Enamorada de un boxeador - Parte 3

Lo había deseado desde que tenía tan solo 9 años. No iba a echarse para atrás ahora. Él la besó. Ella lo besó.

Hola a todos! Primero que todo, quería disculparme por haber tardado tanto en traer la tercera parte. Sé que dije que iba a hacer que el relato quedará solo en 3 partes, pero veo que es imposible ya que hay muchísimas cosas por contar y creo que tendrá que constar al menos de 5 partes. Una vez más, recordarles que agradecería muchísimo de verdad si me dejan sus comentarios y opiniones, yo soy feliz leyendolos. Bueno, no me alargó más, que se que muchos estaban impacientes. Comencemos!

Marlee había terminado de arreglarse para la cena en casa de su novio Gabriel, echó una última mirada al espejo para organizar su cabello, había optado por llevarlo lacio en esa ocasión. El cabello rubio no hacía más que resaltar los atributos físicos obvios de la mujer.

Se despidió de su reflejo no sin antes prometerse a sí misma que todo iría bien, que lo estaba haciendo por su prometido, porque era importante para él y en el fondo era importante incluso para ella. Necesitaba urgentemente sanar con esa parte de su vida, perdonarse por haber hecho y permitido algo que se le salió de las manos; enamorarse.

Era verdad que Gabriel significaba para ella más de lo establecido, estaba enamorada de él como jamás imaginó hacerlo. Más que su novio, él era su mejor amigo y la complementaba de una manera tan mágica que ella juraría que se desvanecería como el polvo si no lo sujetaba con fuerza.

Marlee se aferraba constantemente a ello, pero cargaba también con sus propias culpas, y en esa ocasión, con una en particular que llevaba en la espalda junto a su prometido; Alex Glanton. El hermano mayor de Gabriel, su antiguo novio y amigo. ¿Cómo estaría ahora? Llevaba años sin verlo, sabía sobre él lo más mínimo que comentaba con Gabriel, los pequeños comentarios que oía de su suegro en las incómodas reuniones con su futura familia política y uno que otro chisme que se escapaba de la boca de su novio.

Estaba bastante intrigada, pero también se sentía mal, de alguna manera triste. Sabía que mucho de lo que fuese Alex ahora estaría involucrado con ella, con su ruptura, con su traición. Marlee jamás creyó realmente haber traicionado al muchacho, pero a ojos de cualquier persona desde el exterior, así sería. Y ella no podía cambiar eso, pero tal vez, solo tal vez Gabriel y ella aún estaban a tiempo de remendar lo que fuese que hubieran roto dentro de Alex.

Su novio le había dicho que Alex iría a la reunión acompañado de su novia, también que había aceptado asistir a la boda. A Marlee le parecía algo muy bueno, pero en la misma medida le asustaba, recordaba muy bien a aquel hombre. Era cierto que era una buena persona, o solía serlo, pero también era vengativo, rencoroso y orgulloso hasta los huesos.

Marlee esperaba que algo en Alex hubiera cambiado para bien.

Recogió su bolso y tomó un abrigo del perchero de su armario, era hora de salir a enfrentar sus culpas. Respiró, y se sintió más tranquila, pues tal vez en el fondo, ella no era culpable de nada.


Luego de un rato conduciendo por la ciudad, en el que Ariana se agarraba muy bien de Alex, los muchachos llegaron al lugar. Resulta que el hermano de Alex vivía en un sector bastante caro. Todas las casas y edificios que se alzaban a ambos lados de las calles se veían tan elegantes y lujosos. Ariana nunca había estado por allí antes, era bastante lejos de su casa pues estaban del otro lado de la ciudad, sobre carísimas colinas desde las que se podía observar toda la urbe.

Gabriel vivía en un gran edificio, de unos 20 o 25 pisos, era exactamente igual a como Alex lo recordaba. Su hermano vivía allí solo, era el apartamento de la madre de ambos, o lo fue en algún momento, ahora le pertenecía a su papá y seguramente el hombre se lo había regalado a su hijito favorito.

Ariana estaba muy sorprendida para decir cualquier cosa. Entraron en el edificio, se veía terriblemente caro. El portero les preguntó por sus nombres mirándolos de arriba a abajo de una manera casi incómoda. Alex dio su nombre y dijo que venía a ver a su hermano Gabriel, entonces, casi que con recelo, los dejaron entrar.

Estacionaron la moto en el parqueadero y seguidamente Alex le indicó a ella que lo siguiera. Ambos caminaron hasta el ascensor sin decir nada, se subieron y el muchacho indicó el número del piso.

  • ¿Estás lista?

preguntó Alex sin mirarla, tenía la vista hacia el frente.

Ariana lo miró con una expresión nerviosa.

  • Supongo

le dijo.

El muchacho dejó salir un suspiro.

  • Bien, ¿Sabes qué decir?
  • Nos conocimos en el lugar donde trabajo y llevamos poco tiempo saliendo

repitió ella mecánicamente, como si fuese la línea aprendida de un diálogo ensayado anteriormente, casi se oía real. * Perfecto

respondió él.

El ascensor llegó al piso 18 y las puertas se abrieron. Ninguno de los dos salía, se miraron por un segundo, casi con duda, entonces Alex echó a andar y le indicó a Ariana que lo siguiera. Llegaron hasta la puerta del apartamento de Gabriel, Alex tenía la expresión más fría y seria que ella había visto alguna vez en él. Se detuvo en el marco de la puerta hasta que sintió a la muchacha cerca de él. Casi pudo decir que se sintió más tranquilo. Casi.

Tocó el timbre, y el sonido casi que retumbaba en los oídos de ambos, como el sonido de una sentencia de muerte. Rápidamente, Alex la tomó de la mano y entrelazo sus dedos con los de ella. El contacto fue inesperado, casi natural. Tan natural que ninguno se sintió incómodo, era un calor diferente.

Se sentía tan delicada al tocarla.

Se sentía tan firme al acercarse a él, como si pudiera sostenerla.

Ninguno lo dijo, pero ambos agradecieron el pequeño gesto. A los dos los salvó de algo que se producía en su interior.

La puerta se abrió con la imagen de un joven bien vestido que les ofrecía una sonrisa, parecía sincera. Era Gabriel, el hermano menor de Alex, Ariana lo reconoció inmediatamente pues a pesar de que estaba tan pequeña, tenía claros recuerdos de él.

Ella le devolvió una sonrisa avergonzada. Alex le hizo un gesto con la cabeza al insufrible de su hermano, quien a ojos de él se veía como el muñeco de un pastel de boda, muy ridículo.

Gabriel habló primero:

  • Hola, bienvenidos

dijo con una sonrisa e indicándoles que pasaran.

Ariana le devolvió el gesto, le pareció un sujeto agradable.

Alex empezó a caminar y ambos entraron al apartamento. Lo primero con lo que se encontraban era la sala, un lugar casi gigantesco y muy bien amueblado. Había un gran sofá y 3 sillones alrededor de una mesita de centro de cristal sobre la que había una vieja tabla de ajedrez. El suelo estaba cubierto por una gran alfombra que lucía dispendiosa, como el resto de las cosas; en las paredes habían grandes cuadros, había un pequeño bar, y una gran estantería de libros, que fue lo que más le llamó la atención a Ariana de todos los demás muebles lujosos. Le parecía un lugar gigantesco para que sólo viviera una persona, o quizá dos, no estaba segura si el hermano de Alex vivía con su novia.

Mientras tanto, Alex analizaba todo con mucho interés, no había cambiado casi nada, parecía que Gabiel conservaba todo de la misma manera que su madre. El recuerdo de ella en aquel lugar lo sintió como una punzada.

Buscó con la mirada a su hermano, quien estaba terminando de cerrar la puerta tras ellos. Gabriel se acercó nuevamente y le ofreció un saludo a Ariana.

  • Mucho gusto, soy Gabriel

dijo dándole la mano. * Ariana, igualmente

le respondió ella con una sonrisa dándole la mano también.

Alex estaba distraído observando a la muchacha cuando escuchó el sonido de pasos de tacones acercandose, sabía perfectamente a quién pertenecía ese sonido.

Marlee.

Alex la observó primero antes de ofrecer cualquier expresión. Ella no había cambiado demasiado tampoco, ahora llevaba el cabello más largo, igualmente de un rubio dorado.

Llevaba un vestido y zapatos altos, se veía como la mujer perfecta… para su hermano.

Alex se sorprendió de la facilidad con la que pudo apartar los ojos de ella, era cierto que la mujer seguía siendo hermosa, pero casi le parecía una desconocida.

Ariana sintió como Alex le apretaba la mano cuando aquella mujer apareció por el pasillo. Que mujer Dios mío, pensaba Ariana, y un sentimiento extraño le recorrió la sien. Era dolorosamente hermosa, con su cabello rubio, su vestido y sus zapatos, ambos de marca, era como ver a una modelo.

Ariana salió de sus pensamientos cuando la mujer apartó los ojos de Alex, luego de verlo de arriba a abajo con una expresión que ninguno supo cómo interpretar, era casi como… Tristeza, como si esa mujer se sintiera triste de ver cómo estaba su ex-novio.

Seguidamente, Marlee la miró a ella y le dedicó una sonrisa. Ariana se la devolvió a pesar del malestar que sentía por dentro, pues en aquel lugar se respiraba un ambiente horriblemente incómodo, la tensión era casi palpable, tanto, que la muchacha sintió como si se ahogara.

  • Buenas noches — dijo la mujer dedicando una sonrisa a todos

Alex carraspeó un poco y le respondió a la mujer, Ariana podía claramente ver cómo él la estaba mirando, pero no supo ponerle nombre. Se parecía mucho al enojo, pero había algo más, una especie de...tranquilidad. Si es que eso era posible.

  • Ariana — la llamó Alex, a lo que la joven alzó a verlo — Ella es Marlee, la mujer de mi hermano.

Alex esperaba que eso sonara de otra manera, casi como una lanza con la punta afilada, pero en lugar de eso, escucharse a sí mismo decirlo le sonó como algo de lo más normal.

Marlee se acercó a Ariana y le ofreció una sonrisa bastante amable.

  • Encantada, Ariana — le dijo
  • Igualmente — dijo la muchacha

Luego de las incómodas presentaciones, el ambiente mejoró un poco. Gabriel los invitó a sentarse y luego les ofreció algo de tomar, Alex pidió una cerveza y Ariana no pidió nada, estaba concentrada viendo las estanterías de libros que habían allí, el tipo tenía una biblioteca enorme. La joven se sintió de pronto fascinada por todo ello.

Todos se sentaron y empezaron a conversar. Ariana realmente no decía nada y Alex hablaba muy poco, eran los anfitriones los que guiaban la conversación, ambos fueron muy amables.

Ariana solo respondía cuando le preguntaban algo, y a Alex le parecían muy graciosas sus actitudes pues juraba que ella era del tipo más sociable.

¿Cuando iba a dejar de sorprenderlo aquella chica?

Después de un rato el ambiente mejoró considerablemente, incluso Alex estaba hablando más y parecía más tranquilo.

Ariana se preguntó qué habría pasado entre su hermano y él. Estaba casi segura de que tenía algo que ver con Marlee, tenía un pequeño presentimiento.

Cuando había llegado la hora de la cena, la joven salió de sus pensamientos cuando escuchó una voz llamando su nombre, era Marlee.

  • Ariana, ¿Me acompañas a la cocina?

Ariana se sintió estúpida y desubicada de repente, no se había esperado tener que socializar de verdad. Recordó lo que había acordado decir, intentó parecer relajada y se levantó del sofá donde estaba Alex aún mirándola fijamente. Él le hizo un gesto con la cabeza que ella le devolvió.

Ambos se dedicaron una pequeña sonrisa y el muchacho se quedó observandola hasta que ambas chicas desaparecieron por el marco de la puerta.

Se frotó los ojos intentando aclarar su mente, ahora que las dos mujeres no estaban ahí, Alex no supo identificar a cuál de las dos había estado observando, solo sabía que tener cerca a aquella jovencita de cabello castaño lo hacía sentir más tranquilo.


Gabriel estaba bastante sorprendido llegados a ese momento de la noche, la sola acción de que Alex hubiese ido a su casa y aceptado la invitación ya lo sentía casi un logro de vida.

El muchacho menor había sido la viva expresión del nerviosismo alrededor de todo ese día, ni siquiera él mismo sabía qué lo tenía tan abrumado. ¿Era la presencia de su hermano mayor? ¿La combinación de Alex con Marlee? ¿Acaso era una pizca de celos lo que sentía?.

No estaba seguro, él prefería pensar que no, evitaba creer que Alex intentaría hacer algo en su contra, por mucho que supiera que su hermano era más que capaz de ello.

Sin embargo, Alex no hizo tal cosa.

Gabriel estaba sorprendido frente al poco interés que había visto destellar en los ojos de su hermano cuando este se vio frente a frente con Marlee, inclusive Gabriel había estado más nervioso.

Lo que no le sorprendió fue la actitud de Marlee al ver a su ex-novio. La tristeza reflejada en los ojos de la mujer que más había amado en el mundo le removió algo en el interior de sí mismo, como descolocar los engranajes de una estructura complicada que jamás sería de nuevo igual. Jamás olvidaría la expresión de ella al ver a Alex.

Gabriel esperaba que su hermano no lo hubiese notado, o que en su defecto, que no le importase, lo cual parecía más probable.

La muchacha con la que Alex había llegado se llamaba Ariana, era bastante más pequeña que él, pero era muy bonita y estaba muy bien arreglada, todo lo contrario de su hermano quien vestía con jeans y camiseta para toda ocacion. Ariana tenía la piel muy blanca y el cabello castaño, muy poco maquillaje y los ojos muy grandes. Tenía la mirada de alguien que está buscando la magia del mundo, qué desea romper el universo en dos para encontrarse a sí misma.

A Gabriel le pareció extrañamente adecuada para su hermano, a pesar de que ella irradiara la luz de una princesa y él, en su defecto, de una bestia.

Sin embargo se veían muy bien juntos, entraron tomados de la mano, enganchados el uno del otro. Alex parecía estar sostenido ahí, como si ella lo estuviera manteniendo de pie. La muchacha miraba todo curiosamente, cual persona que descubre un nuevo mundo, un nuevo lenguaje.

Gabriel estuvo concentrado todo el tiempo en las actitudes de su hermano, quizá más de lo que debería, pero necesitaba estar seguro de que no había nada extraño detrás de la amabilidad de Alex, quería convencerse, quería confiar en él. Al final terminaría arrepintiéndose de su desconfianza por su propio hermano.

Cuando hubieron acabado las presentaciones y los encuentros incómodos, el ambiente pareció mejorar notablemente. Gabriel y Alex estaban conversando sobre algo, cuando Marlee interrumpió en la conversación para pedirle a Ariana que la acompañará a la cocina, ambos hombres se sorprendieron y la muchacha pareció removerse incómodamente en su lugar, sólo miró a Alex y ambos se dedicaron un gesto de complicidad que Gabriel no pudo interpretar del todo bien, ¿Quién era aquella chica? ¿Qué significaba realmente en la vida de su hermano?

Ninguno dijo nada más al respecto del tema anterior, Alex le dió un amplio sorbo a su cerveza y se acomodo un mechón rubio que se le colaba en la frente.

Gabriel habló primero, casi automáticamente.

  • Es una chica muy bonita — dijo con un tono de voz amable, mirando a su hermano.

Alex pareció entre sorprendido por el comentario y molesto a la vez, como si hubiese tenido un mal recuerdo que le generara dolor en el centro del pecho.

  • Si, lo es. Ariana es muy bonita. — dijo Alex con un tono de voz más tranquilo de lo que esperaba.

Se sorprendió a sí mismo con el pensamiento puesto en voz alta. Era la primera vez que hablaba con alguien sobre aquella joven. La guardaba de alguna manera como un secreto, no sabía exactamente si deseaba protegerla... o esconderla.

Se vio a sí mismo admitiendo el innegable hecho de que Ariana era muy guapa. Lo había pensado un par de veces desde que la conocía, o más que eso, tal vez en cada ocasión que tenía oportunidad de verla. Pensaba demasiado al respecto de ella siendo tan hermosa para él, como para poder ignorar el pensamiento por más tiempo, así que lo dejó salir.

Se sentía extrañamente valiente sentado en la casa de sus peores pesadillas; su madre que ya no estaba, y su hermano poseyendo algo que él había anhelado siempre; La felicidad.

Le pareció paradójica la sensación de ver a Ariana al final de esa pesadilla, como si ella misma fuera el propio fin, como si lo salvara.

  • Alex… ¿Me estás escuchando? — dijo el menor observando fijamente a Alex

Alex espabiló rápidamente y miró a su hermano

  • Eh, si si
  • Estabas como ido — dijo Gabriel mirándolo un poco curioso
  • Me distraje con algo, ¿Qué decías?
  • Te preguntaba respecto a Ariana
  • Ah, si. Buena chica ¿eh? Quizá no debería salir conmigo, no creo ser un buen tipo en realidad. Las chicas como ella "las buenas" siempre terminan dejándome por otro.
  • Ya veo — dijo Gabriel más para sí mismo.

El muchacho menor quiso condenarse mentalmente por darle la oportunidad a su hermano de atacarlo. Cambió rápidamente de tema.

  • ¿Qué tal el trabajo, Alex?

Alex lo miró como si hubiese preguntado algo completamente estupido. Se pensó en hacer un comentario sarcástico al respecto, pero se rindió al saber que sería inútil.

Ninguna de sus groserías parecía hacer retroceder a la culpa de su hermano menor.

  • Bastante divertido. Sangre, borrachos y putas ¿No suena como al paraíso?

Gabriel pareció tomarlo muy en serio esta vez.

  • No tienes que estar en algo así si no es lo tuyo, Alex. Podrías volver a la universidad o conseguir quizá otro empleo, yo podría… — Gabriel se quedó callado al escuchar el tono de voz de su hermano, que ni siquiera lo dejó terminar la oración.

La estridente risa de Alex resonó por toda la habitación, como si fuese el único sonido que el universo estuviera produciendo en ese preciso instante. Gabriel la sintió como un aguijón clavado a sus tímpanos; fuerte y destructiva.

  • ¿La universidad? ¿Trabajar haciendo qué exactamente, Gabriel? ¿Con papá? Ni en mis peores tiempos.

Su hermano se sintió más que enojado por aquello, triste.

¿Realmente habían hecho él y su padre de Alex un completo resentido?

Alex pareció notar la sombra en la mirada de Gabriel, así que continuó hablando. Suspiró, como cansado y miró a su hermano.

  • No me lo tomes a mal Gabriel, pero pelear es lo único que se me da bien. Soy un fracaso en el resto de las cosas.
  • Es solo que no parece algo muy sano.
  • No lo parece porque no lo es. Pero soy bueno, de verdad. Estarías de acuerdo si me hubieses visto pelear alguna vez.

Gabiel soltó una especie de sonrisa nostálgica.

  • Te recuerdo peleando todo el tiempo en la escuela.

El mayor no pudo evitar dejar salir una pequeña sonrisa.

  • Soy mejor ahora, supongo.
  • Tal vez podría ir a verte un día — dijo Gabriel.

Alex pensó que era una broma, incluso quiso reírse allí mismo, pero se detuvo al ver la expresión seria de su hermano.

  • ¿Es una broma, no?
  • De hecho, no. Me encantaría ver una pelea tuya, Alex.
  • ¿Qué se supone qué harías tú en una pelea? — dijo él aún sorprendido, esperando a que su hermano le dijera que era un chiste.
  • Observar, supongo
  • Son ilegales, Grabiel. Lo sabes no?
  • Estoy seguro de que debe haber alguna manera de poder ser solamente un espectador ¿no?
  • Bueno… si, pero, no creo que sea una buena idea, ir solo puede ser peligroso.
  • No tengo que ir solo, podría ir con Marlee, si no te molesta, o con algún amigo.

Alex se imaginó a Marlee allí, observando en primera fila la persona en la que se había convertido. No pudo soportarlo.

Sin embargo, dijo exactamente lo contrario:

  • Me da igual, si quieres ir, ve.
  • De verdad me gustaría.

Alex seguía muy sorprendido, ¿Su hermano interesándose en lo que hacía? ¿Gabriel dejando de lado sus estúpidos modales solo para estar cerca?

Vaya lección le había dado esa noche.


Ariana caminó todo el tiempo detrás de Marlee hacia la cocina, observando todo lo que podía de reojo.

No dejaba de pensar en lo bonita que era aquella mujer en frente suyo. Marlee no debía ser muy mayor que ella, tal vez unos cuantos años nada más, pero era la viva imagen de las cosas bonitas en el mundo.

Sin embargo, la mirada que Marlee le había dedicado a Alex, había sido sumamente melancólica, como si sintiera tristeza por él. Y esto, molesto a Ariana de alguna manera, no creía que nadie debiese mirar al muchacho así, cómo con decepción.

Ariana no estaba en absoluto decepcionada de él, ni siquiera a pesar de lo que le había dicho Alex la noche anterior. Ella entendió que el muchacho no tenía la culpa de pensar lo que pensaba, pues al fin y al cabo, ella y su condición era algo totalmente nuevo y desconocido para él.

Ariana de hecho, veía a Alex como una persona muy agradable, más allá de su aspecto intimidador, del mal humor que se cargaba, y del hecho de que podía ser muy bruto en ocasiones con las cosas que decía o a pesar de lo poco delicado que era con las palabras. Ella estaba aprendiendo a leerlo.

La joven estaba segura de que ellos se conocían de antes, y que estaban relacionados más allá de lo evidente, pero no lograba conectar del todo sus ideas, estaba demasiado embelesada, nerviosa y asustada para armar algunas teorías.

Llegaron a la cocina. Un lugar que tenía más o menos el mismo tamaño que su casa entera. Marlee se detuvo un momento para inspeccionar la comida que ella y Gabriel habían preparado, olía exactamente como esperaba y eso la puso contenta, amaba la cocina y sabía que era muy buena en ello.

Volteó a ver a la muchacha detrás de ella, quién se encontraba completamente abstraída en algún pensamiento suyo.

Marlee, quién era bastante buena para analizar a las personas, supo leer inmediatamente las expresiones de Ariana.

La muchacha observaba todo con un detenimiento abrumador, hasta que pronunció solamente unas palabras por lo bajo:

  • Es muy bonito aquí — dijo Ariana

Marlee se tomó un momento para analizar la voz de la muchacha, le parecía genuina y dulce como ella misma.

Lucía en el rostro una juventud plena, radiante, y al verla Marlee solo pudo traer a sí misma una definición: Luz. La muchacha irradiaba luz de una manera arrolladora, inclusive sin hablar. Todo en ella parecía real, sonreía de una manera tan genuina, y se movía con una gracia digna de observar.

Viéndola así, de reojo y a poca distancia, Marlee supo inmediatamente por qué era la novia de Alex, o por qué él parecía tan extremadamente cómodo y bienvenido a su lado; Ariana era idéntica a Amelia, la madre de Alex y Gabriel. Pero no era exactamente un parecido físico ni mucho menos. Era su esencia.

Algo en la mirada de Ariana, en la manera de hablar y de comportarse, era innegable y Marlee estaba segura de que Alex podía verlo aún con más claridad que ella.

Había conocido a su difunta suegra cuando era simplemente amiga de Gabriel, antes de salir con Alex siquiera. La recordaba como una mujer sumamente vital, con una energía de vida que te hacía sentir feliz con solo estar cerca. Y a pesar de que luego se había enterado gracias a Gabriel de que Amelia había tenido una vida con bastantes complicaciones y que tuvo que lidiar con su suegro como esposo, Gabriel contaba que ella nunca dijo ser infeliz, que cuando ella se levantaba cada

día, era mejor que el anterior, que presumía de una felicidad inmensa y un amor incondicional hacia sus hijos.

De alguna manera, Marlee se sintió tranquila al ver a Alex entrar tan seguro, con la muchacha pegada a él de una manera tan interesante de ver, como si ambos encajaran el uno al lado del otro. Parecían piezas de la misma obra de arte, un arte extraño y vacilante.

La había invitado con ella a la cocina para tener la oportunidad de conversar con Ariana de una manera un poco más personal, pues le interesaba mucho saber sobre aquella chica.

Marlee salió de sus pensamientos y vio que la muchacha seguía observando todo con minuciosidad, la siguió con la mirada y dijo:

  • ¿Te gusta cocinar, Ariana?

Ariana espabiló rápidamente y dejó aquello en que estaba concentrada para mirar a Marlee.

  • Eh, sí. — dijo la muchacha — Cocino a veces en casa cada vez que puedo.
  • A mí realmente me gusta mucho, — le dijo Marlee — este es uno de mis lugares favoritos de toda la casa.
  • Puedo entender porque. — dijo Ariana observando la inmensa cocina
  • ¿Vives con tus padres, Ariana?
  • Si… ¿Por qué?
  • Oh, simple curiosidad. Pareces un poco joven.
  • Lo soy, de hecho — respondió Ariana con una mueca divertida.

Marlee se movió de un lado a otro agregando cosas a lo que sea que estuviese preparando, Ariana solo podía saber qué olía de una manera espectacular.

  • ¿Te puedo ayudar con algo? — le preguntó la joven
  • ¿Podrías ayudarme con la ensalada?
  • Si, claro. — dijo Ariana mientras Marlee sacaba algunos tomates y lechuga para que ella los picara.

Ambas muchachas se quedaron calladas un momento, hasta que Marlee habló nuevamente:

  • ¿Se conocen tú y Alex hace mucho?

Ariana preparó mentalmente su discurso de nueva cuenta, allá iba. Un favor, solo le estaba haciendo un favor a Alex.

  • No tanto, nos conocimos apenas hace algunos meses — respondió con una seguridad de la que ella misma se vió sorprendida.

Le había salido muy natural para ser una mentira tan grande, en realidad conocía a Alex desde que era una pequeña.

Marlee se quedó observando a Ariana como si esperase que continuara hablando, ella lo hizo.

  • Trabajo en un pequeño restaurante un poco lejos de aquí, nos conocimos allí y hemos estado saliendo desde entonces.
  • Comprendo, solo que... Ambos parecen muy unidos, pensé que llevaban más tiempo. Se ven muy bien juntos — le dijo Marlee al fin con una sonrisa que a Ariana le pareció sincera.
  • Gracias, ustedes también se ven muy bien juntos — respondió Ariana — Hacen una pareja muy bonita.
  • Muchas gracias Ariana, eres muy amable. — dijo Marlee mientras ambas muchachas se regalaban una mirada llena de agrado por la otra.

Ambas estuvieron hablando un rato hasta que Ariana terminó de picar la ensalada y Marlee le pidió otro favor con más confianza.

  • Ariana, ¿Podrías ayudarme a poner la mesa? Le diría a Gabo pero está un poco entretenido — dijo Marlee señalando con la cabeza a la sala, donde se veía a Gabriel hablando animadamente con Alex sobre algo.
  • Si, claro. — Replicó Ariana

El comedor era exactamente como ella imaginó que sería, gigantesco, era de cristal y muy bonito. Al lado de este había también una vitrina llena de vajillas y demás loza de lujosa porcelana. Aquel mueble tenía un estilo antiguo y desprendía un aroma a madera de gran calidad. Marlee le había pedido a Ariana que colocara la mesa de manera que pudieran quedar cerca unos de otros.

Cuando hubo terminado, Marlee le pidió ahora que le informará a los dos muchachos que la comida estaba lista. Al verla partir fuera de la cocina, y ahora que se consideraba con la confianza suficiente para comunicarse con Ariana, Marlee no pudo aguantarse el preguntar aquello que había tratado de deducir por sí misma durante todo este rato, y aunque tenía una respuesta bastante clara, ella necesitaba confirmarlo pues solo así se sentiría en paz.

  • Ariana — la llamó con voz firme cuando ella estaba aún lo suficientemente cerca para escucharla — Tú… ¿Lo quieres? — le preguntó con un nudo en el corazón, y casi sintió que la respiración le estaba ahogando el cerebro.

La muchacha no pareció sorprendida por la pregunta, aunque fuera totalmente inesperada, ella sabía que responder, era una respuesta fácil, casi automática.

  • Sí — fue lo único que pudo decir asintiendo con la cabeza, preguntándose que tanto había de mentira y que tanto había de verdad en esa respuesta.

Miró a Marlee fijamente a los ojos y observaba en su mirada una mezcla de tranquilidad y culpa mezcladas entre sí en un río de color verde, casi como si la corriente se llevara consigo los sentimientos, pero Ariana pudo verlos claramente antes de que desaparecieran bajo el agua.

Se volteó y salió de la cocina hacia el salón donde se encontraban los demás.

Alex estaba inmerso en una conversación con Gabriel sobre el boxeo profesional cuando Ariana apareció nuevamente por el umbral de la puerta con una expresión relajada y tranquila.

El muchacho no pudo evitar observarla y pensar en lo que había comentado con su hermano algunos momentos atrás. "Ariana es muy bonita", le había dicho a Gabriel.

Una belleza que Alex tal vez no podía comprender del todo, pero una belleza tan increíblemente atractiva de observar que era imposible para él negarlo por más tiempo.

Ariana se fijó en que Alex tenía la mirada clavada en ella de una manera que la ponía nerviosa. Se sentía como si él estuviera observando dentro de ella y ella no pudiera encerrar más las cosas que pensaba, porque solo quería dejarlas salir para que él pudiera verlas y quizá, entenderlas.

Gabriel también volteo a mirarla cuando la vió entrar al salón y le dedicó una sonrisa amable.

  • Marlee me pidió que les dijera que la cena está lista. — dijo la muchacha dirigiéndose a ambos.
  • Gracias Ariana — dijo Gabriel en lo que se levantaba del sillón para ir directo al comedor.

Alex se levantó también y se acercó a Ariana.

  • ¿Todo bien? — le preguntó a la muchacha

Ariana alzó la mirada para ver a Alex, y lo encontró bastante más grande que nunca.

  • Sí, todo bien — le respondió ella.

Alex no dejaba de mirarla de aquella manera extraña. La joven echó a andar y él la siguió tranquilamente hasta ponerse a su lado.

Todos se sentaron para comer y hablaron poco, Marlee y Gabriel comentaron algunos detalles sobre su boda. Alex habló muy poco y Ariana le seguía la corriente en cualquier cosa que decía, y trataba de memorizarlo para no cometer ninguna imprudencia más adelante.

La comida finalizó casi tan rápido como había comenzado, a Ariana no le quedó la menor duda de que Marlee y Gabriel eran unos excelentes cocineros pues todos los bocados que había dado le resultaron magníficos.

Al cabo de un rato, Alex estaba conversando con Gabriel animadamente, casi con normalidad acerca de cualquier cosa. Ambos muchachos recordaron porque habían sido importantes el uno para el otro, y Alex sintió por primera vez desde que estaba allí, la necesidad de dejar atrás sus complejos pasados y empezar de nuevo con su hermano. Sintió que ambos lo merecían y más que eso, lo necesitaban.


Ariana estaba parada en el balcón del apartamento que daba una vista directa de la ciudad, estaba completamente embelesada en aquel lugar. Veía las estrellas, los automóviles pasando, los edificios igual o incluso más grandes que el de Gabriel, y sobre todo veía un número incontable de personas. Veía un número incalculable de universos. ¿Estarían todos tan desordenados como lo estaba ella? Esperaba que no, sería demasiado trágico. Que cosa más irónica era el orden, pensó ella.

De pie en aquel lugar, se vió a sí misma más pequeña de lo que había sido nunca, imposiblemente pequeña. Como si nadie pudiera rescatarla porque ni siquiera podían verla.

Alex la estaba mirando, desde allí él sí que podía verla.

Estaba totalmente ida en lo que fuese que estuviese pensando, absorta de una manera que él solo

había visto en ella, como si se perdiera por momentos, como si su alma se separara de su cuerpo por un instante.

Observándola en ese lugar, bajo la luz de la luna y esa expresión desconcentrada que tenía, como si fuera ella sola en el mundo, como si las estrellas fueran para ella. Como si ella misma estuviese hecha de estrellas por dentro, porque como brillaba esa pobre muchacha. Él pensó que era jodidamente hermosa, parecía arte.

De repente, se sintió ansioso e inclusive sentía, muy a su pesar, que estaba terriblemente nervioso. Él, uno de los tipos más rudos, e incluso temidos por algunas personas, estaba nervioso hasta la médula por aquella niña.

La vio sostenerse los brazos a los lados, abrazándose a sí misma como si tuviera frío. Los pies de él se movieron automáticamente, como si su cuerpo supiera hacia dónde debía ir, incluso cuando él mismo no lo entendía. Sintió un frío recorrerle los huesos, y en ese momento supo que no iba a detenerse, que estaba en el borde del abismo con el fuego entre las manos, y no le importaba quemarse.

Se acercó a ella desde atrás, viendo fijamente su espalda y sus caderas, y cuando estuvo lo suficientemente cerca, se detuvo y colocó una mano en la cintura de ella. La llama que había estado sosteniendo entre sus manos le danzó por todo el brazo y a medida que se acostumbraba al delicado tacto de ella sobre él, sentía como crecía y se hacía más y más intensa, todavía no quemaba lo suficiente.

Ariana se sobresaltó en cuanto sintió al muchacho detrás de ella, y le pareció que aquel instante transcurría mucho más despacio que el resto de su vida.

Sin embargo, no se movió, se quedó tan quieta como una estatua. Sintió las piedras alrededor de ella romperse cuando él la tocó, era un gesto sencillo, pero demasiado íntimo, casi privado. Le puso las manos en la cintura, como envolviendola alrededor de él.

Ella sintió el contacto en cada poro de su piel, incluso por debajo de la tela, respiró profundamente y entonces lo sintió un poco más cerca, y nuevamente ella no se movió, ni un milímetro, casi quería darle a entender a él que tenía todo el derecho a acercarse aunque no lo tuviera en absoluto.

Estaba muy cerca, y ella podía sentirlo en el cuello cada vez que el muchacho respiraba, y estaba respirando muy deprisa. Ella estaba ahora apoyada en el pecho de él, y podía sentir la tosquedad en su cuerpo y la acumulación de fuerza bruta del muchacho de cabellos rubios.

Ella respiró profundamente, se sentía confundida a más no poder.

Alex se encontraba más confundido aún. En el momento en el que se había acercado, se dio cuenta de que era lo correcto aunque no supiese porque.

Ninguno sabía qué decir, ni siquiera parecía posible que hubiese algo para decir llegados a ese punto, pero ambos sabían que no era así.

Alex carraspeó detrás de ella, y la voz le salió más grave y amenazante de lo que esperaba.

  • ¿Está todo bien? — fueron las palabras que pronunció en ese momento.
  • Si, todo perfectamente — dijo ella tratando de ocultar el nerviosismo de su voz, e ignorando el tono casi molesto que había usado él antes.

  • Ariana, yo… — Alex se detuvo a media oración, en parte porque no sabía qué decir y luego porque no estaba seguro de que debiese decir cualquier cosa.

De repente recordó la manera tajante en la que ella le había dicho por la tarde que no estaba enojada por lo de la noche anterior. Alex sabía que no era así, ella estaba enojada, y él aún se sentía mal por aquello, por más que ella le hubiera dicho que no pasaba nada, que ya no importaba.

  • Yo... quería disculparme de verdad por lo de ayer — continuó hablando el muchacho — No debí haber dicho semejante estupidez.

Ariana lo alzó a ver fijamente, el gesto del muchacho la conmovió, sabía que estaba diciendo la verdad, Alex no quería que ella se quedara enojada con él. El muchacho quería arreglar las cosas, y no porque estuvieran fingiendo estar en una relación, sino porque él estaba arrepentido y sentía que era lo correcto.

  • Alex, te perdono. — dijo la muchacha quedándose callada un momento — La verdad, entiendo que te hayas sentido confundido y, que no sabías que lo que decías era hiriente para mi…

Poder escuchar que Ariana ya no estaba enojada con él y que lo había perdonado, finalmente se sintió tranquilo, pero a la vez un completo miserable porque la había lastimado con su imprudencia.

  • Lo siento mucho de verdad, Ariana — dijo el muchacho soltando un suspiro mientras se aferraba más a ella, no quería soltarla.

En aquella posición en la que la estaba, abrazándola, respirando su cautivador aroma, sintiendo su suave pelo bajo su mentón, viendo la ciudad junto con ella, Alex sintió que todo estaba bien en el mundo, se sentía en paz, reconfortado.

Ella permaneció quieta, callada, mirando la ciudad junto a él, sintiendo como la mano de Alex le tamborileaba en la cintura, disfrutando de la efímera compañía de aquel muchacho, dejándolo que la abrazara calurosamente, sintiendo su respiración en el cuello. Por primera vez en su vida se sintió a salvo de las cosas malas del mundo, se dejó absorber por el momento.

Pero, pensó ella, ¿sería capaz de salvarse de él después de ese momento? Ya no estaba segura.

Alex la sintió tiritar mientras la sostenía, no sabía decir si lo que la muchacha tenía era frío o ansiedad. Habían estado un buen rato sin decir nada, simplemente sintiendo el contacto del uno con el otro, hasta que Alex rompió el silencio:

  • ¿Tienes frío? — le preguntó

Ariana se sobresaltó un poco debido a que estaba totalmente absorta.

  • Eh, no, estoy bien — dijo ella en voz bajita.
  • Estás temblando — dijo él un tanto inquieto.
  • No yo no… — se quedó nuevamente callada.

A Alex le pareció muy divertido aquello, era obvio que la muchacha se estaba poniendo nerviosa, y le gustaba verla así, porque sabía que era debido a él. Soltó una risita y se sacó la chaqueta que tenía puesta, y volteó a Ariana de manera que ambos quedaran frente a frente.

Ella alzó la mirada para observarlo, él se sintió repentinamente desarmado, como si ella pudiera hacerlo pedazos en cualquier momento.

Él se quedó mirándola fijamente y ella también a él. Alex le pasó la chaqueta por los hombros, de manera que quedara envuelta en ella.

El muchacho se quedó observándola y se dejó llevar. No midió las consecuencias en ese preciso instante. Él sabía que aquello le costaría muchísimo en el futuro, pero se encontró a sí mismo pensando que le daba igual, pagaría lo que fuese si era necesario y aunque tuviera la oportunidad de vivir aquel momento de nuevo, haría exactamente lo mismo.

Se acercó lentamente al rostro de ella, como si estuviera trazando un camino preciso, uno que no deseaba olvidar porque tenía intenciones de regresar por ahí.

Ella supo lo que el muchacho haría mucho antes de que él empezara a moverse hacia ella. Lo sintió en el interior de su corazón, el presentimiento de lo que estaba a punto de suceder.

Pero no hizo nada para detenerlo.

Poco le importaba que aquello fuese un estúpido juego, una mentira, le daba exactamente igual lo qué pasara después. Lo deseaba en ese momento, y no podía mentirse negándolo.

Lo había deseado desde que tenía tan solo 9 años. No iba a echarse para atrás ahora.

Alex la presionó más fuerte en la cintura y la atrajo hacia él de la manera más delicada que sentía que podía hacerlo.

Él la besó. Ella lo besó.

Ariana se sujetó a él, porque no quería soltarse nunca.

Alex se sintió como si ella fuera su lugar favorito en el mundo, como su hogar. No quería perder eso de nuevo, incluso cuando sabía dentro de sí que aquello era como beber de la fruta prohibida, lo estaba disfrutando más que nada, pero le costaría un precio altísimo.

Aferró sus manos más fuerte a la cintura de ella. Ella rodeo con sus manos el cuello de él.

La muchacha podía sentir su calor corporal, el desespero en cada uno de sus movimientos y la necesidad inconfundible de alguien que ha buscado en cada rincón aquello que tiene ahora en sus manos y no sabe cómo controlarlo, pues está a punto de salirse.

Ella sabía que estaba al borde del precipicio más profundo al que podría haberse acercado jamás, pero se lanzó de allí sin dudarlo un segundo, en el fondo de aquel huracán se sentía como si toda ella estuviera hecha de colores por dentro.

La pequeña llama que se había mantenido firme en los dedos de Alex le había estallado directamente en la cara y en el corazón, quemándolo desde adentro hacia afuera, el fuego se propagaba rápidamente por todos sus huesos, sus piernas y todas sus extremidades. Lo sentía arder demasiado ávido para poder ignorarlo.

Ninguno supo cuánto tiempo estuvieron puestos en la misma situación, pero habían sido los segundos más escasos de toda sus vidas, el tiempo había corrido de una manera casi cruel.

El único sonido que se producía en ese momento era el de sus bocas acariciándose, saboreandose, hasta que Ariana le puso la mano en el pecho suavemente para intentar apartarlo un poco de ella, se sentía sin aire y absolutamente avergonzada, como si hubiera hecho algo malo.

Lo había besado. La había besado. De una manera tan intensa, tan agradable y tan reconfortante para ambos. Los labios de Ariana se sentían como la salvación para él.

Alex pensó en que jamás había sido tan delicado y condescendiente con ninguna chica, y por otro lado, jamás había sentido tantas ganas de acercarse a alguien como en ese momento. Deseaba volver a sentirla así, contra él, deseaba poder agarrarla fuertemente y....

Detuvo sus pensamientos al ver la cara enrojecida y apenada de la muchacha, y eso lo derribó por completo, lo que quedara dentro de él, ahora ella lo había convertido en cenizas.

Ella mantuvo la mano en el pecho de él para impedir que se acercara de nuevo, y no es que no quisiera, porque vaya que deseaba poder continuar, poder besarlo toda la noche, e incluso poder...

Pero, no podía pensar en esas cosas sin sentirse culpable. Sabía que ella sería la más perjudicada en una situación como esa.

Entonces la realidad los golpeó a ambos, justo en la cara. Nada de aquello era posible, porque nada era real.

Todo era una completa mentira.

Alex la miró con ojos curiosos mientras ella volteaba levemente a ver algo directo al apartamento, y entonces, los dos supieron que nada en esa noche era bueno, que era una completa trampa puesta por la vida, y ahora se estaba riendo. La imaginaria risa resonaba en la cabeza de Ariana.

La muchacha vio a Gabriel y Marlee parados al otro lado de la habitación, ella de la mano de él, ambos sostenían copas con tragos y disimulaban no haber observado el pequeño espectáculo que Alex y ella les habían proporcionado. Ellos eran su público después de todo, en esa mala obra que personificaban esa noche.

Verlos a ellos; una pareja feliz, una pareja que estaba a punto de casarse. Una pareja real… Dolía mucho verlos después de aquella quimérica situación.

Ella se preguntó si Alex solo la había besado porque su hermano y Marlee los estaban observando y necesitaba lograr un acto creíble, una manera de cerrar el telón para que los asistentes al teatro no quedaran hambrientos de más.

Alex vio la fugaz mirada de decepción en los ojos de Ariana y entonces ella se apartó de él como si su contacto doliera. Le había dolido más a él tener que ver esa expresión en el rostro de ella, porque en el fondo sabía que tenía que ver con él. Las decepciones siempre tenían que ver con él.

Ariana se quitó del lado de Alex porque de repente empezó a sentir como si los dedos de él le estuviesen destruyendo el alma.

No sabía cuán desgarradora podía ser la verdad hasta aquella noche.

Alex y ella eran una mentira. Su relación era una mentira.

Ella era una mentira.

Él era una mentira.

Ella le dio la espalda y él sintió como la vida se le estaba volteando hacia otro lado junto con ella. Así era.

Ariana caminó tratando de verse tranquila hasta donde se encontraban los demás, Marlee y Gabriel quienes pretendían no haber visto nada.

Marlee habló primero y Ariana agradeció fuertemente el no tener que decir nada, no sabía si su voz estaba fallando tanto como su corazón.

  • ¿Quieres un trago, Ariana? — preguntó.

Ariana, quién jamás bebía, respondió con un apresurado "sí", asintiendo con la cabeza.

Alex caminaba con paso tranquilo detrás de ella, y se les unió con una extraña expresión de desconsuelo. Se veía casi desesperado y no dejaba de mirar a Ariana de una manera demasiado intensa.

Gabriel sabía que su hermano era un poco impredecible, que podía ser bastante torpe, insensible e incluso en ocasiones cruel. Pero no veía nada de eso en los ojos de él cuando miraba a aquella joven, lo que veía era distinto, era casi una súplica, una mirada que era pura necesidad.

El resto de la noche Ariana intentó mantenerse lo más lejos que pudo de Alex aunque siempre terminaran cerca por alguna razón u otra.

Ella pudo sentir un poco más de tranquilidad cuando se alejó para conversar con Marlee sobre la boda y Alex había permanecido con Gabriel hablando sobre otro de los temas más extraños que parecía haber en ese lugar; el padre de ambos.

Luego de un rato, cuando Ariana sintió que tenía algo más de confianza con Marlee, decidió preguntarle un poco más al respecto.

  • Es un tipo complicado ¿verdad? — preguntó Ariana.
  • ¿Quién? — pregunto de vuelta Marlee.

La muchacha solamente hizo un gesto con la cabeza indicando a los dos muchachos, quienes conversaban acaloradamente.

  • ¿Su padre? Si, es un hombre bastante complicado — respondió Marlee con una mueca que le dejó claro a Ariana que había traído consigo un mal recuerdo.

Ariana no quiso preguntar más al respecto, pero Marlee continuó hablando:

  • Supongo que no debes saber mucho sobre él, sé que a Alex no le gusta hablar del tema.
  • La verdad he oído muy poco — dijo Ariana. La verdad era que no sabía absolutamente nada.

De pronto, Marlee soltó un gran suspiro y comenzó a hablar:

  • La verdad es que es un mal tipo, incluso aunque vayamos a ser familia tengo que reconocerlo. Se ha portado muy mal con Gabriel en varias ocasiones, y eso por decir poco, se supone que es como el hijo prodigo. Sin embargo, nada parece ser suficiente para él, y respecto a Alex ni que decir, estoy segura de que ha sido el más afectado por ello.

Marlee miró a Ariana como esperando a que ella comprendiera, ella lo intentó.

  • Suena fatal — fue lo único que pudo decir
  • Es peor que eso, créeme. Es un viejo amargado y controlador.
  • Vaya, no sabía nada de esto — dijo Ariana mirando hacia el suelo, dando un sorbo a su vaso de lo que ella creía contenía vino.
  • No sé como Amelia pudo pasar tanto tiempo al lado de ese hombre — dijo Marlee con un tono de voz compasivo.

La cabeza de Ariana empezó a funcionar tratando de recordar si había escuchado ese nombre antes, hasta que le hizo clic en la mente y se aventuró a preguntar:

  • Amelia era...? — preguntó Ariana, pero Marlee había empezado a hablar nuevamente incluso antes de que ella terminara su oración.
  • Era la madre de Alex y Gabriel, por supuesto. Gabo me contó que ella estuvo casada con Eladio por más de 25 años.

Eladio, así se llamaba el papá de Alex. Jamás lo había oído mencionarlo antes.

Marlee continuaba hablando:

  • Era una mujer fantástica, le habrías caído muy bien, Ariana.

La joven alzó los ojos evidentemente sorprendida por el comentario. Ella ya la había conocido muchos años atrás.

  • ¿Yo?

Marlee la miró con un deje divertido.

  • Si, te pareces mucho a ella.

La joven abrió mucho los ojos y Marlee rió divertida ante aquello, la había sorprendido esta vez.

  • Si no me crees pregúntaselo a Alex, él te va a decir lo mismo, estoy segura de que se da cuenta.

Ariana volteó rápidamente la cara y dirigió la mirada a Alex, quien la estaba mirando a ella también. No había dejado de hacerlo en toda la noche.

El muchacho apenas y había mencionado a su madre en uno que otro comentario, lo único que Ariana sabía era que había fallecido hacía algunos años atrás. Ella la recordaba de algunas ocasiones en las que Amelia se pasaba a saludar a Jocelyn. Era una mujer muy guapa y siempre era muy amable, inclusive le había regalado dulces en alguna ocasión.

Ariana se quedó charlando un rato más con Marlee de una manera muy tranquila, la verdad es que aunque al principio le había parecido un poco seria, era bastante amable y parecía sincera.

Ambas muchachas estaban riendo sobre algo cuando Alex se acercó donde ellas permanecían. Le dirigió una mirada tranquila a Marlee y se acercó a Ariana con una expresión un poco más seria.

  • ¿Nos vamos, Ariana?

Ella solamente lo miró y asintió con la cabeza. Gabriel

apareció detrás de Alex también con una expresión cansada en el rostro.

Ariana estaba poniéndose de pie cuando escucho la voz del hermano de Alex:

  • Mar, Alex y yo estábamos hablando y le dije que quizá podríamos ir a ver una de sus peleas un día de estos. ¿Te molestaría acompañarme?

Alex se quedó mirando a su hermano atónito.

Marlee respondió con más interés del que Alex esperaba, de hecho él esperaba una negativa de su parte.

  • Claro, por mí estaría perfecto. — dijo ella con una sonrisa en la cara — ¿Tú también vienes, Ariana?

Alex se quedó de piedra esta vez.

No no no, eso era completamente imposible, si ya era bastante malo tener a Marlee allí, llevar a Ariana era la peor de las ideas, él sabía que esos lugares se llenaban de borrachos y tipos drogados, y él no iba a poder estar allí todo el tiempo para estar al pendiente de ella.

Ariana se había quedado completamente quieta y sin saber que decir, empezó a tartamudear.

  • Eh... yo, bueno, no sé — Marlee la cortó a media oración.
  • Por favor, Ariana, me aburriré mucho si no vas. No te ofendas Gabriel, pero sé cómo te gustan estas cosas.

Su novio simplemente alzó los hombros dándole la razón.

  • Si, está bien, iré — respondió Ariana con un tono de voz bastante apenado — ¿Alex?

El muchacho se había quedado completamente callado y mantenía una expresión bastante intimidante. Relajó un poco la cara y le dedicó a Ariana una sonrisa tranquila, que culpa tenía ella después de todo.

  • Eh, si, por mí está perfecto. — dijo Alex tratando de sonar despreocupado — La próxima pelea será el jueves.
  • Vale, allí estaremos. — respondió Gabriel

Alex le hizo un gesto a Ariana con la cabeza para indicarle que salieran de allí. Estaba enojado y se sentía frustrado sin razón aparente.

La muchacha se despidió de Marlee y esta prometió que la llamaría para que acordaran almorzar o algo por el estilo, le había caído bastante bien. Gabriel le regaló una sonrisa amable y Alex se despidió de todos con un simple "Adiós, nos vemos".

Ambos salieron del lugar sin decir una sola palabra. Ninguno pensó que fuese a ser tan incómodo.

Finalmente Alex rompió el silencio cuando ambos estaban en el parqueadero, frente a la motocicleta.

  • ¿Estás bien? — preguntó él.

No, definitivamente ella no estaba bien, se sentía desconsolada, falsa y vacía.

Ella respiró profundamente y le respondió:

  • Si, todo perfecto.
  • Bien… — Fue lo único que dijo Alex, encendiendo la moto e indicandole a ella que se subiera.

Él sabía que Ariana estaba mintiendo, sentía sus manos temblar a medida que se agarraba a él para sostenerse. Sabía que todo este asunto era culpa suya. La había usado solo para fingir una falaz estabilidad frente a su hermano. Lo había arruinado de nuevo. Parecía como si lo único para lo que era bueno era para arruinarlo todo.


Al día siguiente estaba lloviendo. Algunas personas solían decir que el día después era el peor de todos. Que los recuerdos te amenazaban y la sensación de desconsuelo no se iba.

Ariana estaba metida en su habitación, estancada con un libro que no reconocía realmente, intentaba memorizar sus lecciones pasadas de latín para poder pasar un examen importante. No lograba concentrarse en nada, su mente iba de un lugar a otro, desde memorias agradables hasta dolores segadores, ya no quería pensar más en el calvario que vivía en su casa, y como todos sus otros problemas se veían pequeños en comparación.

Tampoco dejaba de pensar en Alex, en los pequeños instantes que habían compartido juntos, como sus manos se habían movido a través de ella como si la conociera perfectamente, en como se había sentido cuando la había besado, y como ella torpemente quiso continuarlo.

El recuerdo le dolía, por muy improbable que esto pareciese, que una sola memoria pudiera herirte tanto. Sin embargo, no pensaba permitir que aquel dolor le opacara la visión, no valía tanto la pena. Ella se necesitaba a sí misma más que nunca y no podía perderse ahora.

Deseaba esfumar completamente aquellos pensamientos. Quería con todas sus fuerzas pensar que no estaba pasando absolutamente nada que no estuviera bajo su control.

Ni siquiera entendía por qué le lastimaba tanto, cuando estaba segura de que Alex estaría tranquilo, probablemente dormido a esas horas.

Quizá se debía a que el día después de querer a alguien era el peor de todos.


Alex no lograba conciliar el sueño de ninguna manera. No importaba hacia que lado intentara dormir, sentía un calor abrasador recorriéndole todo el cuerpo y aunque él sabía a qué se debía, no quería darle más vueltas, su desgracia tenía un nombre y el cabello castaño.

Ariana.

El muchacho se halló a sí mismo pensando en todos los problemas que era su vida. Por un lado estaba su hermano, Marlee y su padre, y por el otro, en un rincón bastante amplio de la maraña de cosas que estaba pensando, estaba ella. Estaba Ariana.

La veía constantemente moverse en su cabeza, como si se hubiese metido allí desde el primer día. La veía a su lado, y la deseaba como nunca había deseado nada.

Sabía perfectamente que el fuego en su cuerpo lo iba a terminar quemando desde adentro, si es que no lo había hecho ya. Recordó su delicadeza al moverse, la manera tan sutil en la que le pedía que continuara, que se quedará cerca de ella. Y como él había querido permanecer a su lado para siempre, porque jamás había estado más seguro. Pero al mismo tiempo había querido salir corriendo de aquello, enfrentarse a sus sentimientos era su peor pesadilla. Y Ariana representaba todos sus miedos, porque ella, al parecer, era libre.

Libre para ser ella en un mundo que la condenaba por amarse a sí misma, y que lo condenaría a él, por quererla.

Sin embargo, había aspectos de ella que no sabía como ver. Desde cuando a él, un tipo tan machista como lo había sido siempre ¿Le gustaban de repente… los chicos? ¿Era gay ahora? Vaya encrucijada.

Se sintió estupido y desubicado, por supuesto que no era homosexual, para nada. Pensó en Ariana e intentó ver algo de ella que le recordara al pequeño enano que había cuidado años atrás. Los recuerdos que le venían de Mathias eran de un niño callado, sensible, muy atento y respetuoso con él, muy delicado cuando hablaba, nunca fue tosco como él ni como los demás niños, no le gustaban mucho los deportes y se ponía muy triste cuando él le decía que se comportase como varón. Mathias siempre fue muy femenino y nunca pudo hacer tal cosa, estaba en contra de su naturaleza.

Alex nunca le puso demasiada atención, siempre había creído que simplemente era un niño muy retraído y delicado, pero ahora le resultaba evidente que, Ariana siempre estuvo allí, que ella nunca fue un hombre, ni nunca lo será. Y él, por lo tanto, no era homosexual por desearla. No cuando las cosas que más lo atraían de ella eran precisamente la delicadeza y feminidad que emanaba, la paz que sentía a su lado y su indiscutible atractivo femenino, porque joder, vaya que era atractiva.

Quizá se sentía tan extraño, porque el día después de querer a alguien era el peor de todos.