En una tocada
El primer relato de una verdadera odisea..... (gracias Selene)
En una tocada
Hace aproximadamente siete años, pertenecía a una banda de adolescentes y otros que no lo éramos tanto. Soy de un barrio de Veracruz, en el que tienes que ponerte abusado, porque si no te traga la gente. Tenía unos 24 años y me reunía con otros muchachos de mi edad y una que otra chavita casi siempre más jovencitas, porque querían sentirse el centro de atención. Estas casi siempre terminaban siendo novias a fajes de los más aguerridos.
En una ocasión íbamos a una tocada de una disco móvil en la colonia vecina, pero como ya sabíamos cómo eran las chavas de esa colonia de zorras, nos fuimos en pants y sin ropa interior, ya que si algo les encantaba era bailar reggaetón con esos pasos que más asemejan a una pareja cogiendo que a un baile como tal.
Bueno, resulta que llegamos y había unas bocinas montadas en unas tarimas a las que se subían las chavas a bailar, y que nos trepamos atrás de ellas a bailar, pero cuando se iban para abajo ¡uy! Que rico pegaban las nalguitas a quienes estábamos atrás, y pues el cuerpo no es de palo, mi pene empezó a reclamar por qué estaba encerrado y a cada baile sentía que me pulsaba el palo.
Llevaba como media hora bailando atrás de la misma vieja cuando se me ocurrió hacerle plática:
- Te mueves muy bien.
- Y eso no es nada- me dijo.
- ¿Nada? ¿Por qué lo dices?
- Mmm. Quizá algún día lo sepas.
Seguimos bailando sin parar como media hora más, pero cada vez eran más continuos y descarados los repegones a mi miembro. La tela delgada del pants, le hacía sentirlo casi desnudo sobre sus duras nalgas enfundadas en una falda de licra que marcaba su delicioso bikini. En un movimiento sin querer (creo), movió los brazos y su mano derecha fue a caer a mi entrepierna.
- Disculpa- me dijo con una sonrisa cachonda.
- No te preocupes, jejeje…
El pequeño golpe “sin querer” se repitió una y otra vez, hasta que me dijo al oído:
- Mejor me cambio de lugar, porque a este paso te voy a dejar estéril.
- Por mí no hay ningún problema, en serio. Lo único que puede pasar es que me excites y tenga que ir al baño a un autoservicio, jejeje…
- ¿Autoservicio? No te preocupes, nunca falta una mano amiga…
Al decir esto, estiró su mano hacia atrás y nadie se daba cuenta, ya que su cuerpo me tapaba y aparte estaba lo suficientemente oscuro como para que nadie notara lo que sucedía siquiera con la pareja de junto, además de estar bastante enrolados cada quién en lo suyo. Durante unos minutos estuvo acariciando mi pene por encima de la delgada tela, apretando fuerte mi tronco y subiendo suavemente con la yema de sus dedos hasta acariciar la cabecita.
- Estás muy grande, me dijo. Tiene la piel suavecita y se me antoja acariciarla.
- Es que no tengo la edad de tus amigos, y no tienes que acariciarla sólo por encima. Vamos a tomar una cerveza.
- Espérate, me gustó bailar así, agarrándome para que no me caiga, jijiji…
Dicho esto, se puso a bailar pero no me soltaba el garrote. En confianza puse mis manos en sus caderas y cuando se agachaba aprovechaba para acariciarle sus nalgas, que no eran grandes, pero si redonditas y firmes.
- Eso muñeca. Caliéntame el bulto con tus nalgas- le dije aventándome a ver si no se fastidiaba y me mandaba a volar.
Pero el lenguaje sucio creo que le motivó más a seguirse moviendo de un modo en el que me empezó a doler la cabecita, me punzaba con ganar locas de ser liberada de su prisión. Estaba tan hinchada que ya empezaba a molestarme. Los movimientos de esa colita hicieron que las dimensiones de mi pene crecieran más de lo debido.
- Ya no puedo más. Ya quiero sentir tu lengua juguetear con mi verga.
Me tomó de la mano y me llevó a una parte escondida junto al baño de mujeres, que tenía la luz prendida y no permitía ver lo que pasaba junto, ya que enceguecía a quienes iban a entrar al baño. Sin ni siquiera un beso de por medio ni cruzar media palabra, me bajó el pants de un tirón hasta los tobillos dejando al descubierto una cabeza lustrosa queriendo ser besada, lamida, mamada…
Empezó a pasar su lengua por todo el glande, y luego se entretenía con la puntita entreteniéndose en cada chupada, como un niño se divierte con un helado, no había duda que esa no era la primera sesión de sexo oral que protagonizaba, como era de imaginarse…
Su lengua subía y bajaba por mi tronco, haciéndome poner los ojos en blanco y disfrutando de una boquita caliente que atesoraba mi ñonga como una casa cálida de invierno, mientras ella disfrutaba y me llenaba de saliva hasta los huevos. Seguía trabajando con maestría la longitud de mi pene…
- Para, para, que me voy a venir y aún no es tiempo mi zorrita, tenemos mucha noche por delante.
Dicho esto, la levanté y la puse de espaldas a mí, ahora bailaba, pero con una mano debajo de su micro falda. Estaba dando un dedo a su panochita que para entonces estaba tan encharcada que mis dedos se resbalaban como mantequilla en sartén caliente. Me gustó jugar con su clítoris que se notaba hinchado, y para entonces su bikini ya estaba a la mitad de su muslo. La ensordecedora música hacía aún más excitante el ambiente y yo disfrutaba cada minuto que pasaba dedeando esa rajita depilada, tenía nada más una rayita de pelitos muy delgada.
- Quiero bailar más a gustito, con tu pene dentro de mi chochita, que ya quiere tener carne adentro.
Nos fuimos más atrás, donde habían apilados unos cartones de cerveza vacíos, que hacían la función de muralla para no ser captados en la acción. Le levanté una piernita y se la puse en unos cartones, de manera que me la estaba cogiendo de pie, ella estaba con el bikini a las rodillas y la falda puesta, lo que me excitaba un poquitín más, si es que se podía. Estábamos en esa posición dándole duro, cuando llegaron unos tipos a acarrear unos cartones.
Cuando quitaron algunos, dijeron:
- Pero mira que tenemos aquí. Un par de calenturientos disfrutando de su fiestecita privada.
- Y mira que puta ella que ni los calzones se ha alcanzado a quitar, vamos a ver de qué estás hecha, putita de cuarta…
Y dicho esto, se acercó uno de ellos y sacó su miembro, que no era muy grande, el mío tampoco lo es, pero que estaba endurecido por la necesidad de ser chupado. La labor de mi amiga era buena, por lo que en un par de minutos lo puso a punto.
El otro acomodaba mientras tanto los cartones para que asemejaran una pared en la que ella recargaba los codos y sólo se veía su cabeza, quien la veía pensaba que estaba disfrutando de la fiesta. Y sí, pero de la fiesta que nos habíamos armado sólo para nosotros cuatro. Nos íbamos turnando para bombearla, primero yo… a los dos minutos cambiábamos por el primer amigo, y dos minutos más tarde una nueva verga entraba en las entrañas de Selene, que después supe que era su nombre.
- Eso es putos, quiero que me den más duro, quiero sentir más verga, quiero que me enseñen lo machos que son…
- Hija de su puta madre, a esta pinche zorra le gustan las emociones fuertes y las palabras corrientes- dijo uno.
- Ábranme la verija bien hijos de su mal parida, no quiero que me dejen ir con hambre de pene.
- Nada más porque estamos trabajando perra, que si no te hacíamos tu chamba hasta que la chocha te quedara ardiendo de tanta riata.
Le seguimos dando diez minutos más en esa posición, pero los amigos que se anexaron se tenían que ir. Cuando le preguntaron donde quería que nos viniéramos, exclamó:
- ¡Quiero que me den un baño de lecheeeee!!!- nos gritó, ya que la música apenas dejaba escuchar sus gritos.
Y dicho esto, se puso de rodillas, nos empezó a masturbar para ayudarnos a terminar, y le dejamos caer el semen por la frente y las mejillas. La muy puta se lo empezó a embarrar por toda la cara como si de una crema fina se tratara.
- Eso essss……. Asiiiiiiii…….. nos decía mientras terminábamos de exprimirnos los miembros para que le cayera hasta la última gota, y nos limpió con la boca. Esto es un buen comienzo muchachos, creo que vamos a tener una muy buena amistad.
Los otros dos se guardaron el paquete y se fueron a seguir sirviendo cervezas, yo me quedé extenuado recargado en unos cartones y viendo como Selene se terminaba de embadurnar todo por la cara como siguiendo un ritual.
Regresamos a la pista, pero yo me fui al baño a terminar de limpiarme y ella se volvió a subir a las bocinas a bailar. Casi no se advertía que tenía toda la cara cubierta de nata, sólo con detenimiento se veía como brillaban más las luces sobre su rostro.
Después me contó de su adicción al semen y el montón de andanzas que tuvimos, nosotros dos y luego con toda la plebe, porque descubrí que tenía bastantes adicciones para su corta edad. Pero eso…. Es otra historia….