En un jacuzzi con mi amigo hetero II

Reservé una habitación de hotel con jacuzzi para mi novia y para mi, pero por temas de estudio ella no puedo y en su lugar vino un amigo que hasta entonces pensé que era hetero...

Este relato es una fantasía y totalmente ficticio, obvia si ocurren cosas que no se corresponden con la realidad y disfruta de él.

Abel y yo salimos del baño después de secarnos, nos hicimos un canuto y salimos a la terraza desnudos. Por suerte, la suite era en el piso más alto de hotel, eran finales de septiembre y hacía buen tiempo para estar así. Después de lo ocurrido en el jacuzzi iba a poder ver con más detenimiento el cuerpo de Abel, ahora que había algo más de complicidad.

Me fijaba en sus brazos, en su torso, su abdominales, su polla morcillona, la misma que había tenido minutos antes dentro de mí, y ese culo bien rico que tenía. Abel tenía un cuerpazo y la verdad es que no me había fijado hasta ahora, se me caía la baba solo de verlo.

-        Fran, no sabía que te molaba esto -decía Abel después de darle una calada.

-        Pues… acabo de confirmar que me mola… yo tampoco sabía que a ti te gustaba hacerlo con chicos…

-        Si te soy sincero, toda mi vida he sabido que era bisexual, pero lo he tenido en secreto. No tengo la necesidad de ir contándolo por ahí, mi sexualidad es mía y no le incumbe a nadie.

-        Pues sí, tienes razón, ¿crees que podremos mantener lo ocurrido en secreto? -no quiero que mi chica se entere.

-        Claro Fran, tranquilo. Además, yo creo que todos debemos de probar todo al menos una vez en la vida.

Me quedé pensativo respecto a lo que había dicho. Así que me acerqué y me quedé enfrente de él. Le quité el porro y dándole una calada, le miré de arriba abajo, hacía una ligera parada en su miembro morcillón. Le miré a los ojos a la vez que le cogí de la polla con delicadeza. Y mientras soltaba el humo le dije:

-        Una vez… nada más…

-        Ufff Fran jajaja -dijo Abel mientras se encogía un poco por mi acción inesperada hacía él- Me vas a poner palote de nuevo…

-        ¿Sí? -la agarré un poco más fuerte y comencé a masturbarle muy lentamente- ¿quieres que pare?

-        Ufff jejeje no… Me ha encantado follarte en el jacuzzi… Ufff… ha sido muy morboso…

-        A mi si que me ha gustado -me acercaba a sus labios lentamente mientras que pegaba mi cuerpo al de él y sentía el calor de sus piernas con las mías- Me ha encantado sentir tu polla dentro de mí mmm es tan larga… y dura... debes tener a las tías locas…

-        Bufff Fran, creo que nadie me ha vuelto más loco de lo que tú me estás poniendo…-decía Abel mientras su polla ya se encontraba empalmada y siendo masturbada por mi mano.

-        Pues aun tengo muchas más ganas de volverte loco… -le di una última calada al porro, lo apagué y lo tiré- todavía me queda probarla… -le dije mientras le apreté un poco más su polla y me mordía el labio- ¿te vienes? -le dije justo cuando quería besarme, apartándome de él, pero si soltar su polla.

-        Claro que voy…

Así que, con la polla de Abel en mi mano, me lo traje a arrastras para dentro. Me giré un momento para ver su cara y le pesqué mirándome el culo.

-        ¿Te gusta mi culo?

-        Me encanta Fran… tengo unas ganas de follármelo otra vez…

-        Pues que sepas que aun me tengo que correr yo…

Llegamos a la cama, y aunque tenía unas ganas enormes de follármelo ahí, más ganas tenía de comerle la polla. Así que le dije que se sentara en el borde de la cama. Podía ver como esa enorme polla desafiaba la gravedad apuntando hacía arriba. Me apoyé en sus rodillas mientras descendía y me colocaba de rodillas entre sus piernas. Agarré su polla y la masturbé un poco más.

Podía ver que tenía una pequeña gotera de líquido preseminal. Estaba un poco nervioso, pues iba a ser la primera vez que iba a comerme una polla, pero aun así mi deseo era mayor a la experiencia que tenía. Le agarré la polla bien fuerte y la estrujé hacia mi como sacándole todo el jugo. Podía ver como su glande se cubría por la piel de su polla, y cuando lo masturbé hacía la base, como su glande se descubría, quedando desnuda una cabeza super apetitosa.

Abel resoplaba de la paja que le hacía, así que no esperé más. Acerqué mi boca hacía su polla, y sacando mi lengua, la pasé sobre su punta, por donde salía el líquido preseminal. Pude sentir como estaba salado, pero lejos de darme asco, me gustó. Así que le pegué otro lametón a su cabeza como de un chupachups se tratara. Me estaba gustando el sabor, así que seguí lamiendo de su cabeza hacía un lateral del tronco de su polla, pasando toda mi lengua por él, intentando coger todo ese sabor que me estaba volviendo loco. Así que poco a poco, entre lamentos, le iba lubricando su polla. Mientras yo disfrutaba de ese caramelo en mi lengua, Abel solo hacía resoplar y decirme el gusto que le estaba dando.

Volví a su glande y abriendo la boca comencé a meterme lentamente esa polla. Cerré mis labios y moví mi lengua, la cual chocaba con su glande. A Abel se le cortaba la respiración, señal de que le estaba gustando. Así que seguí chupando y moviendo mi lengua, dejando las babas sobre la polla de mi amigo.

Como vi que sobraba aun polla, pues no era capaz de metérmela entera, me la saqué un momento para acto seguido echarle un buen escupitajo y agarrando su glande con mi mano, la masturbé de arriba abajo para lubricarla entera. Abel gimió ante eso. Era lo esperado. Cuando tienes la polla tan lubricada puedes masturbarte la cabeza del pene cambiando el dolor que uno sentiría por un inmenso placer.

-        ¿Te gusta Abel?

-        Estoy flipando Fran

Yo estaba hipnotizado con esa polla. Era muy larga y ni dos manos mías podían cogerla entera. Me encanta el sonido de los gemidos de Abel mezclado con el chapoteo de mi saliva y mi mano mientras pajeaba su nabo. Cuando vi que la lubricación se iba perdiendo, bajé mi mano hasta su base y volví a meterme esa enorme polla en mi boca, comenzando así una mamada paja que estaba volviendo loco a Abel. Parece que tanto ver porno estaba dando sus frutos, pues le hacía lo que a mí me gustaría sentir cuando me hacían una mamada.

Saboreaba esa polla como si de un chupa chups se tratara, estaba deliciosa, pero lo que tenía que estar delicioso es su líquido y blanco contenido… Sin embargo, aunque estaba deseando degustar ese manjar, yo también estaba muy caliente y tenía muchísimas ganas de follarme el culo de Abel.

Comencé así mi labor de intentar follarme, por lo que primero tendría que lubricar su ano… Aun no sabía si Abel era versátil, por lo que no se si le apetecería ser follado, pero había que comprobarlo.

Me pasé a sus huevos y los mamaba uno a uno mientras que con mi mano derecha pajeaba su polla y con mi izquierda acariciaba su abdomen depilado… Mientras le comía esas bolas gordas, iba jugando con mi lengua, bajándola lentamente por debajo de sus huevos. Iba lamiendo con la punta de mi lengua mientras el resto degustaba sus huevos. Así, lentamente, bajaba mi lengua hacía su perineo. Si se dejaba lamer en esa parte, me estaba dando luz verde para que me lo follara. Muy inocentemente alterné su perineo y sus bolas. Abel no paraba de gemir y no hacía nada para pararme, por lo que seguí bajando y pude notar con mi lengua que estaba a 1 centímetro de su ano. Avancé un poco más con mi lengua hacía ese agujero prohibido… y Abel, lejos de apartarme, elevó sus piernas, y se las agarró detrás de las rodillas, dejando a mi disposición su precioso culo.

Sin pensármelo, pasé mi lengua por su rosado ano, haciéndole suspirar como nunca.

-        ¿Qué intentas hacer Fran… mmmm?

-        ¿Tú que crees? -le dije despegándome de su culo, pero sin dejar de pajear su polla- tienes un culo riquísimo… me lo voy a comer entero… ¿te está…? ¿gustando…? -le dije mientras le aceleré el ritmo de la paja durante 5 segundos.

-        OHHH!! JODER! Fran… estoy flipando contigo… ¿cómo eres capaz de ponerme tan perro? ¡Me pones a cien!

-        Te pongo perrísimo porque tú me pones a mi perrísimo… con este cuerpo… con esta polla… joder tío… creo que no me cansaría nunca de ella…

Dije mirándola de nuevo, sin resistirme a metérmela de nuevo en la boca y provocándole nuevos gemidos a Abel. Pero me entretuve lo justo para lubricarla de nuevo y para poder seguir pajeándola mientras volvía su rico culo…

Escupí sobre su culo y con mi lengua repartir mi saliva por su ano. No dejaba ninguna zona sin haber pasado mi lengua. Noté como relajaba su esfínter, por lo que decidí comenzar a meter mi lengua para lubricar un poco por dentro. Era muy morboso estar comiéndole el culo a un tío y tener de mientras mi nariz sobre sus huevos. Olían a hombre y me entraban ganas de comerle de nuevo esa polla, pero yo también tenía que descargar mi herramienta.

Estuve durante un par de minutos más introduciéndole mi lengua por su ano, solo la puntita. Me aparté, me chupé el dedo, y lo coloqué sobre su lubricado ano. Alcé mi cabeza para ver a Abel y lentamente introduje parte de mi dedo. Vi como Abel, contenía la respiración y abría los ojos como sorprendido.

Saqué mi dedo lentamente, eché un poco más de saliva sobre él y volví a introducir parte de mi dedo, esta vez, un poco más.

-        ¿Qué sientes Abel? ¿te está gustando?

-        Si… Mmmmmm

-        ¿Te han introducido alguna vez un dedo por aquí…?

-        No… mmmm es mmm… la primera vez…

-        ¿Si…? Que honor… -decía yo mientras introducía mi dedo por completo- tengo el dedo dentro de tu culo…-acto seguido comencé a sacarlo lentamente- y ahora fuera… y ahora dentro…- decía mientras le introducía y sacaba mi dedo.

-        JOOODER… que gusto…

-        Me alegro de que te guste… ¿quieres que te introduzca otro dedo?

-        Si… méteme otro…

No me hice de rogar, así que eché saliva en mis dos dedos y los coloqué en su ano. Lo relajó y muy lentamente le introduje mis dos dedos. Se sentía realmente bien y Abel no paraba de gemir. Así hasta que se fue acostumbrando a una follada con mis dos dedos…

-        Mmm este culo creo que pide más…

-        Mmmmm

-        ¿Mmmmm qué Abel? ¿quieres que introduzca otro dedo más? ¿o quieres que te meta mi polla?

-        Oh! Mmmm tu… polla…

-        ¿Sí? ¿quieres que te folle? ¿vas a gemir como una perra?

-        Mmm Si Fran! Fóllame… joder… que caliente estoy…

Yo no podía aguantarme más, así que sacando los dedos y levantándome a por el lubricante que tenía comprado, comencé a untar mi polla con él y un poco su culo. Mientras podía ver como Abel me miraba con deseo y no quitaba ojo de mi polla…

-        Te voy a hacer sentir en el cielo Abel.

-        Fóllame ya por favor, necesito sentir esa polla dentro de mí, me tienes perrísimo pidiendo polla como nunca tío, joder.

Abel estaba fuera de sus casillas y caliente perdido, así que me coloqué entre sus piernas y coloqué la punta de mi dura polla en su ano. Bien no era tan grande como la de él, pero lo suficiente para hacerle gozar. Así que lentamente empujé hacia él, lentamente, para que se fuera acostumbrando a mi trozo de carne. Sus ojos estaban desorbitados y su respiración acelerada. Cogí un poco más de lubricante y la eché en la parte de mi tronco que quedaba fuera de su culo. Empujé un poco, diciéndole a Abel que se relajara. Y no hizo falta mucho más, mi polla estaba totalmente dentro de él. Se sentía bien apretado, como buen culo virgen que era. Estaba bien caliente, y la verdad es que no creo que durara mucho dentro de él, pero había que intentar gozarlo lo máximo posible.

Apoyé mi mano en su abdomen, y saqué mi polla de su culo entera. Y de nuevo, volví a meterla entera lentamente. La saqué de nuevo, y la metí de nuevo, haciendo que su ano se acostumbrara por completo a mi polla. Así que comencé a un ritmo muy lento una rica follada sobre el culo de mi amigo. Podía sentir las paredes de su ano apretando mi nabo y haciéndome gozar de placer.

A lo que miré hacía el suyo, que llevaba un buen rato sin ser atendido, pero aun tenía una erección de caballo. Cogí lubricante y se lo eché sobre esa polla que estaba apoyada sobre su abdomen. Repartí el lubricante y la coloqué apuntando al techo, comenzando una nueva paja mientras le follaba ese rico culo.

-        ¡Joder Fran! Mmmm ¡Cómo eres capaz de hacerme estas dos cosas a la vez!

-        No es muy complicado… me pones lo suficientemente caliente para poder hacerte magia… ¿Qué tal se siente mi polla en tu culo?

-        Se siente… mmm gorda… dura… a punto de reventar… me da mucho placer Fran… me está encantando… Y si sigues así creo que no tardaré mucho más en venirme Fran… lo estoy gozando bien duro…

-        ¿Sí cabrón…? ¿quieres correrte mientras te follo? ¿todavía te queda leche después de haber descargado dentro mía…? Mmmm que guarrón eres…

-        Me encantas que me hables cerdo Fran… me pone a muy cachondo…

-        Venga Abel… córrete… se que lo estás deseando -le decía mientras le agarraba el nabo más fuerte y aceleraba la paja.

Abel gemía de placer, con los ojos vueltos, agarrando con sus manos las sábanas, contrayendo los músculos y cediendo su cuerpo al mío, para recibir todo el placer que le proporcionaba mis palabras, mi mano en su polla, y mi polla en su culo…

-        Me corro Fran OHHHH, ¡me voy a correr mucho!

-        Córrete cabrón… te voy a dejar esos huevos secos…

-        ¡AHHHHH!

Contrajo su abdomen, paró su respiración durante unos instantes y pude sentir como su polla comenzaba a bombear leche hacía a fuera, cayendo ese primer trallazo de semen sobre su abdomen. No quise perderme nada de ese momento, así que bajé lo que pude mi cabeza, saqué mi lengua, apreté su polla y apuntando hacia mi boca, ligeramente solté la presión que hacía sobre ella, dirigiendo un buen trallazo de semen a mi boca, cayendo mayormente sobre mi lengua, pero manchando también un poco mi labio superior. Metí mi lengua hacía dentro para poder degustar ese manjar. Y no me desagradó, no sabía mal, un poco salado, pero con el calentón que tenía me parecía la cosa más rica que había probado en mucho tiempo. Mientras, mi mano pajeaba su polla en su totalidad, esta vez sin apuntar a ningún lado, por lo que su polla era masturbada apuntando en todas las direcciones posibles, manchando las sábanas, su cuerpo, mi mano y mi abdomen… Así estuve durante unos segundos, hasta que noté que ya no salía más leche de esa polla. Así que apreté, hacía arriba, exprimiendo esa verga en su totalidad, y notando como comenzaba a ponerse morcillona y a perder dureza.

Abel estaba sudando y rojo, me miraba flipando y respiraba como un perro. Se me quedé mirando fijamente. Pensé que me iba a decir que saliera de él, debido a la bajona que siente uno al correrse, pero lejos de eso se incorporó con sus codos, agarró mi cuello y me atrajo hacía él, haciéndome meter mi polla más adentro de él, y besándome apasionadamente. Pude notar como con su lengua quitaba su corrida de mi labio. La degustaba y volvía a besarme con ella en la boca. Compartimos su corrida durante 30 segundos interminables.

Ahora me tocaba a mí, así que lentamente, lo eché para atrás y me subía en la cama, quedando encima de él en la posición del misionero y sin sacar mi polla de él. Me atrajo de nuevo hacía él, y pude sentir como la corrida que quedaba en su abdomen y a lo largo de su polla manchaba mi abdomen. Pero me daba igual, era una sensación muy guarra y lo estábamos flipando ambos.

Así que comencé a follarme a Abel en esa posición mientras nos besábamos lentamente. De vez en cuando nos mirábamos fijamente a los ojos, dejando nuestros labios muy juntos, sintiendo nuestro aliento cargado de sexo y pasión. Ya en sus ojos no veía morbo, veía cariño.

Eso me derretía. Sentí mucha pasión en ese momento hacía él. Pasaba mis manos por sus caderas, apretando su culo. Y con mi otra mano, colocada detrás de su cabeza, acariciaba su pelo. Nos besábamos entre gemidos. Podía sentir la totalidad de su cuerpo caliente pegado al mío. Era un placer indescriptible y que no me gustaría dejar de sentir. Pero siendo sincero, ese placer iba a durar poco, ya que sentí como yo también me iba a venir.

-        Abel… mmm Me voy a…

-        Shhh… ahhh… lo sé… hazlo… estoy deseando… -me dijo besándome.

Aceleré mis embestidas sobre su cuerpo desnudo. Noté como los gemidos de Abel eran cada vez más fuertes y se entrelazaban entre los míos. Un torbellino de placer sentí en mi espalda y en las extremidades de mis pies, apareciendo también, como no, en mi polla. Comencé a correrme dentro del culo de Abel y gemí sin parar, desacelerando mis embestidas exprimiendo todo dentro de él, hasta que quedé quieto y unido a él. Nos miramos con nuestros rostros sudados. Nos sonreímos y nos besamos durante lo que parecieron horas.

¿Continuará...?

Si te ha gustado y te apetece un tercera y última parte para saber como termina la noche para Fran y Abel, déjamelo en los comentarios.

Si tienes alguna idea de relato y no te atreves a escribir, escríbeme al correo y si es buena la puedo hacer realidad.