En México todo puede pasar (5)

Esa noche, después de la increíble follada que por la boca hizo mi Amo. Me entrega una hoja impresa, en la que detalla las condiciones que necesito cumplir, si quiero que me tome como esclavo.

Esa noche, después de la increíble follada que por  la boca hizo mi Amo. Me entrega una hoja impresa, en la que detalla las condiciones que necesito cumplir, si quiero que me tome como esclavo.

Establece que debo mudarme a vivir en su departamento, que a partir de ese momento, él tomará todas las decisiones sobre mi vida, controlará mi agenda, vestuario, apariencia  y  alimentación. Ante él,  yo debo mantenerme en silencio, alerta para atender cualquier orden que me dé;  solo puedo contestar lo que él me pregunte, cuando yo tenga una duda o pregunta, debo pedirle permiso para hacerla.

El  documento especifica que es mi obligación acatar todas sus órdenes de manera absoluta y sin chistar. Debo barrer y trapear su casa, preparar la comida, lavar y planchar su ropa, así como mantener aseado su calzado. A partir de hoy, dejaré de usar calzones, y además, le entregaré  mi tarjeta bancaria aceptando que disponga de mis fondos. Pienso en los ocho mil dólares y mi plan de hacer un viaje por el país, me digo que bien administrados alcanzan para un viaje de los dos, pero de inmediato deshecho la idea. No juzgues, no esperes, no tengas planes, esos son los pensamientos que debo tener de ahora en adelante.

El contrato incluye la entrega absoluta de mi cuerpo para satisfacerlo en el momento, lugar, forma y frecuencia que él disponga. Tengo prohibido masturbarme sin su autorización. Mi Amo tiene también derecho a castigarme, con motivo, o solo por puro gusto. En una clausula se establece que mientras mi esclavitud dure, mi Amo es responsable de mi seguridad física y mental.

El contrato es solo por un mes, pero puede ser rescindido si cometo una falta que a juicio de mi Amo sea grave. No me tiembla la mano al firmar, al contrario, no puedo evitar una sonrisa de gozo  y orgullo cuando lo hago y se lo entrego, junto con mi tarjeta bancaria y su clave de acceso. Suspiro y me invade una calma que jamás había experimentado.

Hoy dormirás aquí perro, me dice mientras me señala una estera junto a su cama. Mañana te asignaré tu celda . Me coloca un collar de cuero y una cadena, misma que engancha a un poste de su cama. Me señala que debo dormir desnudo y me entrega una frazada para cubrirme. Me instruye para que al día siguiente, me  levante a las 7. Y sin darme las buenas noches, me ordena que apague  la luz.  En un par de minutos empieza a roncar como bendito.

Aun cuando el grosor de la estera amortigua bien la dureza y el frio del piso, no puedo dormir. Mi cabeza está saturada de sensaciones placenteras, pero entre todas ellas, resalta el sentirme de su pertenencia, eso es algo fantástico. Tanteando y sin hacer ruido, me levanto y voy al cesto de ropa sucia, busco y saco el bóxer que acaba de quitarse. Como un condenado me pongo a aspirar el intenso olor de su sexo que aun guarda y entonces, así, me viene un sueño profundo y placentero.

Por la mañana me despierto a las siete en punto. Es genial verlo desperezarse estirándose como un felino sobre su cama y luego, levantarse con una erección al cien por ciento, mientras camina hacia el baño, rascándose displicentemente sus guevos, ordenándome que me pruebe uno de sus short y zapatos deportivos.  El short me queda algo apretado y sus tenis son de un número mayor, asi que me pongo doble calceta y los aprieto fuerte, por la playera no hay problema.

Mientras elijo la ropa, en el baño escucho el clásico sonido del meo de un hombre. Después, como un adolescente, sale del baño sacudiéndose una verga morcillona a media erección. Me basta mirarla por un instante para que mi verga empiece a pararse. El fresco de la mañana me ayuda a enfriarme. Salimos a correr a un parque cercano.

No estoy acostumbrado a hacer ejercicio, y no alcanzo ni siquiera a completar una vuelta. Él sonríe con superioridad y sigue sin parar, mientras yo me limito a caminar, la sesión dura media hora. Regresamos al edificio, pero en lugar de entrar al departamento, subimos a la azotea. Arriba, además de un espacio para lavar y colgar ropa, hay una habitación sin ventanas que él abre con una llave. La habitación en realidad son dos, en la primera está instalado un mini gym con un par de aparatos básicos, pesas y mancuernas, al fondo hay una puerta pequeña que ignoro hacia dónde conduce.

Toma una tabla con clip y en una hoja anota la fecha de hoy y me enlista una serie de ejercicios, muchos de los cuales ni siquiera sé cómo se realizan. Con paciencia de maestro, me explica cada uno. Aunque no estoy gordo, comparado con él me doy cuenta de lo que significa tonificar los músculos.

Me cuesta trabajo realizar todas las repeticiones que la tabla señala, pero su actitud es sumamente protectora, lo siento casi como un hermano, aunque no dejo de admirar el brillo que el sudor da su cuerpo varonil, que ahora luce con los músculos mas delineados por el ejercicio. Cuando mi cuerpo entra en contacto con los sitios donde él acaba de estar y deja llenos de sudor, no puedo evitar que se me dispare una erección que me avergüenza. Y es que es inevitable dejar de sentir la tibieza que su cuerpo deja, o el olor a sudor que emana. Esta sesión dura otra media hora aproximadamente.

Al finalizar, va a la puerta del fondo y la abre. Es un cuarto de mas o menos 2 metros de angosto y cuatro de largo, dividido en dos áreas, por un lado una pequeña mesa con  una silla metálica, un minicloset, y un catre;  en la otra un wc, lavabo y regadera. Tiene solo una diminuta y alta ventana hay un solo foco. Esta es tu celda perro, desde hoy  habitarás aquí , dice mientras me entrega las llaves. Luego de esto bajamos al departamento.

Me ordena que le prepare el desayuno mientras él se ducha. Hago algo simple a base de lo que encuentro en su refrigerador: verduras, carnes magras, jugos y cereales. Debo de reconocer que la cocina no es lo mío, pero hago mi mejor esfuerzo. Termino al momento en que sale de la ducha. Me ordena que termine de secarlo, lo cual me parece un regalo. Paso la toalla por su cabeza, hombros, espalda y pecho, levanta sus brazos y seco sus axilas. Levanta luego una pierna y seco sus genitales. Su cuerpo huele a jabón pero con un dejo de olor propio. Dios, que emoción me da tocar ese cuerpo joven y varonil, con esos músculos fibrosos, llenos de venas y vellos. Tiene un poblado pubis lleno de negros y largos pelos que resaltan sobre su blanca piel. Me estremezco al tocar sus guevos y su pene que, aún en estado de flacidez, luce  enorme. Termino secando luego sus piernas varoniles, con músculos bien marcados, sus tobillos y sus amados pies.

Luego le pongo calcetines, bóxers, playera, pantalón y camisa. Por último sus botas . No usa desodorante, sola cuando se rasura se aplica una colonia, me explica. Harás esto todos los días , me dice y sus palabras caen en mis oídos como música celestial .  Si señor digo mientras mi erección no baja y se hace cada vez más evidente. A él parece no importarle. Luego le sirvo el desayuno y mientras come, permanezco de pié a su lado, ninguno dice nada.

Al terminar, me instruye para que a partir de ese momento, yo coma siempre después de él, de pie en la cocineta y sin usar silla. El vuelve a su pc, mientras yo termino de desayunar, limpiar trastos y cocina. Solo entonces me deja ir a asearme en mi celda de la azotea, no sin antes ordenarme que debo rasurar mi pubis totalmente y mantenerme así siempre.

Mientras subo, me asalta la inquietud de saber, porque hoy no ha ido a trabajar al taller, pero luego recuerdo que según  el contrato firmado, no tengo derecho a cuestionar nada de lo que mi Amo haga o deje de hacer. Sonrío satisfecho de no haber caído en esa violación al contrato.

Mientras me rasuro me vienen unas ganas intensas de pajearme, pero la sola idea de desobedecerlo me lo impide.  Cuando salgo de ducharme, él aparece  y me ordena que lo sigua así, desnudo, solo ponte esto, me dice mientras me entrega un collar, una cadena y un pequeño y extraño artefacto , que, luego de verlo bien, adivino que es algo para evitar mis erecciones. Trato de instalarlo pero es imposible, tengo la verga a mil, y entre mas intento colocármelo, mas me excito. Él observa callado hasta que su paciencia se agota. Me toma del pelo y con fuerza me asesta un par de bofetadas, gritándome: eres un pendejo, hijo de la chingada, o te lo pones ahora o te parto la jeta a putazos, tu eliges perro!

Tiene el rostro rojo, la mirada furibunda y las venas de su cuello y sus sienes resaltadas. Me lleno de miedo, la posibilidad de contrariarlo y que pueda rescindir mi contrato me pone frío.

Instantáneamente mi pene se desinfla y coloco el artefacto. Es algo simple, un contenedor de cuero del tamaño de un pene flácido en el que se inserta el miembro dormido y que, al cerrarse como unas esposas, se mantiene afianzado a la base de la verga y los testículos.

El extremo del artefacto permite orinar sin dificultad pero, en el momento de una erección, el pene se encuentra firmemente encerrado, impidiendo que el cuerpo cavernoso se llene de sangre y por lo tanto, no puede hincharse de ninguna manera. El artefacto solo puede abrirse con una pequeña llave que por supuesto tiene mi Amo.

Luego me ordena vestir, que vaya a casa de mis padres y traiga un poco de ropa formal, casual, deportiva e interior. Nada superfluo, me aclara. Me da dos horas como  plazo para regresar.

Tomo un taxi y apresuradamente armo una maleta con mis cosas. Mis padres se alegran  por mi partida, no sé si es por mí, o por ellos. Mamá pregunta si puede hacer algo por mí , si, le respondo, regálame un libro de cocina , ella me mira con extrañez, no le doy chanza de hacer más preguntas y  añado: algo que sea  elemental, sencillo y rápido .

Sigo preparando mis cosas, y mientras hago todo esto, algo nuevo empieza a instalarse en mi mente. Identifico la sensación de sentirme controlado, de mirar constantemente el reloj, de experimentar una especie de placentera angustia por cumplir sus órdenes. Llevar puesto el controlador de erecciones, saber que él está esperando que cumpla con lo estipulado en el contrato. Pienso en que una falla puede provocar que él me eche de su vida. Eso es una motivación para apresurarme y regresar a su departamento otra vez.

Llego con el corazón palpitante justo diez minutos antes de cumplir el plazo. Él ni siquiera me voltea a ver. Sin decir nada me pongo a preparar la comida, arreglar su cama, remojar su ropa y acomodar la mía, todo esto mientras él sigue en la computadora.

Luego de la comida, es hora de ir a la escuela. Me instruye para que al salir juntos, yo siempre camine en silencio, un par de metros atrás de él, y claro, sin dirigirle la palabra. Cuando llegamos al plantel, justo en la entrada. Me da un folder. Fírmalo y entrégalo me dice , nos vemos aquí  a la salida.

Abro el folder y leo  el documento, es un oficio dirigido al Rector del plantel,  es…… mi renuncia como profesor a partir del día de hoy!. Siento que la sangre se me va a los talones.....

QUIERO SEGUIR ESCRIBIENDO, PERO ME INTERESA SABER SI CREES QUE MI FORMA DE ESCRIBIR ENGANCHA, SI RESULTA INTERESANTE, SI MANTIENE EL INTERES, SI RESULTA MORBOSO.      TU OPINION ES IMPORTANTE PARA MEJORAR Y PARA MOTIVARME A SEGUIR ESCRIBIENDO.         NO TIENE CASO QUE HAGA ALGO QUE A NADIE LE PARECE INTERESANTE.....