En nombre de la ley 2

Continua la historia de un policia infiltrado en el mundo travesti para detener a un asesino

Fui hasta la estación de metro más cercana según lo planeado y tras varios trasbordos llegué a la estación de Chueca. Allí me bajé del metro y subí a la superficie. Nada más llegar arriba me topé con dos chicas jóvenes que sin duda eran travestis, me acerqué a ellas y me presenté.

-Hola, soy María Belén, me acabo de escapar de casa y necesito un lugar donde instalarme. –

-Hola cariño soy Vanesa y esta es Sofía – y me dieron un par de besos en mis mejillas – nosotras compartimos un pequeño piso aquí al lado y tenemos carteles por toda la zona buscando compañera, si quieres vamos a ver si te gusta el piso y hablamos a ver si nos gustas tú a nosotras.

El piso era un segundo sin ascensor, tenía unos 90 metros repartidos en 3 habitaciones, 2 baños, cocina y salón. La verdad que no estaba mal, muy acogedor y el alquiler era baratillo, me gustó. Estuvimos tomando una cerveza en el salón mientras me acosaban a preguntas. Yo les conté mi vida tal y como la habíamos planificado en el cuartel. Mi precoz conocimiento de estar en el cuerpo equivocado, mis desmanes para verme como chica a escondidas de mi familia, y terminar no siendo aceptada cuando me descubrieron. Algo muy común. Ellas me habían tenido vidas muy similares pero ya habían empezado con el tratamiento hormonal y Vanesa me enseñó parte de sus desarrollados pechos como prueba, yo les dije que era mi primer día fuera de casa de mis padres pero que mi deseo era también hormonarme, respuesta que estaba en mi guión. Las dos se marcharon del salón y me quedé sola. Al poco tiempo volvieron y me dijeron que me aceptaban. Me llevaron a mi habitación, pintada completamente de rosa con adornos florales por todas partes, y me dijeron que la decoración se debía a su antigua inquilina, que se tuvo que marchar porque se iba a operar para cambiar de sexo definitivamente y empezar una nueva vida. Sofía y Vanesa me dejaron sola para ordenar mi habitación. Observé detenidamente mi nueva habitación y vi que había hasta un tocador precioso con un espejo enorme. Coloqué todo ordenadamente y salí a ducharme. Cuando terminé me arreglé un poco y me acerque hasta el salón llevando puesto únicamente una bata de raso fucsia. Vanesa y Sofía me dijeron que era muy guapa incluso sin maquillar, eso me llegó al alma y me alegró.

Pasé varios días por el barrio paseándome de aquí para allá sin descubrir nada que me llevase al asesino. Vanesa y Sofía me hablaron del tema pero nadie sabía nada y todo el mundo tenía mucho miedo. Yo no cesaba en mi búsqueda y fui conociendo a muchas chicas travestis para intentar sacar alguna información, todas me hablaban del tema pero ninguna sabía nada. Poco a poco fui integrándome de una manera muy natural en la vida del barrio, siempre que había que comprar algo para el piso me ofrecía gustosamente para dejarme ver paseando por las calles y establecer contacto con nuevas personas en las tiendas del barrio.

Un día Vanesa me preguntó como conseguía vivir sin trabajar, ella se marchó de su casa sin un euro y tuvo que ejercer la prostitución al principio para pagarse los gastos hasta que encontró su actual empleo de cajera en el supermercado y ganaba lo justo para vivir. Ella no sabía que yo era policía y que con este caso estaba ganando mucho dinero, pero no se lo podía decir así que le expliqué que tenía algún dinero ahorrado. Yo no quería levantar sospechas así que le mandé un correo electrónico desde mi portátil a Carlos relatándole lo ocurrido con Vanesa. El teniente me ordenó empezar a buscar trabajo para que la gente del barrio no empezase a hablar de mí como la travesti que puede permitirse vivir sin trabajar, algo fuera de lo normal y la primera norma de mi caso era pasar desapercibido sin levantar sospechas, también me aconsejó que hiciera todo lo posible por no parecer un bicho raro dentro de la comunidad, no tenía que pasarme todo el tiempo investigando, también debía hacer las cosas típicas que cualquier travesti hacía o si no tarde o temprano me descubrirían si no actuaba como una de ellas.

Al mes de ponerme a buscar trabajo encontré uno como peluquera, yo le dije a Laura, la jefa, que tenía experiencia como peluquera y me contrató. Debía empezar a la semana siguiente así que le pedí ayuda a Carlos. El me dijo que debía pasarme todos los días de 5 a 9 de la tarde por el piso que tenía la policía en la zona y donde Ana me controlaba dos veces a la semana. Durante 7 días estuve aprendiendo el oficio con una peluquera profesional que me enseñó lo más básico para trabajar en una peluquería de señoras y algún truco que otro. Cuando empecé a trabajar con Laura y demostré mis habilidades se quedó convencida de mi experiencia. A partir de entonces compaginé mis investigaciones con las diez horas de trabajo en la peluquería.

Vanesa y Sofía eran unas compañeras de piso estupendas y no dejaba de recordárselo todos los días, se comportaban como dos autenticas mujeres. Yo tuve que empezar a comportarme como ellas como me aconsejó Carlos y me dejaba aconsejar por ellas en todo. Lo principal para ellas era el culto al cuerpo, vivían para cuidar su cuerpo. Yo empecé a cuidarme como ellas. Me enseñaron todos los tipos de cremas que existen para cuidar el cuerpo femenino. Desde cremas para tener una piel saludable hasta cremas para el cabello, las manos, los pies, … Me ponía cremas en la cara de día y de noche, untaba todo mi cuerpo con aceites hidratantes, a la hora de ducharme tenía que usar otras cremas como acondicionadores para el cabello, también las manos eran víctimas de las cremas al igual que los pies, me pasaba el día poniéndome cremas y la verdad que daban resultado, mi piel se había vuelto más sensible y delicada, mi rostro era mucho más suave y mis manos parecían de porcelana, el cabello era más sedoso y suave. La verdad que no me desagradaba todo aquello. Otra cosa que empecé a hacer gracias a Vanesa y Sofía fue una estricta dieta. Todos los días comíamos y cenábamos juntas y nuestros alimentos eran básicamente frutas y verduras, algún pescado que otro y muy poca carne y la poca que comíamos a la plancha. Al principio debo reconocer que pasé hambre pero poco a poco mi cuerpo se fue adaptando e incluso llegué a aborrecer las carnazas a las que estaba acostumbrado y los platos precocinados. Empecé a sentirme más a gusto con mi cuerpo y acabé igual de adicta que ellas al cuidado de mi cuerpo.

Yo seguía con mi vida pero el asesino no daba señales de vida, pensé que igual sospechaba de mí porque me pasaba todo el día preguntando a la gente y buscando pistas. Llegué a la conclusión que debía dejar de investigar por un tiempo a ver si así volvíamos a saber algo de él. Así que empecé a dedicarme completamente a vivir como una travesti más del barrio. Por las noches dejé de pasear por el barrio en busca del asesino y empecé a ir de bares con Vanesa y Sofía y parecer despreocupada. Las noches de bares empezaron a parecerme fabulosas pues lo pasábamos en grande las tres. Empecé a notar que aquella vida me estaba atrapando cuando una noche llegué a casa y me di cuenta que en ningún momento de la noche controlé a las personas de los bares buscando al asesino. Mi cabeza empezaba a llenarse de dudas y pedí a Carlos que Ana me visitase tres días en vez de dos, note a Carlos preocupado y aceptó sin ningún reparo. María y Belén me transformaron físicamente en María Belén pero Sofía y Vanesa continuaron con la transformación pero de una manera más profunda. Después de una noche de autentica diversión y una mañana a gusto con mi trabajo y conmigo misma le pedí a Laura un tratamiento de depilación definitiva y ella aceptó gustosamente, cuando estuvimos más desahogadas me llevó a la sala de la depilación y empezó con el tratamiento, al cabo de un mes, mi cuerpo estaba limpio de vello y me dijo Laura que nunca más me volvería a salir ni en el rostro ni en ninguna otra parte de mi cuerpo salvo en los genitales que no habían sido tratados. No le conté nada de esto a Carlos ni a Ana, no quería que se enfadasen conmigo, simplemente lo hice por mi adicción al cuidado de mi cuerpo.

Pasaron varios meses y yo estaba completamente descolgada del caso, solamente las visitas de Ana y los correos electrónicos de Carlos pidiéndome pruebas que yo había dejado de buscar hacía tiempo me mantenían unida al caso. Ahora disfrutaba con cada momento de mi nueva vida y la infiltración era un éxito aunque no de la manera que esperábamos todo el mundo.

Una mañana llegué a la peluquería y Laura me comentó con cara de horror que había aparecido otra chica asesinada. Me derrumbé. Yo era quien debía impedir esa muerte y me enteré como cualquier otra chica del barrio se iba a enterar aquella mañana. Mi vida dejó de tener sentido, me quedé paralizada y comprendí que había dejado de ser el policía infiltrado en el barrio para detener al asesino y me había transformado en una posible víctima. El pánico se apoderó de mí. Laura lo notó en mi rostro y empezó a preguntarme que me pasaba mientras me abrazaba muy fuerte. Yo le dije que mi vida había dejado de tener ningún sentido, no le dije el por qué pero ella no me soltaba.

-Tranquila cariño – me decía con voz tranquilizadora – se que estás muerta de miedo como todas nosotras pero eso no debe hacerte dudar de quien eres, hasta yo que estoy operada he pasado por esos momentos de duda, pero al final desaparecen para siempre cuando te mires a un espejo y veas quien eres en realidad. –

Yo empecé a llorar como una boba, ella no sabía que mi tristeza se debía a que había fallado en mi caso. Pero sus palabras me habían llegado al alma. Comprendí que si me volvía a encontrar a mí mismo y dejaba de jugar podría dar con el asesino. Laura me sentó en un sillón de la peluquería y me pregunto que a quien veía. Aquello fue mi final. No me encontraba por ningún sitio. Solamente veía a una hermosa chica. Mi adicción a los cuidados del cuerpo me había transformado completamente. Mi pelo era muy largo, rubio y rizado, mi extrema delgadez me mostraba un rostro muy femenino, con unas líneas más pronunciadas en mi perfil, mi piel era muy suave y sensible. En mis brazos no había músculos debido a mi delgadez y mi cuerpo era delgadísimo mostrando una figura muy femenina. Me había dejado atrapar por mi nueva vida y ya no me reconocía, ni tan siquiera había rastro de la chica que por primera vez vi frente a un espejo con María y Belén, ahora era mucho más femenina y la verdad que me gustó verme así. Comprendí que no podría volver a vivir sin el pelo largo y teñido, sin pendientes enormes colgando de mis orejas, sin caminar sobre tacones, sin vestir ropas de mujer. Una enorme sonrisa se dibujó en mi cara y Laura también sonrió. Por primera vez en mucho tiempo comprendí quien era en realidad, mi nueva vida dejaría de ser un juego para ser una realidad y así atrapar al asesino. Le pedí la mañana libre a Laura y esta me la concedió. Fui a mi casa y encendí el ordenador. Le mandé un correo a Carlos pidiéndole disculpas por no interceptar al asesino, le conté que mi vida se había convertido en un sin vivir, caminaba entre dos mundos que no me dejaban controlar al asesino. Pero todo eso había terminado. Por fin acepté definitivamente uno de esos dos mundos y era por el que me movería a partir de ahora para no despistarme en mi misión. Para dejarle clara mi elección le pedí no tener más visitas con Ana. A la media hora Carlos estaba en mi piso haciendo peligrar todo el plan para pedirme detalles. Le dije que nunca más volvería a ser Luis, la doble vida me estaba matando y había decidido quedarme con María Belén para poder centrarme en el caso. Carlos no se lo podía creer, me pidió que abandonara el caso para ser tratado por psicólogos pero yo me negué. Estaba muy a gusto con mi nueva vida y no la cambiaría por nada en el mundo, además ni los mejores psicólogos lograrían cambiarme. Después de una charla en la que por fin Carlos me aceptó como María Belén, me comentó los planes a seguir.