En México todo te puede pasar...(4)
Sin poder resistirlo, mi alumno hace que deje mi convición heterosexual y por segunda vez me lleva a experimentar mi lado pasivo-sumiso.
En el primer encuentro en su departamento, mi alumno me hizo disfrutar el profundo placer de ver su verga dura por causa de mi obediencia. Y mientras él penetraba a otro de sus sumisos, yo gocé intensamente lamiéndoles sus guevos, y también, ofreciendo mi boca para que depositara su semen y su orina.
Al día siguiente llego a la escuela, y aunque no me toca darle clase, con cierta ansiedad mi mirada lo busca disimuladamente. En ninguna de mis seis horas de permanencia lo veo. Ya es hora de retirarme, sé que según el horario mañana tampoco tendré clase con su grupo, así que un impulso me hace ir al archivo escolar y busco su expediente. Saco de ahí su cuenta de correo y número de celular.
Llego a casa a las ocho y media, y lo primero que hago es escribirle un mail. En él, le agradezco las enseñanzas del último encuentro, me declaro indigno de servirlo, pero al mismo tiempo le ruego que me adiestre para aprender a ser un buen sumiso. Sin embargo, antes de enviarlo, me pregunto si estoy haciendo lo correcto.
Me da temor provocar su enojo. Pero las hormonas me empujan y finalmente decido enviárselo, pero añado que acepto la posibilidad de que esté incurriendo en una falta al enviárselo sin su permiso, y que de antemano acepto el castigo que por ello quiera imponerme. Añado mi número de celular por si le apetece llamarme.
Media hora mas tarde, en mi celular recibo un mensaje: ven ahora, te quedarás a dormir aquí . Antes de una hora llego a su domicilio, con una maleta pequeña en la que traigo mis enseres persones y un cambio de ropa. El grupo de chavales reunidos junto a la entrada del edificio cuchichea y lanza burlas a mi paso. Por sus comentarios, me doy cuenta que saben a dónde y a qué voy, pero contra lo que hubiera imaginado, sus comentarios no me hacen sentir avergonzado, antes, respiro hondo, levanto mi frente y con una sonrisa de satisfacción, paso orgulloso a su lado, acelerando el paso por la urgencia que el encuentro me provoca.
Toco recibo un: pasa, como respuesta. Con timidez entro y lo encuentro sentado frente a la pantalla de su pc. Me estremezco al mirarlo, no trae más ropa que una camiseta resacada floja, un short de playa y unas sandalias de horqueta. A la luz de la pc, con la barba de una semana y con lentes de montura, se ve mayor. De inmediato bajo la mirada al piso y, con la respiración agitada, aguardo inmóvil a un par de pasos.
Sin voltear a verme, me dice: desnúdate todo. De inmediato le obedezco y aguardo de pié esperando sus nuevas órdenes. Mientras lo hago trato de pensar en otras cosas para evitar estar tan empalmado, pero es imposible, con sentirme en su misma habitación y respirar el aire que el respira me provoca una excitación incontrolable.
El tiempo se congela, me tiene ahí, de pié, sin decirme nada mientras revisa algo en su pc. Me entra un temblor ansioso. Han pasado más de cinco minutos y empiezan a dolerme los músculos de las piernas.
Ahora hay un cierto sentimiento de coraje y frustración. Mi erección se viene abajo, me pregunto qué putas estoy haciendo ahí, jugando el papel de estúpido, ante un pendejo chaval 21 años menor que yo.
Pero no me muevo, y luego, poco a poco empieza a instalarse en mi mente una sensación de calma y aceptación. Me digo a mi mismo que estoy aqui porque quiero, porque me gusta, porque lo disfruto, porque eso es lo que andaba buscando, porque aquí se encuentra lo que necesito, lo que me proporciona una felicidad que nunca antes había experimentado. Y mi verga vuelve a apuntar otra vez hacia el techo.
Admite, me digo, que te excita esta situación. Deja de engañarte y negar que te gusta que te traten rudo, que la verga se te para cada vez que te humilla, y más cuando te castigan. Acepta ya, de una vez por todas que ante este chaval eres inferior, reconócelo como tu Amo, deja de resistirte, manda a la basura tus moldes anteriores. Porque aunque tengas 39 años, maestría, una docena de diplomados, toda una vida heterosexual, te hayas casado, tengas una hija, y lleves diez minutos parado como estúpido, todo eso dejará de ser importante en cuanto él te exprese su deseo. No importa si lo que va a querer es nalguearte o que le lamas los guevos, o limpies su escusado o laves su ropa, independientemente de eso, aceptarás su voluntad con gusto y mientras cumplas lo que te ordene gozarás como nunca antes lo has hecho.
Parece que tiene un don telepático, porque en ese momento, sin voltear a verme dice: chupa mis pies perro . Como atravesado por una descarga eléctrica, mi cuerpo se satura de adrenalina. Me tiro en el piso y retiro una de sus sandalias, lamo con reverencia el empeine disfrutando el sentir sus vellos en mi lengua; paso a sus dedos y detecto un nítido olor masculino que exhalan, aspiro profundo gozando ese perfume exótico y subyugante.
La distribución de la mesa, la silla y el espacio disponible, hacen incómodo que pueda hacer mi labor. Tengo que deslizarme por en medio de las patas de la mesa y acostarme boca arriba para cumplir mi tarea del mejor modo.
Con mis manos, sostengo sobre mi rostro uno de sus sagrados pies, y de un modo suave comienzo a pasar mi húmeda lengua desde el talón hasta la punta, tratando de que mi lengua entre en el mayor contacto posible con la planta de sus pies.
Por un momento él detiene su tecleo y acomodó su paquete, lo cual me alentienta a seguir lamiendo así sus pies. Pongo toda mi alma en eso. Beso, chupo, lamo y muerdo. Toco con mis manos, mi boca, lengua y dientes. Acaricio su empeine, dedos, talón y planta. Succiono cada uno de sus dedos individualmente, luego en grupos y después, con esfuerzos, logro meterlos juntos en mi boca.
Él inicia un movimiento que me excitó. Como si me estuviera follando con su pie, lo mete y saca de mi boca. Poco a poco voy viendo como se excitaba más y más. Sin poderlo evitar y con cierto temor me atrevo a acariciar sus musculosas pantorrillas y sus fibradas piernas. Oh dios, es un placer extremo tocar esa piel cubierta abundantemente con ese vello negro y risado.
Aunque lo pienso, no me atrevo a tocar sus genitales por temor a provocar su enojo, pero pronto se que estoy haciendo bien mi labor, porque sin mas ni mas, empieza cachetearme con sus pies. Tengo mi cara llena de humedad con mi propia saliva, así como también sus pies. Me doy cuenta de que le excita el chasquido de sus patadas en mi rostro, porque ha suspendido su labor en la pc, solo para mirarme en el piso, con la cara llena de mi propia saliva, tirado en el piso, sin hacer nada para impedir que me siga abofeteado la cara con sus pies, una y otra vez.
Puedo ver su mirada. Es indescriptible, ahora no tiene nada que ver con el jovenzuelo irónico del aula, no, en este momento es la mirada candente y pervertida de un macho consciente de su poder. Es el goce vivo de alguien que se sabe dueño de la situación, de su certeza de poder disponer de mi, como si se tratara de un objeto, del cual puede gozar del modo que a él se le antoje.
Se levanta de la silla y mientras me ordena: súbete a la cama, se despoja de la playera y short para quedar totalmente desnudo. Me subo y él me acomoda acostado boca arriba, sin decir nada, se sienta sobre mi cara colocando su culo en contacto directo con mi boca.
Tiene un trasero increíble, nalgas blancas, solidas y cubiertas de abundante vello hasta la orilla inmediata a un ojete rosado y pequeño que despide un aroma a sudor y cuerpo masculinos. Por instinto abro la boca y saco mi lengua, y al primer contacto con su ojete, él gime y se estremece.
Eso me da la pauta para lo demás. Como un poseído me pongo a lamer y chupar ese maravilloso sitio masculino. Humedezco mi boca tanto como puedo. Saco la lengua al máximo para tocar amplia y profundamente su exquisito y delicado agujero que se distiende y aprieta como animal vivo, al sentir cada caricia de mi lengua.
Ahora empieza a moverse hacia adelanta y atrás, y de esta forma mi lengua puede tocarlo en una mayor superficie. Aumenta su movimiento, y mi lengua va desde su precioso agujero hasta sus grandes y peludas bolas colgantes. Ahora no puedo resistirme y dirijo una de mis manos hacia su sexo. Me encuentro con mástil con dureza casi metálica y no me impide que empiece a acariciárselo.
Sin verla, puedo sentirla bien erecta y palpitante, puedo detectar sus venas resaltadas, su cabeza hinchada al máximo y una humedad que escurre por el tronco y empapa su área púbica e incluso sus huevos, que ahora se han vuelto compactos y duros.
En un momento dado, el toma mis pezones entre sus fuertes dedos y los aprieta al máximo. Primero me invade un dolor intenso que me hace gemir y detener un poco mi caricia, pero luego, cuando el continua con la presión me viene una ola de placer extraño, morboso y tal vez enfermo, pero indudablemente es un goce que no se parece a nada de lo que antes he experimentado.
Luego de un par de minutos, sin previo aviso suelta mis pezones, y soy invadido por una sensación que cruza de mi nuca a las puntas de mis pies y creo estar a punto de eyacular aun sin tocarme. Pero las sorpresas no paraban. Sin esfuerzo y moverse de su sitio, toma mis piernas y las levanta, poniendo mi culo arriba y abierto.
En medio de la vorágine de sensaciones placenteras, siento su dedo húmedo enterrándose fuerte en mi fundillo, una ola nueva de calor envuelve mi piel. Jamás, nunca, nadie me ha hecho esto. No me siento penetrado sino conquistado. No es que simplemente me dedea, sino que invadió un cuerpo que le pertenece. Experimento la sensación de ser usado y empiezo a sentirme verdaderamente poseído.
No puedo detectar cuantos dedos tengo en mi culo, solo sé que es más de uno. Entran y salen haciéndome estremecer sin parar, y entre más fuerte me dedea, con mayor ímpetu mi lengua lame su culo que sin parar y con mayor vigor se mueve. A veces adelante y atrás de mi boca:, otras en círculos sobre ella, o dándose sentones en mi cara, mientras yo endurezco mi lengua para acariciar lo mas adentro posible de su sensible zona.
De pronto para de dedearme al tiempo que retira su culo de mi boca. Se pone a mirarme con ojos que proyectan lujuria y perversión. No puedo imaginar cómo luzco con mi respiración jadeante, mi cara brillante de humedad, mi boca que bien abierta y mi lengua estirada dispuesta a continuar lamiéndole el culo todo el tiempo que él quiera.
La visión de su rostro transformado dura una fracción de segundo, pues la fuerza de su mirada me vence y cierro los ojos. Abro mi boca y estiro mi lengua, es mi modo de decir que estoy a sus órdenes que puede seguir usándome si lo desea. Es entonces que siento en mi boca caer un líquido semi espeso y tibio, que al saborearlo me doy cuenta de que es su saliva, que deja caer directamente en mi boca.
Un poderoso sentimiento de agradecimiento profundo, de reverencia y humildad me invade y a punto estoy que se me salgan las lágrimas. Entro en una especie de ensueño, sigo sin abrir los ojos y de pronto siento su glande tocando mis labios. Por inercia estiro mi cabeza hacia atrás y mantengo mi boca abierta todo lo que puedo. El mástil es durísimo, esta tan erecto que tiene que empujarlo hacia abajo para que pueda introducirlo en mi boca. Intento chuparlo pero me da una indicación clara. Solo mantén bien abierta tu boca, y lo obedezco.
El trozo entra lentamente en mi boca, lo hace de un modo suave casi con ternura. Solo lo introduce parcialmente, lo mete y lo saca durante dos o tres minutos. Luego poco a poco empieza a meterlo más. Mi garganta se llena por completo con esa masa henchida y palpitante. De pronto me invade una nausea, pero antes de que reaccione, él retira su invasión, mientras yo me recupero respirando varias veces de manera profunda. En ese inter, el deja caer directamente en mi boca otra buena dosis de su saliva, para enseguida, volver a penetrarme profundo.
Esta vez, gracias a que tengo mis pulmones llenos de aire, puedo soportar la sensación por mas tiempo. Me doy cuenta que era es lo que le gusta, que la punta de su verga este rodeada y apretada por mi garganta, e intento soportar la sensación de ahogo y arcada por más tiempo, hasta que ya no puedo más. Esta vez estoy a punto de vomitar, pero a tiempo él saca su larga lanza en el momento justo para que no ocurra.
Con los ojos arrasados de lágrimas, y mientras él vuelve a escupir directamente en mi boca, yo respiro por la nariz muy profundamente y en cuanto me recupero abro la boca, como señal para indicarle que estoy listo para que él continúe. Entonces, él toma mi cabeza y la sostiene firme, mientras empuja despacio pero sin detenerse, hasta que siento como su balano atraviesa limpiamente mi garganta. Escucho un largo jadeo de su boca y un estremecimiento de su cuerpo, que me indican que está disfruta intensamente taladrar mi garganta de esa manera.
Puedo jurar que jamás me he imaginado que el sexo oral tuviera esa vertiente. Tal vez porque su falo es demasiado largo y entra más allá de mi garganta, o porque mi esposa siempre se ha negado a satisfacerme de esa manera, el caso es que estoy descubriendo lo que es una verdadera deep throat.
Experimento un place extraño, no solo por ese modo de usar mi garganta, sino también por ser escupido de un modo tan morboso. Las penetraciones se hacen más profunda, y durante más tiempo. Su verga esta cada vez más dura al grado de que le cuesta trabajo doblarla para enterrarla en mi boca, mi cara está totalmente bañada, tanto por sus escupidas como por mi propia saliva y sus mismas emisiones precum. Mi respiración se mantiene agitada y apunto del ahogo.
Vuelve a colocar su culo en mi boca mientras toma mi mano y la lleva a su tranca, que de inmediato empiezo a masturbar, al mismo tiempo que él levanta mis dos piernas. Otra vez sus dedos se entierran en mi culo y, con frenesí lamo su culo y guevos mientras masturbo su verga erguida y mojada con mi propia saliva. Me sumerjo en una efervescencia que me anticipa que estoy a punto de eyacular sin tocarme.
Todo se vuelve más intenso. Sus nalgas se frotan más rápido sobre mi rostro, alternando su movimiento de adelante atrás, y luego, en forma circular. Mi mano frota sin parar su enhiesta tranca. Sus gemidos son más rápidos y profundos. Sus dedos se entierran más duro y profundo en mi culo.
Entonces modifica el movimiento de su trasero e inicia a subir y bajar encima de mi lengua. De inmediato la saco y estiro para que pueda entrar lo más posible en pequeño anillo pulsante.
De mi bajo vientre brota una especie de burbujeo en aumento, mi espalda experimenta un cosquilleo caliente y luminoso. Aunque mi verga esta flácida sé que mi eyaculación esta cerca. Entro en una especie de ataque, muevo frenéticamente mi cara mientras mi Amo continua dándose sentones en mi lengua. Estoy casi a las puertas del cielo. De pronto. Sin previo aviso, de mi culo desaparecen sus dedos para, enseguida, cae en mis nalgas un duro golpe.
La sorpresa me paraliza, por unos instantes mi mano y mi boca abandonas su tarea. El sigue moviendo su culo en mi rostro y también, dándome nalgadas una tras otra.
No pares perro , escucho lejana su voz como una orden imperativa, no te detengas cabrón , me ordena mientras con una mano me toma del pelo y me empuja hacia su culo, para luego instarme a que siga acariciándole la tranca, pero todo esto, sin dejar de nalguearme.
De inmediato reacciono y vuelvo a masturbarlo y a colocar mi lengua del modo que lo excita. Mi cuerpo entra en un extraño proceso. Se empiezan a fundir la sensación de tocar la dureza de su miembro, su culo estrellándose sin parar en mi cara, y los golpes en mi trasero.
Las tres cosas juntas se envuelven en un éxtasis profundamente placentero, en este instante el dolor se convierte también en placer, pero un placer tan intenso o más que el que sentí cuando me introducía sus dedos.
Entonces todo se vuelve gozo, su tranca transmite a mis dedos placer, su nalgas a mi rostro, sus nalgadas a mi trasero. Son también placenteros: su movimiento; su jadeo; la humedad de mi rostro: el chasqueo que hace su cuerpo al chocar con el mío; mi propia respiración.
Luego, como en un sueño y en cámara lenta, siento como mi dueño se mueve y coloca su arma apuntando directamente a mi boca, y dispara sin parar su néctar masculino. Su olor y sabor llenan mi ser. En ese instante ya no soy yo. He olvidado mi nombre, mi edad, mi familia, mi historia y mi pasado, incluso deja de importar mi sexo. Todas las células de mi cuerpo están funcionando conectadas a él. Nuestra piel, corazón, mente y placer son lo mismo. No hay un intersticio de mi mente, sentimientos o cuerpo que no desee estar ocupado por él, por su vigor, su fuerza, su dominio. No existe ahora ningún deseo, ninguna voluntad, ninguna necesidad personal, que no sea la de ser suyo así, total, incondicional y permanente. Y sin buscarlo, lágrimas de felicidad escurren por mi rostro mezclándose con su saliva, sudor y semen.
Empiezo a creer en dios por dejarme experimentar lo que tanto tiempo había necesitado…..