Enamorada de mi amante

Haciendo caso omiso de mis gemidos, emprendio por atras, con el mismo ritmo, como cuando la tenia adelante.

ENAMORADA DE MI AMANTE

Cursaba yo el tercer grado de la secundaria, cuando lo conocí. No era tan alto, pero en su cuerpo se notaba el ejercicio. Y su forma de mirar y de tratarme, lo convirtieron en mi profesor favorito, provocando el enamoramiento que puede sentir una adolescente, por alguien mayor, cuando se comporta como todo un caballero.

Solo que no fue hasta dos años después de haber salido de la escuela; cuando me encontraba en el sexto semestre de la preparatoria, con 18 años recién cumplidos; que lo volví a ver en una kermés de 15 de septiembre, de las fiestas patrias. Me había invitado mi hermanita de primer grado a mi ex secundaria y ahí fue en donde pude cumplir una ilusión y fantasía, que tenia guardada desde los quince años.

Su oficina la tenia en la parte superior de uno de los edificios y preguntando, me entere que el se encontraba ahí, solo. Así que le dije a mi novio, que me esperara tomándose un refresco, que no me tardaría

-¡Hola! –Toque y abrí un poco la puerta- ¿Puedo pasar, Francisco? –Dije, atreviéndome a tutearlo.

-¡Claro q si! –Dejo lo que estaba haciendo en su escritorio y se levanto para saludarme con un fuerte abrazo y un beso que, a propósito logre que me lo diera rozando los labios.

Un poco confundido, me invito a sentar. Cerré la puerta y empezamos a charlar sobre viejos tiempos...

...De pronto, me encontré vestida con mi viejo uniforme, hincada entre sus rodillas, bajo el escritorio; a punto de meterme su tremendo pene en la boca. No sabia como hacerle, ya que a pesar de no ser virgen y de haber tenido otras experiencias sexuales con dos de mis ex novios, nunca se lo había mamado a nadie, pero tenia muchas ganas de hacerlo.

Empecé lamiéndole el glande, del cual manaba un liquido brilloso y cristalino, de un rico sabor dulce. Una mano la apoye en su muslo y con la otra lo masturbaba; abriendo los labios, permitiendo la entrada solamente de la punta. Sentía su suave piel rozando con mi lengua. Me dieron ganas de tenerlo todo adentro y así lo hice. Con indolencia deje que se metiera, desde la punta hasta la base, lo retuve un momento y luego lo retire por completo, para pasar otra vez a lo mismo, haciéndolo cada vez mas aprisa, disfrutando la entrada y la salida; hasta que sentí como el también movía , como podía, su cadera a mi ritmo. Aferrado con una mano a la silla, estiro las piernas y las puso tensas, tomándome con la otra los cabellos; evitando mi escape, para poder derramar en mi garganta un montón de amargo esperma. Siendo tal la cantidad vertida en mi y con el miembro todavía adentro, se provoco un bloqueo en la traquea, asfixiándome sin poder respirar.

-¡Laura!- Escuche de repente con sobresalto y me vi abrazada por sus fuertes brazos, acostada en el frío piso de la oficina.

-¡No... puedo... respirar!- Me oí decir.

Francisco me tapo la nariz y sin preguntar, unió sus labios a los míos, empujando hacia mis pulmones, una bocanada de oxigeno, que al instante me devolvió por completo a la realidad. Se separo y pregunto si me sentía mejor. Aun sabiendo q ya estaba bien, con la cabeza dije que no y cuando se acerco para volver a darme la respiración artificial, lo tome de la nuca y ahora, otra vez unidos por los labios, le plante un gran beso, introduciéndole mi lengua en su boca para confirmarle lo bien que me sentía y lo mejor que me ponía que el supiera lo que yo quería.

A pesar de que intento poner resistencia, sucumbió ante el deseo, dándonos un buen faje, revolcados, sin importar el polvo del suelo, mas que nuestras caricias en todo el cuerpo; como si estuviésemos desnudos. Aun acostados, dejo de besarme y con una tierna mirada, pregunto.

-¿Qué es lo que te paso?

-La verdad no se. De pronto me falto el aire y sentí que me asfixiaba- No le mencione lo que acababa de imaginar.

-Pensé que había sido a propósito.

-Te juro que no, pero no me arrepiento ¿Tu si? Es mas, ¿me gustaría saber si puedo verte en otra ocasión?

-¿Una cita?

-Podría ser ¿Si tu quieres? -Asintió con la cabeza, con esa sonrisa que me derrite- Toma mi numero de teléfono celular y dame el tuyo, depuse nos pondremos de acuerdo ¿Te parece? Ahora me voy, por que mi novio se va a desesperar.

Sacudí mi ropa, me acomode el cabello y cuando me disponía a salir jalando la puerta para enviarle un beso, contrariado pregunto.

-¿Tienes novio?

-Si, pero ese es un pequeño detalle que no debe de importar.

Durante dos meses, que parecieron eternos, no, nos pudimos ver; sin embargo, si le pudimos sacar provecho al teléfono, ya que con mensajes y llamadas, poco a poco se incrementaba el fuego de la pasión, pero aun mas, el del deseo.

Por fin, a finales de noviembre, pudimos concretar nuestro anhelado encuentro y el ultimo viernes del mes, lo espere ansiosa sobre la acera de una avenida; muy alejada de miradas que pudiesen conocernos.

No tarde en observar a lo lejos, una figura azul turquesa, que se acercaba hacia mi, e inmediatamente sentí un cosquilleo entre mis piernas. Pronto me levanto en su auto y enfilo a gran velocidad sobre el asfalto.

-Tienes dos opciones- Me dijo muy seguro. ¿Gustas que te invite a un bar para tomarnos un trago, bailar un poco y después haber que sale? o ¿prefieres que compre un paquete de cervezas de bote, para tomarlas en un lugar mas privado?

-¿Dime que debo entender por un lugar "privado"?

-¿Un hotel?- Contesto, con una pregunta, dejando ver una pizca de miedo al rechazo en su mirada.

Ni siquiera lo dude. Su manera de ser, pero su manera de decir las cosas; era lo que lo diferenciaba de los estúpidos noviecitos adolescentes que había tenido; incluyendo al actual. Esa actitud y su cuerpo maduro de hombre treintañero y contemporáneo, me podrían haberle dicho que si, a todo, hasta le fin del mundo.

-Esta bien la segunda opción, pero ni creas que vamos a hacer algo mas que beber cerveza- Dije eso y ni siquiera yo me lo creí.

Embriagándonos, tanto de alcohol como de felicidad, besándonos a cada rato y charlando sobre infinidad de temas, desperdiciamos gran parte de la tarde; hasta que yo tuve, desesperada por dentro, en uno de los ósculos que nos dábamos, que tomar la iniciativa y a prisa lo intente desnudar, pidiéndole que hiciese lo mismo conmigo.

-¿Qué pasa? -Cuestione confundida al observarme desnuda, frente a frente; y a el con el pene totalmente flácido- ¿Acaso no te gusto? ¿No era esto lo que querias?

-No sabes como lo deseo, quizás hasta mas que tu. Me gustas demasiado, con tu linda cara de niña, tu brillante piel morena, tu exquisita figura delgadita...

¿Y entonces?- Interrumpí, mas que molesta, confundida.

-¿Estas segura de lo que quieres? Sabes que soy casado, tu tienes novio y así como hoy, son pocas las veces que nos podríamos ver. No quiero desanimarte, pero si quiero que ambos sepamos lo que somos, sentimos y lo que podemos dar, sin las presiones del otro. Si aun así dices que si –Sonrió- adelante y si no, ahorita es el momento adecuado –Dije que si moviendo la cabeza, sin dejar de mirarlo a los ojos- después ya no podremos echarnos para atrás.

-Tienes razón- Murmure y deje que nuestros cuerpos, unidos en un sincero abrazo, se acomodaran bajo las sabanas blancas de algodón, preparándome, para lo que tanto había soñado.

-Solo un cosa mas- Interrumpió.

-¿Lo que quieras!

-Vas a dejar que yo te haga el amor a mi propio estilo, no como te tienen acostumbrada.

Tenia toda la razón. Y la palabra correcta seria "mal acostumbrada" Ya que mis anteriores dos amantes, de la misma edad que yo y desde los dieciséis, habian parecido animales salvajes y no les importaban los preámbulos, llegando inmediatamente alo que iban, ósea, al coito inmediato; además no tardaban mas que entre cinco y diez minutos, si es que bien les iba. Pobres eyaculadores precoces. Y ahora yo, iba a descubrir lo que de verdad era una buena sesión de sexo en la cama.

Con su boca paseándose en mis pequeños senos y la palma de su mano sobre mis bellos pubicos, me empezaba sentir en la nubes, amada; por primera vez, deseada. Era fascinante, como cambiaba sus labios de un lado para otro; ora en mi cuello, ora en mis labios, volviendo siempre a mis pechos. Luego lo sentí dirigirse hacia abajo, en mi ombligo y cuando su aliento caliente empezó a quemarme e l monte de venus; aun extasiada, tal vez por miedo a que nunca me habian hecho sexo oral, lo interrumpí, le hice una seña negativa con la cabeza y el sin molestarse, se dejo guiar por mis ,manos, acariciándole sus mejillas, hasta plantarle un beso.

Con el peso de su cuerpo sobre el mío, afloje las piernas, las abrí y entre lo lubricado de mi vagina, permití que su largo miembro se fuera introduciendo, hasta quedar bien embonado; no solo ahí, si no también en mmi mente, pero sobre todo en mi corazón.

-¡Que rica estas!- Escuchaba como si estuviera entre las nubes, al sentirlo deslizarse despacio dentro de mi.

Me mordía una oreja, me besaba la frente, me chupaba un pezón, me apretaba con sus fuertes brazos; siempre con su lento ritmo, sin dejar de moverse como un fino reloj suizo en mi interior.

Era un delicioso sueño, ante el cual yo no quería despertar. Precisamente por sentirlo tan irreal, no abría los ojos, para no despertar, ni bajarme del paraíso en donde me tenían.

Recuerdo bien que durante todo el tiempo que me tenia fascinada, varias veces me pidió cambiar posición, pero el miedo de dejar de sentir aquello, no me permitió acceder a su petición

Entonces su boca empezó a chupar mi seno izquierdo y sentí como su mano derecha se deslizaba entre mis nalgas, buscando con su dedo mi inexplorado ano, que lubricado por mis fluidos, permitió una fácil introducción, que me hizo reaccionar.

-¿Qué haces?

-¿Te dolió? –Contesto con una pregunta y yo con la cabeza respondí que no- Por que ya lo tienes todo adentro.

Mientras continuaba bombeando en mi vagina, sus dedos –Por que ahora ya eran dos- Parecía que buscaban algo dentro de mi culo.

-¿Estas lista? –Cuestiono después de varios minutos de haber estado en lo mismo.

-¡Para que? –Dije con miedo.

-Para que te la meta por atrás.

-¡No! Nunca lo he hecho por ahí.

-Pues te recuerdo que hace un momento aceptaste que lo harías a mi manera –Dijo muy serio- Además este es un buen momento para empezar.

Volvió a lo mismo en que estaba y agrego.

-¿Te pones en cuatro o prefieres continuar sin cambiar de posición?

-Prefiero sin cambiar –Acepte resignada.

-¿Estas segura? –Es mas cómodo desde atrás.

-Así esta bien.

Me la retiro mirándome a los ojos, levanto mis piernas, mojo sus dedos con saliva. Lo paso lubricándome la entrada, para a continuación cambiarlo por la punta de su grueso miembro. Sentí su glande abriéndose paso; aparentemente sin dolor alguno, afloje los músculos, creyendo que así continuaría, pero cuando toda la longitud de su erecto falo se dejo ir en mi interior, sentí que me partiría por la mitad. Mi pobre culo, virgen y apretadito, todavía no estaba lo suficientemente preparado para recibir una verga de tan largas y gruesas dimensiones.

Puedo suponer que el se dio cuenta de mi dolor, ya que intento tranquilizarme, diciendo que no tensara el cuerpo, que si cooperaba, pronto pasaría el mal trago (Como el no lo sentía) Pero la verdad yo ni lo escuchaba. Si, quería que dejara de doler, pero era un circulo vicioso, entre mas lo deseaba, menos cooperaba.

Haciendo caso omiso de mis gemidos, emprendió por atrás, con el mismo ritmo, como cuando la tenia adelante.

Extraño pero cierto, sucedió que, a pesar del dolor, muy en mi interior sentía un poco de placer (El placer del dolor, le llamaría yo) Y quería que continuara, pero algo pudo mas que mi inconsciente; pudor, por decirle así. Y aferrada a que me lastimaba, le pedi, sin quererlo, que me la retirara de ahí.

-Pero todavía no termino.

-Si, lo se, solo que ya me canse –Mentí- Mejor regrésamela donde la tenia, además no quiero que se me haga tarde.

-Bueno –La saco y sentí como si evacuara, derramando parte de mi interior, sobre su duro hierro.

Se retiro al baño Para lavarse y antes de que yo pudiera descansar; lo vi regresar con mas ganas que nunca, apuntándome con el glande, como diciendo: Abre tus piernas mamacita, que ahí voy de nuevo.

-No te tardes, por favor –Mencione sintiéndome la cenicienta, preocupada por el regreso.

-Tratare de ser breve, pero no prometo nada.

Sin mas demora, permití su caliente entrada. Aferrándome a su ancha espalda. Apretándolo; tanto con mis piernas, como con mis brazos, sintiéndome suya y a el como parte de mi ser, aunque solo fuera por ese momento.

-¡Ah!- Se me escapaba una exclamación, sinónimo de que aquello que estaba sintiendo, aparte de ser nuevo para mi, me gustaba, tanto que no podría vivir sin volver a sentirlo.

Mis manos bajaron a sus nalgas, acompañando el suave movimiento que emitían sobre mi delgada figura.

-Me gustas mucho –Murmuro en mi oído y me erizo la piel- Estas muy linda –Lo apreté con mas fuerza todavía.

Yo, ya no podía ni hablar, gemía ante sus palabras y delicadas caricias –Así, hazme el amor, ¡papacito!- Pensé; con ganas de gritarlo, al instante que sus labios mordisqueaban el lóbulo d en mi oreja, succionaban mi cuello y por enésima vez alternaban en cada uno de mis pezones.

Su cara escurría en sudor, brillando ante la tenue luz neon, salpicando sus saladas gotitas en la mia; que se reflejaba en sus negros ojos tan cercanos a los mios.

-¡Mmm!- Pujaba ante cada embate suyo, que cada vez se iban haciendo mas rápidos.

Se podía sentir a través de su piel y de cómo dejaba escapar un gemido de vez en cuando; que el, al igual que yo, también lo disfrutaba al máximo y eso me estaba haciendo ver estrellitas.

En ese instante, no quería pensar en nada mas. No podía, esa es la mejor definición. No existía ni mi mamá y el regaño seguro que me esperaba, ni mucho menos mi novio, echándome su sermón.

Era el, la cama y yo.

Sus gemidos se fueron haciendo cada vez mas constantes y sus movimientos, antes rítmicos y tranquilos; ahora no tenían control. A veces aceleraban y de pronto se detenían. Haciéndolo así en varias ocasiones, hasta que ya no paro.

Con gestos en su guapa cara y tensando los músculos de sus piernas; hacia notar que su orgasmo estaba por venir, ya que no se detenía y yo no quería que lo hiciera, deseaba que terminara dentro de mi.

Así fue. Y mientras lo sentía entrar y salir a toda velocidad, me fue inundando de una gran cantidad de tibio esperma; que, gracias a que, a pesar de haberse venido, se me salió, escurriéndose por mis nalgas, hasta mojar toda la sabana.

-¡Ahg!- Dejo escapar desde su garganta y paro de golpe, dejándoseme ir hasta el fondo.

Quedo tendido sobre mi, sentí su corazón latir al unísono con el mío y entonces reaccione.

-Estoy extasiada y no sabes cuanto me gustara dormirme así, sintiendo que sueñas conmigo durante toda la noche, pero creo que voy a romper el encanto.

-¿Por que?- Pregunto adormilado.

-Tu sabes que me tengo que ir, ya es mucho mas tarde de la hora que iba a llegar y entre mi madre y mi wey, me van a matar.

Antes de bajarme de su coche, le di un beso de despedida; prometiendo vernos después de año nuevo.

-Se me harán las vacaciones mas largas de mi vida- Me dijo antes de que cerrara la portezuela del coche. Me cerro un ojo y me envió un beso. Que ingenua, pasaría un año y no un mes para volver a verlo.

Fue lo ultimo que sucedió, lo vi retirarse. Lo que no sabia es que para enero, descubriría que estaba embarazada y peor aun, no sabia de quien...

sangreazul08@hotmail.com