Enamorado de un desconocido que me prostituyó

Un sábado por la noche habíamos ido a ver una película, a mi lado, estaba sentado un muchacho de unos 20 años o más, cuando comenzó a tocarme la pierna, disgustándome su acción, se la retiré, después de un rato, lo volvió a reiterar, algo que me puso nervioso, quitándola de mi pierna, sin decir nada a mi padre, para evitar un escándalo.

Enamorado de un desconocido que me prostituyó

Me llamo Gastón, hijo único, mi relato data de mi adolescencia, era un chico criado a la antigua, donde en la casa no se hablaba de sexo, a pesar de tener amigos, salía mucho con mis padres, fundamentalmente íbamos periódicamente al cine.

Me gustaban las chicas, aunque a pesar de mi edad no tenía ninguna novia o alguna en vista que podría atraerme.

Un sábado por la noche habíamos ido a ver una película, a mi lado, estaba sentado un muchacho de unos 20 años o más, cuando comenzó a tocarme la pierna, disgustándome su acción, se la retiré, después de un rato, lo volvió a reiterar, algo que me puso nervioso, quitándola de mi pierna, sin decir nada a mi padre, para evitar un escándalo.

Pero su insistencia obtuvo sus frutos, permitiendo ante ese acoso, ese contacto, que lentamente fue a parar a mi bragueta, refregando  a través del pantalón, en mi sexo, hasta que comencé a excitarme, su mano oprimía mi verga, acariciándola suavemente, una y otra vez, dejándome llevar por ese, incesante manoseo.

Cuando sentí que intentaba bajar la cremallera, apoyé el pullover para no ser visto, apoyando además mi mano, como en aceptación de lo que me estaba proporcionando, por suerte la película era algo oscura, y era difícil ser vistos. Tenía ganas de sacar mi verga para que la tomase con su mano, había perdido ya interés en la película, solo estaba sumido en ese contacto tan estimulante.

No llegué a venirme, porque se encendieron las luces, todos nos levantamos, para salir de la sala, al llegar al hall, lo vi que se metía en el baño, le dije a mis padres que necesitaba orinar y lo seguí. Mientras mi padre me dice:

“No tardes demasiado, que después se llena de gente en el parking, y se tarda en salir”

Apenas entré al sanitario, ahí estaba parado esperándome, me acerqué algo temeroso, cuando me dice:

`           “ Tranquilo, pequeño, solo quería hacerte un favor, si quieres bájate los pantalones que te la chupo, así descargas tu lechita”

Me quedé mirándolo, tentado de hacerlo, pero mi padre se pondría nervioso ante mi tardanza, así que le digo:

“No tengo tiempo, otro día, si quieres”

“No sé si habrá otro día, te lo pierdes ” dándose vuelta para marcharse.

En ese momento creo que cometí un error, o por lo menos cambio mi destino, le digo rápidamente, dame tu teléfono y te llamo. Me miró, me dio una tarjeta con su dirección y teléfono, y se fue,

Salí del baño pensando en ese chico, que se llamaba Erik Hansen, según  el rotulo,   nombre danés supongo, apenas llegué a casa me masturbe, manteniendo mis pensamientos en este chico.

Si bien en casa, mis padres me recalcaban que no hiciese amistad con desconocidos, etc, etc, siempre obedecí ese consejo, pero esta vez sentía la necesidad de encontrarlo. Estaba deseoso de que me lamiese mi verga, sin tener en cuenta que podría acontecer después, así que lo llamé por  teléfono que al no contestarlo, si bien me desilusionó,  me sentí mas aliviado.

Pasaron un par de semanas, y reiteré el llamado, sin éxito, creo que lo di por terminado, al punto de casi tirar la tarjeta. Ya había olvidado ese incidente, como al mes buscando unos papeles de la escuela, veo la tarjeta, después de pensarlo, llamo, y escucho su voz, algo nervioso le digo quien soy, en un principio no  me reconocía hasta que me dice:

A si, Gastón te recuerdo, fue en el cine, y que quieres?”

Sin saber que decir, le digo que para charlar un rato, proponiéndome que fuese esa tarde, si bien se me complicaba, opté por decir que sí.

Estaba más que nervioso, al llegar a su departamento, no muy grande, pero bien puesto, nos sentamos en el living, mientras tomábamos una cerveza, hasta que tocó mi pierna, continuando hasta oprimir mi verga que estaba bastante dura, eso hizo que me fuese relajando bastante. Mientras desplazaba el cierre de mi bragueta, hasta que baja mis pantalones y calzoncillo, que si bien me dio algo de pudor, mi excitación me llevaba a seguir aceptando ese desacierto.

Se arrodillo a mi lado, amasando mi pene, abriendo mis piernas para lamer la zona, pasando su lengua por mi ingle, lamiendo los testículos, y por supuesto mí  viril aparato, estaba en la gloria, contento de haber venido.

“Quítate el resto de la ropa”, sin esperar demasiado comienzo a hacerlo, cuando suena el timbre. Malhumorado Erik, se levanta para atender el portero eléctrico

“Hola, quien es, no todavía no está listo, será en unos semanas, espero” Y corta, acercándome a mi lado, para continuar, donde succiona mi verga, mamándola de una manera alucinante, me encantaba, mientras me besa en los labios, que respondo ante mi gran calentura, hasta que termino acabándole en su boca, algo temeroso, le digo que no pude contenerme.

“Esta bien, no te preocupes, me agradó sentir tus jugos”

Estaba enloquecido, lástima que se tenía que ir, así que lo programamos para el sábado.

Me había agradado lo sucedido, pero deseaba estar algo más de tiempo, sin importarme demasiado que sucediera, aunque pensaba que posiblemente desease ser follado, lo cual no me parecía tan descabellado. Nuevamente me costó volver a ubicarlo, hasta que un día me contesta. Quedando para ese sábado vernos en su departamento, apenas terminé de almorzar, me fui a su departamento, tendríamos toda la tarde, apenas llegué me besó, estaba con una bata de seda, negra, nos sentamos en el sofá, hablamos de cualquier cosa, mientras bebíamos una cerveza, mientras me daba algún beso, quitando algo de mi ropa, hasta llegar a desnudarme, tocaba mi miembro, hasta que lo besó, lamida tras lamida, comencé a excitarme bastante, acariciaba mi pecho hasta succionar mis tetillas.

Mientras transcurrían estos juegos previos, se sacó la bata, viendo por primera vez su desnudez, quedando asombrado por su verga, que no solo me estimuló por una parte, sino que me dio algo de temor, saber que podría tratar de follarme.

Seguí el juego con algo de resquemor, previendo lo que se podía avecinar, a pesar de no tener rechazo hacia Erik, esta posibilidad no estaba incluido en mis pretensiones, posiblemente fui algo inocente sobre esta relación.

Pensé que lo mejor era irme, pero así de golpe, no creo que lo aceptase, aparentemente se debe haber percatado de mi intención, porque acentuó sus caricias, hasta meter su dedo en mi recto.

Algo que me llevó a tratar de levantarme e irme, mientras me tomaba del cuello, diciéndome:

“A donde piensas ir”

“Al baño” contesté algo asustado

“Esta bien, ve”

Al regresar mi ropa no estaba, explicándome que la había guardado, diciéndome:

“Siéntate a mi lado, trata de relajarte, duerme, haz lo que quieras”

Me senté nuevamente a su lado, haciéndome poner mi cabeza sobre su desnuda pierna, acariciando mi cabeza, y parte de mi cuerpo, poco a poco me fui relajando, apreciando sus leves caricias, dormitándome un poco. No sé qué tiempo transcurrió,  al despabilarme de este letargo, su verga estaba cerca de mi cara, algo que me llevó a darle un beso, cuando inmediatamente su mano estaba en mis glúteos, eso me incito a lamer su aparato hasta llevarlo a mi boca, sintiendo un sabor extraño pero a su vez agradable.

Así permanecimos un rato hasta que su dedo, se fue incrustando en mi recto, pensé en ese momento en que dirían mis padres si supiesen, pero no fue algo que me impidiese continuar.

Por último me arrodillé a su lado, para mamársela más ávidamente, llevándola al interior de mi boca hasta provocarme arcadas, cuando se levanta me alza y me lleva  al dormitorio, donde nos dimos unos fuertes besos hasta que me giró, acariciando mis glúteos, apoyando su virilidad en la raya entre mis cachetes, subiéndola y bajando, hasta dejarla en la entrada de mi ano. Mientras separaba mis piernas, acariciándolas llenándome de placer, en ese ínterin, algo incrustó en mi orificio, que costó meterlo, que al girarlo me producía un seductor placer, si bien no era muy voluminoso, me producía una rara sensación, sumado a las caricias que no paraban de recorrer mi desnudo cuerpo.

Después de varios minutos, dicho tapón fue retirado de mi esfínter, cuando de pronto mis temores se acrecentaron, al sentir que algo mayor iba a ser introducido por mi ano, pensé que sería un consolador, pero instantáneamente, comprendí que era el pene de Erik,

Traté de impedirlo, gesticulando unas exclamaciones, por lo que se avecinaba, cuando su glande, lo apoya en mi abertura anal, jugando con su verga, mientras me sujetaba fuertemente, deduciendo que carecía de escapatoria, aunque tampoco hice demasiado para impedirlo.

No sé si lo deseaba, pero no creería de tener otra salida, era tarde para dar marcha atrás, desesperado volví a gritar, para después largarme en un llanto exasperado, lloraba como una niño indefenso, suplicando que no lo hiciera.

A pesar de mis reclamos, me dice:

“Lo siento, ya es tarde, trataré de no dañarte, me atraes tienes un culito perfecto, ideal para ser penetrado”, mientras la punta de su miembro, buscaba mi aro, su glande se oprimía contra él, tratando de acceder. Era doloroso, pero traté de superar el sufrimiento. Lo sentía entrar dolorosamente centímetro a centímetro, a través de mi conducto. Supongo que cada vez más irritado por el elemento penetrador, hasta que el esfínter parecía latir como intentando soportar mejor esa incursión.

Cuando al fin terminó de entrar y la cabeza se alojó profundamente, dejando sus genitales pegados a mi ano, era algo feroz sentir su falo metido hasta mis entrañas, dando la sensación de partirme .Le rogué, que no se moviera, quería que se fuese adaptando en mi interior, percibiendo, los latidos de su falo en mi íntimo conducto, que no dejaba de hacerme estremecerse. Estrechaba mi ano, aprisionando su verga, hasta que súbitamente empezó su impetuoso bombeo, fue algo inesperado, al que me fui adaptando, cada vez que penetra su verga, mi cabeza se elevaba, a pesar de tener sus manos apoyadas en mis hombros.

A pesar de rechazar este coito anal en un principio, poco a poco me fue agradando, era todo tan excitante, que si bien mi actitud era pasiva, recibía constantemente el ímpetu de su actividad, manteniendo mi cuerpo en un estremecimiento continuo, en ese instante lo sentí como mi macho, mi hombre, no sé, como alguien al que me entregaba, llegándole a permitir todo.

Gritaba como sacado, ese roce en las paredes de mi conducto, era alucinante, hasta que me giró elevando mis piernas hasta llevarlas hasta mis hombros, continuando con ese coito anal, hasta que su esperma regó cálidamente mi interior, a la vez que finalizaba mi ávida masturbación.

Quedamos tendidos en la cama, me dio un beso y agradeciendo mi grata participación,

“Si quieres irte, no tengo problemas, espero que no tengas rencor, por lo sucedido”

No dije nada, solo pensé que si bien vine sin forzamientos, y que en parte lo había disfrutado, mi intención era no regresar.

Pasaron los días, no sentía resentimiento hacia Erik, parte de culpa era mía, más que eso, fui consintiendo algo de ese encuentro, además llegaba a excitarme cada vez que recordaba el sexo que me practicó, dispuesto a regresar en cualquier momento.

El hecho que después de un par de semanas, retorné, esta vez fue distinto, lo deseaba, quería sentirlo dentro mío, a pesar de ser un imberbe jovencito, estaba dispuesto a todo, ser su amante, entregarme de cuerpo y alma, nunca había sentido algo tan fuerte.

El encuentro fue clamoroso, me quedé hasta bastante tarde, haciéndolo varias veces, aunque mi llegada a casa a tan altas horas de la noche me trajo acaecido un buen reto.

Continúe yendo cada vez que me era posible, me había dejado crecer el pelo, dándome la posibilidad de modificar el peinado, que con mi rostro algo aniñado, parecía no determinar mi sexo, aunque mi padre me reprimía, diciendo que estaba pareciéndome a una chica, no me molestaba sus palabras, al contrario, cuando iba a la casa de Erik, me ponía algo de rubor en los pómulos, para sumarme a pintar los labios y las cejas.

Realmente hacia todo esto para alegrar a mi hombre, le encantaba ese cambio, no me sentía homosexual, me encantaba como me trataba y lo que me hacía. Días antes de mi cumpleaños, estando con mi novio llegó un amigo, me alegraba conocer parte de sus relaciones, este era un chico de 26 años más o menos, Mientras charlábamos y tomábamos algo,  Erik me acariciaba, cada tanto me besaba, metía su mano a través de la camisa,  que si bien me agradaba, pero la presencia de su  amigo me cohibía un poco, aunque a él, no parecía molestarle demasiado.

Así continuo todo, hasta que fue quitándome la ropa, si bien era una situación algo incomoda, el placer y la excitación estaban presente, al quitar mi última prenda, se sentó a nuestro lado, acariciando mi piel, mi verga erguida delataba mi estado, que fue suficiente para continuar, recibiendo y dando besos a doquier.

Hasta que me encontré arrodillado, mamando ambas vergas, todo siguió en que evidentemente era el objetivo, cuando Erik, me abraza cayendo sobre el sofá, abrazándome quedando boca abajo, oportunidad para su amigo, para  poder penetrarme. Fue sin determinar si me agradaba o no, lo único que me alegraba era que a Erik, disfrutaba de lo que me estaban provocando.

Toda la tarde tuve sexo, o mejor dicho lo tuvieron conmigo,  cuando se fué, le pregunté por que había hecho eso, solo me contesto,

“Quería verte, que sentiría siendo penetrado por otro, ver ese adorable culito penetrado, me gustó, eres muy sensual”

Me fui algo triste ese día, con la ideal de no regresar, en casa, mi padre me reprochaba que no estudiaba, que estaba siempre afuera, y un  sin número de cosas más. Por consiguiente, regresaba a la casa de Erik, que de alguna manera estaba más a gusto y además un buen sexo.

No solo sucedió esto, sino algo peor, Una tarde me dice que tiene un problema económico que no me puede mantener, además habia unos tipos, que le debía plata, que lo iban a reventar sino la devolvía. Sugerí que vendiese algo, pero donde estaba, nada era de él. Creo que me desesperé tanto como Erik, sin saber cómo solucionar el problema.

Lamentablemente para mí, la solución de Erik fue, que me prostituyese, si bien me resistí a esa deplorable idea, se fue alejando de mí, me era difícil encontrarlo, mi  vida se fue desmoronando a pesar de mis pocos años, regresé a mi casa, aunque después de un par de semanas, era un infierno, donde mi única solución era volver con Erik, que a pesar de implorarme mi madre de quedarme, me fui, sabiendo cual sería mi próximo destino.

Todo esto, acarreo que me tuve que ir a vivir con él, transformándose en una crisis familiar, por suerte no conocían el domicilio de Erik, ni quién era, ya había transcurrido un tiempo y a pesar de no tener aun la mayoría de edad, opté a quedarme a vivir con él.

En ese ínterin de problemas, me propuso que me colocase hormonas o utilizar determinados productos, para desarrollar mis pechos, que le encantaría verme así, que sería más atractivo,  su poder de convicción era muy intenso, aceptando nuevamente sus propuestas. En poco tiempo de la cintura hacia arriba era una mujer, mis senos no estaban demasiado desarrollados pero eran bastante atrayentes, mi cara aniñada, el pelo largo, el maquillaje, era difícil darme otro género en la calle, que no fuese de una mujer, que en el fondo me atraía esa mentira.

Si bien esa no era mi idea, creo que estaba feliz con esa transformación, pero más que nada por Erik.

A partir de esa metamorfosis, comencé a entregar mi joven cuerpo a toda clase de hombres que poseían buen dinero, hasta fui a algunas fiestas,  donde al saber mi genero y mi edad me convertía en la más deseada.

Los cuidados de Erik, mi proxeneta, eran relativos, mas de una vez fui golpeado, no gravemente pero lo suficiente para estar unos días en reposo. A pesar de saber que era un producto muy apetecible, y con una buena recaudación diaria, Erik me hacia continuar, comentándome que aun no había reunido la suficiente. Si bien, a pesar de ser la que mantenía la economía de la casa, poco dinero iba a mi bolsillo, explicándome que se iba en ropa, zapatos enceres y otras necesidades.

Mientras mi cuerpo debía de soportar todo tipo de hombres bastantes viejos algunos y hasta a mujeres, otros con ideas bastante sádicas, algunos me atraían realmente, personas muy correctas que dejaban una interesante propina. Pero creo que lo que más me perturbó, fue un negro nigeriano de mucha plata, que cada vez que me penetraba me partía, siempre trataba de que se pusiese algún lubricante, aunque no siempre podía evitarlo, dejaba una buena propina, compensando el sufrimiento que me ocasionaba, lo mas insólito fue cuando me propuso  matrimonio,

Esta promiscuidad que estaba viviendo, no me llevaba a ningún lado, económicamente, si bien tenía una interesante retribución, poco y nada quedaba, se evaporaba, por el despilfarro y la mala administración de Erik, pero fundamentalmente por su vicio al juego.

A pesar de haberme entregado de cuerpo y alma, a quien conocí casualmente,     nunca terminé de conocerlo, harto de continuar con una vida que me llevaría a la ruina, y un futuro incierto, opté un día, por abandonarlo.