En un boliche

Somos una pareja que gusta del franeleo y los juegos previos al sexo con otras personas, y el exhibicionismo discreto es una de nuestras pasiones...

Esta historia que voy a contarles, nos ocurrió a mi esposa y a mí hace apenas unos veinte días, así que todo lo que aquí se diga tiene todavía el perfume y las sensaciones que una experiencia nueva dejan en una pareja que disfruta mucho de las alternativas sexuales que se nos ponen por delante.

Todo ocurrió como casi es habitual en este tipo de situaciones, a través de la Internet hicimos un contacto con una pareja de edad similar a la nuestra, andamos en los cuarenta y pico ambos, y luego la continuamos a través del MSN intercambiando información particular y fotos, para después conocernos personalmente en una cafetería céntrica.

Llegamos nosotros primero al lugar acordado, tal vez fuimos muy puntuales, y pedimos un cortado y un café para hacer el tiempo que faltaba para que llegaran nuestros "socios".

Demoraron un tanto más de lo que para mí está dentro de lo tolerable, pero al verlos llegar se me pasó toda la bronca por la tardanza.

Ella, que venía caminando delante de él, era una mujer de esas que cuando pasan caminando dicen "acá vengo yo, abran paso", muy bonita, pelo largo y lacio que le caía hasta por debajo de los hombros, traía puesto un conjunto de chaqueta y pantalón de tono azul y una camisa blanca. Parecía un uniforme al primer golpe de vista, pero después te dabas cuenta que de uniforme tenía muy poco.

La camisa blanca era de seda o algo similar y dejaba adivinar que debajo de ella habían unos hermosos pechos encerrados y rogando por ser liberados.

Él venía dos pasos más atrás, era un hombre que no tenía rasgos destacables, salvo que era bastante pelado, llevaba una camisa color caramelo y jeans con un pullover sobre los hombros de color azul piedra. Se le notaban algunos kilitos de más en la zona del salvavidas pero nada importante.

Después de las presentaciones de rigor, pedimos más café y nos pusimos a charlar de cualquier tema, boludeces típicas del momento, el tiempo, la lluvia, el tránsito, hasta que, como era de esperar, llegamos al tema que nos convocaba a los cuatro.

Allí empezamos a mostrar los curriculums de ambas parejas, con destaques de gustos personales, fantasías por cumplir, de las ya cumplidas, que cosa le gusta a cada una, que cosa no, en fin, todo aquello que aportara a la relación que estaba comenzando.

En algún momento, mi señora comentó que a ella le gusta el exhibicionismo siempre y cuando sea recatado, es decir, nada de andar en bolas por la calle, simplemente le gusta hacer cosas atrevidas en lugares públicos, suponiendo que nadie está mirando o que todos los presentes no se dan cuenta de sus acciones.

Esto despertó increíblemente la atención de nuestros compañeros y mostraron sumo interés por lo que planteaba mi esposa, al punto de que entendimos que gracias a nosotros, ellos habían descubierto petróleo en el patio trasero de su casa.

Entonces yo les dije, si tanto les entusiasma la idea, podemos ir a algún boliche y poner en práctica algunas de los ejemplos que mi esposa les había dado.

La respuesta fue inmediata y unánime, tanto por mi esposa como por la otra pareja. Llamamos al mozo, pagamos los cafés y nos fuimos por más adrenalina a otra parte.

Buscamos en nuestra mente algún lugar en el cual hubiera gente de nuestra edad, buen ambiente y también poca iluminación para poder dar rienda suelta a nuestros placeres.

Coincidimos en ir a un boliche que estaba un tanto alejado de donde estábamos pero que tenía todas las condiciones anteriores para pasar un buen rato de excitación.

Llegamos al boliche, pagamos nuestras consumiciones y pedimos lugar en alguno de los reservados que hay en el lugar y nos ubicamos a disfrutar de la música, los tragos y el ambiente lujurioso que estaba en nuestras cabezas.

Yo ya les he contado en otros relatos que mi esposa tiene la grata costumbre de no usar ropa interior cuando salimos solos o acompañados, provocando esto en mí, una suerte de excitación adicional que solo yo conozco, ya que si no la tocan o por casualidad muestra sus partes íntimas desnudas, nadie más está al tanto de esta situación.

Estábamos en el reservado y luego de varios tragos que habían desfilado por nuestras gargantas, el alcohol hizo su trabajo y empezamos a dejar alguna inhibición de costado, al punto que cuando hablábamos nos acercábamos uno al otro para escucharnos y eso llevaba a un contacto corporal que no se había dado hasta entonces, mi esposa apoyó su mano en la pierna de nuestro amigo y allí la dejó como si fuera un posabrazo de un sillón, a la vez que se tiraba encima de él cada vez que quería llegar a la mesa para tomar su vaso.

Estos toqueteos básicos comenzaron a hacer subir la temperatura de la conversación y de los temas, al punto que empezamos a usar un lenguaje mucho más vulgar, agarramos confianza y nos decíamos cosas unos a otros refiriéndose a partes del cuerpo del otro que eran más voluminosas, al punto que le dijeron a mi esposa como hacía para no caerse de nariz por el contrapeso de las tetas (las tiene grandes y sumamente duras y hermosas), después vino la reacción de ella preguntándole a la esposa de él si con ese culito no quería ir a cagar a casa y así risa va y risa viene, empezó el manoseo y el toqueteo entre los cuatro.

De repente noté que la mano de ella estaba totalmente apoyada sobre mi bulto, que en ese momento ya estaba duro y con el pretexto de pararse del sillón se apoyó en mí. Me apretó con su mano pero no dijo ni una palabra.

Se paró, comenzó a bailar al compás de la música y refregaba su hermoso culo casi en mi nariz. No me pude aguantar, me paré y me puse a bailar con ella. Se movía y contorsionaba como hace Shakira, moviendo el culo de una forma sumamente provocativa.

A todo esto miro a mi esposa y me llamó la atención la cara y sus gestos, disimulando mi observación quise saber a que se debía ese tipo de gesto que yo conozco muy bien y no faltó mucho para darme cuenta y entender por que razón el hombre permanecía sentado mientras mi esposa bailaba delante de él a escasos centímetros. La mano del tipo estaba subiendo por el muslo de mi esposa hasta llegar a su entrepierna y me imagino la hermosa sorpresa que se llevó cuando tocó y no encontró más que su concha húmeda y totalmente depilada.

Salimos del reservado hacia el salón donde estaba todo el público del boliche, pasamos por las barras y nos dirigimos hacia la zona en donde estaban bailando.

Allí nos metimos a bailar, un poco apretados por el escaso lugar pero felices por estar en contacto físico bailando y jodiendo.

Mi mujer estaba totalmente caliente por el masaje que le dieron en su clítoris antes de bajar a la pista y a esta altura ya no disimulaba su calentura manoseando y toqueteando a cualquiera de nosotros tres.

Yo me pongo detrás de ella haciendo un trencito y en seguida se me pega atrás nuestra amiga y su esposo atrás de ella.

De repente vuelvo a sentir una mano que toma mi pija por sobre el pantalón y lo aprieta como queriendo vencerlo, pero su rigidez pudo más que la mano y optó por acariciarlo.

Mi mujer me preguntó: ¿Qué tal te pajea? Excelentemente le dije, me supongo que igual que él te pajeó a vos, verdad?

Casi me acabo me dijo, me metió el dedo en la concha mientras yo le bailaba

Le pregunté a ella si el tipo se dio cuenta solito de tu desnudez o le había insinuado algo. Ella me dijo que en un momento se desprendió la camisa para que se le vieran las tetas y el loco entendió el mensaje.

A todo esto su bella mujer lo único que había hecho era manotearme el bulto y nada más, entonces a mi me pareció que era momento de jugarnos la camiseta porque mi esposa y su marido nos habían aventajado bastante en sus juegos.

Así que casi sin que lo notara, le fui desprendiendo los pocos botones de su blusa, el de arriba primero, que dejó entrever algo de sus hermosos pechos y cuando pude, le solté el segundo y creo que fue demasiado porque se le abrió la camisa hasta el ombligo casi, mostrando su belleza para todos aquellos que pudieron y quisieron ver, ella ni cuenta se dio de que estaba mostrando las tetas a todos los presentes.

Yo haciéndome el salvador, la acerqué a mí y le abroché ese botón que la dejó casi desnuda frente al público y me lo agradeció, prometiéndome recompensar tal acción de mi parte.

Si aquí hubiéramos dicho entre los cuatro, vámonos por más a algún lugar donde podamos estar juntos en una cama, hubiera sido el final de la velada de exhibicionismo. Así que yo me contuve y supongo que le pasó lo mismo a los demás.

En un momento se acercan bailando mi esposa y nuestro amigo, y ella me toma a mí del brazo y nos ponemos a bailar haciendo alguna figura, quedando en determinado momento de espaldas a mi y con la mitad de mi brazo derecho dentro de su escote, aprovechando para acariciar las hermosas tetas de mi esposa, que como les digo son hermosas y siempre causaron una gran excitación en mi.

Cuando su compañero de baile vio esta escena, quiso hacer lo mismo que yo y lo consiguió metiendo su mano dentro del escote sobándole las tetas a mi mujer.

Esas escenas en las que veo a mi esposa, madre de mis hijos y la mujer con la cual he convivido durante los últimos 23 años, siendo tocada, manoseada y excitada por una persona extraña, que llega a los más privados lugares del cuerpo de ella sin importarle nada más que el placer, es un sentimiento mezcla de morbo y celos, pero morbo en un 99% y celos solamente el 1%, si no, nos quedaríamos locos al instante y terminaría todo en una tragedia.

Sigo con la historia.

Cambió la música y decidimos volver al privado para descansar un poco y refrescar nuestras gargantas con alguna bebida helada, pero resulta que hicimos el pedido a la barra y confundieron el mismo entregando en otro lugar del boliche, dejándonos a nosotros con el mismo calor corporal con el que estábamos en la zona de bailes.

La mujer que estaba conmigo, me llama para que me acerque porque iba a decirme algo al oído y me comenta lo atrevidos que se estaban portando su marido y mi esposa, a lo que yo le respondí que ya lo había notado, entonces sin esperarlo, siento que con la punta de su lengua, comienza a recorrer las vueltas de mi oreja, logrando que me corra toda una electricidad por la espalda y de paso que mi pija se pusiera dura como un mástil. Para comprobar que su lengua había surtido el efecto esperado, corrió su mano por mi pierna y nuevamente me agarró la pija a mano llena apretándola con fuerza y recorriéndola toda con su mano.

Ni que decir que di vuelta mi cara y nos plantamos un beso de aquellos, llenando con la lengua nuestras bocas y mientras me besaba, sentí que intentaba bajar el cierre de mi pantalón, tarea en la que la ayude y en seguida metió su mano para adentro volviendo más frenético aún el movimiento de su mano en mi pija.

Descorrió mi slip y allí en ese momento tuvo contacto directo con mi carne. Nos miramos, sonreímos ambos, ella miró a su marido primero y luego echó una mirada a los alrededores para ver si alguien estaba observándonos y se mandó de cabeza hacia mi entrepierna para tragarse mi pija casi hasta el tronco en una mamada casi desesperada, angurrienta, como si tuviera hambre de pija de mucho tiempo atrás, me sorprendió. Pero no solo a mí, el marido tenía los ojos redondos como el dos de oro. Su cara era un poema, yo creo que jamás había visto a su mujer en una actitud como la que estaba, con una pija extraña en la boca, en un lugar público lleno de gente y no paraba de subir y bajar la cabeza.

Fue shockeante para todos, pero principalmente para el pobre hombre que me pareció que no tenía consuelo de ver lo que estaba viendo.

De repente, se incorporó y me dejó con la pija afuera, toda mojada por su saliva, me encaja un beso soberano y me pregunta inocentemente ¿Te gustó?

La respuesta se la dí con un tremendo chupón y le mandé una mano a las tetas por dentro de la camisa, le corrí el soutien y nos quedamos así un momento que pareció inmenso aunque hubiera sido solo un instante.

El marido, se paró, dijo que iba al baño y a reclamar los tragos que no nos habían servido, pero me parece que lo que hizo fue poner una barra de hielo sobre la mesa para que la cosa no siguiera otros rumbos.

Le preguntamos a mi esposa si sabía que le había pasado y ella nos dijo que se molestó mucho, aparentemente fueron celos, cuando ella me mamó la pija.

Le pregunté a ella si era la primera vez que lo hacían y ella me dijo que no, que ya tenían experiencia pero que ella suponía que lo que lo había dejado mal era el hecho que ella hubiera tomado la iniciativa, ya que siempre era él quien llevaba la batuta y ella siempre estaba en postura pasiva, esperando que las cosas pasaran nada más. En cambio hoy se había sentido motivada a ser protagonista y lo fue, entonces por eso creía que su marido estaba desconcertado.

Mi esposa le dijo que no se preocupara, que se le iba a pasar y que tal vez él algún día le agradezca que ella tome la iniciativa en materia sexual ya que en definitiva eso es lo que los hombres buscan cuando salen de putas por ahí.

Y para sellar lo dicho, mi esposa le plantó un piquito que fue con algo de lengua también.

Cuando vuelve a juntarse con nosotros, estábamos los tres relajados, cada cual sentado en un sillón y charlando de cualquier cosa, cuando se nos acerca y nos pregunta, ¿Qué pasó, se apagó la llama? Nos quedamos un tanto sorprendidos por su reclamo, pero nos dimos cuenta que él había recapacitado sobre su anterior postura y tal vez pensó que sería una de las pocas oportunidades que tendría para dar rienda suelta a sus fantasías y las de su señora.

Entonces dijo, de ninguna manera, ¡la fiesta acaba de empezar! y empezó a bailar como lo hacen los strippers, bajándose el pantalón para que se le viera la entrepierna y eso nos hizo reír a todos y de nuevo se estableció el clima que teníamos antes.

Su mujer se paró junto con él, lo ayudaba en su danza mientras lo tocaba por todos lados, le bajó el cierre del pantalón y le metió su mano adentro, tal cual me lo había hecho a mi antes.

Mi esposa y yo nos besamos y ella se sentó en mi falda, sabiendo que yo tenía la pija afuera y ella no tenía nada abajo, se las ingenió para moverse de una forma tal que sin que nadie lo notara, solita se clavó todo mi pedazo dentro de su concha caliente y mojada. Nuestros amigos tampoco se dieron cuenta de lo que nosotros estábamos haciendo y cuando les dijimos que estábamos cojiendo no lo podía creer.

Si nos miraban de lejos, era simplemente una mujer sentada sobre las piernas de un hombre, como tantas veces ocurre. Ella nos dijo que era mentira, que no estábamos cojiendo un carajo y estábamos actuando para la tribuna, a lo que mi esposa le contestó: ¡Meté la mano y comprobalo vos misma! Ni lerda ni perezosa se sentó en la mesita frente a nosotros y deslizó su mano por entre las piernas de mi mujer hasta que llegó a mi pija que estaba toda dentro de la concha. No lo podía creer, son unos hijos de puta, nos gritaba. Mirá como se la coje, le decía al marido mientras lo invitaba a sentarse en el mismo lugar en el que estaba ella y le hizo meter la mano de la misma forma.

Él ya había metido antes la mano por ahí, pero en esta ocasión se encontró con un pedazo de carne que antes no estaba y lejos de sorprenderse intentó meter un dedo en la concha junto con la pija, pero la posición no era muy favorable, así que se conformó recorriendo la raja de mi mujer sin eludir para nada mi pija, entonces fue cuando él metiendo su mano y abriéndose camino entre los dos cuerpos pegados, logra sacar la pija de dentro de mi mujer y tal cual lo había hecho su esposa media hora antes, se prendió de mi verga haciéndome un tete extraordinario no por lo bien que la chupaba, sino porque asumió que debía tomar la iniciativa o su mujer lo iba a dejar de lado y además porque se mandó la pija con el gusto a la concha de mi esposa, con todos los juguitos dulces y salados que se mezclan para mayor placer.

Yo creí que me iba a acabar ahí mismo pero me contuve. Logré contenerme para no llenarle la boca de leche porque supuse que no iba a aguantar, pero además, justo es decirlo, el tipo me chupó la pija como para cumplir nada más, me dio tres o cuatro lambetazos en la cabeza, se la tragó toda un par de veces y después se enderezó de nuevo en su asiento improvisado.

De nuevo todos quedamos a mil por hora, sedientos de más sexo y allí fue cuando decidimos que por hoy era suficiente franeleo, era hora ya de pasar a cosas más concretas y nos marchamos los cuatro para el apartamento que ellos tenían alquilado para este tipo de encuentros y fiestas.

Casi sería reiterativo decirles lo que aconteció en el apartamento, pero les puedo asegurar que hubo sexo completo para los cuatro, todos contra todos, estuvimos el resto de la noche, la mañana, almorzamos juntos y luego del almuerzo tuvimos tiempo y ganas para una despedida a toda orquesta.

Las mujeres dieron cátedra en una exhibición extraordinaria de sexo lésbico y los hombres hicimos honor a nuestra función en el planeta, poniendo nuestra pija en cualquier lugar que permitiera el ingreso, llámese boca, concha o culo de hombre o mujer.

La pasamos a mil y por supuesto, estamos a la espera de que se dé un próximo encuentro que nos prometimos al despedirnos, ya que después de ese día, cada vez que hacemos el amor con mi esposa, los recuerdos nos invaden y terminamos deseando encontrarnos de nuevo con ellos.

Ojala que así sea.