En manos de Ahmed (2 y final)

Una mujer casada, comienza con normalidad el dia, pero no se imagina como terminará.

Pasaron un par de semanas donde, primero la regla sosegó mis miedos de embarazo y después vuelta a la normalidad, aunque mis intentos por encontrar en mi marido lo que había tenido en aquella mañana loca no tuvieron éxito, su único  intento acabo en un polvo rápido, insulso y sin orgasmo, lo cual me dejo otra vez con mi sesión solitaria en la ducha. Y a la mañana siguiente con la tarjeta de Ahmed en una mano y el teléfono en la otra volvía a tener esa lucha interior, que en aquella ocasión como en la anterior la venció mi deseo.

  • si, quien es?

  • soy María

  • quien?

Caí en que el día anterior, ni nos habíamos presentado, yo sabía su nombre porque el médico lo llamo.

  • fuimos a un chalet hace unas semanas

  • ah, ya. Te conocí en el médico, no?

  • Si

  • y me llamas para?

  • No se

  • jajajaja, bueno

Y colgó. Me sentí tonta, deseaba volver a sentir lo de la otra vez, y le dije un no sé. Volví a llamar más nerviosa si cabe.

  • si?

  • quiero que me folles

  • bueno, eso está mejor, dame tu dirección y en 10 minutos estoy ahí

  • Ahora? aquí?

Volvió a colgar. Ufff, quería entrar en mi casa, y aunque en una situación muy extraña como la anterior no paso nada, aquello era diferente. disponía de todo el día ya que hasta las 8 de la noche no aparecería nadie por casa y eran las 9 de la mañana, así que tendría tiempo de arreglarlo todo, además tenían una habitación libre que no usaba nadie, excepto su madre cuando venía a visitarlos, así que era el lugar perfecto.

  • A las 9,30?

  • bien, hasta que hora tenemos?

  • Sobre las 8 de la tarde suelen llegar todos

Le di, la dirección colgó, los nervios se multiplicaron y fui a ver que me ponía, no sabía si recibirle desnuda o vestirme, al final opte por lencería sexi, una falda por encina de las rodillas y una camisa, y después de un retoque en el baño, me miraba en el espejo certificando que al fin y al cabo no estaba tan mal.

No eran y media todavía cuando sonó el telefonillo, le dije el piso y la puerta y abrí esperando junto a la puerta a oír el ascensor, cuando este paro y oí el ruido de la de sus pasos acercarse, abrí la puerta y haciéndole un signo de silencio al entrar le deje pasar.

  • jajajaja, no quieres que los vecinos se enteren?

  • Bueno no son muy chismosos, y a estas horas casi no hay nadie, pero mejor prevenir.

  • qué guapa te has puesto

  • Gracias, ven podemos estar aquí

  • no me vas a enseñar la casa?

Aquello no era lo que había previsto, pero me dirigí al comedor, haciendo como si fuese un invitado, y el atento a lo que veía. Al llegar a la habitación de matrimonio el entro sin más.

  • así que aquí es donde tu marido no te da lo que necesitas?

  • Si

  • y no te gustaría follar aquí?

  • No, mejor vamos . .

Se acerco a mí arrinconándome contra la pared, su mano cogió la mía, y la puso sobre su paquete mientras me comía la boca con descaro. Sus manos subieron hasta mis pechos y sin ningún miramiento estiro la camisa haciendo saltar todos los botones. Entonces sus manos entraron en contacto con mi piel a través de la cintura y me volteo dejándome de cara a la pared. Mi camisa  fue la primera en dejar mi cuerpo y bajando la cremallera de mi falda esta le siguió cayendo al suelo.

  • ese tanga te hace un culazo precioso, te lo han follado alguna vez?

  • No

  • pues habrá que remediarlo, no crees?

Oí como se desprendía de su ropa y cuando se acerco a mí su cuerpo desnudo contacto con el mío, haciendo que mi sexo comenzara a deshacerse en deseo. Sus manos fueron bajando por mi espalda hasta llegar al tanga, y  agarrándolo suavemente fue deslizándolo hasta mis tobillos.

Me pidió que me diera la vuelta y quede frente a él.

  • ven, vamos a afeitarte eso

  • Pero es que mi marido se dará cuenta

  • jajajaja, a todos los tíos les gusta, le dices que es una sorpresa

Y cogiéndome de la mano me llevo a cuarto de baño, tumbándome en el suelo sobre una toalla, se puso a rebuscar en los cajones del aseo. Encontró una maquinilla con la que mi marido se retocaba la barba, y con ella me rasuro hábilmente, notaba como repasaba todo mi sexo y hasta la entrada de mi ano. Después embadurno mi sexo con el gel que utilizo para la depilación de mis piernas, el frio me hizo gemir por la sensación, lo cual le provoco risas y con mi maquinilla de depilación comenzó su concienzuda tarea. Después de dos pasadas me hizo ducharme y cuando mire vi mi sexo totalmente visible, algo enrojecido por el tratamiento.

Después de secarme me llevo a la cama, y después de destaparla entera me puso en el centro, y sin mediar palabra se deslizo entre mis piernas, sus labios se apoderaron de mi receptivo y sentible sexo, lo besaba con pasión, dejando que su lengua complementara esas atenciones. No tarde mucho en estar al borde del orgasmo, pero aunque se lo dije no paro, en cambio uno de sus dedos me invadió por sorpresa, arrancándome un intenso placer que él se encargo de continuar, un segundo dedo martirizaba mi vagina mientras sus dientes atrapaban delicadamente mi clítoris. Mis piernas intentaban cerrarse sin conseguirlo mientras él, ajeno a mis intentos de calmar tanto placer seguía poseyéndome, mi cuerpo no resistió mucho más para explotar por segunda vez. Su boca recorrió los restos de mi placer con calma, y después subió colocándose a mi lado.

  • Por favor, fóllame, no me dejes así

  • quieres que te folle?

  • Si, por favor

  • en la cama donde duermes con tu marido?

  • Si

Me hizo ponerme de lado y se situó detrás de mí, una de sus manos la paso por debajo de mi cuello y atrapo mis pechos. La otra acomodo mi trasero, y note como su pene buscaba la entrada de mi sexo.

  • venga, a ver como follas

Al notarla en la entrada empujé y acomode mi cuerpo, poco a poco sentí como entraba dentro de mí, y comencé a moverme, sentía como mi interior aprisionaba al invasor, cuando la tuve toda en mi interior, comencé a moverme. El no hacía ningún movimiento, me dejaba llevar el ritmo a mí, mientras tanto sus labios besaban mi cuello y mi espalda con delicadeza y su mano jugaba suavemente con mis pezones. Entre tantas atenciones en unos minutos volvía a las andadas, con gemidos descontrolados volví a correrme.

Entonces el tomo el control, cada una de sus manos agarro firmemente mis pechos y comenzó a embestirme, era un movimiento lento pero fuerte, su boca cambio los labios por los dientes, sintiéndolos en mi espalda y mi cuello, no llegaba a morderme pero la sensación me volvía loca.

No sé cuanto duro en el tratamiento, pero mi placer iba increscendo hasta que no pude más y le avise que me corría, el incremento entonces el ritmo y sus dientes se hincaron en mi espalda. Aquello fue demasiado para mi cuerpo y por cuarta vez y más intensamente que las anteriores acabe temblando por el placer.

Sus dientes dejaron libre la espalda que estaban mordiendo dándome cuenta que yo también había mordido su brazo.

  • menuda gata, que mordiscos te gastas

  • Perdona no me di cuenta, uff, aun no has acabado?

El seguía moviéndose dentro de mí, ahora más calmado, más despacio, saboreando cada embestida

  • que tu marido no te folla así?

  • No, es, más rápido

  • y te quedas a medias

  • tengo el sexo ardiendo y no me baja el placer

  • eres multiorgasmica, es normal, venga ponte boca abajo

Me puse como me dijo, y con las piernas juntas note como se montaba encima de mí, y su herramienta volvía a invadirme, aunque en aquella posición el placer era diferente, rozaba internamente mi clítoris, dándome mas placer si cabe. Al menos mis gemidos los ahogaba en la almohada, pero mi cuerpo no dejaba de estallar con cada embestida.

Note como salía de mí, y al poco un frescor invadió mi ano, gire mi cabeza y vi como se embadurnaba el pene con una botella de lubricante que había cogido del baño. me iba a encular, y hinque mi cabeza en la almohada, mi marido lo había hecho alguna vez pero no había comparación, y lo percibí enseguida cuando mi ano sintió como era presionado y obligado a abrirse, los movimientos lentos y nada bruscos, pese al dolor me estaba poniendo a mil, más si cabe, y poco a poco iba entrando, para retroceder e hincarse un poco más, el tiempo se paro y no sé cuanto invirtió en acomodarse dentro de mí, pero cuando lo hizo, mi sexo chorreaba, entonces me hizo incorporarme y ponerme a cuatro patas y comenzó a embestirme, lentamente.

  • te gusta?

  • Dioss, sii

Note que me corría y tuve que llevarme una mano al clítoris y presionarlo para liberar la tensión que me atormentaba. No podía aguantar así que caí en la cama, y mientras el sobre mí.

De repente salió de mí y fue al baño, a limpiarse, y al volver, me dio la vuelta y colocándose entre mis piernas me penetro de nuevo en mi sexo.

  • ahora voy a correrme yo

  • No, dentro no, por favor

  • como el otro día?

  • Pero es que ahora

El seguía cadenciosamente moviéndose dentro de mí, y su cuerpo aprisionaba el mío sin posibilidad de moverme, ya que mis fuerzas estaban al límite, vi como me miraba y sonreía.

No tardo en apretarse contra mí, lanzando un gemido de placer y lanzando dentro de mí su semen.

Cuando se retiro de mi quede boca arriba, y yo sin poder moverme con las piernas abiertas. El me cerro las piernas diciéndome al oído que apretara no se me fuera a salir el niño y desapareciendo en el baño. No podía reaccionar, me había destrozado con tanto placer y no había podido hacer nada para evitarlo, aunque, también pensé que igual que la otra vez, no pasaría nada. Al ver el reloj me sorprendí al ver que eran casi las 11, me había tenido follando más de una hora y había perdido la cuenta de los orgasmos que había tenido.

Cerré los ojos de cansancio escuchando el sonido de la ducha, y cuando volví a abrirlos había pasado una hora, mi cuerpo empezaba a reaccionar, así que me levante, me puse encima una bata corta y salí. Del salón me llegaron ruidos, y cuando entre me quede de piedra, allí estaba Ahmed y sus dos primos, y otro que no conocía, estaban alrededor de la mesa jugando a las cartas, habían asaltado el mueble bar y un par de botellas estaban en las ultimas encima de la mesa.

Entre resulta intentando reconducir la situación

  • Por favor Ahmed, tenéis que iros, puede venir alguien

  • no te preocupes, hasta las 8 tenemos tiempo

  • No puede ser

Haciendo caso omiso me cogió ,  me sentó en una de sus piernas. Me dio un vaso con whisky y me lo hizo tomar. Hablaban en árabe así que no entendía nada, pero de vez en cuando se alborotaban y uno se quitaba una prenda.

  • y al que se quede desnudo primero le vas a hacer una mamada

  • Como?

  • shhh, tranquila, que ya he visto tus negativas

  • Esto ha llegado muy lejos

  • y mas que llegara

  • No, iros por favor

Vi como trasteaba con el móvil, y al poco me enseño algo que me dejo helada, en la pantalla aparecía yo siendo enculada en mi propia cama, me había grabado sin yo saberlo. Seguramente había dejado el movil apoyado en la mesa y disponia de la grabación completa.

  • eres un cabrón

  • bueno, sí, pero si quieres nos vamos, ya le hare llegar a tu marido y tus amigos el video, bueno, los videos, porque del chalet también hay unos cuantos.

Donde me había metido? me había engatusado para después tenerme en sus manos, y había caído con todo el equipo.

  • deja de estar tan seria, llevas el coño lleno con mi leche después de berrear como una golfa y ahora te haces la señora digna, pero te la voy a quitar rápido.

Me hizo levantarme y se quito la ropa que le quedaba, se sentó en la silla con la polla tiesa y me hizo sentarme encima de ella.

  • ves, tienes el coño ardiendo y mojado, empieza a moverte para que estos vean lo que te gusta

ciertamente su polla entro en mi como cuchillo en mantequilla, mi sexo no protesto como mi mente y comencé a moverme, gimiendo de placer, cerrando los ojos para no ver la cara de satisfacción de Ahmed. Al menos mi bata cubría mi cuerpo, pero mis gemidos no ocultaban mi disfrute a aquellos desconocidos. Yo me agarraba al respaldo de la silla y Ahmed tiro del nudo separándome la bata, empujo mi cuerpo suavemente hacia atrás y comenzó a besarme los pechos, primero con dulzura pero poco a poco note como aquellas atenciones se volvían mas fuertes y sus dientes mordisqueaban sin tregua, enrojeciendo la piel. Los pezones no eran tratados mejor y también caían aprisionados en aquel doloroso tratamiento, y mi cuerpo mientras tanto solo se le ocurría explotar en un orgasmo. Me apreté contra el intentando evitar aquello pero se apodero de mi cuello con la misma saña.

  • Marcas no por favor

  • pues muévete rápido, que tengo apunto tu segunda ración

Y acelere mi movimiento de caderas y no tardo en aullar anunciando su corrida, ayudando mis movimientos con sus manos clavadas en mis nalgas. Quede rendida encima de el pero no andaba por la labor de que descansara.

Me hizo levantarme y cogiéndome de la mano me llevo de nuevo hacia la habitación. Y detrás de nosotros entraron los otros tres desnudándose por el camino.

uno de los primos se tumbo en la cama, y haciéndome gestos me hizo que me sentara sobre su  pene erecto, y sin que me dijera mas empecé a cabalgarlo, y sin tiempo a reaccionar tenia al otro primo detrás de mí, me saco la bata y pegándose a mi me sobaba las tetas sin ninguna delicadeza, sus pellizcos me arrancaban gritos que se mezclaban con mis gemidos, no tardo en  inclinarme y buscar mi culo, me quería sodomizar a la vez que el otro me follaba, y sin ningún tipo de delicadeza y en tres embestidas lo consiguió. Dada mi postura no odia moverme, pero ellos dos se encargaban de la mecánica moviéndose dentro de mí, arrancándome placer con su descarada rudeza. Mi cuerpo no daba mas así que espera a que terminaran de usarme, oí los gemidos del que me enculaba, notando al poco su liquido caliente dentro de mí. Cuando  se retiro, el que tenía debajo, ocupo el lugar detrás de mí y de una embestida ocupo de nuevo mi trasero culeándome con fuerza hasta bramar pegado a mí y derramándose también en mi interior. Al salirse caí de nuevo derrotada en la cama.

Cuando me desperté eran cerca de las tres, no oía nada así que supuse que se habían ido, mi ano me palpitaba por el inusual trato al que había sido  sometido, mi sexo no era menos, además todo mi cuerpo, estaba enrojecido y marcado en algunas partes de forma evidente. Absorta estaba en esa visión cuando la voz de Ahmed me sobresalto.

  • vaya, la bella durmiente ha despertado

  • Aun estáis aquí?

  • venga dúchate y nos despedimos

Aquel nos despedimos me sonó mal, pero no dije nada, me metí en la ducha limpiándome a conciencia, aunque sabía que lo que tan adentro había dejado Ahmed, no podría quitarlo.

Después de secarme observe mi cuerpo en el espejo, no sabía cómo iba a ocultar aquello, tendría que utilizar camisetas día y noche y evitar que mi marido me viera desnuda. Y recordando cómo se habían producido aquellas marcas me volví a calentar, estaba enferma, debía olvidar todo aquello. Al salir del baño Ahmed me había preparado la ropa, un vestido que me compre para una boda de tirantes con falda plisada a medio muslo, le pregunte por la ropa interior pero no me contesto, así que me lo puse y busque unos zapatos, saliendo con Ahmed al salón. Los primos se había ido, pero aquel hombre desconocido seguía allí.

  • ven arrodíllate

  • No, por favor

Me llevo a donde estaba sentado aquel hombre y arrodillándome ante el me  puso la cara frente a su miembro.

  • antes te ha follado el culo, solo que no te has enterado, ahora hazle una buena mamada y le expresas así tus gracias.

solo quería terminas con aquello así que me la metí en la boca, su sabor era raro, el muy guarro no se había lavado, pero dándome todo igual seguí con la faena, por suerte no tardo mucho en empezar a gemir y me lleno la boca de leche, cuatro descargas ligeras que trague sin dificultad. Mire a Ahmed y me indico que me sentara a su lado en el sillón.

  • te lo has pasado bien?

  • Si, pero por favor, iros ya

Me acerco un vaso de whisky y cogiendo el uno me hizo brindar con él, e imitándole lo bebí de un trago.

Vi como el otro hombre se acercaba a nosotros y se arrodillo delante de mí, comenzó a besarme las piernas, avanzando hacia el interior.

  • Otra vez no por favor

  • abre las piernas

Las separe un poco, lo suficiente para que su boca se lanzara a por mí sexo, su manos se posaron en mis nalgas de tal forma que sus dedos gordos accedían a mi culo y mi coño sin ninguna dificultad. Al poco gemía de nuevo de placer abriendo mis piernas al máximo para que no tuviera problemas en acceder a cualquier parte de mí.

Claro que al poco sentí como ya no las podía cerrar, intente mover mis brazos y tampoco reaccionaban. El cansancio me había podido pero por el contrario las atenciones a mi sexo las sentía magnificadas, mi orgasmo se mantenía y no podía dejar de sentir aquellos latigazos. Ahmed sustituyo bruscamente la lengua que hasta ese momento me martirizaba y me follo salvajemente, moviéndome como una muñeca de trapo, y por tercera vez me insemino, después el desconocido que había estado pajeándose se corrió en mis pechos.

  • dime, te ha gustado?

  • ah no , que no puedes hablar, es lo que tiene la droga que te he dado, bueno, este hombre te ha comprado, el no puede tener hijos, así que espero que yo haya contribuido en hacerle padre, si no , alguno de sus hijos allí donde vas, hará el resto.

Y note un pinchazo, y mi vida termino ahí, fui llevada lejos, tuve el hijo de Ahmed, y años después he podido escribir que paso esos fatídicos pero intensos días en que mi vida cambió para siempre.