En las duchas del gimnasio de la universidad (III)

Seguimos con la historia de las duchas y esta vez parece que se unirá alguien con ganas

Esa noche nos lo pasamos bastante bien. Fue una noche bastante intensa.

Si queréis un relato explicando todo lo sucedido esa noche decídmelo en los comentarios o por correo.

Ya al día siguiente me fui y cada uno siguió con su vida. El martes recibí un mensaje de Pablo diciendo que iba a entrenar esa tarde y que si me apetecía ir con él. Sin dudarlo le dije que sí y esa misma tarde nos vimos en el gimnasio.

Estuvimos hablando todo el camino de cosas sin importancia, riéndonos, cómo si ya nos conociéramos de toda la vida y cuando llegamos, dejamos las bolsas en las taquillas y entramos en la sala.

Nuestra sorpresa fue que allí estaba el chico que nos oyó el otro día en las duchas.

-Mira, nuestro oyente del otro día- le dije a Pablo.

-Sí, la verdad es que está bien bueno, ¿no te parece?

-No tanto como tú, pero sí- dije al tiempo que le guiñaba un ojo.

El chico parece que se dio cuenta de quiénes éramos y se dirigió directamente a nosotros.

-Hola, chicos- nos dijo con una sonrisa- ¿necesitáis algo? Estoy aquí haciendo prácticas de mi carrera y para ayudar. ¿Entrenamiento personal? ¿Algún consejo?

-Oye, pues no nos vendría mal que nos ayudases en el entrenamiento de hoy, ¿no Marcos? Soy Pablo, por cierto.

  • Yo Samuel. Encantado de conoceros- nos dijo con una sonrisa un tanto pícara- Vamos a empezar entonces.

El entrenamiento fue magnífico la verdad. Estábamos los tres de risas, aunque dándolo todo. Samuel estaba bastante mazado, la verdad y ver sus músculos en pleno trabajo era un espectáculo. Los tres nos quedábamos embobados mirando a los otros y noté que nuestros respectivos paquetes eran cada vez más grandes. Entre máquina y máquina caía algún sobeteo de paquete fugaz y disimulado que no hacía más que seguir calentándonos.

-El otro día vi que os lo pasabais muy bien eh- nos dijo - Me dieron ganas de unirme.

  • Tenías que haberlo hecho- le dije yo.

  • Bueno, la verdad es que nunca he estado con ningún hombre. Me ponen mucho la verdad, pero también las chicas. Yo creo que soy bisexual.

  • Guay, pues ya es hora de que sepas qué es un hombre, ¿no? - dijo Pablo con entusiasmo.

  • Cómo entrenador en prácticas de aquí comparto despacho y un baño completo con otro, pero está de vacaciones. Lo tengo todo para mí solito. Si queréis podemos ir allí cuando acabemos, que estaremos más tranquilos.

Mientras que decía esto me di cuenta de lo empalmado que estaba y las ganas que tenía de probar aquel cuerpo

-El entrenamiento sigue allí- dije

Los tres nos reímos y fuimos al cuarto.

En cuanto estuvimos dentro, Samuel cerró la puerta con llave. La verdad que el cuarto tenía su aquel. Había una mesa con un sillón, un pequeño sofá y el cuarto de baño con una ducha sin nada de intimidad.

Samuel se abalanzó sobre mí y empezó a sobarme la polla por encima del pantalón.

-Vaya, parece que todo por aquí está preparado.

-Bueno, creo que estamos todos preparados- dijo Pablo a la vez que dejaba al aire su espectacular polla.

Los tres nos quitamos toda la ropa y nos quedamos desnudos dentro de la habitación. Pablo totalmente depilado con su polla de unos 18cm y sus abdominales marcados, Samuel con su cuerpo de escándalo y una polla también de unos 19cm cubierta de vello moreno, aunque no muy poblado y yo depilado con mi polla de otros 18cm.  Todos en completa erección por la excitación del momento.

Les dije a los dos que se sentaran en el sofá y yo me arrodillé delante de ellos. Empecé con la polla de Pablo mientras los dos se besaban. Qué rica que estaba, tal y como la última vez. No dejé ni un centímetro de sus huevos sin mamar y luego seguí por la polla. Empecé por la cabeza y poco a poco fui bajando hasta meterla entera. Aumenté el ritmo de mi mamada y Pablo no paraba de gemir.

-Oye, que me estoy poniendo muy burro y también quiero probar tu boca- me dijo Samuel.

Me saqué la polla que tenía en la boca y le dio a Pablo en todo su vientre. Me acerqué a la polla de Samuel y la olí. Era una mezcla de sudor y hombre que me volvió loco. Empecé a pasarle la lengua por el glande y saboreé el líquido que le emanaba. Estaba ya bien lubricada de la excitación. Cuando ya le había hecho sufrir bastante le bajé más el prepucio y me metí su pollón en la boca. Era más gruesa que la de Pablo y eso me encantaba. Casi que no había huevo libre en mi boca. Samuel me cogió la cabeza y me metió su polla más adentro, qué rica.

-Pfff, es la mejor mamada de mi vida- me dijo.

De repente Pablo se puso de pie en el sofá y dejó su polla a la altura de la boca de Samuel. Samuel la miró con deseo y se la metió con ansia en la boca. Se notaba cómo lo deseaba.

Yo mientras seguía con mi labor y la polla de Samuel estaba cada vez más grande.

-Para que me corro- me suplicó.

-Vale, que todavía nos queda camino.

Me senté en el sofá con las piernas abiertas y dejé entender que era mi turno.

Acto seguido Samuel se arrodilló ante mi polla y empezó a chuparla. Pablo hizo lo mismo. Vaya vista tenía, dos chicos espectaculares chupándome la polla a la vez. Se notaba que Samuel no tenía experiencia, pero se compensaba con sus ganas. El cabrón lo hacía bien. Sus dos lenguas recorrían toda mi polla de arriba a abajo e iba de una boca a otra. Menudo placer.

-Bueno, ¿y ahora qué? - pregunté al aire.

  • Yo pongo el culo- dijo Samuel- pero si lo hacéis con cuidado.

  • Eso está hecho - dijo Pablo.

Nos cogió a los dos de la mano y nos llevó a la ducha.

-Aquí estamos más anchos- dijo- y nos podemos mojar.

Encendimos la ducha y nos mojamos los tres con agua caliente. El vago invadía el baño y daba un ambiente más sexual si cabía. Pablo chupó sus dedos y empezó a meterlos por el ano peludo de Samuel poco a poco. Cada vez iba dilatando más y cuando vio que estaba listo escupió sobre su polla. Puso a Samuel contra la pared y empezó a introducirla.

Samuel daba gemidos de dolor al principio, pero conforme entraba la polla de Pablo el dolor iba siendo sustituido por placer y sus gemidos cambiaron.

-Menudo gusto cabrones, normal los gritos del otro día en las duchas. No sé por qué no lo he probado antes.

Pablo aumentó el ritmo de sus embestidas y el sonido de sus huevos rebotando con el culo se extendió por todo el baño.

Cada vez estaba más cachondo.

-Fóllame- le dije a Samuel.

Samuel embadurnó su polla con saliva e intentó meterla en mi culo, que estaba ya algo abierto. El cabrón tenía un buen pollón. Cómo se notaba su grosos. Notaba que me llenaba todo el culo y me la metía hasta el final. Sentía un placer inmenso al sentir ese pollón dentro de mí. El tío aumentó mucho el ritmo y mi culo quería cada vez más y más.

-hora de cambio, ¿no? - dijo Pablo.

Este sacó la polla del culo de nuestro invitado y se puso delante de mí, con la polla a la altura de mi boca. Tenía un pollón inmenso follándome el culo y ahora Pablo iba a follarme la boca.

Samuel dijo que no aguantaría mucho más y aumentó el ritmo. Poco después sentí sus trallazos de leche llenar mi culo y a los pocos segundos mi boca se llenaba de la leche de Pablo. Qué rica estaba. Me la tragué enterita.

-A cuatro patas- les dije a los dos.

Se pusieron en esa posición en el suelo de la ducha y empecé a llenar mi polla con saliva. Empecé a follarme el culo de Samuel. Estaba bien prieto, la verdad y me encantó follarlo. Quería que sintiera mi polla en lo más dentro de sí.

Cuando estaba en su apogeo la saqué y fui a por el otro agujero. El culo de Pablo estaba virgen de esa noche y me costó más meter la polla, pero una vez dentro me recibió con gusto. Le cogí por el pelo y le eché la cabeza para atrás a la vez que mis embestidas iban en aumento. Cómo estaba gozando de mi polla.

-Poned las bocas, chicos.

La saqué del culo y me puse a pajearme ante las caras de los dos chicos que tenía ante mí. No tardé mucho en verter mi leche sobre sus caras. Tanto Pablo como Samuel la recibieron con gusto e incluso probaron mi leche.

-Mira cómo nos has puesto- dijo Samuel.

  • Bueno, una buena ducha y como nuevos.

Nos dimos una buena y larga ducha mientras hablamos de mil cosas y Samuel nos confesó que le había encantado sentir una polla dentro y penetrar un culo. Qué era espectacular. Nos vestimos, nos despedimos y cada uno se fue a su casa. Menuda tarde de sexo.

Bueno chicos hasta aquí el relato. Comentad lo que queráis para que sepa qué os parece y está mi correo a vuestra disposición. Valoradlo bien si os ha gustado.

Muchas gracias por leerme.