En un tren

Un largo y aburrido viaje en tren, se convierte en una experiencia sexual bestial y rompedora.

En un tren.

Hola. Me llamo Marta. Este es mi segundo relato en la web. Dado el éxito que tuvo el primero, veo dificil superarlo, pero bueno, eso lo decidireis vosotros, que sois para quien escribo. Espero que os guste.

Los que leyeron mi anterior relato ya saben un poco como soy, pero no me cuesta nada hacer un "corta y pega" del pequeño párrafo en el que me describia...

<<<< Tengo 24 años; soy más bien bajita 1,62; 61 kg.; piel morenita; pelo negro siempre muy cortito; ojos de un verdoso claro; pechos redondos y subidos (95-100), con los pezones pequeñitos y oscuros; culo y piernas firmes (el patinaje hace milagros, chicas); y según dicen, lo mejor de mi son las curvas que forman mi cintura (estrechita) y mis caderas. >>>>

Esta historia tuvo lugar una calurosa noche de primeros de agosto durante el treyecto en tren que me llevó desde Barcelona (donde vivo) hasta Lugo, donde me esperaban unos amigos para pasar un par de semanas de vacaciones.

El viaje en si es un poco paliza, porque sales a última hora de la tarde y no llegas hasta la mañana siguiente. Por ese motivo, la mayoria de la gente realiza el viaje en coches-cama durmiendo.

Yo prefiero viajar sentada en un compartimento de esos en los que caben 4 personas en cómodas butacas, y leer un buen libro, si bien alguna cabezadilla no me la quita nadie :-)

Fuí de las primeras en entrar al tren, y cuando llegué a mi compartimento, no habia nadie. Los asientos estan numerados, y el mio correspondia a uno de los dos que dan a la ventanilla (de coña). Saqué el libro que dias antes habia comprado (después de años viendolo en las estanterias de las grandes superficies y librerias) y dejé la mochila en el estante superior. Vaaaale, para los más detallistas, el libro se trata de "El ocho" de Catherine Neville :-)

Puse los pies el el asiento de enfrente y empecé a leer, esperando el momento en que le tren saliese (odio esos minutos previos a que el tren se ponga en movimiento)

Al poco, entró un chico con una de equipaje que no sabia yo si cabría allí dentro. Miró los números de los asientos y se fijó en el de enfrente mio. Antes de que me dijese nada, empecé a quitar los pies mientras le preguntaba si era ese su asiento. Me dijo que si, pero que no importaba, que se sentaria junto a la puerta mientras no entrase nadie a reclamar aquel asiento. Además, me dijo mientras me sonreia, así yo tambien puedo apoyar los pies encima del otro asiento (el que quedaba a mi lado). Yo sonreí también y volví a apoyar los pies.

Él miró al estante destinado a colocar bolsas y mochilas, y metió una red llena de pelotas de tenis y un par de futbol y basket. La mochila la apoyó en el asiento que habia a mi lado mientras me fijaba en lo que sobresalia: una esterilla, un bate de baseball, y los mangos de unas raquetas.

También me fijé en él. Llevaba unos pantalones cortos con bolsillos laterales botas de montaña y una camiseta sin mangas ajustada. Era un chico atractivo; moreno y de ojazos negros, sus piernas se veian depiladas y fuertes; sus brazos eran musculosos (no muy anchos pero si fibrados) y su pecho y espalda no cabian en la camiseta ;-)

El tren se puso en marcha y allí no entró nadié más, así que todo hacia indicar que seríamos los únicos ocupantes de ese compartimento porque el tren era directo.

No recuerdo muy bien como iniciamos la conversación, pero una vez empezamos a hablar, las horas fueron pasando casi sin darnos cuenta. El único que nos interrumpió fué el revisor al pedirnos los billetes.

Me dijo que se llamaba Jaime; sedirigia a un campamento de verano donde estaria trabajando hasta final de mes. Uno de los monitores se habia lesionado y le habian llamado a él para suplirle. Además, le pidieron que recogiese el material deportivo que llevaba en la entidad que organizaba el campamento.

Me explico que en la mayoria de campamentos, al menos una de las noches, los monitores y monitoras se reunian para hacer una fiesta todos juntos y que a menudo la juerga acababa en orgia.

De repente, se quedó callado, mirándome y sonriendo... La conversación siguió más o menos así

  • ¿Que pasa? (empecé diciéndole yo)

  • Nada

  • Como que nada, si te has quedado callado y mirándome. Va, dímelo.

  • Estaba pensando un uno de los juegos que casi son un clásico en esas fiestas.

  • ¿Cual? va, explicamelo.

  • Jugamos al poker con prendas. Cuando quedamos para hacer la fiesta una determinada noche. La gente suele

acudir con más prendas de ropa de las habituales pero intentando al mismo tiempo que no se note mucho, pero

siempre hay el novato/a que viene en pantalón corto, camiseta y chanclas.

  • ¿Y como jugais exactamente?

  • El que pierde se quita una prenda hasta que la gente se va quedando desnuda. La gracia es que entonces, tiene

que pasar una prueba, y esa prueba la decide el que ha ganado esa misma pardida.

  • ¿Pero, por qué te has quedo mirandome y sonriendo?

  • Pensaba en que tu ibas a durar poco tiempo vestida tal y como vas ahora.

Ahora lo entendia. Yo sólo llevaba puesto un vestido de tirantes de color vino, un tanga morado y unas sandalias negras. El vestido era de esos de verano, finitos y sin forro que llegan casi hasta las rodillas, y no habia que ser muy observador para darse cuenta de que no llevaba sujetador.

Me picaba un montón la curiosidad por saber que tipo de pruebas se obligarian a pasar, y además ya llevaba tiempo calentísisma imaginándome de todo con aquel chico. Así que le dije:

  • Tu tampoco ibas a durar mucho ahora mismo, así que si te parece, nos quitamos la ropa directamente.

Él se quedó muy cortado, pero yo esperé a su contestación. Me levanté y giré la cerradura de la puerta por si acaso (aunque en las horas que llevábamos allí el único que habia interrumpido habia sido el revisor, y eso, llamando antes a la puerta). Me quité el vestido como si fuese una camiseta y me bajé el tanga inclinándome y dejando mis tetas delante de su cara.

Él se levantó como por un resorte y se quitó de inmediato la camiseta y los pantalones junto a los slips. Su cuerpo era tal y como se adivinaba con la ropa que llevaba puesta, pero lo que no me podia imaginar era la polla que guardaba... No era muy gruesa, pero si muy larga. Estaba medio erecta y parecia que fuese a doblarse por la mitad por su propio peso y longitud.

Esta vez fué Jaime quien cogió la iniciativa. Se arrodilló delante mio y empezo a besarme el vientre y el pubis. Subió un poco y pasó su lengua por mi ombligo, lo que me puso los pelos de punta.

Me arrodillé con él y empezamos a besarnos fuertemente. Nuestras lenguas se buscaban con deseperación. Puso sus manos sobre mis pechos, y empezó a masajearlos; los apretaba bastante y alguna vez me hizo un poco de daño, pero aquel torbellino de sexo empezaba a invadirnos a los dos.

Se levantó golpeando mi cara con su pene. Ahora estaba erecto casi por completo, y a mi me faltó tiempo para cogerlo con las dos manos y masturbarlo como si fuese a exprimirlo. Lo apretaba con las dos manos mientras veia como su capullo se hinchaba hasta ser claramente más gordo que el resto de su polla.

Estaba a punto de correrse, pero quitó mis manos y me hizo poner de rodillas en un asoiento dándole la espalda. Menos mal que mi coño estaba ya bien mojado, porque empezó a penetrarme como si fuese un animal; y lo cierto es que yo le dejaba subiendo el culo como una perra en celo. Yo empecé a tener orgasmos cortos pero continuados, hasta que Jaime empezó a metermela hasta el final... En ese momento el dolor que me provocaba su capullo golpeando mis entrañas, pudo con mis orgasmos, pero no con mi placer... La sacó de mi coño para correrse encima de mi espalda y mi culo mientras yo notaba como los chorros de semén calientes caer sobre mi.

Yo estaba fuera de mi (ahora me doy cuenta al recordarlo), y sin darnos tiempo ni para recuperar el aliento, le dije "Chaval, más te vale ir buscando algo para reventarme el coño, porque eso tuyo es muy pequeño".

No se yo si lo que le dije le cabreó o le excitó todavia más, porque después de un mínimo instante de duda, él me contestó "quiero que te quedes como estás, de espaldas a mi y sin mirar; y que abras las piernas todo lo que puedas"

Yo obedecí como si fuese su esclava.

Él tardó unos segundos que se me hicieron eternos, hasta que noté algo duro que subia y bajaba por mis labios vaginales empapándose con mis flujos. Por el roce, noté que era algo gordo, muy duro y que le habia puesto un preservativo, porque resbalaba muchísimo.

Apuntó con "aquello" a la entrada de mi coño y empezó a hacer fuerza. Yo sentia que se fuese lo que fuese, era enorme; se abria paso entre mis labios vaginales, pero se negaba a entrar. Jaime continuó haciendo fueza, pero le notaba más cuidadoso, como con miedo de hacerme daño. Cada vez que empujaba, me dolia, aunque cada vez menos. Después de unos minutos, una de las veces que empujó, sentí que los músculos de mi vagina se dilataban lo justo para dar paso a aquel enorme aparato, y no se si fué la punzada de dolor o el placer bestial que me produjo sentirme "rota" que me dió un pequeño mareo.

Dejó aquello dentro de mi unos segundos, hasta que empezó a moverlo suavemente... Yo sentia mi vagina completamente llena, así que el mete-saca se reducia a unos pocos centímetros.

Quise saber lo que era y pasé una mano entre mis piernas para tocarlo. Era algo como un tubo de madera muy gordo, hasta que caí... Me acababan de meter un bate de baseball y yo estaba tan dilatada que parecia que fuese a parir.

Me hice penetrar lentamente hasta el fondo, y le pedí a Jaime que me ayudase a levantarme. Con mucho cuidado, me arrodillé en el suelo con la base el bate apoyada en una de las equinas que formaban el suelo y los asientos, y él colocó una toalla debajo de mis rodillas.

Debia tener unos 15 o 20 cm de aquel bate dentro de mi vagina, y el vaivén del tren aumentaba la sensación que tenia de estar a punto de romperme por dentro.

Le pedí a Jaime que se pusiese delante mio, y empecé a chupar y lamer su polla en toda su longitud, llenándola de saliva que yo misma recojia con mis manos para llevarla hasta mi culo.

Una vez todo estubo bien lubricado, le dije a Jaime que terminase lo que habia empezado, que me reventase de una vez por todas... Me miró con incredulidad, pero lo captó inmediatamente. En nada lo tenia detrás mio, de pie, con las piernas flexionadas y a punto de montarme. Puso su capullo en mi ano y empezó a empujar con verdadera fueza; estaba mi vagina tan llena que contraia mi ano, pero él siguió intentándolo. Consiguió meter la punta, y entonces recuperó su vena animal... Empezó a follarseme el culo con unos empujones que hacian que el bate que llenaba mi vagina se movise al mismo tiempo. Yo creia que me iba a desmayar, pero su capullo machacando mis intestinos me lo impedian.

Al momento, noté como descargaba su leche caliente dentro de mi culo, y entonces fué cuando noté el orgasmo bestial que estaba esperando... las piernas me flojearon y quedé tumbada de lado con las piernas flexionadas.

Jaime pareció darse cuenta de que estaba al borde del desmayo, y a partir de entonces fué todo cuidados para mi... Sacó el bate de baseball de mi vagina con muchísimo cuidado, aunque no pudo evitar que diese un bote al sentir mi sexo liberado de tal monstruosidad. Con un montón de kleenx, limpió mis labios vaginales tan adentro como mi dilatación le permitia, así como mi culito que todavia chorreaba su semen.

Me habian follado como a una perra y me habian reventado literalmente con un bate de baseball, pero habia sido lo más placenteramente bestial que nunca habia experimentado.

Dedicado a Jaime, él ya sabe quien es. MARTA

martanou@terra.es