En mi nuevo trabajo
La accesibilidad es un arte, un ascensor da mucho juego erótico
Hace poco que estoy en la empresa y todavía he de soportar miradas de curiosidad y cuchicheos impropios de este siglo por mi silla de ruedas. Quizás por que todo el personal conoce la entrevista inicial que hay que superar y se preguntan cómo lo he conseguido. Me encargo del archivo de la empresa (tarea siempre infravalorada pero esencial para una gran empresa) y, eventualmente, colaboro con la organización de eventos externos de la empresa para garantizar su accesibilidad universal (afortunadamente, concepto de moda) así que estoy bastante ocupada con ambas tareas.
Realmente, me encanta mi trabajo y creo que puedo aportar una visión nueva. Elena también está radiante también en su puesto, parece que su jefa la trata muy bien. A veces, deseo continuar nuestra historia donde la dejamos pero el trabajo no nos da tregua… Ahora tengo que organizar un evento importante en una galería de arte mundialmente conocida. Mi jefe desde la entrevista ni me ha tocado, respeta el convenio de utilizar ese activo solo en ocasiones especiales y con pagas extras de por medio pero sus ojos no desaprovechan nunca la oportunidad para devorar mis pechos. Siempre intento ir a trabajar muy arreglada y ajustada. Me hace sentir especial y optimista. Mi jefe me insinúa que quizás deba utilizar argumentos poco ortodoxos para conseguir la mejor sala. Capto el mensaje enseguida, quizás esa visita a la galería incluya paga extra.
Me dirijo a la galería vestida con un escueto vestido blanco y sin ropa interior. Lo cual es bastante arriesgado, el menor signo de excitación podrá ser evidente por mis pezones tras la fina tela. Llego a la galería y no encuentro ninguna escalera en la entrada del edificio. De momento, un problema menos. Me centraré en la organización de la exposición. Pido ver al comisario de la misma. En seguida aparece un hombre alto, trajeado y por sus cejas arqueadas sé que le he impactado ¿mi vestido, mis ojos, mi pecho, mi silla? Si es mi silla, vamos a tener un problemilla. Me indica para ir a su despacho, allí repasamos la disposición de la documentación que va ser expuesta en diferentes plantas del edificio ¿en diferentes plantas? Es ahí donde yo arqueo las cejas. Empieza el juego…. “Supongo que todo el edificio es accesible ¿verdad? Sabe que es una condición sine qua non… Aquí lo veo un poco nervioso…. “Esto…. Disponemos de un montacargas para las obras de arte….” Montacargas. Suspiro. Versión cutre industrial de un ascensor digno. Siendo un edificio dedicado a obras y piezas valiosas, espero que esté en un estado medio decente. Pido verlo y probarlo. Me acompaña. Cuando se abren las puertas del montacargas se confirman mis peores sospechas. Limpio, si pero frio e industrial, no apto para nuestros potenciales clientes. ¿Funciona correctamente? El comisario pica para subir al último piso y se apoya en la pared mirándome con descaro. ” A este espacio le falta calor humano “ Le sonrío. Me contesta con una sonrisa “de momento, ya tenemos una obra de arte dentro”. Me sonrojo, empiezo a sentir mucho calor. “La ventilación es mala, no hay hilo músical”. Se acerca y se apoya en los reposabrazos de mi silla con ambas manos, su boca está muy cerca de la mía. “Podríamos hacer algo para mejorar el ambiente”. Me empiezo a excitar y consigo decir con la respiración entrecortada “indicar el itinerario accesible hasta aquí seria un buen comienzo” Él está tan cerca que puede ver mi canalillo y mis pezones erectos por su cercanía. Si, realmente seria una pena que una obra de arte no se vea por no conocer el camino que lleva a ella. Ya no sé exactamente a qué se refiere pero sus labios no me dejan acabar, su lengua invade mi boca con maestría, ya no puedo ocultar mi excitación. Mis gemidos desvelan que estoy mojando mi silla. Mis fluidos íntimos anhelan atención pero su lengua sigue atrapada en mi boca mientras sus manos aprietan mis pechos con maestría. Mis pezones duros disfrutan de sus caricias y atenciones. Su boca baja lentamente por mi cuello para acabar atrapando el pezón derecho con ansia mientras acaricia el izquierdo excitándolo al máximo. Me incorporo ligeramente para hacer desaparecer mi vestido, me abro obstentosamente de piernas sentada, estoy tan excitada que le indico instintivamente el camino. La comunicación no verbal funciona y acude a atender mi petición. Su lengua se afana en acoger mi humedad y estimular lentamente mi clítoris inquieto. El orgasmo invade mi cuerpo y mis gemidos resuenan en esa cavidad desangelada. Se incorpora y noto su polla a punto de explotar. Se baja el pantalón y los bóxers y su polla salta como un resorte delante de mi cara. No dudo en devolverle el favor, acojo su pene en mi boca y succiono con lujuria, ese pene me invade y se mueve violentamente dentro de mí. Mi lengua intenta seguir el ritmo y lo envuelve repetidamente atrapando su sabor. ¿Cómo puedo follarte? Me pregunta. Reclino al máximo el respaldo de mi silla, me tumbo y pongo mis piernas en los reposabrazos, dejando mi coño empapado completamente expuesto. Su polla está lista para follarme apoyando sus manos en los reposabrazos al lado de mis piernas. Siento como va entrando lentamente, siento como me invade el placer mientras entra hasta el fondo. Me siento follada en un cubículo metálico y frio con un triste fluorescente parpadante. Su polla me hace sentir llena y vuelvo a correrme…. Siento que su ritmo aumenta, que se va a correr dentro de poco. De repente, sale de dentro de mí y sube el respaldo de mi silla. Acerca su polla a mis pechos, los aprieto contra ella y su polla se mueve hacía mi boca. Su movimiento es muy rápido, mi lengua apenas la alcanza pero siente su leche despedida a grandes chorros…. Aun jadeando, me pregunta “y ahora,¿ tiene ya suficiente calor humano?”
Es el día de la exposición de la empresa, la primera organizada por mí. Asisto muy nerviosa, en seguida veo que se han incluido carteles indicativos hacia el montacargas como itinerario accesible. Me dirijo hacia allí para ver la segunda planta. Al abrirse las puertas me sorprenden las paredes pintadas de granate y un gran cuadro colgado en el centro. Un cuadro de Gustave Courbet titulado “Vagina”.