En un canal del irc (I)

Los maridos de los respectivos matrimonio chatean en un canal de parejas y comentan las fantasías que tienen y cómo llevarlas a la realidad. Y para ello acuerdan una cita y pasan a la acción.

Lo que se describe aquí aconteció hace ya más de 2 años en los cuales las cosas han ido a mejor entre mi pareja y yo. Me llamo Roberto y mi esposa María. Ella es dos años mayor que yo, 30 años. Yo soy un chico normalito, mido 175 cm, ojos negros, moreno, peso alrededor de 80 kilos y ancho de espaldas. María es una mujer de esas que no parecen tanto pero que no se dejan de ver: mide 169 cm, morena de pelo corto, ojos azules, delgada, pesa solo 57 kilos y con unas caderas de muerte. De pecho tiene 100 y una cintura de niña. Muchas veces bromeábamos en que se podía poner ropa de cuando tenía 15 años. En el sexo nos llevamos de lo mejor. Mi mujer es de las que cuando se ponen a tope gritan y gimen de verdad, no buscando el orgasmo del hombre, sino de puro placer. Lo hacíamos de todas las formas. Su coño era para mí como una vaina para la espada que poseo, no mucho, unos 16 cm pero aguanto mucho y puedo correrme varias veces en una misma hora sin descanso. Eso es algo que la pone cachonda y muchas veces nos pasábamos toda la tarde en el dale que te pego sin descanso. Sin embargo, en el aspecto de las mamadas sólo iban por mi parte ya que ella se mostraba renuente y las veces que lo hacia era casi obligada cuando lo que yo quería es que lo hiciera algo más natural.

En uno de sus viajes de trabajo me quedé solo en casa yo durante dos semanas. Como teníamos Internet me pegaba una buenas charlas con ella por algún chat y nos contábamos las tonterías que cometeríamos nada más vernos. A los dos días de haberse marchado encontré una de intercambios de pareja y entré a ver de qué iba la cosa. Hablé con algunas parejas y chicas del lugar y me fui enterando poco a poco y aficionándome también de tal manera que me daba la una de la mañana chateando. En uno de esos encuentros me tropecé con un matrimonio de nuestra zona, algo mayores que nosotros. Alberto de unos 43 años y Elena de 38, ambos heterosexuales, los cuales tenían cierta experiencia en este tipo de contactos. Hubo química desde el principio y hablamos mucho de las relaciones de pareja y del hastío que cunde a veces con el tiempo. Alberto y yo congeniamos desde el principio y nos comentamos muchas cosas de nuestras parejas intercambiando intimidades. Así llegué a saber que una de sus ilusiones era la de estar con una tía de mucho pecho ya que Elena, aunque no era una tabla no tenía mucho. Por mi parte le dije que la mía era que me hicieran una mamada en condiciones y le expliqué que mi mujer no estaba por la labor. Cuando lo supo me dijo que con Elena nunca le había pasado eso sino al revés, le encantaba hacer mamadas largas y tragaba toda la leche que podía.

A mí por la cabeza no me pasaba el conocernos pero no dejo de reconocer que la idea me rondaba cerca. Después de una semana de chat Alberto nos intercambiamos algunas fotos de nuestras respectivas mujeres e incluso un pequeño vídeo de 5 minutos de Elena y el hecho en su casa, y allí empezó todo. De verla la polla se me puso dura. Medía unos 175 cm, castaña de pelo y largo y rizado que es una de las cosas que más me ponen. Con una piel quemada por el sol y unos ojos verdes que miraban a la cámara con ojos de vicio. Si bien era cierto que sus pechos eran pequeños los tenía parados y duros aunque nada como los de mi María. Admiré algo de su coño abierto y depilado en las fotos y no pude menos que desear a aquella mujer, pero lo mejor vino después con el vídeo. En él Elena le daba una buena mamada a la verga de Alberto, sólo se veía ella y el aparato. Iba de arriba debajo de una vez poco a poco como para acostumbrarse y luego se lo introducía todo en la boca. ¡¡¡Le llegaba a la garganta!!!. Luego le lamía los huevos y el glande de la polla con los labios. Así estuvo unos minutos hasta que empezó la corrida. Dos lamparones le dieron en la cara antes de que pudiera metérsela en la boca y la vi hacer esfuerzos por tragarse todo aquello pero no pudo y al final la vi limpiarse los restos de la boca con la lengua. Sinceramente me hice una paja de campeonato aquella noche.

Al otro día, hablé con Alberto en el chat y le mandé elogios a Elena por lo bien que estaba y a él por tener semejante preciosidad. Él tampoco se quedó corto y me dijo que vaya par de tetas que tenía María, que ya quisiera él que su Elena tuviera algo así. Entonces le dije que nos vendría bien un intercambio de parejas. Él se rió un poco al inicio y después me preguntó si María estaría dispuesta a acceder. Le dije la verdad, que no lo había hablado nunca con ella pero que se lo podía proponer pero que ellos me tenían que ayudar a convencerla. Él me prometió que lo hablaría con Elena pero que quedaba por nosotros ya que ella siempre quería participar. Quedamos en que hablaríamos el fin de semana que María regresara y ya quedaríamos a una copa. Dos días después antes de lo previsto mi mujer regresó de su viaje debido a que había terminado el trabajo en tiempo récord. Después de irla a recogerla en el aeropuerto hicimos un polvo salvaje en la casa que duró como hacía tiempo que no lo hacíamos. Me comentó que tendría dos días de vacaciones y que quería disfrutarlos a tope. Viendo mi oportunidad le conté mis aventuras en el chat. Primero se enfadó un poco y me dijo que si estaba loco. Se lo tiré a broma y le dije que al menos podríamos intentarlo y ver cómo nos iba a los dos. Me preguntó más detalles y fui dándoselos poco a poco. Al final de la noche me dijo que hablaríamos con ellos pero sin prometer nada. Esa noche volvimos a hacer el amor con furia y no dejé de imaginar a Elena en el lugar de mi mujer.

La noche posterior de su llegada pudimos chatear con Alberto y Elena que estaba en casa ese día. La conversación fue fluida y ellos fueron muy directos y sencillos con ella y al final quedamos para ese mismo día tomar algo sin ningún compromiso. María se vistió para la ocasión: blusa y falda negra y ajustada al cuerpo lo cual hacía que se le marcaran las curvas del cuerpo y sin sostén para estar a tono con la ropa. Poco después nos encontramos en un bar cerca de nuestra casa - yo le había dicho a Alberto que lo mejor era allí ya que así María se sentiría más cómoda. Llegamos nosotros primero y poco después ellos. Descubrimos quiénes eran por Elena que nos saludó y por fin pude ver a Alberto por entero. Medía unos centímetros más que yo pero se veía que los años le habían pasado algo de factura. Pesaría unos 90 kilos y se le apreciaban los michelines. Moreno y con unos ojos negros grandes que no despegaron de María el tiempo que estuvimos juntos. Se veía fuerte ya que los músculos se le marcaban debajo de la camisa debido a su trabajo que como nos comentó era de mecánico. Yo la verdad que pensé en que aquel tío se daría el lote con mi mujer, 13 años más joven, pero la mirada de Elena no tenía desperdicio. Iba con un escote que le dejaba ver parte del pecho y los días de playa le habían dado un color estupendo pero lo que más me atrajo fue su culo. Un poco más grande que el de mi mujer y enfundado en una mini que no dejaba nada a la imaginación. Se conservaba estupendamente para sus 38 años. Tomamos algo y no sabíamos de qué hablar cuando Elena le preguntó a María que si le dejaba bailar conmigo. Ésta, sorprendida, dijo que sí cuando ya estábamos alejándonos de la mesa.

Debido a la gente en la pista pronto perdimos de vista a nuestras respectivas parejas. La verdad es que estábamos algo apretados los dos entre el gentío e intentábamos bailar. Elena me dijo que no me preocupara que todo estaba bien y que cuando quisiéramos podíamos irnos ya que ellos estaban dispuestos a hacer el intercambio. Le comenté que María no parecía muy dispuesta a lo que ella respondió que su marido la convencería que por eso me había sacado a bailar; para romper el hielo. La verdad es que aquel culo entre mis manos, ya estaban allí desde un principio, y la mirada de Elena me tenían a tope. En un momento de la música ella se acercó a mi oído y me susurró que ese día aprendería lo que era una mamada en condiciones. Aquello ya me decidió a hacer el intercambio fuese como fuese. Fuimos hacia la mesa después de terminada la música y me encontré que mi mujer y Alberto hablaban animadamente lo cual me tranquilizó un poco. Poco después propuse que siguiéramos la fiesta en la casa y nos dirigimos a los coches. Ya en el coche mi mujer me dijo que Alberto le parecía una buena persona pero que no estaba tan bien como ella esperaba y que no sabía si podría hacerlo. Aquello fue como un jarro de agua fría. Mis fantasías con Elena se estaban vaporizando rápidamente si no lograba convencer a María. Le dije que esperara que no todo estaba dicho y que por favor, no fuera a decir nada al bajar del coche.

Llegamos a la casa en diez minutos. Alberto y Elena debieron sospechar algo ya al mirar mi rostro y se miraron entre ellos y se guiñaron un ojo como entendiéndose de algo. Fuimos a la sala y saqué algunas copas y un buen whisky que María había traído del viaje. Puse algo de música para relajar el ambiente y la luz a media altura. Entre la charla y los tragos la cosa se fue poniendo caliente y empezamos a hablar de sexo y comentando cosas picantes de alguno de nosotros. Fue entonces cuando Alberto le dijo a Elena que si le gustaría satisfacer una fantasía. Ella dijo que sí y entonces le dijo que la mía era que me hicieran una buena mamada. Ni corta ni perezosa, Elena se levantó y se arrodilló frente a mí mirándome con ojos de viciosa. Me masajeó un poco el paquete, que ya estaba duro, y me abrió la bragueta y el slip dejándolo salir. Incluso tenía fluidos preseminales de la excitación del momento. Empezó a darme pequeños lametones en el glande jugando con él. Luego se lo metió en la boca y empezó a succionar mientras que con la mano empezaba a pajearme. ¡¡¡Qué sensación!!!. Pude comprobar que lo del vídeo no era nada comparado con lo que me estaba haciendo. Subía y bajaba por el tronco de la polla dejándola empapada de saliva y volvía a la carga. Luego subía hasta el glande y lo chupaba con fruición. A todo esto Alberto se levantó y se sentó al lado de María que no sabiendo qué hacer encendió un cigarrillo y sonreía nerviosamente. En unos minutos me tenía a punto y le dije que no aguantaba más. Con un gesto me indicó que aguantara. Se despojó de la blusa y sus maravillosas tetas quedaron fuera. Se metió entre mis piernas y se pasó la punta de la polla por las tetas mientras sacaba la lengua. Me parecía que iba a estallar. Se la introdujo en la boca y la empezó a chupar con fruición alentándome a que me corriera. Ver aquello me hizo descargar en su boca lo cual, increíblemente, la hizo acelerar sus movimientos de arriba hacia abajo tragándoselo todo. Cuando se levantó pude observar que un hilo de semen nos unía. Alberto me preguntó si había disfrutado a lo que contesté sonrojado que sí. Se viró entonces hacia mi mujer que nos contemplaba atónita y le dijo que ahora le tocaba a él disfrutar de ella y que esperaba estar a la altura. María se dio cuenta de que ya no podía haber marcha atrás después de lo que yo había hecho y le preguntó qué quería. Él le respondió que se dejara hacer.

Se arrodilló frente a ella y le pidió que se agarrara de la parte de atrás del sofá donde yacíamos con ambos brazos. Cuando lo hizo pude darme cuenta que los pechos se le alzaban y parecían más grandes. Una vez en esa posición, se dedicó a besar el cuello de mi mujer con suavidad intentando ponerla a tono. Luego fue bajando lentamente recreándose en todo momento de la piel de María y haciendo movimientos circulares con la boca hasta llegar a la zona del ombligo. Allí empezó a dar besos cortos y mordiscos con los labios hasta que logró levantar algo la blusa y tocó la piel. María dio un respingo pero se tranquilizó cuando vio que el juego seguía. Las manos de Alberto empezaron a subir lentamente la blusa a la vez que se ayudaba de la nariz y los labios. Cuando llegó a el pecho se detuvo un poco pasando la lengua y restregando sus mejillas desde el ombligo hasta su nacimiento. María empezó a arquearse y a gemir debido a las caricias a que estaba siendo sometida e intentó bajar los brazos a lo que Alberto se opuso y se los llevó atrás nuevamente no sin antes subirle completamente la blusa. Las tetas de mi mujer salieron como resortes. Pude ver que estaban los pezones duros y que parecían enormes lo cual indicaba que estaba excitada. Los ojos de Alberto se pusieron como platos al ver aquellos pechos grandes en sus manos y subiendo el cuerpo un poco se dedicó con fruición a chuparlos y manosearlos. Le daba mamadas en los pezones y en la aureola a la vez que los llenaba de saliva. María empezó a gemir en alta voz y a abrir las piernas lo cual lo puso aún más frenético. Con sus enormes manos le apretaba las tetas e intentaba metérselas las dos en la boca a la vez. Era increíble. Estaba viendo como mi mujer estaba poniéndose cachonda como nunca con un tío más de 10 años mayor que ella y nada atractivo.

Mientras le seguía chupando los pezones paso sus dos manos por la cintura de María y la obligó a levantarse junto a él del sofá. El muy cabrón le dio la vuelta y me dejó contemplando cómo le quitaba la falda negra a la vez que él se quitaba su pantalón quedándose en slip. Noté que María estaba entregada totalmente. Luego se sentó en el mismo lugar que estuviera ella en el sofá y la hizo arrodillarse frente a él. Le llevó las manos hasta su polla y le pidió que la sacase. María se quedó asombrada, el tamaño de aquel aparato sería de unos 18 cm pero era muy gruesa y se le marcaban las venas. Entonces Alberto la pegó a su cuerpo y se la puso entre las tetas donde observé que ajustaban perfectamente. Le dijo que hiciera lo que le fuera indicando. Primero le hizo coger ambos pechos con sus manos y darle un masaje en forma de cubana en toda la polla. Ella intentó hacer lo mejor que pudo. Se acariciaba los pezones y se los pellizcaba. Los apretaba con fuerza y le tocaba la polla con la punta de las uñas. Vi que Alberto alargó una de sus manos y se la puso en la parte de atrás de la cabeza acercándola firmemente a su glande. Chúpalo, le ordenó. Increíblemente, María empezó a comérselo poco a poco sin rechistar. Intentaba hacer lo mismo que Elena con el mío pero la diferencia era sustancial. Sólo se pudo meter media polla en la boca entre jadeos y esfuerzos. Alberto la ayudaba empujándole la cabeza hacia abajo pero ni esas. Viendo que no podría se la sacó de la boca y se la empezó a pajear rápidamente. No aguantó mucho y empezó a correrse como un animal en las tetas en las cuales se regodeó de lo lindo. Para finalizar hizo que le limpiara bien la polla con la lengua y se tragara los restos.

CONTINUARÁ