En nombre de la ley 4

María Belén sigue con su cambio y con su empeño de encontrar al asesino.

Mi lugar en el mundo estaba cada vez más nítido. Mi vida ya era completamente como mujer. Carmen había despejado mi única duda y mis temores habían desaparecido. Me centré más todavía en mi proceso de feminización y mis vistas con Ana se cambiaron por clases de feminización con María y Belén. Nuestro reencuentro fue muy especial. Nos volvíamos a ver después de mucho tiempo y yo les pedí que terminasen lo que habían empezado. Ellas muy gustosas me enseñaron a moverme y comportarme como lo hacían ellas, me decían que no había clases para ser mujer, que solamente tenía que dejarme llevar por mis instintos y copiar todo lo que hacían ellas, sus movimientos, su comportamiento, sus expresiones,… Aquellos momentos eran muy especiales para mí porque aunque estaba rodeada de mucha gente, gente a la que apreciaba, yo consideraba a María y a Belén como mis únicas y verdaderas amigas. Yo se lo decía un millón de veces y ellas me decían que el sentimiento era mutuo, también ellas me consideraban como una amiga. Los cambios fueron notables en muy poco tiempo y aunque comprendimos que ellas ya no podían enseñarme más cosas porque hasta mi último detalle era muy femenino decidimos seguir juntándonos en aquel piso porque necesitábamos vernos muy a menudo como amigas.

Mi relación con Carmen se mantuvo pero exclusivamente de amistad. Nunca más volvimos a acostarnos, yo le decía que había sido genial pero que la veía como a una más y a mí lo que de verdad me atraían eran los chicos. Así aumentó el grupo de amigas aunque Carolina y Leticia ya conocían a Carmen.

Pasaron los meses y el asesino volvía a no dar señales de vida. Mi cuerpo había empezado a cambiar. Mis diminutos pechos ya no lo eran tanto y tenía que usar sostén para sujetarlos, mis pezones eran muy grandes y sensibles a cualquier roce. Mi piel ahora era mucho más suave y tersa, apenas se notaban los poros y las cremas que me untaba la hacían más delicada. Mi cabello era larguísimo y me lo ricé y me puse mechas rubias y castañas. Entre las hormonas y mis dietas lucía un cuerpo muy delgado, solo pesaba 56 kg de los 78 kg que llegué a pesar como Luis, ya no mostraba ningún músculo, mis bíceps que los tenía muy desarrollados habían desaparecido de mis brazos y eso lo notaba cuando tenía que levantar algún peso, ahora me costaba el doble. Mi cuerpo se había moldeado, mi metabolismo había cambiado y todas las grasas iban a parar a mi trasero o a mis caderas, mi cintura medía 63cm nada más y las caderas 90cm. Mi pene también sufría los efectos de las hormonas y hacía tiempo que no tenía una erección, solo me servía para orinar y su tamaño había disminuido considerablemente aunque no me preocupaba lo más mínimo, cosa que como hombre si lo tenía bastante en cuenta, en cambio ahora había llegado a considerarlo un estorbo. Mi físico ya era completamente de mujer y mi vida también. Mis sentimientos habían cambiado al igual que mis gustos y mis deseos, toda mi mente se había transformado. Ya solamente podía pensar desde el punto de vista de una mujer. Mi nuevo físico me hizo tener que cambiar de ropa. La que tenía ya no me valía y cada dos por tres me iba de compras con alguna de las chicas del grupo. Ahora podía lucir escote y me encantaba ponerme minivestidos con grandes escotes. María y Belén alucinaban con mi físico. Me recordaban una y otra vez la primera vez que me vistieron de mujer cuando veían a la mujer en que me había convertido.

Carolina siguió contándome detalles de la vida de Sonia. Me habló de sus amigas, Carmen también la conoció aunque solamente los últimos 6 meses, y también me habló de alguno de sus amigos. Poco a poco fui enterándome de quienes fueron sus amigos porque seguramente en aquella lista estaría el asesino. Cuando tuve toda la lista de amigos se la pasé a Carlos para que los investigara uno a uno. Puso a agentes tras su pista y los iban siguiendo a todos.

La vida empezó a parecerme más tranquila cuando supe que todos los amigos de Sonia estaban vigilados entonces empecé a pensar seriamente en mi futuro. Me gustaba la vida en aquel barrio, la verdad que no conocía otra vida como mujer, el hecho de salir de aquel barrio y volver a mi anterior vida pero ahora como mujer me aterraba. No sabía ni por dónde empezar. Volver a mi antiguo apartamento, a mi antiguo trabajo, pero ahora como mujer, me daba miedo enfrentarme a la sociedad siendo así, me sentía muy débil e insegura. Un día, sin quererlo, María y Belén pusieron sobre mi mano mi futuro, era mi DNI, mi nuevo DNI. En el apartado de "nombre" ponía María Belén y en el de sexo M-F (mujer – femenino). También me mostraron mi nueva placa de policía aunque esta se la guardaron ellas para que nadie de mi alrededor la descubriese, el número de placa era otro y el nombre María Belén. Yo no sabía cómo reaccionar. Ellas me contaron que Carlos había visto fotos mías actuales que María y Belén le habían mostrado y por fin había comprendido mi realidad, se convenció de mi cambio de sexo y para demostrarlo habló con jueces y con sus superiores para conseguir mis nuevos documentos, de las fotos que me hacía con María y con Belén extrajo la que aparecía en mi nuevo carnet, vi aquella foto y verme como mujer en el DNI me hizo comprender que ese era mi futuro, yo ya aparecía como mujer en las oficinas del estado y solo tenía que hacerlo también en mi antigua vida.

Hablé con Marta, mi doctora, y le hice saber mis deseos de hacerme un par de operaciones, ella me hizo hacer análisis y después de estudiarlos accedió a mi petición. Yo no comenté nada a nadie de mi entorno, quería darles una sorpresa, a la única que le hablé del tema fue a Laura, mi jefa, para que me diese unos días de fiesta mientras me operaban y me recuperaba, ella accedió muy comprensiblemente y cuando me fui les dije a todo el mundo que iba a pasar una temporada con una antigua amiga que era la única que me comprendió cuando todo el mundo supo lo de mi travestismo, todo era mentira pero la escusa me funcionó.

A los 20 días volví por el barrio pero ni mis compañeras de piso me reconocían. Me puse implantes en los pechos y ahora eran enormes, usaba una talla 100 de sostén. Y mi rostro era completamente distinto, ahora era mucho más femenino, me retocaron desde el mentón y la mandíbula hasta los labios y la nariz. Incluso a mi me costó tiempo identificarme con aquel rostro en los espejos porque era completamente de mujer, ya no quedaba ni un rastro de Luis, mi nuevo rostro era el de una bella mujer. María y Belén alucinaron cuando me vieron con aquellos enormes pechos y aquel rostro. Me dijeron que ahora, cuando hablaban conmigo y me miraban a la cara, ya no veían a Luis por ninguna parte, era como hablar con una chica a la que no conocían de nada. Mis enormes pechos y aquella cara angelical hacían que a mi paso todos los tíos me desnudasen con su mirada, yo cuando me daba cuenta del deseo que despertaba en los tíos me sentía enorme.

Carmen fue de las que más efusión demostró al reconocerme, no lo podía creer, como había cambiado la inocente chica que ella desvirgó en una imponente mujer. Todas aplaudieron mis cambios, ellas se encargaron de no sentirme extraña con mi metamorfosis. Carmen empezó a preocuparme porque quería quedar a todas horas conmigo y siempre la tenía al lado. Yo lo tenía bastante claro, me gustaban demasiado los tíos y no quería volver a tener sexo con ella, yo ya no podía hacerlo con una mujer, no me atraían.

En la peluquería ya nadie hablaba del asesino, hacía tiempo que no pasaba nada extraño en el barrio y el asesino no había vuelto a actuar. Esto me tenía mosqueada, posiblemente el asesino estaba entre nosotras y no nos dábamos cuenta de que en realidad él estaba actuando desde dentro sin reconocerlo. Comprendí que también debía mantener controladas a las chicas del barrio porque quizás alguna de ellas era la asesina. Los amigos de Sonia estaban vigilados pero las amigas no y al asesino le sería más fácil atacar desde dentro que venir de fuera. Mi mente era un mar de dudas. Empecé a dudar de todo el mundo. Necesitaba a alguien a mi lado que me ayudase a controlar mis emociones, estas me desbordaban y no sabía controlarlas. Ser chica es muy difícil.

Me puse en contacto con Carlos y le explique todas mis reflexiones, él me dijo que las hormonas que estaba tomando me estaban cambiando mi forma de ver las cosas. El estaba seguro que el asesino era alguno de los chicos que vigilábamos y que mi mente estaba tan confundida, debido a las hormonas, que me hacía delirar, pero tampoco había que dejar de lado mis delirios así que él iba a hacer lo posible para que no estuviese sola en aquel mundo que yo empezaba a ver como una amenaza.