En su cama
Él abandono mis tetas, bajo hasta el elástico y metió dentro la mano, busco la rajita y paso dos dedos suavemente, dos, tres veces y empezó a presionar más, mi clítoris estaba tan duro como mis pezones cuando lo cogió entre dos de sus dedos y lo froto, no podía respirar. Jadeaba como un perro...
Llevaba una semana pésima y por fin era viernes, hice rápido un par de recados y pude irme hacia a casa dos horas antes.
Llegue a casa cargada de bolsas de comida con las que iba a deleitar a mi novio, había pensado hacerle una deliciosa y suculenta cena. Me encantaba cocinar y lo hacía bien.
Nada más abrir note que algo pasaba, pero no esperaba encontrarme como me encontré a mi novio retozando con otra.
Tras un cruce de acusaciones me fui sin dejarle ver lo mucho que me dolía su infidelidad y su engaño, en los siguientes días en los que me instale en casa de una amiga, aun tuvo la desfachatez de culparme a mí y a la que según él era mi frialdad con él.
Busque un pequeño apartamento en esa zona, pero nada se adaptaba, aunque quedara lejos de mi trabajo tendría que plantearme salir de esa zona.
Tres semanas después mi amiga me sugirió algo que me pareció excelente, su madre tenía una amiga que necesitaba a alguien que le cocinara, le hablo de mí y esta se ofreció a cambio de mi trabajo dejarme vivir allí. Me presente en el sitio y entramos primero al lujoso piso, la señora María era una mujer de unos cincuenta bien conservada, para mi gusto algo estirada.
Después de enseñarme un poco el sitio y decirme que la antigua cocinera solo iba dos días a la semana y lo dejaba todo preparado en congelador y nevera, salimos al recibidor donde entramos por la puerta de servicio a un recibidor y de este a una enorme y preciosa cocina. Esta daba a otra habitación que era el cuarto de la colada, a continuación una puerta llevaba a mi habitación con baño. Me encanto, grande con muebles bonitos y muy luminosa, además lo de la entrada aparte y la separación del piso solo unido por la cocina me parecía esplendido.
En una semana estaba completamente instalada, la antigua cocinera me había puesto al día de todo y tenía el horario flexible que me permitía compaginarlo con mi trabajo de nueve a tres y encima me salía el alquiler gratis a cambio de hacer algo que me encantaba, cocinar; solo que en lugar de para mí y mi pareja como antes lo haría para ellos dos y para mí también. Si había una cena o algo me lo pagarían aparte. Me pareció perfecto.
Tarde tres días en conocer al marido, acaba de llegar del trabajo y me puse fresco, odiaba los trajes de la oficina, me puse un pantalón corto y una camiseta fina muy gastada pero fresquita. Estaba sola en casa y me metí en la cocina, había pensado en hacer algo de pescado al horno con verduritas salteadas.
Estaba cocinando con la música puesta en los cascos y meneaba el culo con una de mis canciones favoritas cuando algo me hizo girar. Había un hombre en la puerta de la cocina, el que supuse era el señor.
-buenas tardes señorita –me dijo con voz queda-
-buenas tardes señor
-usted es?
-soy Carol, la cocinera
-que era la cocinera lo había supuesto, me refería a su nombre.
-ah –conteste avergonzada-
-he venido a por algo para beber
Paso por mi lado y repare en lo alto y grande que era, tendría unos sesenta años, el pelo completamente gris, sus duras facciones indicaban que era un hombre duro y astuto; parecía tan estirado como su mujer, demasiado correcto todo.
Salió de la cocina en silencio como había entrado y me dejo pensando que hacían buena pareja, lo clásico en ese estatus, el mayor, con poder y dinero y ella algo más joven, guapa y mucha clase; la típica mujer que te llevarías a una cena de negocios para adornar tu brazo.
A mí eso me parecía estéril, pero reconozco que hacían realmente buena pareja, aunque dos noches después y sirviendo una cena extra para ellos y otra pareja descubrí que apenas hablaban entre ellos. Luego me fui fijando que coincidían muy poco en casa juntos.
Un sábado por la mañana ella entro y me pidió un favor.
-Carol guapa –siempre me llamaba guapa cuando quería algo de mí- podrías dentro de media hora sacar la ropa de la secadora que no se arrugue?
-claro sin problema.
De vez en cuando echaba una mano y hacia alguna cena extra, al final de la semana siempre me dejaba algo en un sobre con mi nombre. Estaba contenta y muy feliz de vivir allí.
Casi no veía al señor y las pocas veces que le vi, apenas me miro solo un seco “buenos días o tardes”. Me dirigí a su habitación a dejar la ropa que me había pedido la señora.
Entre en la habitación y la cama me capto al momento, era enorme, mullida y preciosa. Me senté en ella y toque las suaves sabanas de seda, sin poder resistirme y tras escuchar por si había alguien me tumbe, era como estar en una vaporosa nube y era tan suave.
Me di unos minutos en esa gloriosa cama, no había nadie. En un arranque decidí entonces quitarme la camiseta y el pantalón y frote mi piel desnuda en esas suaves sabanas, dos minutos después mis pezones se habían endurecido tanto que me dolían, los frote con las yemas de mis dedos hasta que otra parte de mi anatomía pedía atención a gritos, metí la mano bajo mis braguitas y empecé a acariciarme, sin darme apenas cuenta me retorcía del placer que me daba. Cuando empezaba a notar las cosquillas propias del orgasmo un ruido me sobresalto, mire a la puerta y para mi sorpresa allí estaba el señor.
Saque las manos y me tape con ellas mis aun doloridos pechos, notaba los pezones duros, su mirada era indescifrable y por un momento espere sus gritos, pero no llegaron.
-Carol porque has parado?
-cómo no iba hacerlo, perdón señor, me iré ahora mismo pero…
-calla Carol
-lo siento, lo siento, lo siento
-calla
Me calle asustada esperando el veredicto, el camino lentamente hacia la cama en la que yo yacía paralizada por el miedo y la vergüenza. Se sentó en el borde y agarrando mis manos las separo de mis pechos, las dejo a ambos lados de mi torso.
-Carol, Carol, Carol. Que tetas más bonitas tienes, me encanta como se endurecen tus pezones
Mientras hablaba y aprovechando mi incertidumbre pellizco con las yemas de los dedos la punta que coronaba los mismos.
-que va hacer? Le va a decir a todos lo que ha pasado incluso a su mujer?
-a la primera pregunta, hare lo que buenamente me dejes hacer y a la segunda no se lo diré a nadie
Por primera vez deje escapar el aire que retenían mis pulmones y caí en lo de…lo que me dejes…
-a que se refiere señor?
-a mí me gustaría seguir tocándote así
Con una mano en cada pecho los apretó, los sobo y busco de nuevo mis pezones pellizcándolos haciendo que me arqueara hacia su mano.
-luego podría seguir así…
Su mano resbalaba ahora por mi torso y tan solo paso la yema de un dedo sobre mis braguitas dirigiéndose a mis muslos, los acaricio lentamente haciendo que me quemara cada rincón de piel que tocaba, nunca había estado tan excitada. Bajo por las pantorrillas hacia mis pies miraba su mano grande de uñas cuidadas entre mis uñas color rosa chicle. Volvió a recorrer el camino a la inversa hasta llegar al triangulo de mis bragas de nuevo.
-separa los muslos Carol, no pienses déjate llevar
Su voz como siempre era seca, pero ahora había más calor en cada palabra, era tan sexi su voz, su tranquilidad, sus palabras. Me sentía en el paraíso. Separe los muslos y con dos dedos recorrió mi sexo anhelante.
-estas mojada Carol, muy mojada.
No decía nada, apenas podía articular palabra, solo podía sentir como mi cuerpo estaba completamente encendido, anhelante y entregado a sus certeras caricias.
Subió la mano abandonando mi desesperado sexo y volvió a mis pechos, no dejaba de mirarme.
-te gusta que toque tus tetas Carol?
Asentí con la cabeza, no me salía la voz. Algo parecido a una sonrisa cruzo su rostro.
-quieres que meta mi mano bajo tus bragas Carol?
Volví asentir y el abandono mis tetas, bajo hasta el elástico y metió dentro la mano, busco la rajita y paso dos dedos suavemente, dos, tres veces y empezó a presionar más, mi clítoris estaba tan duro como mis pezones cuando lo cogió entre dos de sus dedos y lo froto, no podía respirar. Jadeaba como un perro y arquee la espalda, subí las caderas buscando más.
-si nena, que coñito más caliente tienes, no me podía creer mi suerte al verte desnuda en mi cama princesa.
Mientras asimilaba sus palabras que traspasaban lentamente la nieblilla que se había instalado en mi mente, me penetro con dos dedos tan despacio que grite de placer.
-que rica estas, te deseo desde la primera vez que te vi meneando el culo en mi cocina.
Oleadas de placer recorrían mi cuerpo hasta estallar en el centro de mi sexo, nunca había sentido nada parecido a esto y aún no había llegado el orgasmo. metió y saco sus dedos de mi sexo mientras yo movía las caderas desesperada, añadió otro dedo y note confundida como otro de sus dedos frotaba mi ano, empujaba y entraba tímidamente por primera vez en mi vida y no pude más me corrí entre jadeos y grititos.
-muy bien nena, así déjate llevar
Mi cuerpo aún se convulsionaba cuando saco sus dedos y me sentí vacía y de nuevo anhelante, mi triste mirada se lo advirtió.
-tranquila nena esto acaba de empezar.
Se desabrocho el pantalón que cayó al suelo junto con los calzoncillos y ante mi apareció por primera vez su polla. Se acercó a la cama y tiro de mi girándome se puso entre mis piernas, abrazo con estas sus caderas y empezó a empujar, aunque mi coñito estaba dilatado de sus dedos, su gorda polla entraba frotándose en las paredes de mi cueva. Apreté con fuerza la vagina y el empujo hasta penetrarme por completo.
-madre mía que caliente y estrecha estas
Me cogió del culo levantándome y apretó más, se quedó quieto unos momentos y agarrando mis tetas fuertemente empezó a sobarlas, sin delicadeza, apretaba fuerte con sus manos, el dolor se transformaba en placer. Me follaba cada vez más fuerte, más adentro, me encantaban sus embestidas que me deshacían de placer.
-así te gusta verdad putita?
De nuevo asentí
Tras unos minutos de placer absoluto dejo de penetrarme y me queje
-tranquila gatita, date la vuelta
Me puse a cuatro patas esperando de nuevo la penetración, pero de repente note algo húmedo en mi culo, en mi sexo. Era su lengua, lamio cada rincón haciéndome chillar de nuevo, lamia mi rajita hasta el final entreteniéndose en mi ano, dilatándolo suavemente, mojándolo bien mientras me penetraba con tres dedos el sexo haciéndome olvidar lo que quería hacer.
Sin dejar de mover los dedos dentro de mí se pusieron de rodillas a mi lado, agarre su sexo y lo lamí con gula, desesperada por sentirlo.
-si nena mámame, chupa fuerte mientras te follo con mis dedos.
Tras unos segundos y entre jadeos se apartó de mí, volvió a ponerse tras de mí y volví a sentir su lengua, las convulsiones me nublaban la vista y se incorporó, se puso a mi popa y agarrado a mis caderas coloco su polla en la entrada de mi culo.
-nena tranquila necesito follártelo desde que te vi menearlo en la cocina sueño con ello.
Sus palabras me encendían a pesar del escozor que sentía, sus manos recorrían mi espalda mientras empujaba suavemente hasta meter la mitad de su polla a duras penas.
-que estrecha estas cariño, me encanta tu culo zorrita, relajara solo te dolerá un momento.
Mordió mi cuello y de un empujón me penetro por completo, chille de dolor y se quedó quieto, mientras seguía acariciándome, lamiendo mi cuello y empecé a relajarme, él lo noto y empezó a moverse lentamente, llevo su mano entre mis muslos y busco mi rajita, la froto y de nuevo penetro, adapto el ritmo de sus dedos al de su polla y yo ya me movía como poseída.
-que placer preciosa, quiero llenar tu culito con mi semen
-no pares
Movía mis caderas al ritmo de las suyas, el jadeaba y yo suspiraba, notaba los calambres, las sacudidas de mi inminente orgasmo cuando note la tensión de su cuerpo y me deje ir notando como su semen se esparcía en mi interior, ambos nos corrimos gritando y caímos uno sobre el otro en la cama.
Al momento sin salir de mi interior me coloco de lado y el tras de mi seguía besando mi cuello.
-apoteósico Carol, como estas?
-no sé si estoy
Ese hombre no se parecía en nada al que veía en la cocina, pensé al girarme y verle despeinado, acalorado y satisfecho, eso era la diferencia.
Me medio dormí hasta que media hora después el agarrándome de la cintura me subió sobre su ya dura polla.
-cabálgame Carol, quiero ver tus tetas.
Me moví sobre esa polla que tanto placer me había dado mientras el me sobaba bien las tetas, apreté y solté la vagina sacando gemidos de su garganta hasta que me corrí
Su voz era tan sexi, sus palabras guarras me ponían a mil y él lo había notado, el verle perder los papeles me excitaba tanto…
-así Carol fóllate con mi polla, no pares mira como me la pones, menea ese glorioso culito que tienes
Entonces pensé en algo, me levante y él se quejó dándome una palmada en el culo. Solo me di la vuelta y volví a bajar clavándome bien su polla hasta bien adentro.
-muy bien así tengo una buena panorámica de tu culo mientras te follo
Me acorde de algo que había leído y fui bajando mi torso con su polla dentro separe sus muslos, agarre sus huevos y los acaricie sin dejar de moverme, el gemía agarrándome de las caderas y empujándome hacia bien abajo, clavándome bien en su estaca y entonces tras lamerme un dedo busque su ano y empuje, un solo movimiento y el grito, pero su polla creció más moví mi dedo primero lentamente y luego a petición suya acelere, sus dedos se clavaron en mis caderas, su polla clavada en mi coño me lanzo al orgasmo y otro dedo lo penetro mientras se vaciaba en mi interior gritando mi nombre.
-sí, si Carol que placer, madre mía, no salgas, no te muevas
Aún tenía el cuerpo contraído cuando sus dedos pellizcaron y frotaron mi clítoris hasta hacerme correr de nuevo.
Desde ese día nada frena nuestro deseo y cada vez surge algo nuevo…