En una camioneta pick up
Le cuento una historia de como mi esposa tiene una experiencia con tres Hombres. en una camioneta pick up.
Mi esposa tiene 30 años, ella es delgada pero con unas nalgas muy ricas y paraditas, piel blanca y muy suave, ojos grandes y una cara preciosa y muy tierna, tiene los senos pequeños y una estrecha cintura. Ahora que tiene treinta ya tiene algunas arruguitas pero su cara sigue estando muy linda. Su cabello es color castaño claro.
Ella es una persona muy sensual, le fascina el sexo. Desde que comenzamos a ser novios, hacíamos el amor donde podíamos, algunas veces en el cine, a veces en el coche, otras veces en su casa mientras sus padres se encontraban en el piso de arriba. Siempre platicábamos todas nuestras fantasías, y con el tiempo me gane su confianza y un día me confeso que su abuelo había abusado de ella cuando tenía nueve años. Me contó que ella era hija única y el vivía con su familia, su madre trabajaba y ella se quedaba sola con su abuelo y por la tarde el le pedía que fuera a su cuarto entonces ella entraba y el cerraba la puerta, luego la sentaba en sus piernas y sacaba unas monedas y le decía que se las daría si ella se dejaba manosear y no le contaba a nadie lo que el le hacía, ella accedía más por pena o miedo que por el dinero, ella se sentía muy culpable de lo que le sucedía.
Me contó que el le subía el vestido y le acariciaba las piernas y las nalgas, luego le bajaba los calzoncitos y le besaba la vagina para luego meter su lengua poco a poco, a pesar de que ella tenía miedo lo disfrutaba enormemente, su abuelo en cada ocasión le metía más la lengua y ella lo gozaba cada vez más, un día su abuelo le dio su acostumbrada mamada pero al sacar la lengua no la dejo ir como siempre sino que le comenzó a manosear la vagina y poco a poco le metió el dedo, así lo hizo hasta que ella tuvo el primer orgasmo de su vida. Las piernas le temblaban y cuando su abuelo le sacó el dedo ella salió corriendo de ahí, porque se sentía muy culpable, sabía que era malo pero no se atrevía a decírselo a nadie, pensaba que todo era su culpa ya que era ella la que acudía al cuarto de su abuelo sin faltar un solo día, y le preocupaba mucho lo que sus padres pudieran pensar de ella.
Por unos días dejo de ir a visitar el cuarto de su abuelo, por las noches ella se tocaba para sentir algo parecido y una noche no aguantó las ganas, y en la madrugada se levanto y se metió en el cuarto de su abuelo y lo despertó, el la metió en la cama y la desnudo completamente, luego le chupo la vagina para luego meterle el dedo pero en esta ocasión le pidió a ella que le acariciara el pene, ella lo hizo y el la siguió estimulando hasta que terminó, ella continuó visitándolo por las noches ya que le gustaba mucho lo que el le hacía en cierta ocasión el abuelo le metió tanto los dedos que la hizo sangrar, ella se asustó mucho y dejo de ir por un tiempo, pero siempre le ganaba la calentura y volvía, para recibir las caricias de su abuelo, ella se sentía muy culpable de lo que hacía pero le gustaba mucho. El abuelo poco a poco le fue metiendo más dedos hasta que le pudo meter tres, su vagina estaba ya habituada a este tipo de estimulación.
Un fin de semana sus padres se la dejaron encargada al abuelo y entonces fue cuando el se atrevió a cogérsela, con trabajos ese pene la penetró y ella lo disfrutó como nunca. De ahí en adelante siempre que podía se la cogía. Cuando ella me lo contó tenía lágrimas en los ojos y se sentía muy culpable de esta situación. Yo le dije que no era su culpa, que ella era una niña y lo único que buscaba era satisfacer su curiosidad y que su abuelo era el único responsable de todo lo que pasó ya que a esa edad ella no tenía la madurez emocional y sexual como para tomar la decisión más adecuada. Todo esto le sirvió mucho a ella ya que se sintió liberada de su secreto, nuestra relación se fortaleció y la confianza entre nosotros aumento drásticamente. Debo confesar que toda su historia me excitó muchísimo, y esto me hizo sentir culpable, pero no me atreví a comentárselo a ella ya que no sabía como lo tomaría.
Cierto día, cuando llegamos a un hotel para hacer el amor, yo me senté sobre la cama, entonces ella llegó y se posó sobre mis piernas, de repente se quedó pensativa y me dijo que cuando visitaba el cuarto de su abuelo ella se sentaba precisamente de esa manera, y me tomo de la mano y la posó sobre su muslo, me pidió que acariciara su piernas, mientras lo hacía me dijo que así lo hacía su abuelo, muy suavemente, y por un buen rato continué acariciándola de esta manera, luego me pidió que tomara unas monedas de mi bolsillo y se las pusiera en la mano, y ella se puso de pie y se levantó la falda y se sentó de nuevo sobre mis piernas pero continuó sosteniendo su falda con sus manos, y me pidió que la siguiera manoseando, luego me indicó que acariciara sus labios vaginales y su clítoris por encima de la pantaleta, estaba muy mojada, lo hice lo más suave posible y durante un buen rato, ella solo cerraba sus ojos de vez en cuando pero no decía una sola palabra, me dijo que cuando ella ya no aguantaba más se levantaba y se quitaba la pantaletita, y así lo hizo me dijo que entonces su abuelo la recostaba boca arriba sobre la orilla de la cama con las piernas abiertas, su abuelo tomaba su calzoncito y se lo ponía en la nariz mientras introducía lentamente uno de sus dedo en su vagina, luego se reclinaba y le daba lengüetazos en el clítoris y de vez en vez le introducía la lengua lo más adentro posible en su vagina, ella me tomaba por la nuca y restregaba su vagina contra mi boca, era ella la que controlaba el ritmo, así estuvimos un buen rato, mi lengua y mi boca estaban adoloridos pero me excitaba mucho todo lo que estaba pasando, luego me dijo que lo que su abuelo hacía era sacarse el pene del pantalón y se recostaba de costado sobre la cama y continuaba chupando su vagina pero ahora ella tenia la labor de hacer que su flácido pene se endureciera y ella lo hacía con muchas ganas porque cuando ella lo lograba su premio era ser penetrada. Muchas veces le tomaba mucho tiempo y en ocasiones no lo lograba, cuando esto pasaba su abuelo le metía los dedos para masturbarla iniciando lentamente para después incrementar el ritmo, mientras tanto el se chupa uno de los dedos de la otra mano y le metía poco a poco el dedo por el culo, así lo hice incrementando lentamente el ritmo hasta que ella tuvo su primer orgasmo, estaba apunto de sacarle los dedos cuando ella me dijo que su abuelo continuaba metiéndoselos muy despacio, mientras yo continuaba con este movimiento ella me contaba que cuando tenía su orgasmo ella sentía unas pulsaciones muy ricas en su culo mientras su abuelo la penetraba con su dedo. Cuando ella sintió que estaba lista de nuevo me pidió que me colocará boca arriba sobre la cama y entonces ella se montó sobre de mi y se metió mi pene en su vagina, me comentó que su abuelo no se movía para nada y era ella la que se movía y de esta manera controlaba que tanta verga le entraba, se movía hasta que tenía su orgasmo, luego se levantaba y en muchas ocasiones le escurría un espeso esperma por sus muslos y me cuenta que eso también la excitaba muchísimo. Cuando terminamos me atreví a contarle que sus relatos me habían excitado mucho desde la primera vez que me los contó, ella me confeso que también se había excitado mucho al recordarlo. Desde entonces no hemos tenido ningún secreto entre nosotros, con sus relatos yo descubrí que me gustaría verla cogiendo con otros, nos introdujimos al mundo swinger. En futuros relatos si así lo desean les continuaré contando relatos de la infancia de mi esposa y de cómo durante toda su vida el sexo la ha acompañado, y también les contaré como nos iniciamos como swingers. El día de hoy les contaré una experiencia que nos ocurrió hace algunos años y que recordamos mi esposa y yo al ver las fotografías que nos tomamos en la playa.
Era un sábado y nos disponíamos a viajar a una playa, mi esposa se puso un vestido corto, que le llegaba a medio muslo, una tanga blanca y sin soten.
Nos montamos en mi camioneta pic-up y emprendimos el viaje, ya en la carretera yo la manoseaba como era costumbre y de repente le sobaba la vagina para calentarla.
Ella me sobaba el pene por encima del pantalón. Sobra decir que los dos ya estábamos muy prendidos. Mientras nos tocábamos comenzamos a fantasear, yo le comenté que me gustaría verla exhibiéndose en la playa, ya sea bronceándose sin sostén, o dejando que yo la manoseara en frente de alguien más, también se me ocurrió que podría enseñarle su vagina rasurada al dependiente de la gasolinera. Mientras nos lo imaginábamos yo le metía los dedos. Así recorrimos varios kilómetros y de repente vimos en el camino a tres hombres pidiendo aventón, es algo muy frecuente en esa ruta, entonces me detuve y les dije que subieran atrás.
Mi esposa me preguntó que porque había hecho eso ya que quería que la siguiera tocando. Le comenté que no se preocupara ya que la seguiría tocando de cualquier forma.
Me dijo que ni se me ocurriera ya que eso era algo peligroso, le rogué un buen rato hasta que poco a poco la fui convenciendo pero ella solo acepto sentarse de tal forma que pudieran verle la tanga.
Subió las piernas al asiento y acomodó su vestido para que pudieran tener un buen panorama de su tanga, mientras yo por el retrovisor veía que los tres hombres no se daban por enterados. Le puse la mano sobre el muslo y comencé a acariciarla, yo sé que cuando se calienta se transforma y entonces le puedo pedir lo que sea. Subí lentamente la mano hasta llegar a su vagina y la comencé a frotar pacientemente mientras poco a poco comenzaba a mojarse.
Después de un rato ella misma me pidió que le metiera el dedo, lentamente aparte su tanga y comencé a buscar su caliente rajita y poco a poco se lo metí. Este es el punto al que la tengo que llevar para que acceda a complacer mis fantasías. Noté que alguno de ellos miraba hacía la cabina pero no estaba seguro de que alcanzara a ver el show, le pedí a a mi esposa que se subiera mas la falda, se la subió de tal forma que su tanguita se apreciaba perfectamente, noté que los tres miraban disimuladamente adentro de la cabina y ahora si estaba seguro de que la estaban viendo.
Yo seguí jugueteando con su vagina por un rato y ella solo cerraba los ojos, para que no cohibir. Yo ya estaba muy caliente tenía el pene a mil y por mi cabeza cruzaba la escena de estos tres tipos cogiéndose a mi esposa, no eran nada guapos, se notaba que eran trabajadores del campo, se veían sucios y yo creo que esto me excitaba todavía más.
Conducía la camioneta mucho mas lento de lo que acostumbro como queriendo prolongar al máximo la experiencia, poco tiempo después nos acercamos a una bifurcación del camino y ellos me tocaron la ventanilla para preguntarme por donde me iría, me imagine que ellos se dirigían al poblado que estaba a unos veinte kilómetros por el camino de la derecha, ya que por el otro lado no había nada en los próximos cincuenta kilómetros, trate de adivinar y les dije que me iría por la derecha y entonces uno de ellos me indico que ellos también y continuamos el viaje.
Seguí metiéndole los dedos a mi esposa quién se movía al compás de mis embestidas, ellos seguían viendo pero no se me ocurría ningún pretexto para que se la cogieran, quizás podría fingir que se descomponía el coche, o me podría detener para preguntarles algunas indicaciones para llegar a la playa. El tiempo se me acababa porque estábamos como a diez kilómetros del pueblito e incluso ellos podrían bajarse antes, entonces sucedió algo muy oportuno, comenzó a llover el aguacero se comenzó a incrementar entonces me orillé y sin preguntarle a mi esposa les hice una seña para que se pasaran a la cabina, se notaba que eran muy tímidos y me costo trabajo convencerlos. Por fin, como el agua arreciaba aceptaron, se subieron los tres y mi esposa se sentó en las piernas de uno de ellos pero se sentó prácticamente encima de su pene. Un aroma penetrante a sudor invadió la cabina, se apreciaba que llevaban algún tiempo sin bañarse. De nuevo les comento que no sé porque esto me excito más.
Ahora tenía pretexto para manejar muy lento, prendí las luces intermitentes y continuamos el recorrido, mi esposa me volteó a ver y yo le hice un gesto que ella ya conoce cuando quiero que se porte como una puta. Ella intento hacerles la platica pero solo contestaban con monosílabos, entonces ella les dijo que estaba algo incomoda y les preguntó si podía subir las piernas, ellos asintieron y ella se sentó de espaldas a la portezuela encima del que viajaba junto a la ventanilla y descansó sus piernas sobre los otros dos, colocando los pies sobre el pene de uno de ellos. Al hacer esto la falda se le subió y la tanga mojada se notaba perfectamente. Mi pene casi se salía del pantalón era una situación no planeada pero que estaba saliendo de las mil maravillas. El viaje continuaba y no pasaba nada, me sentía un poco desesperado y estaba dispuesto a parar la camioneta y pedirles que se cogieran a mi esposa. Cuando pude voltee a ver la cara de mi esposa quién solo bajo la mirada para que viera lo que ella estaba haciendo con su mano. Estaba puesta sobre la bragueta de uno de ellos sobándole la verga, mi sonrisa regreso a mi cara. Luego me fijé que con los pies le frotaba el pene al otro. Solo podía imaginar lo que le hacía al hombre sobre el que estaba sentada.
Ellos seguían sin decir palabra y sin hacer absolutamente nada, entonces ella tomo la iniciativa y le bajó el cierre a uno de ellos y metió so mano para sacarle la verga, entonces fue cuando por fin reaccionaron, y comenzaron a acariciar las piernas de mi esposa. Seguí manejando buscando un sitio seguro para estacionarme. Ellos comenzaron a hablar entre ellos en un dialecto indígena, y luego reían yo creo que decían mira a este carnudo como deja que su mujer nos masturbe la verga y no dice nada. Uno de ellos le comenzó a meter los dedos a mi esposa y otros le bajó el vestido dejando al descubierto sus senos, como llovía muy fuerte nadie se bajo de la camioneta y los vidrios estaban muy empañados.
Mi esposa los masturbó a los tres mientras ellos la tocaban por todos lados, y yo solo miraba. Era un sueño hecho realidad, aún cuando ya habíamos tenido experiencias swinger esto era lo más excitante que nos había ocurrido hasta el momento, mi esposa sacó de su bolso unos condones y se los puso con las manos y con la boca y se puso a mamarles el pene a cada uno de ellos. Durante todo el tiempo ellos solo hablaban en su dialecto y reían, luego mi esposa les bajo los pantalones y se sentó sobre la verga de uno de ellos, y comenzó a darse de sentones encima de el a así continuó hasta que hizo que el hombre aquel tuviera un orgasmo, luego se sentó de frente al otro y se metió su verga para cabalgarlo mientras uno de ellos le manoseaba las nalgas y le metía un dedo por el culo, a mi esposa le dolió y tomo la mano del hombre y la lleno de saliva y se la volvió a colocar en el culo , el hombre entendió el mensaje y continuó metiéndole el dedo por el culo. Ella se movía como perra en celo mientras el le chupaba los senos, y en un momento de calentura total mi novia lo comenzó a besar en la boca y a meterle la lengua, a este hombre realmente feo, sucio y mal oliente.
Ella lo siguió montando por un rato hasta que el tuvo un orgasmo. Por último se monto de manera similar en el tercer hombre para cabalgarlo y besarlo igual que al otro, por fin el tercero terminó, y mi novia se desmontó, ellos le dieron las gracias y se bajaron de la camioneta aún en plena lluvia, al igual que nosotros tendrían una extraña sensación de cómo comportarse después de esta experiencia y optaron por bajarse.
Yo por mi parte recosté a mi esposa sobre el asiento y me la comencé a coger en la posición del misionero, entonces ella me dijo al oído que realmente ya no lo estaba disfrutando tanto ya que estaba muy irritada, por lo que me quedé con mi calentura hasta que llegamos al hotel en la playa. Entones recordamos todo lo ocurrido tratando de acordarnos de todos los detalles. Cogimos como nunca.
Para los dos fue la mejor experiencia sexual que habíamos vivido. Y buscamos repetirla de alguna forma, en los siguientes relatos les cosas que hemos hecho tratando de revivir lo que sentimos este memorable día.