Enamorada de mi hijo - primera parte
Relato de la incestuosa vida de una de las lectoras de esta pagina, que transcribo para ella , donde lucha por no caer en el deseo que su hijo le provoca.
Hola David. Como te comente, quiero que escribas lo que me sucede y de lo que no me arrepiento para nada, al contrario, me considero una mujer muy afortunada, que disfruto de mi sexualidad al máximo. Claro está que no es un relación normal ante los ojos de la sociedad, pero a mí, no me interesa , soy feliz , mi hijo es feliz y eso es lo que importa. Favor colocale "Enamorada de mi hijo" en el titulo, porque esa es la verdad.
Saludos
Me llamo Luisa, tengo 57 años , divorciada hace varios años y mantengo relaciones sexuales con mi propio hijo.
No me casé a temprana edad, no por no quererlo, si no porque no llegaba el indicado, hasta que apareció Roberto en mi vida, supuestamente mi príncipe azul. Roberto era un hombre muy atractivo, alto, fornido, muy cariñoso, con el que luego de andar poco más de un año, me propuso matrimonio y contraje matrimonio casi cumpliendo 32 años.
Teníamos una vida perfecta, mucho amor, mucho sexo, buena situación económica, y enamorados, decidimos tener familia de inmediato, donde luego de un año, la llegada de Andrés mi único hijo, era el broche de oro para nuestra vida feliz.
Pero el cuento de hadas duro poco, hasta que el estúpido de mi marido se metió con su secretaria, la dejó embarazada, me lo confesó y nuestra relación de años, termino abruptamente. Dinero nunca me faltó, ya que por tribunales tuvo que darme una buena pensión alimenticia, que me permitía vivir a mí y mi hijo de apenas 9 años, no con grandes lujos, pero si muy cómodamente.
Me coloque a trabajar en una empresa, donde recibía un sueldo bajo, pero más que nada lo hice para salir del encierro, despejarme y hacer algo por la vida. Pasó el tiempo y Andrés fue creciendo, era el vivo retrato de su padre. Se convirtió en un hombre muy apuesto, mas alto que su padre, musculoso, de lindas facciones, pero lamentablemente, bohemio y mujeriego. Era un imán para atraer mujeres, todas caían rendidas ante él, por su físico y una simpatía sin igual, incluso tuve sospechas de que se metió con una de mis amigas, pero es algo que nunca pude comprobar.
Por mi parte, el tiempo hizo estragos en mi cuerpo. Cuando me casé, tenía un cuerpo envidiable. Soy una mujer de estatura alta, muy tetona, caderona y culona. En ese tiempo me cuidaba, iba al gimnasio, hacia dietas, tenía un vientre plano y un físico privilegiado, piernas gruesas, como le gustan a los hombres, pelo rubio natural, bonitas facciones, ojos verdes, pretendientes me sobraban, donde llegaba, llamaba la atención, por mi porte y mi físico. Pero con el paso del tiempo, la maternidad, el sedentarismo, amante de la buena comida, me descuide y empecé a engordar. Nunca al punto de ser una mujer obesa ni nada parecido, pero ya mi vientre estaba algo abultado, mi cintura de avispa desapareció y claro, me coloqué mas tetona y mas culona. Sin embargo esos atributos atraen más a los hombres, los que nunca me faltaron, pero aparte de pegarme un revolcón con alguno de ellos, nunca quise rehacer mi vida.
Todo transcurría normal, había entablado una ligera relación de solo tres meses con un cliente de nuestra compañía, mayor que yo. Carlos se llamaba. Un caballero distinguido, muy educado, de buena situación económica, con el que lo pasaba muy bien. El sexo con él , no era nada del otro mundo, o mejor dicho, no muy satisfactorio. Tenía una verga gruesa, pero muy corta, la verdad no me satisfacía mucho, pero era adicto hacerme sexo oral y por ese lado recompensaba un poco. De todas formas, Carlos se preocupaba mucho por mí, me sacaba a comer afuera, tenía muchas atenciones conmigo, muy refinado, atento, cariñoso, incluso llegue a pensar que a la larga podría formarse algo más serio, pero no por el momento y obviamente, puertas afuera.
Fue un día viernes como cualquier otro, luego de un arduo día de trabajo, me fui con unas compañeras de trabajo a tomarme un trago y celebrar el cumpleaños de una de ellas. La velada estuvo muy entretenida, bebí bastante, más de la cuenta, entre risas y anécdotas etc , cuando siendo las 3 de la mañana , me fueron a dejar a mi casa, bastante ebria. Todo se me daba vuelta, me costó mucho apuntar la llave con la chapa y entrando a la casa, me saque los tacos y me tiré rendida sobre el sofá. Acostumbraba a tomar, pero hace mucho que no tomaba tanto, me sentía tan mareada y en ese estado, debo haberme quedado dormida.
No sé a qué hora llegó Andrés, mi hijo, en un estado parecido al mío. Viéndome en el sofá, en mi deplorable estado, se rió sentándose a mi lado burlándose de mí. Me senté, aun mareada y le conté que había salido con mis amigas y que se me habían pasado las copas, recriminándole de paso a él en estado que venía, ya que andaba conduciendo, donde el riéndose me decía que no tenia moral para hacerlo, terminando ambos riéndonos de la situación.
Abrazados en el sofá, madre e hijo, conversamos de cosas sin importancias, casi quedándome dormida en su pecho, diciéndole que todo me daba vuelta, mientras él me hacia cariño en el pelo. Era tan rico estar así con mi hijo, sintiendo sus cariños con sus manos grandes, con su rico perfume a hombre, que debo haberme quedado dormida un rato, cuando en eso despierto un poco adormilada, siento que su mano que estaba tocándome el pelo, ahora me estaba acariciando un pecho y su otra mano me acariciaba la pierna. No reaccioné de inmediato, me sentía tan bien, tan protegida, que me deje acariciar sin decirle nada. Poco a poco sus caricias iban en aumento, su mano me apretaba más el pecho y su mano de abajo ahora me comenzaba a tocar el interior de mi pierna. Recién reaccioné cuando su mano sube más aun, por mis muslos, llegando muy cerca de mi entre pierna. Apenas abrí los ojos y puse mi mano sobre la que estaba en mi pierna, evitando que subiera un poco más, pero no dije nada, pensaba que era un sueño, estaba tan cómoda, ahora sintiendo pequeños besos de mi hijo sobre mi mejilla que no quería cortar el momento y me volví a quedar dormida por unos minutos, pero cuando despierto de este hermoso sueño, tenía mi blusa desabrochada, una teta afuera, la mano de mi hijo acariciándomela y su otra mano acariciándome mi entrepierna por sobre el calzón. Sorprendida y sin fuerzas le pedí que parara, no sé por qué riéndome, a lo que obvio mi hijo no hizo caso. Continuó con sus caricias y comencé a sentir algo exquisito, pero balbuceaba que se detuviera, mas no por eso dejaba de sentir placer.
Quería cortar la situación, se estaba pasando de los límites, pero mi cuerpo no reaccionaba, estaba sumida en el placer, recibiendo esas inusuales caricias que mi Andrés me estaba dando. Por mi boca salía un tímido no, pero mis piernas se abrían solas, dejando que su mano me acariciara mejor. La situación se fue calentando más de la cuenta, ya sus dedos presionaban tanto que estaba comenzando a entrar en mi sexo con calzón y todo, causándome un placer increíble.
Usando todas mis fuerzas, luchaba por soltarme, pero Andrés me tenía tan bien agarrada, que todos mis esfuerzos eran en vano. Me daba cuenta que estábamos traspasando los límites de la cordura y la razón, a pesar que me moría de ganas de sucumbir a sus caricias que me hacían retorcer de placer. No podía seguir con esto, estaba mal, muy mal, por lo que tuve que usar todas mis fuerzas y al no poder soltarme , tuve que resbalarme por el sofá para escapar, quedando botada en el piso, en un estado deplorable, diciéndole lo más serio que pude que me dejara con un tono molesta.
Me ayudo a pararme y traté de irme a mi cuarto. Todo se me dio vuelta, casi me caigo, menos mal que él me sujetó por detrás. Le pedí que me ayudara a llegar a mi cuarto, el abrazándome por detrás me llevó por el pasillo, mientras yo le sujetaba sus curiosas manos, para que no siguiera tocándome. Al entrar al cuarto, prendió la luz, donde en el espejo de mi cuarto, me doy cuenta de mi patético estado, toda despeinada, sin zapatos, mi blusa abierta, con una teta afuera y mi falda casi cayéndose. Apenas estuve cerca de la cama me tiré sobre esta, quedando de boca. Mi hijo se reía y me dijo que me acostaría. Me sacó la blusa, sentí sus manos desabrochando mi falda, a pesar de que le decía que me dejara tranquila, de un tirón, me la saca, dejándome de boca, seguramente mostrándole todo el culo. Un minuto después siento que se me monta sobre mí, soltándome el sostén , masajeándome la espalda, llegando hasta abajo, agarrándome descaradamente mis nalgas.
Sabía bien que él se había calentado, por los toqueteos que me había dado y más verme en calzones botada en la cama. Le pedí por favor que me dejara, pero el jugando conmigo, sobre de mí, me seguía acariciando la espalda y las nalgas, diciéndome que necesitaba un masaje, sin yo poder hacer nada. Le pedía una y otra vez que me dejara sola, pero no hacía caso, hasta que siento que se levanta. Pensé que me dejaría y que se estaba yendo a su cuarto. Le pedí que me apagara la luz al salir , cuando en eso, nuevamente se me sube, ahora completamente acostado sobre mí y siento algo entre mis piernas y mi culo, algo que no podía creer.
Andrés de había desnudado y estaba frotándose contra mi cuerpo, metiéndome la verga entre las piernas.
Me aterroricé y a pesar de mi estado de embriaguez reaccioné de inmediato. ¡Qué estás haciendo! , - le grité - , mientras trataba de salir de bajo de él, pero era imposible con todo su cuerpo sobre el mío, refregándome y más encima dándome besos en el cuello, algo que me vuelve loca. Comencé a luchas por escaparme, pero era imposible, luego a suplicarle que me dejara, pero sus besos me tenían trastornada, no me dejaban pensar, menos actuar. Además que el pedazo de carne que me estaba rozando se notaba que era increíblemente grande, algo que hace muchos años no me tocaba.
Sentía sus manos apretándome las nalgas, apoyándome la verga ahí, mientras yo me movía de lado a lado, tratando de evitarlo. Estaba en pánico, como mi hijo podía estar haciéndome eso, aunque me tenía descolocada con ese tremendo pedazo de carne entre mis nalgas. Afortunadamente aun tenía mi calzón puesto, pero en cualquier momento mi hijo me lo podía correr y me la metería. Luchaba contra mis instintos por no abrir las piernas y sucumbir a sus deseos, suplicándole que me dejara, cuando de un momento a otro, baja y me besa el culo, restregando su cara contra mis nalgas, haciéndome estremecer.
Le trataba de decir que parara, pero solo gemidos salían de mi boca, mientras su cara y su lengua, se frotaban contra mis nalgas, dándome besos por todos lados. Siento que se incorpora y me trata de bajar los calzones. Estiré la mano hacia atrás, sujetándomelos fuertemente para evitar que me los sacara, pero él, con un tirón, hizo que se me soltaran de las manos, sacándomelos por debajo, quedando con el culo expuesto y antes de que me saliera cualquier palabra de reproche, o darme vuelta, la cara de mi hijo estaba sumergida nuevamente entre mis nalgas, ahora desnudas. – ¡Basta, basta, no lo hagas! - le gritaba, pero mi cuerpo estremecía al sentir los besos y la lengua de mi hijo trajinando el interior de mi culo, cada vez más adentro, cada vez más abajo, hasta que sentí su lengua rozar mi sexo. Recién ahí me pude dar vuelta, sobresaltada escapando hasta el borde de la cama, suplicándole que me dejara, viendo por primera vez su cuerpo desnudo, realmente increíble, muy marcado, musculoso, con una herramienta de otro mundo, enorme, gruesa, larga, dura apuntando al techo, pero como respuesta, él me toma de las piernas, me la abre y ahora su boca estaba en mi sexo, succionándomelo fuertemente. Trataba de sacarlo, pero no podía, no tenía la fuerza suficiente, tampoco podía golpearlo o rasguñarlo, era mi hijo. Luché y luché, pero era inútil, me tenía tan bien agarrada de las caderas, tenía tanta fuerza que no lo movía ni un centímetro, mientras sus besos en mi intimidad, me hacían tiritar. Cada vez me resistía con menos fuerza, rendida ante un adversario que tenía todas las de ganar, ya casi entregándome.
Unos minutos después, solo mi boca decía que no una y otra vez, mientras mis piernas solas se abrían dejándole más espacio para su cabeza que solo me entregaba gozo. – ¡ no , no , no lo hagas! – le decía, mientras yo misma le empuja mi cocha contra su boca restregándomela con ella.
Ya mi cuerpo estaba entregado a recibir placer, todo el cuarto se me daba vueltas y solo veía la cabeza de mi hijo entre mis piernas dándome un gozo indescriptible. De no haber estado tan embriagada, hubiese acabado en el instante, cuando en eso mi hijo me suelta y se pone de rodillas al lado de mi cara, con su tranca entre sus manos, enorme acercándola a mi boca. Mis ojos somnolientos se abrieron a más no poder, no podían creer el tremendo pedazo de verga que se gastaba mi hijo Andrés y menos que me la estaba colocando en la boca. Era realmente enorme y apenas lo colocó en mis labios, a pesar que dije no, me la metí a la boca y se la chupé con todas mis ganas, mientras mi hijo me apretaba las tetas.
Ya la moral y la razón se desvanecieron por completo, lo único que quería era seguir y seguir chupando esa enorme verga exquisita, mientras sentía que me tocaban por todos lados. Mis grandes pechos acariciados frenéticamente por sus grandes manos, al igual que mi concha muy lubricada, olvidándome del mundo, solo disfrutando del faje que mi hijo me daba, hasta que me la saca de mi boca y Andrés se trata de colocar entre mis piernas. A pesar de estar tan caliente, me resistí lo más que pude, de verdad que sí. Le pedía suplicando que no me la metiera, que solo nos tocáramos que disfrutáramos solo con eso, pero Andrés, lo único que quería era hacerme suya.
Con solo un poco de fuerza , consiguió abrirme las piernas y meterse entre ella, yo le pedía casi llorando que no lo hiciera, empujándolo hacia atrás con todas mis fuerzas , aunque mi sexo estilaba de deseos de tenerlo ya dentro mío, suplique y suplique , pero él me decía que me amaba , que me quería, que fuese suya , yo le gritaba llorando que lo amaba con todo mi ser, pero que no podíamos hacer eso, mientras sus manos me agarraban de las nalgas colocándome cada vez más cerca de él, hasta que en un momento, nuestros sexos se encontraron. Le suplique por última vez que no lo hiciera, pero ya era tarde, con un fuerte empujón, mi hijo entró en mi cuerpo, haciéndome estremecer. Sentí como poco a poco mi húmedo sexo se iba llenando con la enorme verga de mi hijo, abriéndose paso inevitablemente y seguía entrando, llenándome completamente.
Estaba en el paraíso, pensé que ya me la había metido toda, cuando la va sacando un poco y me la vuelve a meter más adentro aun. Mi sexo apenas podía resistir tremendo pedazo, comprimido sobre ese hermoso pedazo de carne, cuando ejerce más presión aun y me la termina de meter por completa, hasta lo más profundo de mí. Me causo algo de dolor, pero nada comparado con el fabuloso placer que me estaba dando. ¡Dios mío! , era como 3 veces el tamaño de la verga de Carlos, la sentía enorme, entera dentro de mí. Sin poder contener mis gemidos, me pilla con la boca abierta y me mete la lengua, dándome un beso tan caliente, como hace mucho no me lo daban con lo que ya no luche más con mis pensamientos morales y me entregue al placer carnal, sin importarme nada.
Lo tome del cuello y levante las piernas dejándome follar a su gusto, disfrutando como nunca antes en mi vida, sintiendo esa enorme cosa entrando y saliendo de mí, causándome un placer increíble. Yo creo que no debo haber durado ni 3 minutos, cuando entre fuertes gemidos alcancé un monstruoso y largo orgasmo, realmente delicioso, gritando de placer, pidiéndole mas y mas , moviéndome como una loca en la cama.
El no se detuvo, siguió y siguió, haciéndome llegar al cielo, haciendo tocar las nubes . Me colocó de lado y pegado a mi espalda me folló como un animal, apretándome las tetas, besándome el cuello, mientras yo no paraba de disfrutar. Cada vez que me la metía, me salía un gemido imposible de evitar. Con la boca abierta y mis propias manos abriéndome las nalgas me sentía en el cielo, disfrutando de una follada de otro mundo , para nada comparable a las tímidas y decadentes relaciones que tenia con Carlos y su pequeña verga, esta si que me llenaba y me hacía sentir más que placer, era un sueño. No podía dejar de disfrutar, mi cuerpo convulsionaba solo, mi concha inundada de verga y solo alaridos salían de mi boca, cuando al poco rato, siento nuevamente ese exquisito cosquilleo inundando mi zona vaginal y un exquisito y largo orgasmo me invade nuevamente sin poder evitarlo, acabando como hace años no lo hacía.
Era todo una locura, ya mi cuerpo no resistía tanta satisfacción, cuando con Carlos, había muchas veces que no podía hacerme acabar o tenía que ayudarme yo misma hacerlo masturbándome durante el encuentro , ahora con mi hijo, llevaba dos orgasmos seguidos en pocos minutos y me seguía follando con tanta vitalidad. Todo el cuarto me daba vueltas, imágenes borrosas, mi corazón latía a mil por hora y mi hijo seguía dándome y dándome por detrás, sin dar indicios de querer acabar.
Me coloco boca abajo y me la volvió a enterrar ( todo vía vaginal). Yo estaba muerta, no valía nada, solo abrí las piernas y me quede desparramada en la cama, dejando que el disfrutara de i cuerpo y que me hiciera lo que quisiera. Ya no valía un peso, estaba muerta, de borracha , de cansancio y de satisfacción. Hasta ahí recuerdo, mi hijo montado sobre mi espalda, metiéndome su enorme cosa una y otra vez, irrumpiendo en mi cuerpo sin piedad.
Después de eso no recuerdo nada, me desvanecí, no sé si me dormí o si me desmayé. No sé qué pasó, desperté en la mañana, desnuda sobre mi cama, al lado de Andrés que roncaba profundamente, también desnudo. Aun estaba algo mareada sin dar crédito a lo que había pasado esa noche. Me levanté mirando a mi hijo completamente desnudo en la cama, admirando su maravilloso cuerpo , sus músculos, su hermosa verga, que a pesar de estar toda lacia, era más grande que la de Carlos erecto.
Me sentía pésimo por lo sucedido, como habíamos podido llegar a eso, no sabía qué hacer, cómo enfrentar a mi hijo, me moría de vergüenza. Me duche y mientras el agua caliente caía por mi cuerpo, recordaba todo lo vivido, sin poder creer que no haya sido un sueño. Me vestí rápidamente y salí de la casa, sin ningún rumbo fijo. No podía dejar de pensar ni un segundo en lo que había pasado, aparte que me dolía la vagina, quizás cuanto rato mi hijo se entretuvo con ella que me la dejó tan adolorida.
Pase todo el día en el centro, luego en la casa de una amiga, incluso Carlos me llamo para que nos juntáramos, pero no estaba como para verlo. El sabía que había salido con mis amigas, le conté que se me había pasado la mano con el alcohol, y que aun me dolía la cabeza, por lo que lo único que quería era dormir. Hasta que siendo pasadas las 8 de la noche, tuve que volver a la casa.
Muerta de vergüenza llegue a mi casa y decidí enfrentar directo el problema. Entre a su cuarto y estaba acostado viendo televisión. Apenas me vio sonrió saludándome contento, mientras yo le apague la televisión, me senté a los pies de su cama y muy seriamente le dije que teníamos que hablar. Le dije que lo que habíamos hecho era un estupidez, que nos habíamos dejado llevar por el alcohol, que me perdonara por no haber sido fuerte y detener la situación, que me gustaría que jamás en la vida, ni siquiera volviéramos a tocar el tema etc etc. Mientras el sonreía, no me tomaba en serio, pensaba que estaba bromeando, hasta que me tuve que enojar con el hablándole muy seriamente que me tomara en cuenta lo que le decía, cuando en eso, el se sienta a mi lado, me confiesa que hace mucho tiempo que él me deseaba, que lo volvían loco como mujer, todo mi cuerpo, tratando de abrazarme.
Lo empuje y me quise levantar, pero él me tiro hacia atrás y trató de besarme. Le grité que me soltara, que no podía ser, mas su mano ya me tenia apretado un pecho y continuaba tratando de besarme. Luche por soltarme, pero su fuerza me superaba con creces. No podía quitar su mano de mi pecho y sus intentos de besarme no acababan, diciéndome que sería nuestro secreto, que le confesara que a mí también me había gustado a lo que yo respondía no una y mil veces. Hasta que al no hacerme caso, me vi forzada golpearlo para que me soltara. Recién ahí lo hizo, me sentí pésimo, pero era la única forma de detener esto. Enfadada y llorando , me fui a mi cuarto, sin salir más de ahí.
Al otro día no conversamos , cada uno en su cuarto, después el salió y no llego hasta muy tarde, mientras yo lloré todo el día, me recriminaba a mí misma, no sabía cómo enfrentar la situación , deseosa que llegara el día lunes para irme a trabajar, salir de ahí y despejar mi mente en otra cosa.