Enamorada de mi hijo - segunda parte
Continuación .....
Al fin comenzó la semana, ya en el trabajo, aun no podía dejar de pensar en lo sucedido y como solucionarlo. Almorcé con Carlos, me notó extraña, y le dije que eran problemas de trabajo nada más. Como no nos habíamos visto el fin de semana, me invitó que fuéramos a su departamento, pero no tenía la cabeza para eso, luego el martes nuevamente, también lo evadí, pero el miércoles ya no pude rechazarlo y terminamos en su cama.
Eses día estuve más fría que nunca, no sentía absolutamente nada. Me beso y me comió la concha como le gustaba hacerlo, tuve que fingir que lo disfrutaba, pero en mi mente el único que estaba era Andrés. Luego me penetró, fue terrible, no sentía absolutamente nada, menos mal que me la dejo bien mojada con su saliva. Su verga era ridículamente pequeña al lado de la que me había penetrado el fin de semana. Que diferencia, a pesar que hacia su mejor esfuerzo, no lograba excitarme para nada, solo pensaba en la verga de mi hijo, mientras él hacia su mejor esfuerzo, hasta que comencé a fantasear que era Andrés el que me la metía y recién ahí comencé a sentir algo. Luego de 6 a 10 minutos con suerte, Carlos me aprieta fuertemente del culo y comienza acabar dentro mío, haciendo yo mi mejor actuación de que acababa con él.
Me sentí usada, sucia. Carlos me notó extraña nuevamente y le dije que no me molestara, que mi cabeza estaba en problemas de la oficina, cosa de mujeres, que por favor no me preguntara más. Pasaron un par de semanas, con Andrés volvimos a dirigirnos la palabra, aunque eran conversaciones algo forzadas, por ambas partes, una situación realmente incomoda.
Carlos continuó notándome extraña, me decía que estaba distante, fría , hasta que una tarde que me estaba follando, se dio cuenta que yo estaba solo con las piernas abiertas, pero que tenía mis pensamientos en otra parte. Se enojo y yo la verdad vi que no teníamos futuro y luego de una pesada conversación, donde él me preguntaba a cada rato si había alguien más y yo negándoselo, terminamos nuestra relación.
A la finales fue lo mejor que pude hacer, me sentí bastante más aliviada, aunque igual lo extrañé un poco. Me había encariñado con él, pero mi vida se había complicado demasiado para tener que estar aparte dando explicaciones que no podía dar.
Ahora tenía que tratar de volver a tener una buena relación con mi hijo, estar en casa me hacia mal. Conversábamos súper poco, lo notaba distante, no sé si enojado o arrepentido. Ambos tratábamos de hacer como si nada hubiese pasado, pero era casi imposible. Aparte que verlo solo con pantalones cortos, paseándose por la casa, mostrando su hermoso cuerpo, era imposible no acordarme de lo sucedido y mirarlo con otros ojos.
Inevitablemente me empezaron a pasar cosas con él. Había sido tan excitante ese encuentro, tan morboso y placentero, más aun tenerlo ahí todos los días, verlo a diario mostrando sus músculos, me hacían recordar a cada rato lo que había sucedido. Aparte que yo notaba sus miradas sobre mis tetas o mi culo, seguramente el sentía lo mismo que yo, era realmente un infierno lo que vivía a diario, mas aun que ni siquiera tenía a Carlos para desahogarme.
Mi vida se trastorno completamente, yo creo que hasta me empecé a enamorar de mi hijo, bueno, amor me sobraba, lo amaba con todo mi corazón desde que lo tuve en mi vientre, solo que ahora lo veía también como hombre, me daba celos saber que salía y se acostaba con otras chicas. Aparte que siempre habíamos tenido una relación de mucho afecto, besos, abrazos. Era muy normal que él me tomara por detrás, que me besara el cuello, que me abrazara o que me pegara una palmada o apretón en mis nalgas, siempre con cariño, pero luego de ese fatídico día, todas esas muestras de cariño se desvanecieron por completo.
Pasaron varios meses y mi tortura continuaba. Me sentía sola, me faltaba cariño y para qué hablar de sexo, andaba siempre ganosa, tenia deseos y nadie que me ayudara, solo la masturbación era mi escapé y siempre la protagonista de mis fantasías , era la enorme verga de mi hijo. Una día incluso estuve a punto de llamar a Carlos, solo para pegarme un acostón , pero desistí, no era justo para el y complicaría más aun mi vida.
Hasta que llegó mi cumpleaños número 53, ya los días antes estaba desmotivada por cumplir años y tener mi vida hecha un desastre. Me sentía vieja, sola, sin un horizonte. Me levanté desganada y cuando estaba por irme a trabajar, Andrés sale de su cuarto y me abraza fuertemente deseándome un feliz cumpleaños. Fue tan rico su abrazo, con amor, con cariño , como hace mucho no lo tenía. Permanecí unos minutos abrazada a el, sintiéndome 100% reconfortada, dándole las gracias por su saludo, que en ningún minuto fue algo sexual, solo cariño madre e hijo.
A la salida del trabajo, mis compañeras de trabajo me llevaron a tomarme un trago, para celebrar mi cumpleaños, una salida corta, por lo que no llegue más allá de las 9 de la noche a mi casa. Andrés me esperaba con un regalo, otro fuerte abrazo y una invitación a comer algo por ahí. Le dije que encantada, que me cambiaría de ropa, a lo que él me dijo que no, que me veía estupenda con mi traje de trabajo ( falda y blusa ) , que fuera así no más.
Me llevó a un céntrico restaurant, donde pedimos una tabla, unas botanitas y un trozo de torta, acompañado de un trago. Ya me había tomado dos con mis amigas y este era el tercero. La verdad no quería, pero no podía despreciar la invitación de mi hijo, por lo que accedí. La velada estuvo muy agradable, luego el pidió otro trago más, le dije que no quería mas, pero insistió y lo acepté. Ya con 4 tragos en mi cuerpo, no estaba borracha, ni mareada ni mucho menos, pero si algo “contenta”.
Llegamos a la casa, me saqué los zapatos, fui al baño y cuando estaba prendiendo la Tv de mi cuarto, Andrés entra y me abraza por detrás. Me dejo abrazar y le doy nuevamente las gracias por tan linda velada. Sin embargo el no me soltó, continuó abrazándome, diciéndome que me quería mucho, cuando sentí que el abrazo se estaba prolongando más de la cuenta. Me gustaba, no lo niego, pero me hacia mal, por lo que me moví para soltarme.
El no me soltó, corrió mi pelo y me besó el cuello. Mi cuerpo se estremeció de inmediato, a pesar que me reí para disimular que me excitó, volví a tratar de soltarme. Sentí que me apretó más fuerte, apegándose contra mí, comenzando a moverse. Me quedé quieta unos segundos, disfrutando de ese contacto que tanto deseaba, le volví a pedir que me soltara, pero no lo hacía. Un nuevo beso en mi cuello, que me hizo estremecer y perder un poco la voluntad. Solo cuando su mano bajo hasta mis nalgas, me solté rápidamente sabiendo lo que buscaba.
Me senté en la cama y le pedí que por favor se fuera, pero él se sentó a mi lado y me colocó una mano en mi pierna diciéndome lo mucho que me quería. Le dije que yo también, que lo amaba con todo mi corazón, pero que era mejor que se fuera, cuando en eso, trató de besarme en los labios. Me moría de ganas de besarlo, no lo niego , pero tenía que ser fuerte, era una locura, le pedía que se fuera una y otra vez, mientras el continuaba tratando de besarme.
Tenía que detener eso de inmediato, sabía lo que podría ocurrir y que no podía pasar por ningún motivo, pero con sus besos en mi cuello y su mano en mi pierna, no podía ni pensar, hasta que su mano subió un poco a mi entre pierna, metiéndomela por debajo de la falda tocando mis muslos. Se la tomé con la mía, pidiéndole que se detuviera, pero el continuó subiendo. Sentí sus dedos llegas hasta mi calzón y luego tocar mi sexo, donde me encendí de inmediato. De todas formas sabía que tenía que ser fuerte y asustada le suplicaba una y otra vez que me soltara, pero él no me escuchaba. Me siguió tocando, mientras trataba de besarme, sin impórtale mi negativa.
Luche lo que más pude, se los juro que fue así, de controlarme, de no caer en pecado nuevamente, pero no pude, un escalofrió recorría mi cuerpo, sintiendo un fuego en mi interior que me quemaba , hasta que ya no aguanté más, poco a poco dejé de luchar hasta que me rendí, me entregué a sus caricias y lo besé como una madre no debe besar a su hijo. Nuestras lenguas se encontraron y nos fundimos en un delicioso y exquisito beso de amor y lujuria, entregándome ya por completo a las ricas sensaciones que su mano me hacía sentir.
Siguió tocándome deliciosamente, ahora tocándome los pechos fuertemente, subiendo mi temperatura al máximo. Lo único que pensaba era en volver a tener la polla de mi hijo dentro mío y sentir los mismos placeres que había tenido esa maravillosa vez.
Dejé que me desabrochara la blusa y me besara el comienzo de mis pechos. Yo misma me saqué el brasier liberando mis grandes pechos ante su expectante mirada. De inmediato, mi hijo se los devoró, succionándomelos fuertemente, besándolos apretándolos con ambas manos mientras yo solo acariciaba sus cabellos ya dejándome hacer todo lo que él quisiera. Me recostó en la cama, se montó sobre mí y me los chupo por un largo rato, agarrándome las tetas con ambas manos, metiendo su cabeza entre ellas, besándolos en todo momento, haciéndome estremecer. Cuantos años habían pasado desde que mis tetas alimentaron a mi hijo y hoy saciaban su sed de sexo.
Me beso en los labios, nuestras lenguas se encontraron nuevamente fundiéndose en un apasionado beso, rodamos por la cama abrazados, quedando yo sobre él sintiendo sus grandes manos acariciándome mi cola. Me levante con mis dos tetas expuesta ante su mirada, me sentía toda una hembra , orgullosa de mis tetas que eran el delirio de mi hijo. Rápidamente desabroché su camisa y su pantalón, en busca de su preciado tesoro. Comencé a besar su pecho, suavemente bajando lentamente, hasta que me encuentro con sus pelos llegando a su ombligo, sabía perfectamente lo que me encontraría más abajo, lentamente fui bajándole los pantalones con todo, cuando comienza aparecer su enorme miembro.
Solo la punta quedo expuesta, rozando mis labios con lo que se asomaba, sintiendo que me quemaba la entre pierna de deseo, luego un poco más abajo y aun no salía por completo, luego otro poco, siempre rozándolo con mi labios, siempre suave, era increíble su tamaño, hasta que bajo un poco mas su ropa y como un resorte sale su enorme miembro, quedando expuesto por completo, imponente, enorme, grueso, de color oscuro y de dimensiones anormales.
Roce mi cara contra él , una y otra vez, muy suavemente. Lo tomé de la base, comprobando el grosor de este, imaginándomelo ya dentro de mí nuevamente, me mojaba. Sujetándolo con ambas manos, aun sobraba carne que no alcanzaba a cubrir mis manos, emanando un olor divino, muy limpio, masculino que me hacia desvariar. Le di los primeros besos en la punta, sintiendo como a él le gustaba, muy lentamente, teníamos todo el tiempo del mundo para disfrutar madre e hijo, nada nos apuraba, el era mi regalo de cumpleaños y lo gozaría a más no poder.
Abrí la boca y me la traté de meter. Era increíble la verga que Andrés tenía, apenas me entraba en la boca, el se quejaba de gusto, mientras su madre le hacia un suave sexo oral. El mismo termino de sacarse toda la ropa, quedando completamente desnudo, mientras yo no dejaba de chupársela, masajearle sus peludas bolas, pasándole la lengua por todas partes. Estaba en el cielo, que diferencia a la diminuta verga de Carlos, realmente no podía creer lo que tenía en mis manos solo para mí, la verga mas grande de mi vida y era de mi hijo. Me levanté de la cama y me comencé a quitar mis últimas prendas. En la cama mi hijo completamente desnudo, con un cuerpo perfecto, sus músculos y una verga de película porno, admirando como me iba desnudando ante sus ojos. Me acosté a su lado donde me abrazó y beso como un loco, ya la calma se detuvo y comenzó la tempestad. Nos besábamos y tocábamos fuertemente, rodando por la cama, sintiendo esa enorme cosa rozándome por todos lados.
Quedé de espaldas, con mi hijo metido entre mis piernas, mientras me devoraba las tetas con lujuria, hasta que de un momento a otro, bajó y plantó sus labios en mi intimidad, haciéndome convulsionar de placer. Comenzó a comerme divinamente, haciéndome gemir de inmediato. Mil sensaciones recorrían mi cuerpo, mientras la lengua de mi hijo me daba placer y mas placer. De seguir no hubiese aguantado más de un par de minutos, por lo que lo tuve que hacer subir, sintiendo su beso pasado a mis jugos en mi boca, ya ansiosa de tenerlo dentro mío de una buena vez.
Sentí su virilidad rozándome mi sexo, sabía que se venía, lo que tanto había deseado, cuando de un momento a otro, siento ese pedazo de carne, de otro mundo introduciéndose dentro mío , abriéndose camino en mi mojada vagina , llenándola por completo. Era increíble y eso que aun no entraba toda, un poco mas de presión y me llevó al cielo, y estando ahí, otro poco mas, metiéndomela entera. Sentía que me iba a partir en dos, algo de dolor, pero nada comparado con el placer que estaba recibiendo. Una y otra vez esa cosa perforaba mi intimidad sacándome gritos de placer imposible de acallar que inundaron todo el cuarto.
Comencé a ser follada bruscamente por mi hijo, disfrutando como nunca, sintiendo esa cosa entrar y salir 100 veces por minuto , mientras mis tetas bailaban al compas de su fuertes arremetidas , llegando a causarme algo de dolor cuando la metía hasta el fondo, pero no me importaba , merecía sufrir un poco por estar haciendo eso con mi propio hijo. Luego me coloco de lado y colocándose detrás mío continuó con su dulce tortura, acariciándome con sus grandes manos por todos lados , mientras yo solo doblaba la cabeza en busca de sus labios.
Me puso de boca y se monto sobre mí espalda, quedándose quieto , con toda su herramienta metida dentro mío, diciéndome lo exquisita que era, como había soñado años con poseer mi cuerpo como lo estaba haciendo, tener mis pechos en su boca , y escucharlo hablar no hacía más que calentarme , diciéndole que era solo suya como el quisiera. Terminé en cuatro patas, con las piernas bien abiertas, con el culo levantado como una zorra ofreciéndoselo a mi hijo, quien inesperadamente en vez de penetrarme, se doblo y me comenzó a besar el culo de una manera divina. Yo soy muy fogosa, mejor dicho caliente, me encantan ese tipo de cosas, no tengo problemas con nada, pero estar así con él, me colocaba nerviosa, trataba de ocultar el gran placer que me hacía sentir su lengua y mordía la almohada para no gritar como loca. Su lengua dentro de mi ano dándome un placer indescriptible, solo con el miedo de que quisiera meterla por ahí, eso si que no, jamás podría aguantar semejante cosa en mi culo. No era virgen de ahí, pero lo que tenía mi hijo entre sus piernas de seguro me mandaría al hospital.
Me agarró de las caderas y me volvió a follar. Sentía como entraba por completo, ya con mi sexo dilatado y en esa posición la penetración era al máximo. Ahí sí que me dolió cuando lo metía tan adentro y le pedí que no la metiera tan al fondo, el me hizo caso.
Se bajo de la cama y yo como una perra en cuatro patas lo seguí ofreciéndome, me tomo de las caderas y tal como estábamos siguió y siguió dándome fuertemente , haciéndome gritar , mientras mis grandes tetas colgando chocaban entre ellas . No se detuvo nunca, me dio como un animal, cuando ya no pude aguantar más mi orgasmo y grité avisándole que me venía. Comencé acabar y acabar, sin dejar de hacerlo mientras sus bolas chocaban contra mi culo haciéndome casi llorar de placer. Mi hijo continuó dándome y no se detuvo hasta que al poco rato nuevamente me hizo acabar, dos veces seguidas, sintiendo como mis piernas se retorcían de placer , ya mi gemidos eran gritos de placer.
Tuve que decirle que parara, mi corazón parecía que iba a explotar. MI hijo se acostó en la cama, con su mástil levantado, sonriendo , traspirado , mientras yo trataba de recuperar la respiración. Me acurruque en su vientre, acariciándole su verga de principio a fin , como era posible que la tuviese tan grande y que fuera capaz de aguantar tanto. Ya llevábamos mas de 40 minutos cogiendo y él como si nada. Le hice un largo y suave sexo oral. Colocándome entre sus piernas la metí entre mies tetas, ante su mirada contante sin perder de vista lo que su mamá le hacía.
Quiso seguir cogiendo, a mi la verdad ganas físicas, ya no me quedaban , solo el morbo de seguir teniendo sexo con el me animó a pasar mis piernas por sobre su cuerpo , montarme sobre el , y tomarle su verga y dirigirla a mi sexo. Me fui sentando muy despacio, ya me había secado un poco y me dolía. Poco a poco me fui enterrando yo misma esa enorme cosa , hasta que comencé a moverme suavemente , pidiéndole que me aguatara un poco para acostúmbrame. Me llevó hacia él y me chupó las tetas con alevosía, confesándome nuevamente lo mucho que las deseaba hace años . Yo con mis manos me las agarraba y se las colocaba en la boca , mientras me tragaba solo el comienzo de su pija. Hasta que me hecho hacia atrás y me la fue metiendo lentamente , hasta que terminé sentada por completo sobre el , con una verga metida en mi cuerpo que parecía que me saldría por la boca.
Me comencé a mover lentamente al principio y ya luego de un rato nuevamente mil sensaciones me invadían mi cuerpo, rebotaba sobre la verga de mi hijo, el que me tenia agarrada de las tetas, diciéndome lo mucho que me amaba. Un buen rato así, mi cuerpo todo traspirado, sudaba a más no poder, sintiendo nuevamente ese cosquilleo exquisito que avisaba la llegada de un nuevo orgasmo. Se lo hice saber, aguantándome lo mas que pude, moviéndome de delante hacia atrás, pidiéndole como una puta que me diera su leche, que me la echara adentro, que me llenara por dentro con su semen, cosa que le excitó escucharme decir eso y comenzó a jadear mas y mas fuerte , avisándome que estaba por acabar , hasta que lanzo un fuerte grito y comenzó a llenarme con leche caliente que inundó mi concha ya mojada , al mismo tiempo que yo soltaba mis jugos, acabando por tercera vez. Caí rendida sobre su pecho, tratábamos de besarnos pero la respiración agitada de ambo lo impedía , sentía su mano entre mis cachetes , jugando con mi ano, mientras sentía como escurría su semen entre mis piernas.
No aguantaba el calor, casi rendida a su lado, boca abajo , sintiendo los dedos de Andrés jugando con su semen , mis jugos y mi ano, preguntándome si algún día se lo entregaría , yo me reía diciéndole que en esta vida jamás. Apagamos las luces, abrimos las ventanas y nos acurrucamos uno al lado del otro, abrazados, acariciándonos con cariño, besándonos, yo jugando con sus bolas, mientras él me acariciaba los cabellos. Lejos el mejor amante de mi vida, ya sin ningún remordimiento en mi conciencia, al fin era completamente feliz como hace muchos años no lo era.