En un microbus de la Ciudad de México
Existen cosas que todos llevamos ocultas, y la mejor manera de recordarlas es confesándolas 2.
Existen cosas que todos llevamos ocultas, y la mejor manera de recordarlas es confesándolas 2.
En esta ocasión voy a contarles una situación que me toco vivir al abordar un microbús en la estación del metro portales.
En aquella ocasión como tantas otras, me disponía a visitar a mis tías que viven por aquel rumbo. Recuerdo que era viernes en la tarde al salir de la oficina donde trabajaba, al llegar el metro portales, supongo que por ser viernes, el microbús que se dirigía hacia calzada de la viga estaba ya casi lleno. Yo alcance a subirme por la puerta de atrás y desde luego impedía que la puerta cerrara.
De repente escucho a una señora que regañaba a su hija por no apurarse y porque no iba alcanzar a entrar a la escuela. Cual va siendo mi sorpresa al ver a quien estaba regañando se trataba de una señorita que iba a la secundaria, claro por su uniforme, pero era morbosamente excitante ver su figura como se marcaba en ese uniforme verde. Ella era menudita como de 1.60 m. de estatura, tenia unos pechos redondos y no muy grandes, de acuerdo a su estatura pero una nalguitas tan ricas que me provoco de inmediato una erección y la lujuria de tenerla cerca.
Amablemente baje un pie del micro para que ella se subiera, y la señora dándome las gracias le dijo a su hija que se subiera, yo pensé que se iba a negar, y cual va siendo mi sorpresa que la señorita aceptó dándome las gracias con una voz tan dulce que no supe que decir.
Ya en el escalón del micro me le acerque para recargarle el miembro pero para mi temporal mala fortuna mi estomago fue el que pego con sus nalguitas, a lo que ella reaccionó volteando sin decir nada ni darle importancia. De repente y como ya íbamos a avanzar, el conductor nos obligó a que nos acomodáramos para que la puerta de atrás cerrara, y la señorita como pudo tuvo que subirse otro escalón, pero yo ya no podía, así que me apoye en la esquina del escalón y con un movimiento la puerta paso justo para cerrarse.
Con la puerta cerrada me baje el escalón y la señorita como estaba muy pegada con la gente decidió bajarse el escalón en el espacio que quedó entre ella y yo. Ya se imaginaran yo recargado en la puerta, ella se echo para atrás y sin ningún reparo se acomodo perfectamente en mi pene. Ella al sentir lo duro que se me había puesto yo pensé que había hecho el intento de retirarse pero mi sorpresa fue mayor al ver y al sentir que se estaba quitando y juntando a mi cuerpo.
Verdaderamente excitante, el segundo paso fue tocarle sus nalguitas y lo que ella hizo fue hacer su mano para atrás para rozar la mía mientras la acariciaba y jugueteaba con sus dedos como si quisiera algo, comprendiendo que ella quería sentir algo, hice lo posible para que me tocara el pene y me lo toco lo acaricio como si me masturbara, como tuvo que quedarse pegada a mi por lo que estábamos haciendo ya no pude tocarle el trasero y busque la forma de meter mi mano bajo su suéter lo que conseguí sin dificultad sobando exquisitamente sus pechos hasta que no pude mas y eyacule.
No se si a ella le habrá pasado algo pero yo me moje por completo, al llegar a calzada de las torres la gente empezó a bajar y ella tuvo que voltearse no sin antes aprovechar una frenada brutal del microbús y al estar de frente conmigo en una especie de abrazo raro me dijo con su dulce voz, "gracias y adiós".
No le hable, no la seguí no la moleste, simplemente respete lo que me había dicho gracias y adiós.
Antes de despedirme quiero pedir una disculpa para un amigo lector al que no le he podido contestar para llenar el requisito, espero que no le cause molestia alguna y ya estoy aprendiendo a manejar mejor la computadora y estoy por contestar su invitación.
Invito a todos los que hayan tenido alguna vivencia de este tipo en el fabuloso metro de la ciudad de México a que lo compartan en este medio.
Mi correo es vitorino_72@yahoo.com.mx