En una concentración de motos
Seguimos disfrutando con la máxima intensidad de la Concentración de Faro, con buenas dosis de sexo y cariño.
EN UNA CONCENTRACIÓN DE MOTOS
Este relato es la continuación de mi encuentro con Rosy. El inicio de la serie podéis leerlo en el relato Concentración de motos.
Cuando acabamos del tremendo polvo nos quedamos totalmente fritos. Entre la paliza del viaje, la fiesta que nos pegamos, la cerveza ingerida, la marihuana y porque no, después del relax y buen cuerpo que se te queda después de un buen polvo, se puede decir que no nos dormimos, más bien perdimos el conocimiento. Como que alguna vez lo hubiera tenido, diría mi madre.
Por la mañana pronto, a pesar de estar acampados en un lugar bastante sombrío, el calor se hace inaguantable en la tienda y hace que nos despertemos. También se nota el paso continuo de motos. Gente que llega, otros que aún están de fiesta, otros madrugadores que se van de excursión, etc. pero el caso que no hay cojones a sobar ni un minuto más.
La resaca se refleja en nuestros caretos, y la imagen del resto de la tienda es patética. Los restos de la fiesta se mezclaban con manchas secas de semen y fluidos, ropa tirada por la tienda, el bote vació de la última cerveza, por no hablar del olor a sexo y borrachera que allí había.
Lentamente nos fuimos desperezando entre arrumacos y caricias. Yo me puse un bañador tipo bermuda y ella un bikini blanco, de los que se atan con lazos a cada lado de la pequeña braguita, que no conseguía tapar ese bonito culo en su totalidad, y el sujetador llevaba dos lazos, uno en la espalda y otro en la nuca. Se puso un pareo rojo tapando la braguita y nos dirigimos a la zona de duchas.
Las duchas en el recinto de acampada lógicamente eran comunitarias, y están al aire libre. Hay alguna cerrada por unos biombos de chapa bastante rudimentarios, pero la mayoría están a la vista. Como os he dicho, Faro y el ambiente que allí hay es bastante liberal y respetuoso, por lo que no es extraño el que a veces alguien se despelote y se duche junto a otros que son más pudorosos y se duchan con el bañador o biquini.
Los cerrados estaban petados de gente, especialmente de chicas, por lo que Rosy decidió ir conmigo a los abiertos.
A esta hora, en estas duchas no había demasiada gente, ya que la gente solía usarlas a la tarde, después de la playa. Lo nuestro aparte de por la higiene, era por la necesitad de despejarnos. Rosy y yo nos empezamos a duchar en un lateral que estaba ligeramente más protegido de las miradas. Era un grupo de cuatro duchas en forma de cruz, por lo que quedaban dos libres. Empezó a llegar algo más de gente, y mientras estábamos enjabonándonos y frotando nuestras partes más intimas de la manera más efectiva y discreta posible, por debajo de nuestros bañadores, notamos que dos chavales cogían las dos duchas libres junto a las nuestras. Al quitarme el jabón de la cara, vi con sorpresa que se trataba de los dos chavales con aspecto alemán que nos vieron el día antes salir de los baños después de una mamada que me hizo Rosy.
Me jodí yo en la puta casualidad y me mosqueo que esos dos capullos estuvieran duchándose junto a mi pareja. Les vi como miraban a Rosy descaradamente mientras se frotaba su culito, el chochito, sin percatarse de que estaba siendo un espectáculo fuera de serie para los jovencitos alemanes.
Llamé la atención pidiéndola gel. Se giró y sorprendida se dio cuenta de la situación. Miró a los chavales que no apartaban la mirada ni un segundo, comiéndola con los ojos.
Cuando pensé que ya no me podría sorprender con nada de ella, comenzó a frotarse las piernas de una manera lenta, su barriguita, y el resto de su mojado cuerpo cuando me dio la esponja para que se la sujetase. Pasó una mano a su espalda tirando de un lazo del sujetador del biquini y a continuación sujetando con una el biquini, con la otra soltó el lazo de atrás del cuello dejando libres sus hermosos pechos. Extendió el brazo colgando el sujetador en la ducha y cogió la esponja de mi mano a la vez que me guiñaba un ojo. Pánico me daba. Comenzó a frotarse los pechos con abundante gel creando gran cantidad de espuma que tapaba ligeramente sus pechos. Los pezones se notaban tremendamente erectos, haciéndose evidente lo caliente que estaba poniéndose.
Los chavales, que se les había quedado una cara de pánfilos que no veas, apenas hacían nada más que aguantar el agua sobre sus cabezas. Lo que si se les noto de manera más que evidente fue su excitación. El bulto que iba creciendo debajo de sus bañadores era más que evidente.
Rosy se acercó a mí y me pidió que la frotara la espalda. Ella quedó frente a ellos mostrándoles descaradamente las tetas. Comencé a frotar la espalda y cada vez se juntaba más a mí, dejando al final su espalda pegada a mi pecho, y su culito a mi polla, que también estaba totalmente erecta. Movía las caderas con un suave movimiento circular que me producía una increíble excitación. Seguí frotando sus hombros y sus caderas con la esponja, mientras sufría el masaje de su culo en mis pelotas.
Los dos chavales sacaron sus pollas del bañador y medio arrimándose, medio disimulando que seguían con su ducha, quedaron bastante cerca de nosotros. En ese momento no había nadie en ninguna de las duchas de alrededor y tampoco estábamos muy a la vista, con lo que la situación siguió calentándose.
Rosy cogió la esponja que tenia en mi mano e hizo como que accidentalmente se la caía. Se agacho a recogerla dejando el culo en pompa junto a mi polla y su cara bastante cerca de dos erectas pollas de un considerable tamaño. Una era algo más larga que la mía, por lo que pienso debía estar en unos 20 cm. y un poco más delgada. La del otro, totalmente depilada al igual que todo su cuerpo, era más corta, pero bastante gruesa. La mía esta en unos 6 cm. de grosor y esta aun lo era más.
Dando un teatral tropezón, Rosy se agarró a la más gorda de las salchichas alemanas que tenía delante de su cara y acercó su boca a la más larga, comenzando a dar una rápida mamada. Masturbaba con la mano al otro chaval y con la mano libre apartó su biquini de su trasero, dejando a la vista su culo y coño. Trabajaba de manera frenética las dos pollas que tenía frente a ella, he iba alternando, mamando a uno y al otro sin cesar, mientras enérgicamente les masturbaba.
Cogí el bote de gel y eche bastante cantidad en la entrada de su culito. Metí uno, dos, y después hasta tres dedos en su culo, mientras mamaba sin parar. Apunte mi capullo a la entrada de su ano rompiéndola en dos, tirando de su pelo, con cierta violencia, pero que no debió ser suficiente para que soltara la polla que tenía en la boca.
La follé el culo fuertemente mientras veía las caras desencajadas del placer de los dos chavales. Solté un gemido mientras descargaba mi semen en el interior de Rosy.
Saque mi polla de su culo y ella se puso en cuchillas quedando a la altura de su cara las dos pollas. Apartó la tela de la parte delantera de la braguita enseñando su coño abierto y se comenzó a frotar mientras la obsequiaban con caliente semen alemán que bañaba su cara, tetas y boca.
Se levantó y dio la vuelta, y me dio un apasionado beso abrazados bajo la ducha.
Los chavales se fueron pitando de allí, supongo que ya se llevaron más de lo que esperaban, ¿no creéis?
Nos acabamos de duchar y adecentar y nos dirigimos de nuevo hacia la tienda a dejar las cosas del baño y a coger las cosas de la playa. Ella iba bastante despacio y la metí prisa:
-Venga joder, que nos cierran la playa-. Dije irónicamente.
-Te voy a meter a ti una polla en el culo y luego me dices como andas, ¡cabrón!-
-A mi nadie me da por el culo, así que no creo que lo sepa nunca-.
-De todos modos me debes una, ya veré como me compensas-.
-Pero menuda jeta. Si te acabas de comer dos pollas que no conocías de nada-
-jajaja-.
-jajaja-.
Y quedo ahí la cosa entre risas y cachondeo.
En la tienda me abrazó por la espalda dándome besitos en el cuello y me susurró que estaba enamorada de mí. Que a pesar de acabarnos de conocer, no se había sentido viva hasta ese momento, y que esa sensación de libertad nunca la había tenido. La respondí con un caliente beso y también la confesé mi amor hacia ella. Siempre desee compartir todo con mi pareja y ella me permite ser libre y mostrarme tal cual soy, compartiendo mis vicios, mis pedos y mis más macabras fantasías, pero también mis preocupaciones y pensamientos.
Después de largo rato dedicado a la ternura, los mimos y las confesiones, no dispusimos a salir hacia la playa.
Montamos nuestras flamantes motos y salimos a la cercana playa. Estaba llegando gente sin cesar y no me extraña, ya que la fiesta, los conciertos y el lugar se lo merecen.
Aparcamos las motos junto a un restaurante con terraza que hay en uno de los sitios más tranquilos de la playa, y desayunamos en la terraza. En ese momento ya no teníamos ningún síntoma de resaca, así que nos pegamos un buen desayuno a base de tostadas con embutido y unas cervecitas, sentados a la brisa del océano.
Pasamos el día entre arrumacos, besos y caricias, baños en los que nuestras lenguas y cuerpos se fundían el uno con el otro. El paraje idílico nos hacia sentir en el séptimo cielo mientras las horas pasaban sin darnos cuenta. Que rápido pasa la vida cuando se esta feliz y que feliz se está si hay amor.
Al atardecer, la gente iba desapareciendo de la playa. La hermosa estampa del atardecer, con el Sol perdiéndose en el horizonte del océano. Abrazados en silencio contemplábamos el paisaje.
Nos dirigimos a darnos un baño antes de dejar la playa hasta el día siguiente. Entramos lentamente al agua, mientras las olas golpeaban nuestros cuerpos. Comenzamos a jugar saltando sobre las olas, cogía a Rosy y la tiraba hacía arriba, se montaba en mis hombros y nos tirábamos juntos al paso de las olas.
El sujetador del biquini no aguantó mucho tiempo en dejar al aire sus pechos. Mi mano cogió uno mientras dirigí mi boca al que quedaba libre. Mi otra mano pasó a acariciar sus nalgas por encima de la braguita del biquini. Pasó sus piernas alrededor de mi cintura quedando colgada con sus brazos cogiéndome mi cuello. Esta postura la permitió poner la entrada de su cueva aplastando mi polla, que estaba bastante dura en esos momentos pero sin llegar a tener una erección completa.
La fuerza de las olas nos iba desplazando hacia la orilla. Llegamos hasta la misma orilla y nos tiramos al suelo. Las olas rompían junto donde estábamos, mojándonos cada vez que llegaba una. Ella de estaba de espaldas a la arena con las piernas abiertas permitiendo que mi miembro rozara su zona vaginal. Mi boca y manos se encargaban de chupar y acariciar los pechos duros y con sabor a mar.
Liberó mi durísima polla de la prisión del bañador, acercándola a la entrada de su coño, separando ligeramente la tela de la parte delantera del biquini. La introduje con cierta dificultad, y suavemente comencé un mete y saca muy despacito, ya que tampoco podíamos dar mucho el cante por si alguien estaba mirando, y si era así, al menos que tampoco tuviera un espectáculo demasiado explícito.
La comía los pechos con ansia y ella subía su cadera intentando que mi polla la llenara hasta el ultimo rincón de su coño. Nuestras bocas se encontraban en profundos besos, muy húmedos y apasionados. El cuello, las orejas, todo pasó por nuestras bocas y lenguas.
Mi polla estaba dura como una barra de hierro, ardiendo dentro de su coño, que estaba más caliente que un horno de astilleros. Nuestros movimientos rítmicos no tardaron en surgir efecto, y mientras ella gemía con los ojos cerrados anunciando que le llegaba el orgasmo, mis cojones comenzaron a llenar su interior de caliente leche.
El orgasmo fue muy intenso. Estuvimos abrazados mientras las olas seguían golpeando nuestros cuerpos. A pesar de las olas, al levantarnos, se notaba como en la parte delantera del biquini llevaba la mancha del semen que descargue en su interior e incluso un hilillo, como si fuera una babilla, se dejaba ver cayendo de uno de los laterales. Sus pechos estaban marcados en la fina tela del biquini y su mirada era entre lasciva y tierna. Rosy siempre mezclaba el aspecto pícaro, con otro de niña buena, que la daba un morbo indescriptible.
Nos duchamos en las duchas de la playa para quitarnos la arena, y nos fuimos a seguir disfrutando de la concentración, que por cierto, esa noche empezaban los conciertos y actividades.
Continuará.