En un barco
Francisco entonces se dio vuelta quedando de frente a mi y acercó su boca a mi oído, diciendo que creyó haber escuchado algo, sus labios me rozaron levemente la oreja; luego se volvió y continuamos caminando.
En un barco
Mi viaje en esa incomoda embarcación todavía iba a durar dos o tres días más, una borrasca retraso un poco nuestro arribo; serían cerca de las dos de la mañana y el calor no me dejaba dormir bien, salí del oscuro camarote y comencé a caminar por largo pasillo que me conduciría hasta cubierta, por fin logre salir al fresco de la madrugada y me recargue en la baranda para despejarme un poco. La mar ahora se encontraba en calma después de las agitadas horas de la tormenta. Caminé por la cubierta de estribor con rumbo a popa, pues ahí hay un par de bancas y decidí sentarme un rato para ver si lograba despejar mi mente y dormir un poco más tarde.
Cuando llegué a la cubierta de popa está se encontraba completamente desierta solo un pequeño farol alumbraba, me senté en la banca y al poco me recosté para apreciar las estrellas mientras dejaba correr mi mente a cualquier otro lugar.
En esas estaba cuando note que alguien más se acercaba, al parecer no me vio y se sentó en otra de las bancas, me volví para mirar de quien se trataba pero la penumbra apenas y me permitía ver algo, solo alcancé a distinguir una silueta alta y fornida, al parecer de un hombre pero era difícil identificarlo bien. Me levanté y pude comprobar que efectivamente se trataba de uno de los marinos que al parecer verificaba algún aparato.
Saludé al desconocido qué al escuchar mi voz se volvió, un joven de sonrisa amena y efectivamente musculoso y alto me saludó, se desarrolló a continuación una corta charla en la cual me entere que se trataba de uno de los cocineros de abordo y que por el momento se encontraba franco, ambos nos recargamos en la barandilla viendo el mar y continuamos platicando durante unos minutos. Francisco me preguntó si deseaba conocer alguna parte del barco y como aun no tenía sueño acepte su invitación pero como no conozco mucho de barcos le dije que me llevara a algún lugar interesante. Instantes después lo seguía por algunos pasillos y bajamos varias escaleras, llegamos por fin a un cuarto grande por el que se podían apreciar gran cantidad de tuberías.
Francisco me tomó de la mano diciéndome que tuviera cuidado pues muchos de esos tubos estaban calientes y que así el me guiaría para no tener ningún accidente, su mano era fuerte y me apretó regularmente, su loción se impregno en mi nariz pues estábamos muy cerca; continuamos avanzando por el cuarto y al poco llegamos a un pasillo oscuro por el cual nos introducimos. Francisco conocedor del barco me soltó la mano y me dijo que caminaría por delante que si gustaba me sujetara de sus hombros para no perderme, efectivamente me coloque detrás y con una mano en su hombro comenzamos a caminar despacio, de repente el se detuvo y yo choque contra el y al no ver me quede quieto pues no sabía el motivo de su parada. Pude sentir sus nalgas pegadas a mi cuerpo y su loción que me estaba regalando gratos aromas.
Francisco entonces se dio vuelta quedando de frente a mi y acercó su boca a mi oído, diciendo que creyó haber escuchado algo, sus labios me rozaron levemente la oreja; luego se volvió y continuamos caminando. Antes de seguir debo aclarar que nunca antes se había pasado por mi mente una relación homosexual pero mi verga se encontraba sumamente erecta y Francisco lo debió notar cuando se paro y choque contra el, no sé si era su fragancia o su cuerpo, pero algo me invitaba a tener esos pensamientos.
Viramos al fin por otro corredor esta vez más iluminado por el que se veían varias escotillas a los costados, casi al final de este pasillo entró Francisco por una de las escotillas y yo detrás de el, volvía chocar contra su cuerpo y esta vez con toda intención le restregué mi tranca entre las nalgas.
¡Perdón! dije a modo de disculpa.
EL cuarto en el que al parecer nos encontrábamos era bastante pequeño y estaba completamente oscuro, el marino se volvió y encendió una ligera luz con la cual ya se podía ver mejor, en efecto era un cuarto muy chico con un par de bancas en las paredes, pregunte extrañado que había de interesante ahí y como toda respuesta francisco se pegó a una de las paredes y jaló una palanca, instantes después la pared o lo que yo creí era una pared se abrió completamente dejando el mar casi a nuestro alcance. Desde ahí la vista era hermosa pues alcanzábamos a ver la superficie del océano como si estuviéramos parados en ella, el horizonte estrellado también se apreciaba ampliamente.
Francisco me invitó a sentarme en una de las bancas y el se sentó en la otra, mi corazón palpitaba aceleradamente y seguí las instrucciones de marino, comenzamos a platicar esta vez de sexo y la temperatura comenzó a subir.
¿Alguna vez lo haz hecho con un hombre? preguntó directamente.
No, nunca. contesté secamente pero enseguida añadí. aun que podría intentarlo.
¿Te gustaría probar de verdad?
Ya no hubo más respuesta, solo el movimiento afirmativo de mi cabeza, entonces el marino se paro y se sentó a mi lado en la banca, me volví y ambos quedamos de frente; Francisco acercó su cara a la mía y mis labios se fueron abriendo lentamente, recibí los labios del marino con satisfacción y casi al instante su juguetona lengua.
Sus manos tomaron las mías y las colocaron sobre el promontorio marcado sobre la tela de sus pantalones, nunca antes había tocado un pene que no fuera el mío y la sensación se me hizo un tanto extraña, cerré mis dedos tratando de abarcar el tronco pero la tela me estorbaba, busque entonces bajar el cierre y a los pocos minutos mi mano buceaba bajo los pantalones del marino. Sentí el calor de su tronco aun sobre la tela del calzón que inmediatamente traté de hacer a un lado y cuando por fin tuve en mi mano esa daga la sensación fue deliciosa. Moví mi mano a lo largo del tronco procurando masturbarlo lentamente pero aun el pantalón me estorbaba.
Francisco entonces me pidió que me detuviera y se levantó para enseguida hincarse frente a mí, con gran habilidad desabrochó mi cinturón y abrió el pantalón, buscó entre mi ropa interior y segundos después dejaba fuera mi erecto miembro.
¡Se ve hermoso! comentó.
La mano de Francisco se movió de arriba para abajo delicadamente y luego agachó su cabeza para meterlo en su cálida boca; la sensación fue extraordinaria pues en realidad sabía mamar y aunque antes ya muchas chicas me lo habían echo este marino lo hacía diferente, más dulce, más detenidamente, en fin sabía lo que se debía hacer. Su lengua se enroscó en el tronco mientras que sus labios abarcaban lo más que podía de la larga daga, le dio especial atención a la gruesa y púrpura cabeza con su lengua y labios. Entonces me pidió que yo moviera las caderas a mi ritmo y el se mantuvo quieto, prácticamente se puede decir que me lo comencé a coger por la boca, me recargué contra la pared y me apoye con las manos sobre la banca para que mis caderas subieran y bajaran rítmicamente, mi excitación iba en aumento y mis caderas aumentaban de velocidad, sentí los primeros estertores de un orgasmo pero ya no me quería detener, continué moviéndome rápidamente entrando y saliendo de esa deliciosa boca y en cuestión de segundos exploté, la descarga fue brutalmente placentera, gemí como nunca y arrojé tanta leche que no creí poder parar; Francisco ávidamente se bebía todo mi néctar sin descanso y con su mano se ayudaba ahora para exprimir completamente mi garrote, por fin quedé completamente quieto y nuevamente sentado viendo como él terminaba de dar las últimas mamadas sobre mi tronco aun erecto.
Francisco se puso de pie y me hizo hacer lo mismo, me desabrochó la camisa y comenzó achurar y lamer mis pezones que se pusieron duros, luego nos volvimos a besar y mis pantalones cayeron al suelo, me los zafé moviendo los pies y quede solo con zapatos y la truza en los muslos. Francisco me terminó entonces de desnudar y luego el se desnudo, me abrazó y sentí el calor de su cuerpo, lo fornido y la dureza de sus músculos; lo bese y mis manos buscaron su trasero, acaricie esos cachetes con total satisfacción hurgando de vez en cuando entre ellos en busca de su ano, podía sentir también su dura tranca pegarse contra mi estomaga y entonces quise probar. Me hinqué delante de el y torpemente traté de meter su daga en mi boca para darle el mismo tratamiento que antes el me diera, el sabor era extraño pero no desagradable y pronto me vi moviéndome rítmicamente con esa lanza caliente en mi boca, mi lengua seguía en el interior los contornos de la gruesa cabeza y del largo tronco. Se la mamé por espacio de diez minutos mientras que sus manos guiaban mi cabeza para seguir su ritmo.
De pronto sentí el golpe caliente de su leche dentro de mi garganta un sabor fuerte que en un principio me pareció desagradable y traté de zafarme pero él me sujetó con fuerza esperando esta reacción, no me quedó más que tragar toda la leche que el marino me arrojaba en la boca y poco a poco el desagradable sabor se fue perdiendo, cuando por fin me soltó y su verga flácida escapó de mis labios yo ya quería más.
El marino poniéndome de pie me besó nuevamente y así permanecimos varios minutos, las caricias de nuestras manos no paraban y las lenguas no dejaban de luchar en el interior de nuestras bocas. Nuevamente nuestras vergas se encontraban dura y esta vez chocando entre ambas, la sensación es fantástica; Francisco se agachó y comenzó una nueva mamada, esta vez muy húmeda; el marino depositó mucha saliva esta vez en mi garrote y al poco se paró.
¡Quiero que me la metas!
Sin decir más me besó y se recargó contra una de las paredes dejando su culo completamente parado, vi su arrugado ano y entonces sin más me coloqué detrás de él, guié mi pene hasta dejarlo a la altura de su nalgas y con ambas manos le abrí los cachetes para dejar completamente expuesto su agujero. La cabeza se hundió lentamente en la caliente hendidura, su esfínter lentamente me dejaba avanzar. Un intenso y delicioso calor envolvía mi tronco con fuerza y pocos minutos después logre ensartar completamente mi verga.
Comencé a moverme lentamente viendo como mi garrote salía y entraba, mis caderas empujaban con fuerza pues su ano apretaba deliciosamente fuerte y me costaba penetrar, poco a poco la velocidad comenzaba a aumentar y las deliciosas sensaciones se agolpaban en mi mente y mi corazón que latía sin descanso con tanta fuerza que sentía que tarde o temprano se me iba a escapar por el pecho. Una tras otra las embestidas me comenzaron a acercar al momento cúspide, traté de retener mí venida el mayor tiempo posible pero ya no era practicable, la sensación me envolvió y con un fuerte gemido dejé escapar el primer disparo de semen dentro de ese delicioso ano. Uno tras otro fueron llenando las entrañas de Francisco que movía circularmente sus caderas y al sentir mi primer chisguete soltó también un delicioso y excitante gemido. Continué moviéndome en su interior y ya la leche escurría por entre sus piernas y caía pesadamente al suelo hasta que mi palo perdió su dureza y salió del rico agujero.
Francisco se dejó caer en la banca y me dio las gracias por la rica cogida que le acababa de dar, creí que aquí terminaba esta experiencia pero ahora yo quería sentir un garrote en mi interior.
¡Espera! dije cuando comenzaba a buscar su ropa. - ¡Métemela tú!
¿De veras?
Sí
No dijimos más y Francisco sabedor me hizo colocarme en la misma posición en la que me lo cogí, se hincó detrás de mi y comenzó a besar mis nalgas y poco a poco se centraba en mi agujero, su lengua hendió mi ano y un respingo de gozo me asaltó, el marino siguió mamándome el ano dulcemente y a los pocos minutos me penetró con un dedo que jugó en mi interior hasta que sintió que ya estaba listo, entonces Francisco se sentó en la banca recargándose contra la pared y me pidió que me sentara en su tronco.
Me acomode a modo que mis piernas abiertas alojaran las suyas y entonces me empiné lentamente hasta que su glande tocó mi ano, Francisco lo ensalivó perfectamente y entonces me sujetó por las caderas y comenzó a guiarme, su lanza hirió por vez primera mi virgen agujero y yo empuje contra esta. La cabeza entró lentamente abriéndome el esfínter y causándome un agudo dolor. Esto no detuvo mi placer más al contrario me animó y continué haciendo presión sobre esa verga dura, muy lentamente la gruesa macana iba ganando terreno en mi interior y tardamos cerca de veinte minutos en lograr que me sentara completamente. Cuando ya la tenía completamente enterrada me recargué contra el cuerpo del marino que me sujetó por la cintura y besó mi cuello y orejas. Yo entonces comencé a subir y bajar sobre esa gruesa barra de carne caliente que me llenaba, el dolor menguaba poco a poco convirtiéndose en un extraordinario y nunca antes experimentado placer. También las caderas de mi marino comenzaron a subir y bajar encontrándonos ambos y pocos minutos después el placer fue completo pues una de las manos de Francisco sujetó mi ya nuevamente duro tronco y comenzó a masturbarme al ritmo de la cogida que me daba.
En estas circunstancias no tardamos mucho y sentí en mi interior el caliente disparo de mi nuevo amigo al que segundos después me uní soltando un potente tiró de mi verga que voló hasta la otra banca, luego la leche se escurrió por su mano; sentí como su leche me iba llenado el intestino hasta que por fin resbaló por su palo y salió de mi ano mojando sus bolas y la banca. Terminamos satisfechos y exhaustos y ni que decir que esa noche dormí profundamente hasta muy avanzada la mañana después de regresar a mi camarote.