En mi cenicero
Se consumen versos, sueños, tragos, musas, y el último cigarrillo que me fumé.
Mi cenicero es un reloj de saetas humeantes
Que marca las horas entre el insomnio y la vigilia.
Mi cenicero guarda en su alma
El alma de los versos que quemé,
La podredumbre de los sueños desechados,
Las cenizas de los espejos
Que se hartaron de mentirme.
También bailas tú en mi cenicero,
Desnuda como cada noche en que te pienso,
Descosiendo el humo del aire
Con la aguja ardiente de tus pechos.
Tú, cubierta de sudor como mi copa,
Donde dos hielos absurdos se emborrachan,
Te empapas de ceniza los pezones,
Y los muslos del tequila
Que mi cenicero secuestró
Del suelo, inundado, de mis sueños.
En mi cenicero se consume el último cigarrillo que me fumé,
El que encendí justo antes de que me dijeras:
Desnúdame.