En México todo te puede pasar (6)

A mis 39 conozco que es quedar fuera de una empresa, fuera de una pareja y fuera de tu casa. Uno de mis alumnos, de tan solo 19 años, me ha puesto un collar y una cadena y me ha follado salvajemente por la boca. Ahora, justo al llegar a la escuela, me ordena que renuncie a mi trabajo como profesor.

El impacto no proviene porque mi Amo me haga dejar mi trabajo como profesor, sino porque esa decisión representa un paso más para hacerse dueño de mi vida, una vuelta más a la tuerca de mi esclavitud.

Durante mi última clase voy a ver al rector. Le explico que necesito hacer algo personal durante un mes, él acepta reticente,  no sin antes reconocer mi alto desempeño y haciéndome prometer que al cumplirse el mes regresaré a la institución, insinúa que puede ofrecerme un puesto mejor que el que tengo.

A las ocho, él me espera en la salida, al acercarme gira, y yo como perro fiel camino  detrás de él. Hace una llamada, para enseguida detener un taxi. El sube en el asiento delantero y yo en el trasero. Da una dirección y el taxi nos lleva hasta un alto edificio del centro.

En el lobby, mi Amo pide al vigilante que lo anuncie con el Lic. X. El guardia hace la llamada y es hasta entonces que nos franquea el paso. No hay casi ninguna oficina trabajando. En el elevador tiemblo, hay algo que me dice que no es una visita normal la que haremos. Llegamos hasta el piso más alto.  Los pasillos están desiertos, vamos hasta uno de los despachos.

Mi Amo abre una puerta,  hay un recibidor y luego el despacho principal.  Al cerrar se escucha  una voz delgada casi infantil que desde el despacho dice : pon el seguro por favor** . Recibo la orden de permanecer en el recibidor y mi Amo entra al despacho.

No escucho lo que hablan pero casi de inmediato, ambos salen. El hombre del despacho parece un personaje casi salido de una historieta.

Tiene  cara y estómago regordetes pero el resto del cuerpo delgado. Es el típico burócrata de piel pálida y lampiña que permanente mente sonríe. Tiene una apariencia joven, pero ha de frisar los cincuenta. No pasa de medir 160. Luce ya una calvicie incipiente, que trata de disimular peinando de un modo chistoso el resto del pelo que, de seguro se lo pinta, porque es de un tono falsamente azabache. Tiene varios gruesos anillos de oro en los dedos, un reloj de marca porta en una de sus muñecas, mientras en la otra hay una esclava con su nombre, dos collares penden de su cuello con sendos dijes  religiosas.  Huele a una colonia  fina. Tras los lentes hay unos ojos pequeños pero inquisitivos, se mueve con inquietud nerviosa. Sonríe y me mira con curiosidad.

Licenciado, este es el perro del que le he hablado. Dice mi Amo. Date vuelta cabrón, quiero que el licenciado te vea bién, me ordena. Yo giro lentamente dos veces,  primero para un lado y después al lado contrario. El hombre se frota las manos. Desnúdate, me ordena ahora mi Señor y de inmediato me despojo de mi ropa. El hombre se sorprende cuando ve que no uso ropa interior. De su mochila, mi Amo saca collar y cadena y me las coloca, mientras un calor intenso empieza a  invadir mi cuerpo.

De rodillas perro, ordena mi Amo y apenas lo hago, gira despacio cabrón, añade. Luego quedo quieto y el hombrecillo gira para verme de todos los ángulos . Pon la frente en el piso, animal. Su voz llega clara y potente a mi cerebro. La presión del controlador de erección  me impide totalmente la erección, pero no un dolor en mis testículos.

Ábrete el culo puto, escucho a mi Amo decir. Mi mente flota en una dimensión nueva. En un espacio recién descubierto. En un sitio donde solo existe la voluntad absoluta de mi Amo. Ahí permanezco yo, como una sombra que solo se materializa en el instante de acatar sus órdenes. No hay otra sensación más poderosa que obedecerlo. No hay vergüenza ni humillación solo el placer y el orgullo que el de servirlo. Con mis dos manos abro mis carrillos lo más que puedo y me mantengo así. Siento en mi culo expuesto, como reacción mi culo se aprieta.

Siento un dedo hurgando en mi ojete y la risa infantilizada del sujeto. Intenta varias veces hasta que con brusquedad me penetra, un gemido sale de mi boca sin querer, pero de inmediato, el jalón de la cadena me recuerda que debo de soportarlo sin exclamaciones. El sujeto ríe de mi reacción para luego sacar el dedo de mi ano.

Es un perro muy bien entrenado licenciado, fíjese. Lámele los zapatos al licenciado perro. Y sin dudarlo agacho mi cabeza para hacerlo. Son zapatos caros, de piel, están lustrosos, mientras lamo detecto el olor a sus pies. Por un instante retengo la respiración como rechazo, pero luego, pienso que a un perro como yo no debe ocuparse mas que de cumplir las órdenes de su Amo. Entonces reanudo mi labor, lamiendo con energía  una y otra vez, mientras el hombrecillo exclama con voz sorprendida, oye, de verdad que es un buen perro, que bien adiestrado lo tienes .

Tenga , dice al hombre mi Amo mientras le entrega la correa que sujeta la cadena. Pruebe usted, él le va a obedecer cualquier cosa . Cualquier cosa? Pregunta incrédulo el hombre mientras coloca la correa en su muñeca, si, afirma mi Amo, cualquier cosa. Entonces el hombre se sienta en el sillón de la sala y me dice con su voz de niño , ven perro, desabróchame el cinto.

Sentado, el cinturón está prácticamente oculto bajo su barriga y  tiene que levantarla un poco para dejarme maniobrar hasta que lo desabrocho. Me detengo ahí, y el hombre voltea a mirar interrogante a mi Amo. Solo le ordenaste que desabrochara tu cinturón . Noto que mi Amo ahora lo tutea al hombrecillo.

El hombre titubea y a continuación dice nervioso: chúpamela. Abro el botón y su zipper, intento bajar el pantalón pero es imposible. Entonces él se levanta y al ponerse de pie, aprovecho para bajar de una vez su pantalón y su trusa de algodón blanco, tipo para niños. Aparece entonces, debajo de su enorme panza, un pequeño conjunto de vellos púbicos, y bajo él, una verga sin circuncidar de 6 o 7 centímetros sin ningún grado de erección.  Bajo el capuchón hay abundante líquido precum, que hace que caiga un espeso hilo transparente que baja como araña, desde su verga flácida hasta el piso.

Acerco mi rostro y meto su pene en mi boca. Cabe sin problemas. Muevo mi lengua a su alrededor, pero sin ningún crecimiento, entonces con mis dedos retiro su prepucio y aparece una cabeza roja como una cereza.

Chupo suave mientras él respira más profundo. Por fin empieza a reaccionar. Se sienta en el sillón y estira las piernas. Rápidamente su verga se entiesa. Erecta debe medir unos 10 u 11 centímetros. El tamaño es ideal para chuparla toda. Empiezo a sentir otra vez que mi vientre se incendia. Su verga permanece ahora bien dura y yo aprovecho para darle lamidas como si fuera un helado.

Chupo entonces sus pequeños y lampiños guevos, son rosados y redondos como los de un bebe. El hombre gime. Siento la mano de mi Amo tomándome fuerte del pelo, mientras que ordena: la verga puto, chúpale bien la verga al licenciado. Yo abro la boca y él empuja fuerte hacia el vientre hinchado del hombre. No me deja sacarla ya de la boca, empuja sin parar. Afortunadamente el tamaño me permite respirar y mamársela al mismo tiempo.

El hombre gime, resopla y tiembla, mi  Amo no cesa de empujar hasta que, sin más, el hombre emite unos gemidos agudos, se estremece y  empieza a eyacular. Su emisión es poca, casi líquida y de un sabor débil, sin embargo estoy excitadísimo, sintiendo la mano de mi Amo empujando sin parara hasta que he tragado toda la emisión.

El sudor del hombre se mescla con mi saliva y su eyaculación. Tengo el rostro empapado pero sigo reteniendo en la boca el falo que rápidamente regresa a su estado normal. Mi Amo pregunta : ya licenciado? Y el hombre respira satisfecho, si, dice. Entonces es cuando retiro mi boca . **Trae una toalla para que limpies al licenciado me ordena . De inmediato cumplo la orden, mientras sin poderlo remediar, de mi verga mana incesante, el delgado hilo brillante que delata mi propia excitación .

Después de limpiar al hombre, mi Amo me ordena  que vaya a  vestirme y quitarme el collar y la cadena. Cuando regreso ellos toman un higball y hablan animadamente.

Permanezco callado y de pie mientras ellos charlan. El hombre habla entusiasmado de lo bien que estuve. Me siento orgulloso por ello, sin embargo, rectifico y hago un esfuerzo para dejar de escuchar lo que ellos hablan, concentrándome en mi propio estado.

Eres un perro auténtico, puto. Me digo. Has firmado un contrato donde renuncias a tu libertad para acatar solo la voluntad de tu Dueño; le entregas tu cuenta bancaria; renuncias a tu trabajo y ahora; te entrega a su amigo solo para probar tu obediencia . Me sentí humildemente orgulloso de todos estos pensamientos.

Luego al terminarse sus bebidas se despiden, el hombrecillo entrega a mi Amo un sobre, cuéntalos, es lo que acordamos , dice. *No hombre como crees, responde él, si somos hombres de palabra .** Se dan un abrazo como si sellaran un negocio, Y ya sabe licenciado, el día que quieras, a la hora que gustes, nada mas échame una llamada y ya sabes, perros finos y obedientes.*** Ja j aja ja, ambos ríen sonoramente. Entonces los dos, salimos del despacho.

En cuanto entramos al elevador, su actitud cambia drásticamente, sorpresivamente me toma del pelo y me hace arrodillar ante él, me da un par de fuertes bofetadas y me ordena imperioso, chúpamela la verga hijo de la chingada .  Mientras abro su bragueta, me doy cuenta de que ya está empalmadísimo. Me cuesta trabajo sacarla, ya que la tiene bien parada y es imposible doblarla siquiera un poco. Entonces opto por bajarle por completo pantalón  bóxers. Entonces aparece  triunfante apuntando hacia el ombligo y palpitando orgullosa, con sus inmensos y peludos globos que se han recogido y endurecido por la excitación.

Solo alcanzo  a darle un par de mamadas, porque de inmediato él me hace levantar, y de un jalón me empuja para que me ponga con las piernas abiertas, frente a la pared del elevador, con las manos en alto. Casi simultáneamente me baja el pantalón, escupe en su mano, untando su verga con saliva, luego repite la operación,  esta vez, para ponérmela en el culo. Mueve su tranca alrededor de mi ojete para mojar mi entrada, para lo que también ayuda el abundante precum que emite.

Sin aviso, hace una estocada única. El dolor me atraviesa desde la cabeza a los pies. Apenas me doy cuenta de la profundidad con que me había clavado, cuando empieza a moverse de manera furiosa, entrando y saliendo con un frenesí salvaje.

Me toma del pelo jalando fuerte al tiempo que, una de sus manos me sostienen por la cintura haciéndome mover adelante y atrás, aumentando así, su fuerza de choque. En el elevador el sonido se concentra, mis nalgas y su vientre suenan con un ritmo rápido cada vez que su cuerpo choca contra el mío . Así?, me pregunta al oído, con una voz pastosa por la lujuria. Así te gusta que te cojan puto?. Mi boca tiembla y no puedo articular palabra por el  jalón que hace de mi pelo. Sin embargo, no sé cómo, esa sensación rápidamente se transforma en placentera. Apenas mascullo un si, señor , cuando el vuelve a preguntar, esto? , esto es lo que querías perro?. -Si señor-. Así querías que te tomara puto?. Así, te gusta que te cojan, verdad perro?. Esto quieres cabrón, esto es lo que anhelas todo el día puto?.** Su aliento caliente y alcoholizado aumenta el impacto de sus palabras en mi cerebro.

Mientras habla, sus manos se tornan increíblemente activas. Me agita como un muñeco de trapo. Tan pronto me junta hacia él, como me vuelve a separar. Enseguida me toma del pelo, y con fuerza me jala provocándome un dolor intenso, pero que, en medio de esa salvaje cojida se convierte en parte del morboso placer. Luego introduce sus dedos en mi boca,  para después, tomar mis pezones y apretarlos con fuerza salvaje.

También es pasmoso sentir su pelvis moviéndose sin parar, como una máquina contra mí. Yo  trato de levantar el culo y mantenerlo inmóvil para aguantar sus embestidas, pero por mas fuerza hago, su empuje incontrolable me devuelve hacia adelante. Aprieto mis piernas y brazos para detenerme contra la pared del elevador, pero su fuerza es superior y termina por arrempujaba hasta que mi  cara pega al frio metal del cubo.

En cuanto puedo, nuevamente saco mi trasero hacia atrás, y siento su lanza dura clavarse profundo en mi, proporcionándome un doloroso placer, a la vez extraño e intenso. Luego me abraza, inmovilizándome mientras sus penetraciones aumentan de ritmo y ferocidad. En mi cuello su aliento me quema, sus palabras me hacen subir al cielo y bajar al infierno cada segundo. Así perro?. Así  puto?.- Si  señor, así!!-. Te gusta hijo de la chingada, te gusta mi verga, puto?. -Si amo me gusta-. Te gusta que te la meta toda perro?. -Si señor si, me encanta sentirla toda-. Eres mío puto?. -Si señor soy suyo, Usted es mi dueño Señor-  Te gusta que haga contigo lo que se me antoje perro?. -Si señor, úseme como quiera-. Te gustó chuparle la verga al licenciado perro?.- Si señor me gustó obedecerlo-. Sabes que el cabrón pagó por eso? que me dio dinero por usarte?, entiendes que te prostituí pendejo?. -Si señor lo entiendo-. Y eso, te gusta puto?.- Si señor, si me gusta, me encanta que haga conmigo todo lo que se le antoje-.

Las palabras se vuelven jadeos, y los jadeos gemidos, y los gemidos alaridos. En el fondo profundo de mi culo, su tranca palpita sin parar mientras eyacula una y otra vez, llenándome con su semen ardiente. Pierdo la noción del tiempo, solo reacciono cuando el timbre el elevador anuncia que se abrirá la puerta.

Por instinto pulso el botón de emergencia, mientras mi Amo sale de mi. Ambos subimos y abrochamos la ropa de prisa. Durante una fracción de segundo, miro su pene aun húmedo y semi erecto, pero contrastando con su piel blanca, ahora hay  algunas manchas que lo enrojecen. La puerta se abre cuando nuestros pantalones quedan en su sitio.

No sé cómo esta mi rostro, pero el de mi  Amo luce encendido y sudoroso. Trato de acomodar mi pelo. Afortunadamente el pasillo de salida esta vacio,  solo está el guardia, que masculla buenas noches sin dejar de ver en su portátil al chavo del ocho.  En el taxi, mi Amo se sienta al lado mío, y me enseña el contenido del sobre. Cinco billetes de cien dólares. Los vuelve a guardar sonriente, nunca lo había visto tan contento.

Sorpresivamente, en un arranque desconocido,  acerca su boca a mi oído, y me pregunta algo en voz baja. Yo, como única respuesta bajo la cabeza, avergonzado. El aprieta mi cuerpo contra el suyo. Alcanzo a percibir claramente el olor de su semen, de su sudor y su aliento. Mi piel se estremece.

Sin soltarme, pone su otra mano en mi pierna, cerca de mi rodilla, y mirándome fijamente, con una sonrisa de niño juguetón, da un fuerte apretón que me hace saltar involuntariamente. Cierro los ojos y recargo mi cabeza en su hombro, sin importarme que el taxista vea a través del retrovisor, finalmente estamos en la ciudad de México donde están legalizadas las uniones no heterosexuales. A lo largo del trayecto mantiene su abrazo, y de cuando en cuando repite el juego. Cada apretón me provoca oleadas espasmódicas que recorren mi espina dorsal y me hacen gozar una especie de éxtasis tántrico.

Solo al llegar al edificio vuelve a su conducta normal. Lo miro subir las escaleras, mientras yo camino detrás. En mi cabeza está grabada para siempre la pregunta que me hizo en el taxi. Porque nunca me dijiste que eras virgen?. En un pasillo nos cruzamos con nuestros vecinos,  la sagrada familia les digo yo. La  niña me mira con simpatía, la madre me ignora y el hombre me mira con altanero desprecio.

Tengo ganas de decirle si, todo  lo que se imagina es cierto, este macho es mi Amo,  y hace 20 minutos me acaba de desvirgar salvajemente dentro de un elevador, y por mis piernas ahora mismo me está  escurriendo su semen y mi sangre. Pero me reprimo y solo lo miro con sorna. Este día no me lo va a echar a perder nadie.

GRACIAS A LOS COMENTARIOS RECIBIDOS, ESPERO ME ORIENTEN SOBRE LA TRAMA DEL RELATO, SUS OPINIONES SON MUY VALIOSAS.