En tiempos Romanos (Capitulo 1)
(Todo sucede en la antigua Roma) Axel, un esclavo Romano, tendrá que servir al Conde de Castelmar para poder sobrevivir , pero acabará enamorándose de él y siendo su esclavo también en la cama. ¿Conseguirá Axel ser feliz en los brazos de su amo?
En tiempos Romanos
Capitulo 1: El esclavo perfecto
Aquel día llovía como nunca antes. Los dioses parecían estar derramando toda su ira sobre Roma y sus pecadores habitantes. Yo caminaba de la mano de mi tío en dirección a nuestro nuevo hogar, un palacio en lo más alto de la ciudad. Allí serviríamos al Conde de Castelmar el resto de nuestros días.
Nuestra vida siempre había estado ligada a la servidumbre. Desde que mi padre murió, cuando apenas tenía 5 años, tuve que lanzarme a trabajar por el mundo con mi tio. Un esclavo no puede cambiar de amo, a menos que este muera y ese era nuestro caso. La muerte de mi antiguo amo trajo consigo un largo periodo de desequilibrio a mi vida. Pasamos de servir a el hombre más rico de nuestra ciudad a quedarnos totalmente en la calle, pero eso estaba a punto de cambiar. Hoy, a mis 18 años, puedo decir que creo haber encontrado mi lugar en el mundo. El Conde de Castelmar era uno de los hombres más poderosos de Roma, junto a él nunca sufriríamos hambre y quizás lograríamos pasar el resto de nuestros días en su palacio.
Yo no lo conocía, sólo había escuchado hablar de su poder y de como había conseguido una gran fortuna al casarse con una sobrina del Cesar. Por lo que había oído era un hombre muy apuesto y bondadoso, pero no compartía cama con su mujer. Las malas lenguas dudaban de sus preferencias sexuales y los rumores de que algunos esclavos pasaban la noche en su alcoba eran frecuentes.
- Axel -dijo mi tio- Aprovecha el poco camino que nos queda para preparar un discurso de bienvenida. Tenemos que presentarnos oficialmente ante nuestro señor, quizá le interese la flor de tu juventud.
Me quedé dándole vueltas a su ultima frase, "quizá le interese la flor de tu juventud". ¿Qué significaba eso? Yo nunca dudo de las palabras de mi tío, es un hombre muy sabio, curtido en mil batallas. El problema es que a veces utiliza una terminología que puede llegar a ser confusa para mí. Mi inexperiencia me llevo a plantearle una pregunta a mi tío:
Tío, ¿qué significa la flor de mi juventud?
Verás -dijo él tras un largo suspiro- Tú eres un esclavo joven y apuesto que debe servir a su amo sobre todas las cosas, pero ese servicio va mucho más allá de llevarle de beber o de inclinar la cabeza cuando le ves pasar. Algunos amos quieren más, algunos desean que les des placer sexual, ¿me entiendes?.
No mucho -contesté.
Lo que quiero decir es que a veces el amo no se conforma con lo que su esposa le ofrece y por eso busca el placer en muchachos jóvenes como tú. Si ese fuese el caso, debes hacer lo que tu amo te pida.
Entiendo.
Las palabras de mi tío me descolocaron bastante. ¿Placer sexual? ¿la flor de mi juventud? Para mí todo eso era nuevo pero por alguna extraña razón sentía que las palabras de mi tío tenían un trasfondo que aún no me había contado.
¿Alguna vez has tenido que darle placer sexual a uno de tus amos? -pregunté.
Sí, Axel. De hecho me enamoré de uno de ellos. Verás, no debemos mezclar el amor con nuestro servicio, los amos no nos ven como personas, para ellos solo somos objetos. Nunca te enamores de un amo o sufrirás las consecuencias.
Las palabras de mi tío me dejaron pensativo. Por su tono de voz deduje que, aún después de que nuestro amo hubiese muerto, él seguía enamorado de él. Me prometí a mi mismo que nunca me enamoraría de ningún amo y mucho menos de uno tan poderoso como el Conde de Castelmar.
Horas más tardes llegamos hasta el palacio. Estuvimos deambulando por los enormes pasillos y habitáculos de aquel palacio hasta que, a la hora de cenar, nos reunimos con el Conde. Mi tío me había hecho poner mis mejores ropas, con tal de que mi belleza resaltara por encima de todo. Nunca antes lo había visto tan preocupado por mi aspecto. Sin más, nos dirigimos hasta el salón principal.
Estuvimos sentados durante más de una hora, hasta que por fin el Conde hizo su aparición. Nosotros agachamos la cabeza, hasta que su voz nos ordenó levantarlas. Lo observé atentamente. Era un hombre joven, quizá no llegase a los 40 años. Sus ojos eran de un verde profundo y su piel era tostada. Su pelo era negro y corto. En cuanto a su cuerpo, debo decir que era de estatura media, musculado y muy guapo.
- Mi señor -gritó mi tío- Está frente a ti un humilde servidor, Lucius, y su sobrino Axel. Venimos a pedirte, ¡Oh gran Conde de Castelmar!, que nos acojas en tu morada para servirte fielmente hasta que los Dioses decidan acabar con nuestras vidas.
Mi tío parecía muy serio, tanto que me asustaba. Levanté la cabeza y mi mirada se cruzó con la del Conde, sentí como me penetraba el alma. Sus ojos verdes eran tremedamente envolventes y sus labios hicieron un gesto de aprobación al ver mi cara. Yo agaché la cabeza para evitarme problemas. Mi tío siguió con su discurso, pero ni el Conde ni yo lo escuchábamos. Por alguna extraña razón mi corazón palpitaba más rápido de lo normal.
La mirada de aquel Conde altanero y fanfarrón seguía clavada en mi pecho como un puñal. Sentía como sus ojos desnudaban mi alma desde la altura de su trono, lo peor de todo es que este sentimiento, lejos de molestarme, me gustaba. Unos guardias interrumpieron el extenso discurso de mi tío. Unos segundos después, el Conde se levantó de su silla y se dirigió hacia mí.
- Sígueme -me ordenó.
Yo miré a mi tío con desconfianza mientras veía como el Conde se alejaba de nuestra posición. Mi tío se limitó a decirme: "Haz lo que él te ordene". Esas palabras se parecían mucho a las que me había dicho horas antes, al parecer mis servicios como esclavo comenzaban esa misma noche.
El Conde me llevo hasta su habitación, esta era enorme y contaba con un enorme estanque donde se podía nadar. Estaba rodeada de palmeras, jarrones dorados y artilugios que un simple esclavo como yo no conocía. Nos adentramos en ella lentamente y sin hacer un ruido, yo le seguía los pasos en silencio y con la cabeza agachada. No pude evitar levantar la mirada un par de veces y mirarle la nuca, tenía un lunar en la parte baja del cuello que me resultaba muy atrayente. Sin más, el Conde se dio la vuelta y se dirigió hacia mí:
- Preséntate -dijo.
Soy Axel, hijo de Eldar, sobrino de Lucius, fiel esclavo de la orden de los caballeros del Pó...
Detente -dijo- Me refiero a tu edad.
Acabo de cumplir la mayoría de edad, señor.
El Conde siguió mirándome un buen rato. Notaba como sus ojos se paseaban libremente por mi cuerpo y, sin pedir permiso, llegaban hasta mi entrepierna. El Conde disfrutaba del paisaje exótico y salvaje que representaba en ese momento mi cuerpo.
¿Sabes? -dijo- Tus manos no parecen las de un esclavo, se ve que no están acostumbradas al trabajo del campo. Eso es razonable, estoy seguro de que tu tío hacía todo el trabajo duro mientras tú te limitabas a hacer recados y trabajos menos forzosos. ¿Me equivoco?
N... no señor.
Yo no soy igual que tu anterior amo, conmigo tendrás que trabajar duro. Pero no en el campo, sino en la cama.
Mi corazón dio un salto inesperado. ¿Tendré que servir en la cama al Conde?
Tú serás mi esclavo personal a partir de hoy.
Muchas gracias -dije inclinándome ante él- Le prometo que que le seré fiel el resto de mis días.
Más te vale -respondió- Tráeme aquel jarrón de vino.
Tembloroso y con paso poco decidido, me acerqué a una mesa donde un jarrón de vino me esperaba. Lo tomé y me dí la vuelta. Para cuando lo hice, el Conde estaba desnudo frente a su cama. Pude ver su enorme miembro y su torso sin depilar. El Conde seguía erguido delante de mí sin decir nada y, a su vez, yo no hacía ningún movimiento.
- ¿Me vas a traer el vino o no?
Empecé a caminar lentamente hacia a él y deposité la jarra de vino en sus manos.
- Dicen que la leche de burra es buena para la piel, pero en mi opinión el vino que mana de las tierras romanas es mucho mejor. Suelo tomar un baño en vino tinto todas las noches, justo antes de follarme a algún esclavo de la corte. Pero hoy el único esclavo que tengo cerca eres tú.
A continuación el Conde se metió en una bañera vacía que había junto a su cama. Me hizo una señal y deducí que me imvitaba a depositar el vino en la bañera. Lentamente empecé a derramar la jarra de vino sobre el torso desnudo de mi amo, el vino manaba como la sangre desde la jarra hasta su cuerpo bañándolo completamente y dotando su piel tostada de un color rojizo muy intenso.
Ver el torso desnudo de mi amo empapado de vino me resultaba excitante, tanto que una erección empezaba a hacerse evidente por encima de mi toga. Yo intentaba disimular mi erección pero era imposible. Entonces vi como el Conde tenía la misma erección que yo o incluso mayor. Para él aquella situación era igual de excitante y prohibida.
Una vez acabé de volcar todo el vino sobre el Conde, este me dio una nueva orden.
Ahora quiero que acabes de expandir el vino por todo mi cuerpo.
Sí, mi señor.
Tomé aquella orden, más que como una obligación, como un regalo. No podía aguantar las ganas de tocar el cuerpo del Conde y más ahora que estaba cubierto de vino. Deje el jarrón en el suelo y me dispuse a realizar la nueva tarea que mi amo me había ordenado. Empece por su torso: estaba bien definido y me encantaba la forma en la que el vello de su piel se humedecía al contactar con las gotas de vino. Noté como mi amo cerraba los ojos para disfrutar del masaje.
Sin saber cómo mis dedos fueron resbalándose poco a poco por todo su cuerpo, deteniéndome varias veces en un lugar próximo a su entrepiernas. No puedo asegurar quien se lo estaba pasando mejor si el Conde o yo. Una vez todo su cuerpo estuvo embadurnado el Conde abrió los ojos.
Muy bien, Axel -dijo a la vez que se ponía de pie- Para ser tu primera vez lo has hecho de maravilla.
Gracias, mi señor.
Pero hay un problema. Te has olvidado embadurnar la parte más importante de mi cuerpo.
Antes de que pudiese darme cuenta de lo que el Conde decía, sentí como su pene me golpeó fugazmente el rostro. El Conde repitió esta acción varias veces. Yo no sabía que hacer, estaba ahí de rodillas viendo como mi amo azotaba mi cara con su pene una y otra vez mientras me gritaba: "Un buen esclavo no se olvidaría de embadurnarle la polla a su amo".
El conde se detuvo por un momento, acto seguido metió su enorme polla en mi boca. Yo intenté sacármela como pude pero él apretó mi cabeza contras su cuerpo con tal de que su miembro entrase por completo en mi boca. Podía oír como se reía de mi inexperiencia.
- ¿Sabes qué Axel? Vas a embadurnarme de vino la polla, pero no lo harás con las manos, lo harás con la boca.
A continuación el Conde tomó la jarra de vino e hizo que me llenara la boca con las ultimas gotas que quedaban. Después volvió a meter su polla en mi boca y sentí como el dulzor de aquel vino se mezclaba con el miembro de mi amo. Repitió la ación una y otra vez hasta que su polla estuvo completamente embadurnada.
Ahora quiero que la chupes hasta quq quedé como antes -dijo entre risas.
Sí, mi amo -me limité a responder.
Comencé a chupar lentamente la polla de mi amo, intentando quitar todo el vino que minutos antes había puesto sobre ella. Era una polla juguetona y dificil de controlar por lo que tuve que emplearme a fondo para mantenerla dentro de mi boca.
- Oh! Axel, eres un esclavo maravilloso. Sigue así... no pares... Oh!
Las palabras de mi amo me llenaban de placer. Seguí chupándosela cada vez más y más rápido. Notaba ligeros espasmos en mi amo que se iban intensificando conforme succionaba su gran miembro. Poco sentí como mi amo empezaba a descargar todo su semen en en mi boca, entonces el sabor dulce del vino se mezclo que el excitante amargor de aquel semen lleno de lujuria.
- Ni se te ocurra malgastar mi semen, quiero que te bebas hasta la ultima gota.
Asó lo hice, me tragué todo el semen de mi amo.
Una vez acabamos, el Conde sacó su polla de mi boca y me dejo de rodillas en el suelo. Empezó a caminar hacia el estanque y, de un salto, entró en él. El estanque se tiñó de un color rojo intenso por culpa del vino.
Te puedes retirar -dijo el Conde.
Sí, amo.
Salí de su habitación y deshice el camino hasta donde se encontraba mi tío. Una vez allí le conté lo que había pasado, él me respondió unas palabras que se quedarían grabadas en mi cabeza el resto de mi vida.
- Ahora sabes lo que es ser un esclavo. Disfruta, pero sobre todo, has disfrutar a tu amo.
Continuará...
Esta es mi nueva serie, espero que les haya gustado el capitulo 1. Me gustaría saber vuestra opinión así que pueden dejarla en los comentarios y votando este relato. En esta historia será muy importante la virginidad de Axel y la experiencia de su tio. Todo sucede en la antigua Roma. Espero mejorar con el tiempo.
Gracias por leer ;)
--Lollipop16--