En un jacuzzi con mi amigo hetero

Reservé una habitación de hotel con jacuzzi para mi novia y para mi, pero por temas de estudio ella no puedo y en su lugar vino un amigo que hasta entonces pensé que era hetero...

Este relato es una fantasía y totalmente ficticio, obvia si ocurren cosas que no se corresponden con la realidad y disfruta de él.

Me llamo Fran y tengo 25 años, soy de Jaén, de 1,76 de estatura, delgado y de cara del montón. Para entonces yo estaba con una chica de mi ciudad, la cual tuvo que irse a Málaga para poder estudiar el grado que había elegido, por lo que nos esperaban 2 años de relación a distancia. Lo llevábamos bien, pero lo peor es la falta de sexo.

Esta falta de sexo me hacía fantasear más y explorar por mi cuenta distintos géneros porno que encontré en internet, comenzando por el porno gay, pasando por el transexual. Por lo que empecé a sentir curiosidad por personas de mí mismo sexo, pero nunca quise dar el paso, pues no quería ser infiel a mi pareja.

Yo intentaba siempre la oportunidad de verla lo máximo posible. Como nos separaba poca distancia y yo ya trabajaba y tenía coche propio, nos veíamos a menudo. Siempre era yo el que iba a verla.

Coincidió que, para nuestro segundo aniversario, para el cual ya había reservado una habitación de hotel económica con jacuzzi en la provincia de Málaga, fantasía que teníamos ella y yo desde siempre, que ella tenía época de exámenes, los cuales no me contó hasta que la reserva del hotel ya no se podía cancelar. Me jodió bastante porque ya tenía planeado donde y como me la iba a estar follando, pero como siempre, los planes se desbaratan. Por lo que no me quedó más remedio que invitar a algún amigo para que pudiéramos aprovechar la habitación.

Por lo que decidí invitar a uno de mis mejores amigos, Abel el cual estuvo encantado, pues tampoco había estado en ningún jacuzzi. Abel era guapo, más alto que yo y tenía buen cuerpo, y para ser un chico tan callado tenía bastante éxito entre las chicas, se rumoreaba que portaba una buena herramienta. Yo no lo había podido ver, pero igual fue por eso por lo que se me vino a la cabeza invitarlo. Él y yo congeniábamos bien y teníamos gustos similares. También últimamente, tenía cierta curiosidad hacía él, incluso me parecía atractivo.

Llegó el día del hotel, lo recogí en su casa y nos pasamos por el super para comprar alcohol y por el estanco para comprar tabaco. Pese a que mi chica me desbarató los planes, Abel y yo habíamos decidido pasarlo bien bebiendo y fumando.

Así que, una vez compradas las provisiones, comenzó un viaje de una hora y pico en el cuál no paramos de reír y de hablar de chicas y como no, de sexo.

  • Joder tío, pues vaya putada lo de tu chica. Estarías deseando follar con ella en el Jacuzzi.

  • No lo sabes tú bien… viendo las fotos de la habitación ya me imaginaba donde y como lo quería hacer con ella. De hecho, he comprado lubricante por si lo hacíamos en el agua del Jacuzzi.

  • Jajaja al final lo vas a tener que utilizar para hacerte una paja.

  • Pues sí, no me queda otra, el calentón que llevo no se me ha quitado.

  • Oye pues a ver si me dejas algo de lubricante, porque nunca me he masturbado echándome eso. A ver si en la tele hay canales +18 y lo aprovechamos.

  • ¡No me digas que quieres hacer una paja grupal!

  • ¿Y cómo esperas desahogarte? ¿Qué uno se vaya al baño mientras el otro ve la tele?

  • Bueno tío creo que llevas razón. Perdona, pero me he puesto nervioso nunca he hecho eso con un amigo -y lo estaba deseando con él.

  • Jajaja no te preocupes, yo si lo he hecho y no pasa nada, es más, te ríes un montón.

La conversación desvarió a otros temas, como que cogorza nos íbamos a coger con el alcohol que habíamos comprado, o que nos apetecía fumarnos un cigarro en la terraza sintiendo el frío de la noche. Soló pensábamos en los placeres que ansiábamos tener esa noche, aunque uno de los placeres que de verdad ansiaba tener es poder ver desnudo a Abel y su misteriosa gran herramienta.

Llegamos al hotel y realizamos el check-in. Menos mal que Abel también trabajaba y no tuvo problema en pagarme la mitad del hotel. Al menos, me había salido más barato que ir con mi pareja.

Nos dirigimos a la suite, en la última planta, y cuando entramos nos quedamos con la boca abierta. La habitación era preciosa, con una cama king size, y sillones y sofás con una altura que recordaban a las de las pelis porno donde esos actores hacen tantas posiciones.

La decepción llegó con el jacuzzi, pues nos lo esperábamos más grande. Tendríamos que apretujarnos los dos para entrar ahí, aunque pensándolo bien yo no veía que eso fuera un problema… Otra cosa curiosa que tenía el baño era que el armario estaba dentro de él, y las puertas eran espejos. Lo que había fantaseado con hacerlo con mi chica delante de ese espejo…

Justo cuando se fue a sacar su ropa, se me ocurrió desenchufar el jacuzzi, se me había ocurrido un plan para después cuando nos metiéramos.

Volví para sacar la ropa de nuestras maletas y las colocamos en el armario del baño. Sin esperar más, nos echamos el primer copazo, pusimos música en la tele y comenzamos a pasárnoslo bien.

De vez en cuando salíamos a la terraza a fumar, y entre cigarros y copas, los dos íbamos bastantes contentos ya que hacía tiempo que no bebíamos, por lo que decidimos desnudarnos y meternos en el jacuzzi.

Y ahí fue cuando lo vi. Un trozo de carne de 16 centímetros y de un buen grosor ¡y no estaba erecta! Confirmaba los rumores ya que erecto tenía que ser una gran herramienta, y no iba a perder la oportunidad de verla bien dura.

  • Tío, con eso que llevas entre las piernas dudo de que vayamos a caber en el jacuzzi

  • Jajaja anda ya no seas gilipollas.

  • Ten cuidadito no vaya a ser que se te escurra para donde no debes- le dije riéndome de forma pícara.

  • Lo tendré…

Esa última frase me gustó. Creo que me estaba siguiendo el juego, así que no me demoré y empecé a llenar la bañera de agua caliente antes de activar el jacuzzi, además le eché un poco de gel del hotel para que hiciera espuma.

Probamos a sentarnos uno enfrente de otro. Primero se sentó Abel y después yo como pude, pero como predije, era demasiado pequeño y no era una posición muy cómoda, por lo que opté por darme la vuelta y sentarme entre las piernas de Abel, con su pecho en mi espalda. Era la postura más cómoda en la que podíamos estar los dos.

Desde el primer momento noté como su polla, que estaba apretada contra mi espalda, comenzó a crecer. Todo su tronco estaba pegado a mis lumbares, estaba deseando verla. Yo también me estaba poniendo palote, por suerte el nivel del agua ya había subido y había un poco de espuma, por lo que Abel no lo podía notar. Aunque no sé qué importaba eso ahora pues él ya llevaba una erección del copón y prácticamente me la refregaba contra mi espalda.

Nos llevamos así un rato relajados, esperando que el agua subiera de nivel y pudiéramos activar el jacuzzi. Yo pegué mi espalda alta contra su pecho y sus manos se colocaron en mi pecho, encontrándonos los dos en una posición bastante cómoda. De vez en cuando notaba contracciones de su polla en mi espalda. Típico de los hombres cuando estamos empalmados.

  • Voy a parar el agua y activar el jacuzzi.

Dije al cabo de un rato, incorporándome hacia delante, poniéndome casi a cuatro para llegar al grifo y sacando mi culo hacia él para que lo pudiera ver bien. Pude apreciar a través del espejo del vestidor como no quitaba ojo de mi culo.

Cerré el agua caliente y cuando iba a activar el jacuzzi se me ocurrió una idea, hacer como que no sabía activarlo.

  • Oye Abel, ¿sabes cómo se activa?

  • Creo que es el botón de la derecha.

  • Mmm pues no lo tengo claro.

  • Si, ese de ahí.

  • Lo estoy pulsando y no hace nada. Creo que no funciona.

  • ¿Como no va a funcionar? No me digas eso.

Dijo incorporándose y acercándose a mí. Colocó su mano en mi cadera, y pegó su pubis contra mi culo, colocando el tronco de su enorme polla en toda mi raja. Su cabeza apareció por mi hombro derecho. Aun así, él no llegaba a los botones.

  • Pulsa este botón.

  • ¿Cuál Abel?

  • Ése de la derecha.

  • ¡Es que hay 5 botones en la derecha!

  • A ver -decía mientras apretaba más su cuerpo contra el mío, haciéndome sentir el tronco de su polla más adentro de mi raja- déjame probar- me decía el cabrón intentando llegar a los botones mientras refregaba su polla ligeramente sobre mi culo.

Moví la parte superior de mi cuerpo hacía la izquierda para que pudiera maniobrar, pero evidentemente sin quitar mi culo de su polla. Se sentía suave, posiblemente de la espuma que había en ella y en mi culo.

Llegó a pulsar un botón, pero el jacuzzi no hizo nada.

  • ¿Y si es este? -le dije echándome para delante, despegándome un poco de él para ver si buscaba mi culo o era solo interés en encender el jacuzzi.

Justo cuando me eché hacía delante, su polla resbaló por mi culo, quedando colgando. Justo en ese momento el apretó contra mí y pude sentir como esa polla estaba tocándose con la mía, la cual también tenía una erección bien notable. Sinceramente, no se cómo no estábamos follando ya, los amigos no hacen esto que hacemos nosotros si no hay tensión sexual de por medio.

  • A ver, ¿Cuál? - dijo levántandose un poco, agarrándose el nabo y volviéndolo a poner en mi culo. Pero esta vez sentí como la cabeza de su polla golpeó suavemente contra mi ano y se quedaba en esa posición, haciendo una ligera presión contra mi agujero.

Estaba nervioso y a la vez estaba a cien. La verdad es que tenía unas enormes ganas de tener esa polla dentro de mí, y creo que no iba a desaprovechar esa ocasión, por lo que seguí intentando alargar esa situación y permanecer el mayor tiempo posible así.

Por lo que mientras "intentábamos" encender el jacuzzi, comencé a presionar mi cuerpo hacía detrás, sintiendo como su polla hacía mayor presión sobre mi ano. Relajé mi esfínter y junto con la espuma que había en mi culo y en su polla, conseguí muy lentamente meter la cabeza de su nabo dentro de mi culo. Estaba entrando y yo me estaba encontrando en la gloria.

En ese momento, me callé al sentir tal placer, cosa que notó él, viendo mi cara de deseo. No dijo nada. Acercó su cara hacía la mía, dejando los labios muy juntos a los míos, pero sin besarnos. Ambos estábamos mojados y sudados, calientes y llenos de morbo. Lo notábamos en nuestra respiración, en nuestro aliento y saliva.

Seguí apretando lentamente mi cuerpo contra el suyo, haciendo que entrara un poco más dentro de mí. Al principio sentí un poco de molestias, era incómodo, pero a la vez placentero. Lo mejor que pude hacer es relajarme más, así facilitaría que entrara dentro de mí. Así que no tuve que hacer mucho más, note como su respiración se agitaba, su mano se agarraba mi cadera. Él mismo hacía entrar lentamente su enorme herramienta dentro de mí.

  • ¿Te duele? -me preguntó.

  • Un poco… pero sigue, tranquilo -que me preguntara eso la verdad es que me tranquilizó bastante, e hizo que me sintiera seguro.

Nos lo tomamos con calma, pues no teníamos prisa y mi culo tenía que ir acostumbrándose a tener eso dentro. En ocasiones él reculaba hacia detrás, pero solo con el objetivo de volver a juntarse junto a mí e introducir más centímetros de ese rabo en mi culo. Y tanto que lo consiguió, solo habíamos tardado 5 minutos desde que intentamos encender el jacuzzi a estar totalmente enculado por mi amigo, y vaya si estaba enculado. Tenía esos 18 centímetros de polla totalmente dentro de mí, y yo me sentía como una puta.

Ahí fue, en ese momento, cuando nos besamos lentamente, mezclando nuestras lenguas con el vapor y sudor de nuestros rostros. Mordí su labio inferior y le susurré:

  • Fóllame.

No hizo falta nada más. Lentamente, sacó un poco de su polla, para que nuevamente volviera a entrar, y a salir, y a entrar, y a salir, y a entrar. Así acostumbrando a mi ano al diámetro de esa polla. A una follada sin prisa que me estaba dando mi amigo que hasta ahora pensaba que era hetero, el cual no tenía ningún problema en meter por completo su herramienta en el cuerpo de su amigo.

Una vez pasado el dolor, yo estaba en el cielo. Tenía los ojos sin un punto fijo, sintiendo placer en todas las partes de mi cuerpo. Me sentía muy puta y quería que mi amigo me follara y acabara dentro de mi.

Incrementamos el ritmo de nuestros movimientos cuando me agarró ya con las dos manos de la cadera y su pecho se pegaba totalmente contra mi espalda. Podía sentir en sus labios un aliento cargado de deseo. No pudimos resistirnos y empezamos a besarnos.

  • Vaya culo tienes nene -me dijo entre besos mientras me bombeaba.

  • Pues vaya polla que tienes tú cabrón, me estás dejando el culo bien abierto…

Se volvía loco ante esas palabras. Ante esa confianza, no dudó en agarrarme de cuello y dejar mi boca muy cerca de sus labios. De vez en cuando me pasaba su lengua por los míos y yo intentaba morderla con deseo.

  • No sabes como me encanta tu polla… Estoy deseando comérmela entera.

  • Buff, calla Fran que me estás poniendo a cien.

  • ¿Más cachondo de lo que estás? No me lo creo… Follas de lujo cabrón.

Sus ojos se quedaron mirando los míos cuando comenzamos a jadear. Noté como su respiración y los ruidos que emitían eran más fuertes, a la vez que la follada que me estaba dando incrementaba de velocidad.

  • Me voy a correr Fran -me dijo Abel avisándome.

No sé que pretendía con eso, o si esperaba a que me saliera de él, pero yo estaba deseando que me llenara. Así que no dudé en comenzar a moverme yo. Era hora de que yo le diera placer a él, por lo que empecé a mover mi culo, de aquella manera por tener poca experiencia, pero engullendo esa polla. Y parecía que no lo hacía mal, porque se notaba que Abel estaba en la gloria.

  • Córrete dentro Abel, quiero que me lo llenes todo- de perdidos al río, había sido enculado por mi amigo, que más da que se corriera dentro, por si no tuviera otra oportunidad.

Sentí como Abel se quedaba callado, aguantando la respiración, señal inequívoca de que se iba a correr. Así que mientras se quedaba tieso dentro de mí, bajé el ritmo un poco para que se corriera dentro, exprimiendo esa venosa polla que me estaba volviendo loco. Pude sentir varios trallazos de un líquido caliente dentro de mi culo, lo cual me hizo flipar en colores. No podía creerme que un chico tan guapo como era mi amigo estuviera acabando dentro de mí y a ambos nos estuviera gustando. Era una sensación indescriptible.

Noté como su respiración se liberaba y sus contracciones se acababan, por lo que lentamente exprimí por última vez su polla, metiéndomela lo más profundo posible dentro de él. Acto seguido sacó lentamente su polla, cuyo tamaño ya se veía reducido. Mi culo hizo ¡PLOF! Cuando la sacó, en inmediatamente un hilo de leche comenzó a salir de mi ano.

Me miró y me dijo:

  • Vaya noche nos espera.

¿Continuará...?

Si te ha gustado y te apetece un segunda parte para saber como termina la noche para Fran y Abel, déjamelo en los comentarios.

Si tienes alguna idea de relato y no te atreves a escribir, escríbeme al correo y si es buena la puedo hacer realidad.