas como una puta por nuestra culpa.

Víctor se había sentado ahora en el taburete, permanecía en silencio, sumido en la tristeza que sigue al coito. Pronto se le pasaría, solo era cuestión de que ahora nos viese a nosotros en acción.

Acostado al lado de Raquel, hice rodar mi cuerpo para quedar sobre ella, procurando no agobiarla con mi peso.

— ¿Lo estás pasando bien? — Le pregunté al oído.

— Si, me ha gustado, aunque aún no me he corrido, estoy muy caliente.

— Es que temo que si te corres, luego no te apetezca seguir con esto.

— Intentaré aguantar hasta el final sin correrme.

— No sabes como me gusta verte gozar con otro hombre, me vuelvo loco.

— Como sigas hablando te vas a correr antes de metérmela.

— Es verdad me estoy calentando mucho.

Sellé nuestras bocas con un largo beso, y al igual que hizo Víctor, mi boca busco luego sus pechos.

Como miles de veces antes, saboree aquellos pezones y lamí aquellos pechos, y como siempre los gemidos de Raquel me indicaron que aquello era una de las cosas que más le gustaban.

Despacio, fui besando su vientre hasta colocar mi cabeza entre sus piernas, y mi boca buceo una vez más dentro de aquel valle rojo y tan caliente.

Una vez más aquella noche, Raquel se retorcía de placer.

— Déjalo ya Antonio, si no quieres que me corra. --- Y se incorporó ligeramente sobre la cama para retirar su coño de mi boca.

Así que volví a trepar para colocarme entre sus piernas.

Sentí un tremendo calor en la polla cuando la fui metiendo, mientras ella volvía a emitir un quejido ahogado. Y así penetrándola hasta el fondo, me acerqué de nuevo a su oído.

— Quieres que te follemos los dos ahora?

— Ya me temía que era eso lo que andabais buscando esta noche. ¿Pero a Víctor le apetece? Esta muy callado.

Sin sacar mi polla del coño de Raquel le pregunté. — ¿Victor no te apetece incorporarte? Estas muy callado.

— Solo estaba esperando la orden, no quería interrumpir.

— Pues ve primero al cuarto de baño, y trae un tubo de vaselina que hay en el armario.

Al instante, volvió mi amigo con el tubo de vaselina.

— Dejado en la mesilla e incorpórate al juego. — Le dije.

Ahora estábamos los tres tendidos boca arriba, con Raquel entre nosotros.

— ¿Que me vais a hacer? — Preguntó mi mujer, su tono de voz simulaba miedo.

— Ya lo hemos hecho otras veces, no te hagas la sorprendida. — Dije riendo.

— ¿Ya os habéis repartido los roles? — Preguntó.

— Aun no, lo podemos decidir mientras nos la chupas un poco a los dos.

Sin mediar palabra, se inclinó, y nos fue comiendo las pollas de forma alternativa, hasta que comprobó que ambas estaban bien duras.

— Bueno, creo que ya estáis a punto. ¿Sobre cual de las dos me monto?— Dijo riendo.

— Quédate debajo Víctor, yo se la meteré por el culo.

Sin más, el coño de Raquel se posó sobre la polla de Víctor, hasta que dejándose caer despacio la devoró entera. Alargué el brazo y cogí el tubo de crema, apliqué una buena cantidad en el ano de Raquel, mientras Víctor se movía despacio dentro de su coño.

— Esta muy fría. — Se quejó ella. No respondí, la fui empujado con mi dedo dentro de su culo. Para luego meter un segundo dedo. Y así los mantuve dentro, sintiendo al otro lado la polla de Víctor, dura, que se movía despacio.

Hasta que pensé que era suficiente, mi polla entraría ya sin problema.

Apoyé mi glande en su ano y este empezó a entrar, despacio seguí empujando. De la boca de Raquel escaparon algunos gritos ahogados de dolor, pero aguanto hasta tenerla toda dentro.

Ya no se quejaba cuando empecé a moverme, ella se dejaba caer sobre la polla de Víctor cada vez que yo retiraba la mía de su culo, aunque sin sacarla del todo, para luego volver a meterla a fondo.

Los gemidos que escapaban de la boca de Raquel indicaban que aquello le gustaba. Y su placer se convertía en mío propio al saberla gozando.

Ahora debía buscar el modo de que Víctor me ayudara a cumplir mi fantasía, pero como interrumpir aquello, no veía el modo. De pronto, no se si lo hizo a propósito, pero mi amigo salvó la situación.

— Voy a parar. — Dijo. — estoy a punto de correrme y no quiero hacerlo sin probar el culo de Raquel, si ella me lo permite.

Retiré mi polla del culo de mi mujer, y ella se hecho a un lado dejando la polla de Víctor al descubierto, toda su verga e incluso sus huevos se veían mojados de flujos vaginales.

Entonces me armé de valor y para seguir con mi idea.

— Tengo una fantasía, pero no se como decirlo.

— Tú dirás, — dijo Raquel.

— Pues que Víctor me la podría meter a mi por el culo, a la vez que yo lo hago contigo.

— No sabia que te gustaba eso, pero si él quiere hacerlo, a mi me da igual, dijo ella.

— ¿Tu que opinas? — Pregunté a Víctor.

— Que no perdamos más tiempo, nos estamos enfriando.

De nuevo Raquel se puso a cuatro patas, y mi polla penetro su culo de un solo golpe. Una exclamación de dolor escapo de su boca.

— Ay, no seas tan bruto, me has hecho daño.

— Lo siento, es que tengo tantas ganas que no controlo.

— No olvides que luego debo correrme yo también, a ver si ahora me dejáis con el calentón. — Dijo ella.

— No te preocupes cariño, lo tengo en cuenta.

Apenas decir eso, sentí el frescor de la vaselina en mi culo, y un dedo de Víctor dentro de mi esfínter. Y sin más preámbulos sentí como su polla empujaba abriéndose camino dentro de mi culo.

No pude evitar que se me escapara un grito de dolor, pero mi amigo lo ignoró y se puso a bombear dentro de mi sin contemplación. A la vez que con cada uno de sus empujones yo entraba a fondo dentro del culo de Raquel.

Con los codos clavados en el colchón, ella intentaba aguantar cada uno de mis empujones. Me estaba resultando difícil concentrarme en mi polla a la vez que Víctor me taladraba el culo cada vez con más fuerza. Ya no sentía ningún dolor, ahora mi excitación iba en aumento con cada jadeo de placer que emitía su boca, sus elogios hacia mi culo, y lo bueno que era follárselo.

Me dí cuenta de por unos momentos, Raquel había pasado para mi a un segundo plano, por lo que volví a centrarme en mi polla que aun seguía dura dentro del culo de mi amada.

Aunque a estas alturas es probable que ella ya ni la notara dentro, tanto era ya la dilatación de su culo.

La voz de mi amigo, me sacó de mis reflexiones.

— Ya esta, me voy a correr, ya, esto es buenísimo…

Sus últimos empujones, espaciados entre sí, fueron los más fuertes, sentí de nuevo los espasmos de una polla dentro de mi culo, y el calor de la leche.

— Ha sido fantástico. — Dijo recuperando el aliento, mientras yo sentía como ahora su semen bajaba por mis muslos.

Ahora pude volver a concentrarme en el culo de Raquel, y como no podía ser de otro modo, me corrí una vez más dentro de aquel culo.

— Gracias Raquel ha sido fantástico, vamos ponte boca arriba, vamos a procurar que te corras.

Cuando se abrió de piernas, metí mis dedos en su vagina, los sonidos que escaparon de su boca no dejaban lugar a dudas, estaba muy caliente.

— Victor, encargate de la parte de arriba, mientras yo le como el coño.

De nuevo hundí mi cara dentro de aquel volcán, pero esta vez Raquel no gemía, estaba gritando como hacia tiempo no la oía hacerlo.

Levantando la mirada, vi como Mi amigo le comía las tetas con gran maestría, a la vez que estas subían y bajaban al ritmo de su respiración.

Me concentre ahora en lamerte el clítoris, lo que hizo que gritara aun más, su pelvis se elevaba bajo mi boca, y sus manos bajaron para sujetar mi cabeza, con tanta fuerza que me hacia daño.

Hasta que unos últimos espasmos de todo su cuerpo me indicaron que se estaba corriendo.

Su pecho se hinchó varias veces y se vació otras tantas, liberando así toda la tensión acumulada a lo largo de la noche.

— Ha sido fantástico. — Dijo, cuando por fin pudo hablar.

Sonriendo, aunque a la vez reflexivos, nos miramos los tres, tras lo cual ayudamos a mi mujer a cambiar las sábanas, y fuimos a ducharnos, uno tras otro.

Sabía que Raquel y yo tendríamos que hablar sobre todo aquello, y eso me daba un poco de miedo.

Eran las tres de la madrugada.

— Bueno creo que ya es hora de que nos vayamos a dormir. — Dijo Raquel.

— Podemos dormir aquí los tres juntos. — Propuse.

— Mejor que no, porque me veo de nuevo ensartada por los dos esta noche. — Dijo riendo.

Los dos hombre reímos también con aquella ocurrencia.

Así que Víctor se fue a dormir a otra habitación y mi mujer y yo nos quedamos en la nuestra.

Nos acostamos, y como cada noche yo apoyé mi pecho contra su espalda, me gustaba dormirme así con una teta dentro de mi mano y mi polla apoyada en su culo.

— ¿Lo has pasado bien esta noche?

— Si, ha estado bien, me ha excitado mucho imaginar que yo era una puta que habíais contratado para follarme por turnos.

Pero lo mejor ha sido cuando me he corrido, hacia tiempo que no tenia un orgasmo así. Quizá desde la primera vez que tuve dos pollas dentro.

— Nunca olvidaré aquella noche.

— Ni yo tampoco. ¿Y a ti que te ha pasado? ¿Desde cuando te gusta que te la metan por el culo?

— Es una fantasía que tenia desde hace mucho tiempo. — Mentí — Por eso le pedí a Víctor que me ayudara a hacerla realidad.

— ¿Y me preparasteis una encerrona?

— Algo así, no veía el modo de pedírtelo.

— Bueno, ahora ya sabes lo que se siente, y que lo siento yo cuando os empeñáis en metérmela por el culo.

— ¿Entonces no me ves como un bicho raro?

— ¿Por qué? ¿Si a mi también me gusta me la metan por el culo, por qué no te debe gustar a ti?

— Es verdad, que hipócritas somos.

Mi polla apoyada en su culo, se había vuelto a poner durísima con aquella conversación, solo tuve que empujar con suavidad para que su coño se la tragase, mientras de su boca escapaba un leve gemido.

— ¿Otra vez? — Preguntó con voz alegre.

— Uno rápido y a dormir. — Respondí a la vez que empezaba a moverme dentro del precioso coño de mi Raquel.

Un abrazo.

Toni.