En tu mirada

Se acercó lentamente a mi boca y juntó la suya con la mía, nos fundimos en un beso apasionado, olvidándonos del mundo entero.

Hola a todos estimados usuarios. Soy nueva en la página, así que veremos como marcha esto. Espero que les guste esta historia. Sin más que decir. Me despido :) besos.

En tu mirada

Parte 1

Siempre pensé en la familia como una casa o lugar seguro ¿saben?, esas que te protegen hasta el final y no deja que nada ni nadie perturbe tu mente y mucho menos tu corazón. Bueno la mía no era una de esas, estaba dividida y sumergida entre tantos malos deseos, llenos de inseguridad, confusión, desamor e interés personal.

Mi padre es dueño de un pilar de empresas bajo su nombre Lorenzo Mendoza Enterprises, en donde se encarga de llenarse los bolsillos de dinero cuando tiene vacío el corazón. Así como empresas, tiene hoteles, restaurantes y es socio en bancos de inversiones y posee otros varios consorcios mas. Cabe destacar que es un crack en los negocios, es muy sabio en lo que hace y aunque no me guste admitirlo, merece lo que posee, es honesto en los negocios pero falso y calculador en el amor, cuanta ironía.

Mi madre Isabella Maldini, una mujer brillante, trabajadora y hermosa pese a su edad, es una arquitecta famosa en el pais, socia de la importante firma Architect Projects, tiene una carrera exitosa y perfecta, la única mala decisión tomada en su vida, fue formar parte de la vida de Mendoza.

Ambos, ya divorciados y tomando caminos por separado, rehicieron sus respectivas vidas.

Mis hermanos Juan Pablo y Dominic acompañan a papa en la empresa, cada uno desempeñando grandes roles y delegando acciones. Mi hermana Lisa esta en el ultimo año de la escuela, planea estudiar próximamente derecho penal. Mi hermanita Emma tiene 4 años y es una preciosa niña.

Por ultimo, me encuentro yo Gabriella Mendoza, recién graduada como Licenciada en Relaciones y Estudios Internacionales, formando parte de una de las empresas base del país, compitiendo con la de mi padre y haciendole frente a mi destino. World Wide Enterprises tiene mi total lealtad y seguiré trabajando con la cálidad de mil profesionales fusionados en una sola persona.

-Lista mi niña¿ tienes todo lo que necesitas- preguntó Consuelo, ama de llaves y nana de los hermanos Mendoza, al ver las maletas en mis manos.

-Si querida Consuelo, pronto volveré por las demás cosas. Por ahora estoy bien así.

-Ya te vas- comentó mi padre- sabes que no hay problemas con que te quedes.

-Lo se, te lo agradezco pero no. Ya puedo cuidarme sola y ser independiente. Además, las cosas entre tu y yo no están bien papa.

-Entiendo. Bueno, suerte en tu nueva vida independiente. Espero poder conocer tu departamento alguna vez.

-Alguna vez, si.

Días después.

-Que si mama, cuando conozca a alguien te dejare saber.

-Eso espero hija- comentó mi madre.

-Bien mama, debo colgar. Tengo una reunión. Besos.

-Bien cuidate.

Cuando dejarán de preguntar sobre mi vida privada- dije para mis adentros- no creo poder formar una familia si he tenido tan mal ejemplo desde pequeña.

-Gabriella hey- me llamaba Daniela, vicepresidente de operaciones internacionales de World Wide Enterprises- Tierra llamando a Gabriella, deja de flotar en el aire y vamos a la reunión.

-Sí, lo siento Dani, vamos- contesté.

Horas después.

-Creo que salió bien, ¿No te parece?- preguntó Daniela.

-Sí, supongo- comenté.

-A ver, que te sucede éstos días, estás rara- dijo Daniela, tomando mis manos con sus manos y besando mis nudillos.

-Nada preciosa, está todo bien- dije, entrelazando nuestras manos y regalándole una de mis mejores sonrisas.

-Bueno, ya que todo marcha bien, ¿por qué tu y yo no nos perdemos un rato en mi oficina si?- dijo Daniela con una sonrisa pícara.

Sonreí.

En su oficina hay un enorme sofá negro, de esos que una vez que los pruebas, lo usas toda la vida. Ella entró y cerró la puerta con seguro. Me preguntó si quería algo de beber, acercándose al mini bar, le respondí que agua estaría bien, a lo que ella me miró confundida diciéndo- Bahh que aburrida- sólo reí y le pedí que se acercara. Se sentó a mi lado y nuestros ojos se miraron fijamente, como si hablaran por sí solos, como si no hubiese necesidad de usar las palabras. Se acercó lentamente a mi boca y juntó la suya con la mía, nos fundimos en un beso apasionado, olvidándonos del mundo entero. Ella no era mi amiga, mucho menos mi novia, pero sí mi confidente y amante en ocasiones que guardaré para la historia. Se despegó lentamente de mi y preguntó:

-¿Por qué haces todo tan difícil Gabriella? Por que simplemente no formalizamos nuestra relación, yo te quiero y lo sabes- dijo mirándome fijamente.

-Porque no quiero una relación, no siento que esté preparada para afrontar algo serio. No me malinterpretes, no estoy diciendo que esto sea un juego, sabes lo que siento por ti pero..-interrupió Daniela.

-¿Pero qué? ¿No soy suficiente?¿No te basta con la Vicepresidencia? Quieres más- lo dijo tan de frente sin siquiera parpadear.

-¿Qué? Yo no estoy contigo porque tengas un alto rango en esta empresa Daniela, sabes que me importa un cuerno tu posición. No necesito estar contigo para lograr mis objetivos, sabes quién es mi padre y mi madre, entonces no empecemos con cuestiones de dinero y posición- respondí amargamente pero firme, dejándole saber que no soy materialista ni mucho menos interesada.

-Lo siento, de verdad perdóname, no quise decir-ahora interrumpí yo-

-Sé exactamente lo que quisiste decir Daniela- tomé un segundo para respirar hondo- será mejor que nos demos un tiempo, para pensar si esto puede llegar a funcionar-

-No, por favor, no digas eso. Yo te quiero y me conformo con lo que sea. Si sólo quieres sexo, está bien, yo lo acepto pero no me pidas tiempo-

-Será mejor así, creeme- contesté y dí por terminada la conversación.

Le dí un beso en su mejilla y pasé lentamente mis nudillos por debajo de sus ojos, en mi intento de secar sus lágrimas. Ella era preciosa, una chica de ojos color café claros, cabello castaño y sonrisa embriagadora cual vino de los 50´s. Perfecta figura y brillante en su formación profesional. No podía lastimarla, no lo merecía.

-Entiendeme por favor, no quiero lastimarte, dejo saber primero a donde voy para poder empezar de nuevo- le dije susurrando en su oído derecho.

-Está bien, ya fue, sé que volverás a mi cuando sea el tiempo adecuado-contestó fríamente.

-Bien, debo irme ya, nos vemos pronto-me despedí sin escuchar respuesta suya.

Abandoné su oficina y me marché de la empresa. Era viernes, quería salir y despejarme, aclarar mis cosas y pensar en seguir adelante como hasta ahora lo había hecho. Pero por alguna razón, no fui a ninguna discoteca ni bares. Al poco instante que tomé aire fresco, decidí ir a la playa, quería ver el atardecer, supuse que iba a estar sola en el muelle pero no. Frente a mi estaba posiblemente la chica más hermosa que hubiesen visto mis ojos grises. No muy alta, no muy baja, simplemente estatura perfecta, cabello largo hasta media espalda. No se había dado cuenta que ya no estaba sola, estaba de espaldas a mi, observando el sol ocultarse, para darle paso a la noche más linda.

-Nunca pensé que alguien pudiera tener la misma idea que yo, un viernes por la noche- comenté causándole un sobresalto a la chica y desviando su mirada de la playa hacia mi.

-Eehh se supone que no debería estar aquí, pero realmente me encanta observar el mar de esta manera- contestó dando paso a la voz más dulce que había escuchado.

-Bueno se supone que nadie debería estar aquí a estas horas, no es muy seguro-dije firmemente, sonriendole coquetamente.

-Sí, bueno. Debería irme ya-dijo con un tono desesperante, como si tuviera miedo ¿de mi?.

-No te vayas-dije tomando su mano-digo, no tienes que irte, es lindo poder mirar el atardecer acompañada de alguien.

-Sí, es cierto-dijo con una sonrisa confundida-bueno podría quedarme un rato más.

-Podrías- dije sonriendo amablemente- por cierto soy Gabriella. Es un placer conocerte.

-Fernanda, un gusto-comentó.

Estuvimos sentadas en el muelle, hablando como par de locas a la orilla de la playa. Hablamos de todo un poco, estaba muy atenta a lo que yo decía y viceversa. Pero honestamente me perdía de vez en cuando en sus ojos azules, que reflejaban el divino color del mar por las mañanas.

-Me resultas muy familiar ¿sabes? Como si te conociera de toda la vida, tenemos tanto en común- dijo muy emocionada.

-Bueno, efectivamente te he espiado durante 3 meses, es por eso que creo conocerte bien- comenté con una gran sonrisa en mi rostro. Se quedó helada. Una carcajada salió desde el fondo de mis entrañas hasta no poder más.

-Es broma, bah me asustaste-contestó relajando sus músculos- no es gracioso, en serio me asusté eehh.

-Jajaja disculpame, es que aproveché la ocasión para jugarte una bromita-dije, aun riendome un poco.

-Bueno señorita bromista, dejo irme ya. Ha sido tan lindo conocerte pero debo volver a casa, se hace tarde.

-Aiishhh tienes razón- dije frustradamente- ¿al menos tienes auto? Sino es el caso, dejame llevarte, es realmente tarde y no me gustaría que te pase nada.

-Mmm esta bien, llevame a casa-dijo sonriente.

-Nunca pensé que fueses de esas que se suben a autos de desconocidas-dije, una vez que el auto comenzó a andar.

-Bueno, a mi ya no me pareces una desconocida, además tu insististe-dijo con tono ganador.

-Touché.

-Es por acá, da la vuelta en la esquina por favor.

-Bien, ¿acá te dejo?-pregunté.

-Sí, gracias.

Estacioné en la esquina y detuve el auto.

-Bueno fue un placer conocerte, gracias por traeme-dijo con una sonrisa triste, como despidiéndose de mi.

-El placer fue todo mío señorita, espero volverla a ver- contesté.

-Bien, adiós.

-Espera-dije-antes de que te vayas, ten-le entregué mi tarjeta de contacto-puedes llamarme o escribirme a cualquiera de esos números cuando quieras. Estaré siempre disponible-le sonreí.

-Gracias, Gabriella Mendoza-leía la tarjeta.- Woow Gerente de Operaciones Internacionales, eso está buenísimo.

-Si, gracias.

-Ahora sí, adiós-

-Adiós Fernanda.

Se bajó del auto, dejando su aroma impregnada en el aire. Segundos después, sonó mi telefóno. Era un mensaje de un número desconocido. Lo leí- no tendré una tarjeta pero acá te dejo mi número, estaré siempre disponible, Fer.-

Sonreí. Despúes de todo, las cosas cambiarían para bien. Seguí conduciendo rumbo a una nueva vida.