En los vestuarios

Me llamo Juan y tengo 17 años. Desde hace algún tiempo sé que me gustan los chicos. Un día de verano, salía de la piscina camino de los vestuarios...

En los vestuarios

Me llamo Juan y tengo 17 años. Desde hace algún tiempo sé que me gustan los chicos, especialmente los jóvenes como yo. Me gusta un grupo en particular, los no muy fuertes y con calcetines blancos, y esto ocurrió de verdad un día de verano. Mientras yo salía de la piscina camino de los vestuarios, sin yo saberlo, entraba el grupo de fútbol juveniles. Los vestuarios están compartidos, son propiedad de la piscina pero los usan los jugadores de fútbol mientras están en obras los suyos. Los vestuarios están divididos en 3 partes, la zona de duchas, donde hay 12 duchas todas juntas sin separación y 3 duchas individuales, luego está la zona de los baños y por último las taquillas y los bancos. El caso es que yo entraba junto con otro chico, Cristian, que llevaba sin ver algún tiempo y que había desarrollado una musculatura buenísima, como ya se veía venir. Él tenía 16 años y su piel era tersa, suave y levemente bronceada. Tenía unos pectorales marcados, pero no exagerados, con un vientre plano sin llegar a ser muy musculado. Era el cuerpo perfecto para mí. Mientras él se empezaba a duchar, yo hacía lo propio y mis impulsos no se pudieron reprimir: - Luego te esperas que te quiero decir una cosa que he oído de ti.

  • Vale. Mientras la gente se iba yendo, incluídos los del equipo de fútbol, mi polla se iba poniendo dura. Lo de los chicos del fútbol había sido todo un espectáculo: Chicos de 18 años paseando pollas y sudados torsos. Había de todo, chicos que no se querían desvestir y que con todo su sudor y sus camisetas pegadas a sus cuerpos y culo hacían que todo su cuerpo fuera un regalo para la vista, sudado y marcando esos músculos, y chicos sin vergüenza alguna que enseñaban sus pollas y sus abdominales mojados y enjabonados. Por supuesto allí estaba el típico salido sin vergüenza que se la cascaba delante de todos sin pudor. Yo no lo pude soportar y me tuve que ir a una ducha individual. Cuando todos se hubieron ido y ya no oí más ruido, salí y allí seguía Cristian. Yo llegué por detrás sin que se diera cuenta y me arrodillé delante de su espectacular culo. Y entonces le dije:
  • ¿Sabes lo que he oído? Que este precioso culito ya no es virgen. Entonces sin pensármelo le di un lametazo con toda mi lengua. Él seguía sin inmutarse, desde un principio sabía lo que yo quería y yo sabía que él no se iba a resistir a mi cuerpo de tenista profesional. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y estoy seguro de que el suyo también. Me levanté y con toda mi mano comencé a sobar aquella preciosidad de culo. Él se giró y se me quedó mirando fijamente.
  • También he oído que esta boquita de piñón es más grande de lo que parece. Mi acción mientras decía esto fue la de meterle un dedo entre sus dulces labios. Cristian lo chupó como si de un chupa-chups se tratara y yo lo saqué. Su reacción estaba tardando mucho, pensaba yo. Entonces me empujó contra la pared y debajo del agua caliente de la ducha donde había estado el futbolista de la paja, me cogió de la cabeza y me dio un beso con lengua. Su respiración se notaba y se juntaba con la mía mientras sus deliciosos labios rodeaban los míos. Mi lengua y la suya eran completamente diferentes, la mía era dura y fuerte y la suya suave, sedosa y jugosa. Al acabar, sus ojos se clavaron en los míos y pude ver sus labios entre abiertos. Sus ojos verdes se clavaron en mi polla después de ese largo y jugoso beso. Pero no bajó directamente. Dio un sabroso rodeo pasando por todo mi cuerpo y fijándose en mis pezones rosados. Esa escena era genial: un musculado nadador me estaba chupando los pezones mientras estaba cayendo agua caliente en una ducha donde había estado un futbolista sudado cascándosela. Cuando acabó con los pezones se dedicó a mis ingles. El contacto de los labios de Cristian hizo que mi polla se pusiera un poco más dura si cabía. No las chupaba, pero sus besos delicados en mis ingles... subieron la temperatura. Entonces se arrodilló y noté cómo su miembro entró en contacto con mi pierna y cómo a él, el contacto humano también le "animaba". No empezó a lo bestia, sino que empezó cogiéndola con la mano y dándole besitos, después la usó de helado, su lengua pasaba de arriba hacia abajo de mi polla y entonces, con ayuda de su mano, se metió mis 18cms enteros en su boca. Se puso en una mejor posición y mientras con una mano se la cascaba, con la otra me tocaba el culo...

Mi esfínter se iba relajando. Ahora que él no tenía ninguna mano libre, la mía se puso detrás de su cabeza y le ayudaba a que mi rabo entrara enterito en su boquita de piñón. Esa era otra escena genial: un lujurioso adolescente me estaba chupando la polla con su boquita de piñón y su lengua de oro, mientras se masturbaba y me tocaba el culo. Y todo esto en unos vestuarios donde habían habido chicos sudados cascándosela. Él empezó a jadear, era de muy fácil corrida, por lo que yo decidí pararlo. No quería acabar tan pronto. Lo puse a cuatro patas y puse su culo debajo del agua para que me ayudara en mi labor. Decidí relajarlo, aunque ya me imaginaba lo relajadito y abierto que estaría si todas las aventuras que me han contado eran ciertas. Su polla seguía dura a pesar de que ya no se la tocaba ni nada.

Me puso detrás de él y mi cara se hundió en su culo. Mi lengua hizo unos juegos magníficos con su agujero de gloria. Entonces empecé por meterle un dedo. No se inmutó. Le metí dos y entonces ya reaccionó. Yo no tenía prisa, así que lo que hice fue ponerme de rodillas y pasear mi pollita por todo su culo antes de que entrara de lleno en el trabajo. Rodeó todas sus nalgas y llegó al agujerito, donde jugó un poquito más. Él ya no podía más y quería que le penetrase, y yo hice lo que quería. Me costó más trabajo de lo que pensaba, pero tampoco mucho. Lentamente, mientras se abría, mi polla entraba y salía de su esfínter. Ahora el ritmo ya era acelerado y mi polla estaba ardiente y se podía ver en mis ojos una gran lujuria. Ahora cambiamos de posición. Ya que no había nadie en los vestuarios, nos fuimos a la parte de los bancos y me tumbé en uno. Él se sentó, pero encima de mi rabo. Yo podía verle un deseo de sexo impresionante en sus ojos, y todo su cuerpo estaba ardiendo. Mi polla entraba ahora de lleno en todo su culo mientras yo era ahora el que le sobaba la polla. Entonces, ya secos, nos fuimos a un banco, y sentado, yo me abrí de piernas. Pude notar que el banco estaba húmedo, seguramente del sudor de algún jugador. Él, en esa posición, tenía acceso completo a mi polla, que ahora lamía y meneaba con ayuda de su mano. Yo estaba a más no poder y me levanté para correrme en su boca cuando oímos unos pasos. Cuando me fijo, había una bolsa de deporte cerca del banco donde estábamos nosotros. El equipamiento estaba al lado y pensé que alguien se lo había dejado, ya estaba seco, pero aún olía a sudor. Entonces Cristian siguió con su labor sin encontrar ningún impedimento por mi parte. Cuando, de repente, de una de las duchas individuales sale un jugador con la polla tiesa y húmedo, no mojado, seguramente del calor que habría pasado cascándosela. No se veían restos de semen, por lo que no se habría corrido. Cristian y yo nos quedamos mirando al chico, que se sorprendió tanto como nosotros de que alguien más había allí. Cristian no pudo evitar mirarle el paquete y él miraba el mío, con lo que nos entendimos y le hicimos participar. Yo estaba ya a punto de correrme, pero decidí posponer el acto para poder disfrutar de aquel cuerpo sudoroso de 18 años que se la había estado cascando. Estuvo claro lo que quería hacer en cuanto vi aquel majestuoso y sudoroso culo bronceado, aún más prieto que el de Cristian. Pero antes decidió juguetear un poco con su polla. Mientras Cristian miraba, yo, de rodillas delante de él, le estaba practicando una buena mamada. Aquello era impresionante, no sólo su polla estaba buenísima, si no que yo sentía que mi sueño se estaba cumpliendo: Le estaba chupando la polla a un jugador de fútbol de 18 años sudoroso. Cuando acabé, me levanté y le abracé por el cuello y le di un beso en sus tiernos labios y otro en el cuello, hasta que acabé chupándole los pezones. Ahora ya le tocaba a su culo. No me esperé a lubricarlo y mi ya erecta polla entró de golpe en su culo. Debía de estar acostumbrado, porque ni se inmutó cuando toda entera entró de golpe. Yo tampoco encontré gran dificultad. Mi polla entraba ya a más no poder y a una gran velocidad, tenía unas ganas enormes de correrme, así que los puse a los dos de rodillas delante de mi polla y me corrí. Todo mi delicioso semen se expandió por la cara de los dos. Dos chorros potentísimos primero y después tres más lentos. Los levanté y los tres juntamos nuestras lenguas y yo lamí mi semen de su cara. Después nos fundimos en un beso que mezcló nuestras salivas y mi semen. Yo tenía prisa, de muy buena gana me hubiera quedado a contemplar lo que iba a pasar entre un jugador de fútbol de 18 años sudoroso y un nadador salido, pero me tuve que ir.