En los brazos de mi amante - Mi jefe

...Eduardo no lo permitió, volvió a envolverme con sus besos, con la miel de sus labios… con sus ganas y las mías

En los brazos de mi Amante: mi Jefe

Cuando me case estaba estudiando todavía, bastante jovencita aún, llevaba un matrimonio estable aunque me había casado porque estaba embarazada, pero casi a los 8 meses de embarazo perdí al bebe, por lo cual llevamos mas de dos años casados y no tenemos hijos, al principio porque no me sentía con fuerzas para volver a enfrentar un embarazo y luego porque empecé a trabajar y no quería perder mi nuevo trabajo.

Tengo en la empresa trabajando algo mas de 6 meses, hubo una reestructuración en los cargos de mayor jerarquía. Así que estaba en mi oficina esperando a mi nuevo jefe, ya casi era hora de almuerzo, me imagine que tenía que esperar a la tarde para conocer a mi nuevo jefe, cuando un tipo joven alto y bastante atractivo salio conversando con el Presidente del Directorio, soy secretaria de Gerencia General y por un momento pensé que definitivamente era muy joven para ser mi nuevo jefe.

Pero en un segundo estuvo frente a mi y me pidió que pasáramos a su oficina solo unos minutos para indicarme algunas cosas y después del refrigerio conversaríamos, casi como un robot lo seguí con una libreta en mis manos.

Mi nuevo jefe lucia un cabello crespito color caoba, sus ojos eran como caramelo, sus pestañas enormes hacía que su mirada fuera hipnotizante, sus labios rojitos provocaba morderlos, no llevaba saco del terno por lo que se notaba que su cuerpo era perfecto, en mi mente solo se repetía que ese tipo podía ser modelo artista menos un Gerente General para una oficina, me resistía a creerlo, su piel debía ser bastante clara pero llevaba un color bronceado que se notaba que hace poco había estado en la playa, después de hacer una revisión desde los zapatos hasta su cabello obviamente no olvide ver sus manos para ver si llevaba un anillo como dicen algunos el anillo carcelero. Aunque algo en mi decía y a ti que con eso tu eres la casada… Increíblemente no lo llevaba aunque eso tampoco no decía mucho, no podía creer que semejante monumento no estuviera bien casado o comprometido.

Todo eso había pensado mientras lo seguía a su oficina quedando sentada frente a frente por cierto no ocupo la silla que le correspondía si no una contigua a la mía. En mi cabeza no pasaba otra cosa que lo buenote que estaba, ensimismada en mis pensamientos a lo lejos escuchaba me decía algunas cosas como que a partir de ahora vamos a trabajar juntos, que le tuviera toda la confianza, que se afianzaría en mi porque era nuevo y necesitaba estar bien informado para poder desempeñar bien su cargo, y la persona mas indicada para apoyarlo sería yo, ya que conocía el funcionamiento de la empresa. Solo asentía a sus palabras y me pasaba por la mente un todo lo que tu quieras papito.

De pronto termino de hablar y como por arte de magia hice a un lado todos mis pensamientos y me concentre en que era mi jefe, me presente – mi nombre es Diana y que lo apoyaría en todo lo que necesitará y que estuviera a mi alcance… al finalizar estas palabras le dije - no me ha dicho su nombre? Entre interrogante y dudosa

Sonrió haciendo un gesto como de torpeza - Disculpa, pensado en todo lo que iba a decirte olvide presentarme, mi nombre es Eduardo Ledesma y soy… un rollo aburrido a lo que instintivamente mire hacia el reloj y por lo que me invito a que almorzáramos juntos. Tuvimos una charla muy amena e increíblemente ese monumento era soltero, después de todo lo excelente que había sido estar ahí con él y disfrutar de ese monumento recordé que yo si era casada y que no debía estar gastando ansias que solo era mi jefe y lo debía tener muy claro.

Involuntariamente cada día venia mas arreglada, cuidaba mas de todo el ambiente, quería que piense que era perfecta en mi trabajo. Aunque a veces me daba cuenta que exageraba en mis atenciones pero era inevitable, me interesaba verle sus ojitos que me flecharon desde el primer instante.

Una tarde me invitaron a una pequeña reunión que harían por el cumpleaños de uno de los jefes, no acepte de inmediato, hasta que Eduardo – mi jefe se dirigió a mi: -supongo que nos vemos en la casa de Freddy es su cumpleaños. Con esa mirada cómplice y su sonrisa que me derretía, sin siquiera pensarlo dije: -por supuesto ahí nos vemos.

Casi temblaba, no sabía que le diría a Paúl – mi esposo para quedarme, supongo la verdad pero tenía que buscar una excusa para que no quisiera ir él también maliciosamente quería estar sola. Otra vez a punto llamar y el teléfono me hizo sobresaltar, y coincidencia era Paúl, diciéndome que llegaría muy tarde a casa que tendrían que ir al puerto que les habían retenido una embarcación, eso lo tendría ocupado si no es toda la noche probablemente ni siquiera llegaba a casa. En esos momentos pensaba que era o demasiada suerte o mucha casualidad aproveche para contarle de la reunión y no tuvo mayor problema en que estuviera ahí.

Antes de ir a casa ya tenia en mente que me pondría el conjunto verde agua, que me parecía muy sensual, y tal vez algo atrevido, era una faldita un poco mas de medio muslo con unas pequeñas aberturas en los costados y con los tacones hacia ver mis piernas mas largas y torneadas, una chaquetita ceñida al cuerpo con un escote que dejaba ver lo suficiente sin ser grosero, con maquillaje natural no muy recargado ni tampoco muy bajo que pareciera sin arreglo y mi cabello que por primera vez lo llevaba suelto normalmente en la oficina lo amarraba.

Quede en encontrarme con una compañera Betty, al principio me sentí fuera de lugar pero después vi que había compañeras tan arregladas o mas que yo, lo que me hizo sentir mas cómoda. Estuvimos tomando algunas bebidas, conversando y mi jefe no aparecía hasta el momento, lo único que tuve fue los piropos de muchos compañeros de trabajo y de uno que otro jefe que había llegado. Me entere que todas las solteras de la fiesta estaban con ganas de acercarse a Eduardo mi jefe y que mas de la mitad de casadas decían que estaba para servírselo. En medio de esta conversaciones me dirigí al tocador y al salir, tropecé estuve a punto de caer, cuando me retuvieron de un brazo unas manos tibias, cuando gire a ver quien era sus ojos color caramelo inconfundibles estaban frente a mi, se acerco sin decir una palabra y me dio un beso en la mejilla. -Hola Diana, estas preciosa, me encanta tu cabello, con una mirada picaresca.

Salude y sonriendo fui a sentarme donde había estado con mi grupo de amigas, el centro de conversación de toda la chicas en la reunión era Eduardo. Todas se peleaban por atenderlo y le daban muchísima importancia ya parecía el agasajado. Así que decidí no ser una mas de ellas y trate de no prestarle mucha atención, trascurrió toda la fiesta bailamos un par de canciones, todas hacían lo posible por bailar con él finalmente me di por vencida y me fui, retirándome evitando que alguien se diera cuenta.

Al día siguiente sin saber porque estaba furiosa y no hablaba con nadie, incluyendo a mi jefe solo lo estrictamente necesario, es más en el refrigerio no salí de la oficina con la excusa que tenia pendientes, pero mi jefe se quedo, conversamos amenamente, hasta que en un momento acerco sus labios casi rozando los míos… sobresaltada por primera vez en todo el tiempo que nos conocíamos le dije que era una mujer casada y que por favor no se acercará tan insinuante, el sonrío muy coquetamente y me dijo - que porque ocultaba en mi cajón mi anillo de casada… sonrosada no supe que responder…mirando mis manos no lo tenía puesto… supongo que para no ofuscarme sonrió y termino diciéndome que le gustaban las mujeres como yo, en mi forma de ser así tan sensuales. Avergonzada trataba de disimular, que me agradaba demasiado y además que era muy galante.

Termino el refrigerio, y en mi escritorio no podía lograr concentrarme, busque alguna excusa para entrar en su oficina, explique algunos documentos y así en medio de lo que conversábamos, me dijo que en esos momentos él era el jefe y yo la secretaría y como entre preguntas me dijo así que debes obedecer mis ordenes, un poco confundida por el cambio de tema y así tan de pronto le dije - que esa era una pregunta obvia tenía que obedecer sus ordenes.

Pues entonces muy sonriente me dijo - entonces acércate y dame un beso-, era una orden precisa, por un momento titubeante me levante con toda la intención de obedecer su orden… uno frente a otro, apoye mis manos en el escritorio para acercarme, acerco su silla y como para darle un beso, acerque dos dedos a mi boca los bese… se los puse en la suya y riéndome, le dije - Eso de los besos no esta estipulado en mi contrato, al final los dos reíamos.

Hasta que una tarde en una reunión bastante complicada salimos librados de todo y nos felicitaron todos los directivos, por lo que mi jefe me dijo - Hoy celebramos. No me preocupaba nada ya que Paul estaba fuera de la ciudad.

Salimos cenamos fuera, la pasamos muy ameno tomamos algunas cervezas, ambos con algo de bebida nos volvimos mas atrevidos y los coqueteos eran cada vez mas audaces. Fuimos a bailar, y creo que eso fue la perdición. Olvide por completo que era casada que alguien me podía ver y sin importarme nada descaradamente coqueteábamos bailando y en una de esas nuestros labios se acercaron, nuestras miradas de aceptación y un beso pequeño como rozando y jugando a niños traviesos. Cada quien provocaba al otro hasta hacerlo perder, nuestros ojos jugaban, nuestros cuerpos con un baile sensual como si le hiciera un espectáculo al otro.

Aunque en mi cabeza tenía muy en claro que era una mujer casada, con el alcohol que llevaba dentro y las hormonas a su máxima expresión, terminamos en un largo y apasionado beso, como si nos comiéramos al otro, nuestras lenguas rozaban los labios, por ratos saboreando los labios del otro, en momentos nuestras lenguas haciendo su propia danza, sus manos una en mi espalda aprisionando mi cuerpo junto al suyo y la otra en mi cadera deslizándose desde mi axila rozando mis senos, mi cintura ahí apretando un poco para seguir su camino suavemente como insinuante pero luego regresaba a la cintura y apretaba. Por mi parte una de mis manos jugueteando con mis dedos en sus orejas, su cuello su cabello la otra en uno de su hombros prendida como garfio a su brazo.

Las palabras sobraban, tomamos nuestras cosas el su saco del terno, yo mi cartera y mi chaqueta, salimos con dirección a lo desconocido a perdernos en la fuerza de esa pasión pero retumbaba en mi cabeza eres infiel infiel infiel, pero su sola presencia sofocaba esa sensación de culpa. Era el hombre que me hubiera gustado tener siempre.

Ensimismada en mis pensamientos detuvo el auto, estábamos en el estacionamiento de un edificio, ingresamos al ascensor se detuvo en el tercer piso, habían dos departamentos, ingresamos al de la izquierda a esas alturas mi corazón estaba dando brincos en mi interior, entre el miedo a ser descubierta, la culpa que me carcomía y además la sangre que me hervía en el interior, por ratos titubeaba pero mi cuerpo se dejaba guiar por Eduardo, su sonrisa y sus ojos me atraían como si fueran un imán y sin poder alejarme y reaccionar.

Ingresamos, tenía un departamento muy bien arreglado y cada detalle cuidado a la perfección. Me ofreció tomar asiento en el sofá, puso algo de música, se dirigió hacia una esquina donde tenía una especie de un pequeño bar, de donde extrajo una botella de vino en ese momento después de un largísimo silencio. Me ofreció una copa, por los nervios y todas las ideas que pasaban por mi cabeza lo tome casi de un sorbo.

Eduardo en su extraña calma, porque suponía que también moría de miedo igual que yo, aunque a diferencia mía él era soltero o al menos así lo dijo. Se acerco y volvimos a perdernos en un beso, que por ratos hacia poner mi mente en blanco y disfrutar de la forma tan esplendida que me hacía volar, pero para mi cuerpo no era suficiente cada rincón quería ser atendido dedicado especialmente a cada milímetro. Por momentos no entendía porque las sensaciones eran mas fuertes como nunca lo sentí, con mi esposo todo eran tan simple; la ropa sobraba, deseaba estar desnuda entre sus brazos, suponía que era la mezcla entre el miedo y el deseo.

Su habitación tenía una iluminación especial tan sensual (me paso por la cabeza que era todo un casanova) me sentó en la cama, poniéndose de rodillas sus manos deslizaron mis zapatos, y desde mis pies suavemente recorrió todas mis piernas, mis rodillas ya en mis muslos hasta sentir sus manos dentro de mi falda, me hizo levantar y por debajo sin sacar mi falda ni mi tanga, rozaba desde mis muslos hasta mis nalgas, haciendo este movimiento mi falda termino enrollada en la cintura, se traslucía el triangulito de mis bellos a través de mi tanga que solo era una minúscula prenda color rosa, recorría la tanga sin tocar mas que los bordes.

Jugaba muy suave y por ratos subía la mirada hacia mis ojos, que estaban entrecerrados por todo lo que hacía, me levanto de la cama y en un momento hundió su cara entre mis piernas, como introduciendo su nariz en mi rajita solo para sentir su perfume, eso me hizo temblar. Luego sus manos buscaban la cremallera de mi falda al soltarla la gravedad hizo el resto.

Sin sacar sus manos de mi cuerpo se puso de pie lentamente, sus manos tocando mi piel por mi cintura dentro de la blusa, la iban levantando involuntariamente levante los brazos para que terminara de sacar la blusa, para sorpresa suya no llevaba sujetador, usualmente no se llevarlo cuando estoy con blusas algo trasparentes o que marcan la ropa interior, así que mis senos en un pequeño brinquito al levantar la blusa le dieron el recibimiento, no pudo contenerse y dejando la blusa caer al suelo, los tomo con sus manos y llevo su boca a mordisquear mis pezones en todo ese preámbulo me deje llevar sin decir ni hacer nada solo dejarlo hacer, pero mis latidos acelerados mi respiración agitada y por ratos suaves gemidos todavía inaudibles dejaba esbozar en mis labios.

Esa forma de amar tan delicada y de llevarme a perder entre sus brazos, me estaba derritiendo llevaba la tanga totalmente mojada, mientras besaba mi cuello con mis manos rodee su cuerpo y para sorpresa mía estaba desnudo, no se como lo hacia para hacerme perder en ese mundo de sensaciones y no darme cuenta de nada, ahora solo llevaba un boxer color azul, que aprisionaba a su guerrero que hoy daría una batalla entre mis piernas.

Su desnudes rozando mi cuerpo y el calor del suyo eran deliciosos. Me tomo de la mano y me llevo hacia la bañera preparamos un baño de espumas, con perfume de rosas parecía una película romántica llevaba dos años de casada y nunca mi esposo habíamos hecho el amor de esa forma tan especial. Y ese hombre que se estaba convirtiendo en mi amante, me hacia perder de deseo por su forma de amar, era exquisita, me hacia olvidar toda mi realidad.

En la tina desnudos la espuma hacia deslizar nuestras caricias de una forma tan excitante, rozaba todo mi cuerpo, el agua tibia, realmente no sabía si un hombre podía lograr una erección en el agua, pero comprobé esa noche que lo podía hacer y de una esplendida manera, era una locura imaginar una penetración ahí mismo, como el mejor lubricante el agua tibia mezclada de perfumes y de espuma, nuestros cuerpos deseosos se dejaban hacer.

Uno frente al otro besándonos, encima suyo, con mis piernas al rededor de su cintura, sentí como su pene se hacía paso entre los labios de mi vagina como estaba totalmente depilada a exceptuar por el pequeño triangulito encima de mi rajita no fue difícil seguir su camino hasta sentirlo chocando con las paredes interiores de mi vagina, nuestros cuerpos entrelazados, calientes deseosos de mas caricias de llenarse de esas nuevas sensaciones para mi.

Al principio eran solo caricias con uno y otro beso, enlazados por su pene en mi interior, los movimientos eran suaves pero me sentía totalmente llena, había olvidado por completo mis remordimientos y sentimientos de culpa por lo que hacia. Era como si desde siempre le perteneciera, me sentía totalmente suya.

Estuvimos en un juego amoroso, tierno mas que sexual, durante una largo rato ahí metidos en la bañera conociendo nuestros cuerpos, rozándolos amándonos, ya nuestras temperaturas eran al máximo y después de un largo juego deseábamos mas fuerza en nuestro amor de una noche.

Salimos de la bañera, me secaba dulcemente con caricias y mucha ternura, el se coloco una bata encima que seco su cuerpo, nos dejábamos llevar por esa magia inagotable… el calor fundía nuestros cuerpos… nos dirigimos a su alcoba, en su cama suave… las caricias continuaron mas ardientes… en un momento instintos de loba brotaron de mi piel, para hambrienta dirigirme a su pene, engullirlo suavemente, rozando su glande rosado y deslizando con las yemas de los dedos el prepucio para rodearlo con mi lengua, luego presionar con mis labios, succionando, luego recorrerlo entero desde la base hasta la punta, también coloque en mis manos sus testículos y luego uno a uno en mi boca suavemente, logrando que escape de su boca gemidos de placer… podía sentir con a cada caricia su falo estaba casi listo a punto de derramar su elixir, para dominar a la fiera… pero me detuvo… debíamos gozar mutuamente, así que no quería terminar sin que primero devolverme el favor… sus labios recorrieron todo mi cuerpo, mordisqueando en algunos lugares, humedeciendo mi cuerpo, haciéndolo pedir más… sus caricias se acercaban cada vez, en busca de la perla del placer… jugueteando con la punta de su lengua, me hacia retorcer de placer… luego siguió deslizándose hasta llegar a mi vagina introdujo su lengua, haciéndome gemir con más fuerza, solo la utilizó unos momentos, luego sus dedos hicieron lo demás en mi vagina, luego levantando un poco mis piernas, lo hizo en mi culito… primero suavemente con su lengua… luego con sus dedos, ingresaba solo la puntita, poco a poco dilatando mi esfínter, hasta introducir totalmente un dedo, luego otros, me volvía loca de placer esas caricias, en mi aún no estrenado culito

Unas pausas me daban un respingo… y en cada detenida lo hacia con mas intensidad, termine derramando todos mis jugos entre sus dedos hasta lograr un orgasmo increíble…más y más…. gemidos… sus caricias su fuego hicieron esto, pero solo era el inicio su falo babeante, fue penetrándome despacio un poco, luego más hasta introducirla totalmente, una inicial pose del misionero, luego vueltas y más vueltas en la cama de una y otra posición, unas fieras salvajes reflejadas… él lograba volverme una completa loba… sacaba cosas que jamás hubo en mi… al final extasiados en un gran orgasmo… en que ambos terminamos agotados… con la piel húmeda… los latidos a flor de piel, las agitaciones…, no es el final que esperas tener con un amante en el que terminas aseándote y luego de vistes y un adiós, fue como estar con el hombre de toda la vida… terminar acurrucados en la cama, olvidándonos del mundo que afuera nos espera, dormimos… cuando desperté asustada al punto de huir despavorida, Eduardo no lo permitió, volvió a envolverme con sus besos, con la miel de sus labios… con sus ganas y las mías… me entregue una vez más a sus caricias… y nuevamente el fuego invadió nuestros cuerpos, que parecían insaciables

Luego salí a carreras de ese lugar, llegue a casa solo a cambiarme y como era sábado y no iría a trabajar, me dedique a mi casa… no quería pensar en las consecuencias… El lunes sería otro día y solo espero que sea como una hoja nueva en el libro, sin derecho a pasado a recuerdos

mujer_mar226@hotmail.com

bye