En manos de la experiencia (1)

Dicen que la experiencia es un grado, yo lo experimenté en mi cuerpo...

EN MANOS DE LA EXPERIENCIA. I

Allí estaba tendida en su cama más que satisfecha y, sobre todo, agotada. Mi simpático vecino, el que me animaba con sus piropos y siempre tenía una palabra agradable para mí, me había llevado a su casa, hizo de mí cuanto quiso y, como me dijo unas horas antes muy gráficamente, "había conseguido que le abriera mis piernas y le pidiera que me follara", lo mas curioso es que me encantó, no pensaba que me iba a dar tanto placer y, sinceramente, me hizo disfrutar hasta el límite, su experiencia estuvo muy por encima de su resistencia y me olvidé de su edad, me arrancó múltiples orgasmos y me hizo disfrutar intensamente. Sus dedos, lengua, dientes, polla, voz, aliento…, me hicieron tocar el cielo multitud de veces, se preocupó de mi placer mas que del suyo e hizo que me sintiera la mujer mas deseada y sexy del mundo. Estaba tendido a mi lado y le miré, su polla reposaba semierecta sobre uno de sus muslos y respiraba pausadamente, dos de sus dedos estaban dentro de mi coño que, en las últimas horas, en pocas ocasiones había estado desocupado .Cerré los ojos y rememoré como había llegado hasta allí.

Habían transcurrido unos meses desde que mi vida sexual se transformó con la decisiva colaboración de "Q", mis amantes seguían siendo él y "A", aunque también tuve aventuras en las que participó mi marido y algún otro hombre de forma esporádica. Una mañana, dejé a mi hija en casa de mi hermana y me fui de compras, ella la llevaría a casa a la hora de comer. Mi marido estaba de viaje de trabajo, precisamente con "Q" y otro compañero, y no volvería hasta el viernes. Volví a casa pronto pues no encontraba nada de lo que buscaba, al poco de llegar sonó el teléfono, contesté y era "A", mi cuerpo se estremeció al oír su voz, hacía unos más de una semana que no lo veía, oí como me decía

En cinco minutos estoy detrás de tu casa, nos vamos – colgó.

Mis bragas comenzaron a mojarse, sabía lo que aquello significaba, SEXO, pero sexo en su sentido estricto, me follaría en el sitio más inesperado como siempre lo hacía, no habría preliminares porque no lo necesitaríamos, estaríamos tan calientes que iríamos a la penetración directa. "A" era la cara opuesta a "Q", la sutileza de este era rudeza en el otro, me manejaba, me sentía una marioneta en sus manos, él llevaba la batuta y a mi me encantaba dejarme hacer. Miré el reloj y corrí a mi dormitorio, no le gustaba esperar así que me desnudé, cogí un vestido "beige" abierto y me puse una delgada cadena dorada en la cintura, era todo mi vestuario, a él le gustaba tomarme desnuda y así iba yo a sus citas, totalmente accesible. Corrí a la puerta y llamé al ascensor, entré y me miré al espejo, los pezones se me marcaban con claridad y mis muslos eran bastante visibles. Salí y corrí a la entrada, al salir volví a encontrarme con mi vecino que, como siempre, me piropeó

¿Dónde irá la vecina más guapa? Quién fuera más joven… – dijo.

Ya quisieran muchos jóvenes estar como usted- le contesté sonriendo y continué mi camino.

Me volví y el continuaba mirándome desde la puerta, le mandé un beso, tenía su mirada fija, descaradamente, en mi culo. Le dije adiós con la mano y me fui.

"A" estaba esperándome, abrió la puerta y me senté en su lado. Arrancó, me desabroché tres botones del vestido y abrí las piernas, el acercó su boca a mis labio y me los mordió mientras pasaba sus dedos por mi hendidura, eché la cabeza hacia atrás mientras mi vientre comenzaba a temblar. Notaba húmedo el coño, pero cuando me tocó el clítoris, se abrieron mis compuertas, vi como sonreía satisfecho y se llevaba los dedos mojados de mis jugos a la boca y los chupaba con placer, yo me sentí orgullosa.

No sabía cual era nuestro destino ni lo preguntaba, me llevaría donde el quisiera y me follaría a mansalva, ese pensamiento me hizo mover mis caderas lujuriosamente, deseaba llegar ya y sentir como me taladraba. Observé como entraba en un aparcamiento de una zona comercial, bajamos del coche y, tomándome del codo, me hizo caminar hasta que llegamos a unas salas de cine, esperé mientras se acercaba a la taquilla. Entramos, eran las doce de la mañana y en la sala solo vi cuatro personas, "A" me llevó a una de las últimas filas y nos sentamos, me di cuenta que no me había cerrado el vestido, probablemente mas de una persona habría visto mas de lo debido, sonreí para mi. "A" según su costumbre, hablaba poco y actuaba, aún no se habían apagado las luces y ya me estaba machacando el coño, sus dedos entraban, salían, acariciaban, pellizcaban… y mi cuerpo respondía, me retorcía de placer y trataba de buscar mas contacto, le abrí la cremallera del pantalón y le saqué la polla que noté tersa y erecta, en ese momento se apagó la luz, "A" desabrochó los botones que quedaban y ye me quité el vestido, a él le gustaba tenerme desnuda y yo le complacía, me sentía caliente, me abrazó sin dejar de jugar con mi sexo y noté como mis jugos empezaban a resbalar por mis piernas, vi como se bajaba los pantalones y me senté sobre sus rodillas mirándole, respondió mordiéndome los pechos, los pezones se levantaron buscando sus caricias, "A" se convirtió en un torbellino, besaba y acariciaba todo mi cuerpo que, poco a poco, iba rindiéndose a su conquistador, mis gemidos iban haciéndose mas audibles y él me tapaba la boca besándola. Me tomó de la cintura y me levantó un poco, puso el miembro en mi hendidura y me hizo subir y bajar rozándola con el glande, yo no podía más, ansiaba que me penetrara y se lo pedía con voz queda, el jugaba conmigo y yo notaba como mis labios mayores se abrían e hinchaban. Mis jadeos eran ya continuos y la presión de mi vientre se hacía insoportable, acerqué mi boca a su oído, le mordí el lóbulo y le supliqué

¡¡Follame por favor!! –

Me hizo mirarle y de repente me penetró de golpe, sentí como si una lengua de fuego me invadiera, grité sin poder contenerme, sin duda me habían oído los espectadores, pero ni me lo planteé, no me dio tiempo. "A" comenzó a follarme con esa fuerza que me asustaba y, al mismo tiempo, me volvía loca, era su juguete, él lo sabía y me demostraba quien mandaba en ese acto, mi vientre temblaba, mi coño emitía lo que yo creía que eran litros de flujo y mi corazón parecía querer salirse de mi pecho, su polla entraba y salía de mí con una frecuencia y fuerza alucinantes, sentía como un gran orgasmo crecía en mi interior, yo era una marioneta y mi macho manejaba los hilos, comenzó a cambiar su ritmo, frenándose cada vez que notaba que yo iba a llegar, me abracé a él y nuevamente le rogué

Por favor… quiero correrme…déjame llegar… inúndame con tu semen.

"A" comenzó a moverse como un salvaje, cada embestida suya me hacía saltar, se apoderó de mi boca con la suya, me follaba y, al mismo tiempo, su lengua recorría cada rincón de aquella, intercambiamos mordiscos, saliva y pasión. Mi cuerpo, rendido, se abría ante esa polla que horadaba cada centímetro de mi sexo, mi calor interno aumentaba mientras cantidades ingentes de líquido, salían de mí y mojaban todo a su paso, era suya y solo esperaba el momento en que mi hombre decidiera dejar su semilla en mi vientre. De pronto, supe que ese momento había llegado, nuestras bocas seguían unidas y su lengua llegaba casi a mi garganta, noté como su miembro se introducía profundamente y se hinchaba dentro de mí, nos quedamos quietos y así, noté como se aceleraban las pulsaciones de su polla y como depositaba en mi vientre tres o cuatro descargas de caliente semen. Me corrí con la misma intensidad que lo hacía cada vez que este hombre me follaba, sentía como mi vientre se liberaba de la presión a la que había estado sometido, yo bufaba dentro de su boca mientras el placer se apoderaba de cada fibra de mi cuerpo. No se cuanto tiempo estuvimos abrazados, su miembro, poco a poco, fue perdiendo su tamaño mientras los temblores de mi vientre iban decreciendo en intensidad. Pensé que "A" le daba sentido a la palabra "follar", eso era lo que él hacía, "follaba", y mi cuerpo, sometido, se lo agradecía.

Tomó mi vestido y me lo entregó, me salí de él y me puse de pié, me mantuve unos segundos delante suyo con mis piernas abiertas una a cada lado de su cuerpo, mi coño estaba a escasos centímetros de su boca, "A" me cogió del culo y me acercó más, vi como su boca se acercaba lentamente a mi sexo y su lengua salía a su encuentro, noté como se introducía en mí e, inmediatamente, una descarga de flujo manó de mi vientre arrastrando parte de su semen. "A" tragó todo lo que pudo mientras yo me mordía los labios para no gritar, se levantó y me besó de nuevo, mi lengua entró en su boca y saboreé los jugos de los dos. Me puse el vestido y nos dirigimos a la salida, seguían las cuatro personas que había cuando llegamos, yo iba con un brazo alrededor de la cintura de "A" y mi cabeza apoyada en él, pensé que esas personas pensarían que éramos una parejita de enamorados y sonreí, no era así, yo solo era una hembra satisfecha y sometida por un macho.

Salimos y volvimos al coche, no hablábamos, casi nunca lo hacíamos, lo nuestro era sexo puro y duro. Me senté y, de nuevo, desabroché algún botón del vestido, quería estar accesible, el me miró y sonrió, me introdujo dos dedos antes de arrancar y recorrió mi sexo de arriba abajo, los sacó y lamió uno de ellos, después me acercó el otro, lo chupé con delectación hasta dejarlo limpio. En unos minutos estuvimos en mi casa, me recompuse la ropa como pude y bajé del coche no sin antes acariciar discretamente su polla por encima de los pantalones.

Mientras me dirigía al ascensor miré el reloj, la una y cuarto, me había estado follando una hora… me estremecí, mi calentura seguía latente. Se abrieron las puertas e iba a entrar cuando oí que me gritaban

¡Espera un momento! –

Era mi vecino, me apoyé de espaldas en el marco del ascensor y esperé que llegara, entró y me sonrió

Buenos días – saludó - ¿de donde viene la vecina más guapa de la casa?

Buenos días – le contesté – simplemente de pasear un poco.

Repentinamente el ascensor se detuvo, me sobresalté e, instintivamente, me acerqué a él que me pasó el brazo por encima de los hombros, me apreté contra él que ya había pulsado la alarma.

Tranquila – dijo – nos sacaran enseguida.

Tengo un poco de claustrofobia – respondí nerviosa.

Oímos la voz del portero que nos comunicaba que en pocos minutos estaríamos fuera, estaban hablando con la compañía eléctrica y si el problema iba para largo, nos sacarían por medios mecánicos, temblé y me apreté más a él. Estaba preocupada y empezaba a agobiarme, nuevamente intentó tranquilizarme.

Piensa que estamos en otro sitio hablando amigablemente, ¿de acuerdo?

Noté como sus manos empezaron a acariciar mis hombros y cerré los ojos, me sentía protegida y me relajé, sus manos se trasladaron al cuello y un estremecimiento me sacudió, intenté separarme pero me lo impidió con fuerza.

Tranquila – me susurró.

Ya su mano estaba en la parte superior de mi pecho, me quejé con voz baja

Por favor – le pedí – no siga.

¿De verdad quieres que no siga? – peguntó.

Uno de sus dedos, comenzaba a bajar por el canal de mis pechos y yo me sentía como anestesiada, sentí algo duro en mi cadera y miré, se le notaba una erección considerable. En ese momento el ascensor comenzó a moverse y nos separamos bruscamente. Notamos que bajábamos y, efectivamente, el ascensor paró en la planta baja allí estaban el portero y dos vecinos que nos preguntaron que tal nos encontrábamos, les contestamos que bien y el portero nos informó que había sido una sobrecarga en la red que provocó un pequeño corte de suministro.

Mi vecino, Antonio*, me preguntó, creo que con doble sentido

¿Te atreves a subir conmigo? –

Le miré sopesando las consecuencias de un sí, de repente me decidí, le sonreí y le contesté

Vamos a echarle valor –

Me miró con sorpresa y, creo, agradecimiento. Yo sabía que con ese acto le autorizaba a seguir lo que había comenzado, pero, sinceramente, ese ratito en el ascensor me produjo un agradable cosquilleo en mi sexo, de todas formas supuse que unos toqueteos en las tetas lo dejarían satisfecho. Me ofreció su brazo que yo tomé teatralmente y así entramos en el ascensor entre las sonrisas de los demás. Al cerrarse las puertas nos miramos a los ojos, yo retrocedí y me apoyé en una de las paredes sin dejar de mirarle, Antonio se me acercó y lentamente desabrochó los botones de arriba, mis pechos saltaron libres

Sabía que no llevabas sujetador- musitó

Vi que estábamos llegando a mi planta y rápidamente me cerré el vestido, él se quedó paralizado

Lo siento - le dije –

Mi mujer no está, sube a mi casa – suplicó.

Me quedé pensando, me atraía un jueguecito con él, el cosquilleo de mi entrepierna crecía por momentos y mi coño parecía que también votaba por la aventura. El ascensor acababa de detenerse en mi planta, salí y le dije

Espéreme en su casa, subo en unos minutos –

Entré en casa y me dirigí al cuarto de baño, me di una ducha rápida y me sequé, en ese momento sonó el teléfono, contesté, era mi hermana

Veo que ya has llegado, ¿Te llevo a la niña o le doy de comer aquí? –

Pensé que todo se ponía a mi favor, le contesté

La verdad es que no he visto nada, si te quedas con ella, sigo buscando algo.

De acuerdo - me dijo - ¿Cómo quedamos?

Yo me paso a recogerla, hasta luego.

Nos despedimos y terminé con los preparativos, me puse un tanga, el mismo vestido que traía y unas gotas de perfume, me miré al espejo y me gusté, estaba terriblemente excitada y quería estar en manos de la persona que cada vez que me veía, me decía algo bonito. Subí por la escalera, él vivía en la planta de arriba y, al parecer, estaba esperándome porque la puerta estaba entornada y se abrió antes de que yo llegara. Entré y la puerta se cerró detrás mía, sentí su presencia a mi espalda pero no me volví, esperaba su asalto que, sorpresivamente, no se produjo. Me encontré dentro de un salón más grande que el de mi casa, oí que me decía

Siéntate –

Así lo hice, aprovechando para mostrarle buena parte de mis muslos, ahora lo tenía frente a mí, le estudié con atención, sabía que tenía más de 65 años porque se había jubilado poco antes pero se conservaba muy bien, sus arrugas y su pelo blanco le daban un toque atractivo, él se dio cuenta del examen

¿He aprobado? – preguntó

Con notable - contesté riéndome

¿Entonces tengo posibilidades de comerme este bombón?

Todas- le respondí con voz insinuante- pero con limitaciones.

¿Qué limitaciones? – inquirió.

No habrá penetración - le contesté.

Antonio me miró y, muy serio me dijo

Tu misma te abrirás de piernas y me pedirás que te folle.

Un estremecimiento me sacudió, me habló con una seguridad que me hizo dudar de mí, la verdad es que únicamente quería ser acariciada y, si acaso, darle una mamada; al parecer, las intenciones de él eran otras. Aparté de mi mente esos pensamientos y me preparé para pasar un buen rato. Antonio hablaba de cosas triviales mientras yo me sentía cada vez más caliente, deseaba que me tocara y así se lo hice saber, él me respondió

Cada cosa a su tiempo –

Yo me movía inquieta, mi coño temblaba ansioso por ser acariciado, un calor que nacía entre mis piernas iba invadiendo poco a poco todo mi cuerpo y noté como mis pezones se endurecían y se marcaban claramente en mi vestido. Antonio sonreía y me miraba la cara, los pechos, la entrepierna… yo sudaba de deseo y contestaba automáticamente a sus preguntas esperando que se abalanzara sobre mí

¿Cuándo vuelve tu marido? – preguntó.

El viernes, está fuera – respondí con voz ronca.

¿Y la niña? –

Está con una de mis hermanas, debo recogerla más tarde – repuse.

¿Qué has sentido en el ascensor? - volvió a preguntar.

En principio miedo, cuando me acerqué a usted tranquilidad y cuando empezó a tocarme… me excité… me excité mucho, nunca había pensado en Vd. de esa forma, quiero decir… – me estaba poniendo nerviosa – no me imaginaba que me pudiera atraer sexualmente… cuando sentí sus dedos acercándose a mi pecho supe que quería que me tocara

Bajé la cabeza pero el no me dejó, volví a oírle

No dejes de mirarme a los ojos – me advirtió.

Inmediatamente levanté la cabeza y clavé mis ojos en él.

Ábrete el vestido y acaríciate – ordenó.

No lo dudé, desabroché todos los botones del vestido y mi cuerpo, solo cubierto por un tanga, apareció ante sus ojos. Le vi tragar saliva pero mantuvo el control, subí las manos a mis pechos y comencé a acariciarme las tetas, las sentía duras y calientes y los pezones eran como piedras, comencé a jadear, intentaba mantener la mirada fija en él pero, a veces, el placer me hacía cerrar los ojos, el cuerpo me ardía y necesitaba algo que me apagara ese ardor, aunque intuía que Antonio me iba a hacer ganarme el desahogo que necesitaba.

Baja las manos, pero no te quites el tanga – le volví a oír.

Mecánicamente mis manos buscaron mi entrepierna, levanté una parte de la pequeña prenda que cubría mi intimidad y mis dedos se perdieron en los pliegues de mi sexo, Antonio tenía los ojos fijos en el coño y no perdía detalle de cómo se iba abriendo y mojando, mis pechos ya se movían libremente bajando y subiendo a su antojo, notaba como mi orgasmo se acercaba y levanté las caderas, mis manos chorreaban líquidos que manaban ininterrumpidamente de mi vientre… iba a estallar, eché mi cabeza hacia atrás y elevé aún más las caderas, ya venía… de pronto unas manos apartaron las mías, bajé la mirada y Antonio estaba de rodillas entre mis piernas y estuve a punto de gritarle, había interrumpido mi orgasmo. La ola que se formó en mi vientre comenzaba a retirarse cuando sentí que su lengua se introducía en mi coño, estaba caliente y la noté rugosa, fue como un chispazo, mi pubis se levantó incrustándose en su boca y me corrí gritando como una loca. Antonio levantó una de sus manos y me tapó la boca mientras su lengua continuaba haciendo estragos dentro de mí, creía que había llegado al límite, pero no, él seguía lamiendo, besando, restregando su boca contra mi raja. Mi pubis, levantado, intentaba aguantar la sesión que me estaban dando; cuando menos lo esperaba, sentí como me mordía suavemente el clítoris y una nueva ola de flujos me hizo perder la razón, la cabeza me daba vueltas y mi pubis bajaba y subía enloquecido, perdí la noción del tiempo y el espacio, intentaba gritar pero una mano me lo impedía… me derrumbé en el asiento en el que estaba… Cuando comencé a recuperarme, miré a mí alrededor para volver a la realidad, estaba en una butaca con el culo casi fuera del asiento, mis piernas estaban abiertas y mi tanga en el suelo, no recordaba cuando él, porque supongo que fue él, me lo había quitado; mi vestido estaba abierto alrededor de mi cuerpo que, como la butaca y el suelo, estaba completamente mojado. Antonio, sentado frente a mí, me miraba como con veneración y observaba las últimas sacudidas de mi vientre y mi sexo. Me incorporé en el asiento pero no hice intención de cubrirme, él se levantó y se acercó a mí, se agachó y comenzó a lamerme los pezones, un nuevo escalofrío recorrió mi cuerpo, chupó y chupó mis pechos hasta que mi cuerpo se fue relajando y una extraña calma se apoderó de mí.

Gracias – me dijo.

¿A mí? – le contesté – me ha llevado al éxtasis. Gracias a usted… y no solo por el sexo.

Vi que eran las cuatro y media y le dije que debía ir a recoger a mi hija, lo entendió y me ayudó a levantarme, lo abracé y le dije

Pídame lo que quiera, he sido una egoísta que solo ha buscado su placer. Quiero hacerle lo que me pida.

Mi placer ha sido verte vibrar. No te voy a pedir nada, mi mujer viene un día antes que tu marido, si vienes, continuaré dándote placer y… si me pides algo, te complaceré – me respondió.

Le besé levemente en los labios y me fui rezando para que ningún vecino me viera. Me aseguré de que no había nadie y salí rápidamente del piso, bajé la escalera como una exhalación y entré en mi casa. Me dirigí al baño y me di una ducha de media hora, mientras pensaba en la situación vivida, un cosquilleo en mi sexo me confirmó que la experiencia había sido muy gratificante… pero aún no había terminado.

(CONTINUARÁ)

  • Lo de Antonio es una concesión a las personas que me piden que utilice nombres, este es real. La iniciales, excepto la de "Q" que es la inicial de su apodo, cada una tiene su sentido la "A" y la "D" son iniciales de la cualidad de ellos que más me impactó.