En mi casa 1

Una mujer es vulnerable en todas partes, pero no estar segura ni en la propia casa es algo que nos puede dar mucho en qué pensar.

Me llamo Lupe, tengo 34 años dos hijos preciosos, Laura de 8 y Raúl de 6 y un marido Juan que es una gran persona, tiene su pequeña empresa, dedicada al mantenimiento de material de hosteleria y yo cuido de la casa y de la familia ya que cuando nos casamos insistió en que dejara mi empleo.

Desde hace diez años que es cuando nos casamos hemos vivido en una casita de planta baja, con un gran jardín y garaje en un barrio que originalmente era de la periferia, pero ahora y gracias al crecimiento de la ciudad ha quedado totalmente integrado en ella, por eso decidimos hacer una segunda planta y que nos hicieran una piscina, para lo que nos trasladamos a un piso de alquiler por los seis o siete meses que durarían las obras.

Mis padres que viven relativamente cerca de nuestra casa se ofrecieron a alojarnos con ellos por ese tiempo, pero ni queríamos molestar y si conservar nuestra independencia.

Encontramos un piso amueblado que nos pareció el apropiado por tamaño y precio aunque estaba al otro extremo de la ciudad, pero eso no fue un inconveniente, ya que a los niños los llevaba yo al cole en el coche y Juan también necesitaba el suyo para su trabajo.

Era un tercer piso con ascensor, cuatro viviendas por rellano aunque en el nuestro había dos vacíos. Nos trasladamos, con lo justo, ropa y poco mas, el resto de muebles y enseres los dejamos en un guardamuebles para que no los perjudicaran con las obras.

Los primeros días transcurrieron sin novedades, todo era una novedad, los lugares para comprar, llevar a los niños al colegio, tratar de conocer un poco el barrio, una mañana al regresar de llevar los niños, que se quedaban a comer coincidí con una mujer algo mas joven que yo, alta mulata y preciosa, lo he de reconocer aunque nunca me han atraído las mujeres, se presento como Marcia y dijo ser Brasileña.

Subimos juntas en el ascensor hablamos lo justo, del tiempo y me ofreció lo que suele hacerse mas por cortesía que otra cosa en estos casos,

si necesitas algo estamos justo enfrente

. A los pocos días, iba la pareja junta, el era español y se presento como Luís, también se ofreció para cualquier cosa que necesitáramos, se les veía muy correctos y no me extrañe de la hora en que estaba en casa, porque hoy en día son tan raros los turnos de trabajo que cualquier combinación es probable.

Durante unos días no vi a ninguno de los dos, hasta que un lunes por la mañana que aproveche que llegaba de dejar a los niños en el colegio para entrar al súper y así no bajar mas tarde subía cargada con bolsas, Luís estaba recogiendo el correo, al verme pico el ascensor y me tomo dos bolsas de la mano, subimos y al llegar trate de coger las bolsas pero me dijo.

Mejor que abras, sino tendrás que dejar las bolsas en el suelo y recogerlas otra vez.

Era lógico, abrí me di la vuelta cogi las bolsas y con dos en cada mano entre en el piso. Note una mano que me tapaba la boca y un brazo que me rodeaba el pecho apretándome fuerte contra su cuerpo, me levanto del suelo y me metió en casa cerrando la puerta.

Antes de soltarme en el suelo me susurro al oído.

Cuando te suelta podrás gritar y después denunciarme, pero me soltaran en poco tiempo y entonces violare a tus hijos primero y los matare después, no podrás esconderlos de mí, a ti y a tu marido no os haré nada, que sea la vida quien se encargue de recomeros la conciencia. Ahora te soltare y elije, ya sabes lo que puedes hacer.

Cuando me soltó, note que aun tenía las bolsas en las manos, de la impresión ni las había soltado, me dijo.

Ves a la cocina y deja las bolsas, guarda en la nevera lo que sea preciso y regresa cuanto antes, tienes mucho que hacer.

Como una autómata pues era incapaz de pensar guarde la compra y salí al salón otra vez, entonces después de hacerme señas para que me acercara a él me dijo.

Desnúdate del todo y después hazlo conmigo, no te haré daño.

Me quede quieta, no podía pensar con claridad, pero eso de desnudarme delante de un desconocido y después desnudarlo a el se me hacia algo muy extraño. Me saco de mis pensamientos un puñetazo en la boca del estomago que me dejo sin aire y caí encima del sofá.

Entonces con los ojos inyectados en sangre, me arranco la ropa a tirones lo que me provoco no pocos moretones en diversas partes del cuerpo, lo más doloroso, pensé que seria cuando me arranco el sujetador tirando de el desde atrás pues en ese momento estaba en el suelo.

Cuando ya desnuda solo me quedaban jirones de ropa por todas partes y la única prenda intacta eran las bragas me puso de pie, tiro de ellas pero no para romperlas, para que se me metieran por las dos rajas de forma alternativa, primero por adelante algo que hasta cierto punto podía llegar a ser agradable.

Cuando pasó de ese punto empezó a ser doloroso, cuando se canso, tiró hacia delante metiéndomelas por el culo hasta que me dolió horrores, la suerte es que no aguantaron demasiado, con todo al retirarlas como fue de un fuerte tirón me hizo una rozadura importante. Entonces pregunto.

¿Piensas desnudarme o tendré que animarte de alguna forma?

Sin responderle comencé a sacarle primero la camisa, me miraba a la frente evitando mirarme a los ojos. Después de la camisa le solté y baje el pantalón, cuando los tenia en los tobillos me detuve un instante, pero note como me ponía una mano en la cabeza, tire de sus calzoncillos hacia abajo y apareció una polla realmente impresionante, nunca había visto ninguna así ni siquiera en ninguna de las playas nudistas que frecuentamos

Juan y yo cuando colocábamos a los niños con mis padres.

Cuando los calzoncillos bajaron lo suficiente levanto un pie, y saque la ropa primero y el zapato y calcetín después, a continuación, lo mismo con el otro.

No necesité que me indicara cual era el siguiente paso, a pesar del asco que me producía y de que normalmente con Juan no practicaba sexo oral pues conocía mi opinión al respecto.

Primero lamí la polla por fuera en toda su extensión y después cuando ya no tenia mas opción tuve que empezar a engullirla lentamente y con cuidado de no hacerle daño para que no me lo hiciera a mi y por otro lado evitar vomitar para que no notara el asco que me producía, no hacérselo a él en particular sino a cualquiera en general.

Con la mano lo iba pajeando para que acabara cuanto antes pero cuando comenzó a tensarse, me aparto de forma brusca y me tumbo en el sofá, donde me penetro de forma brutal, cuando a pesar de lo desagradable que me resultaba consiguió provocarme un orgasmo y no me dejo terminarlo, siguió manchando y llego el momento en que casi perdí el sentido, fue cuando paro de golpe.

Descanso un poco, pero sin demasiado tacto se levanto y tirando de mí hacia la parte de detrás del sofá me doblo apoyando la cintura en el respaldo, tiro de una de mis piernas hacia arriba hasta la altura de su cintura como si fuera a darme la voltereta.

Metió la punta de su gruesa polla a la entrada del culo y sujeto la otra pierna a la misma altura por lo que me tuve que apoyar en el asiento del sofá, cuando comenzó a dar unas embestidas que parecían mas bien destinadas a partirme que a gozar del sexo, aunque parece que el si lo hizo pues en poco rato soltó una gran eyaculación toda dentro.

Se quedo quieto unos instantes hasta que acabaron los espasmos, entonces salio de mí y manejándome como si fuera una muñeca me sentó en el suelo, apoyada con la espalda en el sofá y sacudió toda la lefa que le quedaba sobre mi cara y pechos.

Obligándome a que le limpiara la polla después de eso.

Cuando quedo satisfecho me dijo en un tono muy digno.

Te has portado muy bien, veremos que tal lo haces mañana.

Se vistió y se fue a su casa, solo cruzando el rellano. Yo me quede en el suelo tratando de entender todo lo sucedido y ver como solucionarlo. Explicárselo a Juan quedaba descartado pues solo serviría para dos posibles "desgraciadas soluciones" que lo matara con lo que se perdería para siempre o que lo denunciara con lo que nuestros hijos quedarían en peligro.

La única solución viable seria tratar de hablar con Marcia, aunque hacia días que no la veía. Siendo así decidí, no decir nada hasta poder hablar con ella y seguir a disposición de Luís el tiempo necesario hasta que se solucionara el asunto.

Esa noche le dije a Juan que no me encontraba bien, para evitar tener sexo con él y que me dejara tranquila, para que no viera en que estado se encontraba mi cuerpo.

Al día siguiente me estaba esperando con la puerta abierta cuando llegue de dejar a los niños en el colegio, parece ser que me vio llegar desde el balcón. Me invito a entrar en su casa y comprobé que la tal Marcia no estaba, cuando pregunte por ella solo recibí un puñetazo en la boca del estomago como el del día anterior que me lanzo al suelo sin respiración y esta vez me costo mas recuperarme a pesar que tironeo de mi pelo para que me levantara.

Cuando consiguió que me pusiera de pie me dijo con una mirada que parecía que me fuera a atravesar.

No nombres nunca más a Marcia, como si no existiera, ahora estamos solos tú y yo y recuerda que yo tengo el poder.

Eso ultimo me desmoralizo del todo porque tenia razón, me miro y solo con eso, me desnude del todo sin que me dijera nada, acto seguido lo desnude a el que me tomo de los brazos y me guió hasta su habitación, al llegar me sentó en un taburete bajo y metió su polla en mi boca como si fuera una bragueta, mi única opción fue mamar y bien además, pues me dijo en un susurro que cortaba el aire.

Pase que ayer estuviera nerviosa y me la mamaras a medias, pero hoy tienes que hacerme una mamada completa y tragar hasta la última gota, de buen grado pues te aseguro que de una forma u otra lo tragaras.

No tuve mas remedio que emplearme a fondo para mamársela tal y como dijo y además esfuerzos sobrehumanos para evitar vomitar, pues según lo que me había dicho, daba por sentado que lo normal era lo que el decía, aunque a muchas mujeres les agrade el acto en si o el conjunto, no era mi caso.

Cuando se corrió lo hizo en medio de la boca pues aunque embestía como si me estuviera follando y por tanto llegaba hasta mi garganta atorándola unos instantes, antes de retirarse y evitando así provocar el vomito, cuando comenzó a soltar descargas se retiro de forma que quedaran en mi boca y le oía decir.

¡Traga! Traga no dejes que se escape nada.

Me hizo poner de píe.

Pensando que se daría por satisfecho no me di cuenta de que sacaba de un cajón un consolador enorme, no lo vi hasta que me lo acerco a la entrada del coño y con un fuerte empellón me lo metió del todo causándome un dolor impresionante.

Lo fue moviendo dentro y fuera mientras reía.

Me dijo que se la meneara despacio. Hasta que logro tener una erección mas que aceptable en unos pocos minutos y eso que se había escurrido y bien en mi boca, me dio la vuelta, me hizo abrazar al respaldo de una butaca que había en su habitación y con el consolador dentro del todo, me enculo de una forma nada delicada.

Manchando sin piedad, consiguió arrancarme un ligero aullido, al oírlo pareció volverse loco, embestía como una fiera acorralada hasta que se corrió otra vez dentro de mí y en esta ocasión no entendía de donde podía sacar tanto, pues aun no hacia media hora lo había escurrido de una forma bárbara.

Cuando quedo satisfecho o al menos eso pensé yo, me ato las muñecas con la funda de la almohada a la espalda y me tapo la boca con la funda de otra mientras me decía al oído.

No temas, esto es solo por tu bien, no sea caso que se te escape algún lamento y tengamos todos un problema.

Cuando estuve sujeta de esa forma, con un cordón me ato a los pies de la cama de espaldas, para que no pudiera desatarme de ninguna forma, salio un instante y regreso con una toalla mojada con la que me dio una soberana paliza, sin dejarme marcas permanentes, cuando se canso mi suplicante mirada interrogaba un ¿

Por qué

? Su respuesta fue simple.

Por dos motivos, para que no tengas ganas de sexo con tu marido y para que veas algo de lo que soy capaz.

Eso me dejo más hundida y desmoralizada que todo lo sucedido hasta entonces. Cuando me soltó, caí al suelo pues no podía tenerme en pie, pero con un par de patadas de sus descalzos pies hice un esfuerzo y me incorpore.

Vístete, ves a tu casa y llama a tus padres para que recojan a tus hijos y se los queden hasta el fin de semana, diciendo que estas cansada, pero evita que vengan a verte, haz la cena que pronto llegara tu marido y sobre todo, nada de sexo con él. Acuérdate que de momento eres solo mía.

Cuando llego Juan se preocupo un poco, al decirle que quizás tenia un virus y por eso había dicho a mis padres que se hicieran cargo de los niños, quería que fuéramos al medico pero lo convencí que con descanso y cama se solucionaría.

Llego el viernes, después de disponer de todos y cada uno de mis agujeros y de darme la paliza de rigor, tras la que note que también se corría me dijo en tono amistoso.

Tienes fiesta hasta el lunes por la mañana, no se te ocurra irte con tu familia pues os encontraría y sabes que sucederá.

Tenéis que pasar el fin de semana aquí y aprovechando que "Marcia" esta fuera, no estaría mal que me invitaras a comer en tu casa al menos el sábado.

No tenia escapatoria, le dije que sí y me recordó que procurara no llevar bragas esos días por si él decidía en algún momento jugar un rato. Comimos juntos el sábado a Juan no le pareció mal que lo invitáramos ya que Marcia estaba fuera, aunque no dio demasiadas explicaciones cuando Juan pregunto, pero como no insistió la cosa quedo ahí.

Al terminar de comer envié a los chicos a la habitación de Laura a ver la tele, cuando Juan fue a hacer el café Luís me hizo una seña para que me acercara y metiendo su mano bajo el vestido, me hizo una presa que a punto estuvo de hacerme caer, metió el dedo gordo en el culo y el índice en el coño, y así apretó como si intentara juntarlos. El dolor de hizo insoportable al principio pero después note como una descarga de "placer".

Continuara.