En la Universidad

Tras la cena de Miriam, en la Universidad también se aprovecharon de mí como la puta que soy.

Solo dos días pasaron desde la cena que organizó Miriam con mis amigos, donde perdí a algunos y donde otros se aprovecharon de mí. Estaba en la Universidad, en la biblioteca, sola... gente que antes solía sentarse a mi lado ahora me ignoraba, y no eran solo los que habían venido a la famosa cena. Estaba segura de que la noticia había corrido, y todo el que me conocía de algo allí sabía ya que era una puta.

Pero en aquella cena sí hubo dos chicos que se quedaron para aprovecharse de mí. Oscar, que me folló la boca, y Toni, que se pajeó en mi cara mientras Miriam me azotaba. Fue precisamente Oscar quien entró en la biblioteca y se sentó a mi lado. Tras algo de charla relacionada con las clases y los exámenes, Oscar fue directo:

  • Sandra, Miriam me dio permiso para que me obedecieras en todo aquí en la universidad durante un par de semanas.

Aquello no había acabado... puse cara medio de circunstancias, medio de resignación... la verdad es que ya lo sabía, Miriam me lo había dicho.

  • Ya lo sé, Oscar. Miriam me lo dijo. Pero debo pedirte algo.

  • Dime.

  • No metas más gente de por medio, esto es muy fácil que se desmadre y si se desmadra tendré que cambiar de universidad, como seguramente entenderás... ya noto que hay demasiada gente que lo sabe.

  • Toni lo sabe...

  • Toni estaba allí, Oscar... ya sé que lo sabe, pero quien tiene el permiso de Miriam eres tú. Si no quieres, no hago nada con Toni, así de simple.

  • Mira, ya veremos qué hago. De momento vamos al lavabo.

  • Vamos. Mira, estas dos semanas te haré lo que me pidas, pero por favor no metas a mas gente de por medio.

  • No sé, a ver cómo te portas.

  • Por favor, Oscar...

  • Sandra, te he dicho que no lo sé, quizá no meta a nadie o quizá sí.

Nos levantamos los dos juntos de la mesa. Noté claramente miradas de asco de algunas chicas que antes eran amigas mías, o al menos, compañeras. Supongo que tampoco Oscar les debía ya caer muy bien. Miriam había conseguido torpedear el grupo... Nos dirigimos a unos lavabos que habían en la planta de abajo, más escondidos. Además había uno más grande, pensado para gente parapléjica. Allí Oscar me ordenó desnudarme. Aún no me había quitado las bragas cuando ya empezó a sobarme por todas partes, especialmente en las tetas.

  • Joder, Sandra, es que estás muy buena... esto es un chollo para mí...

Comenzó a tocarme y pellizcarme el culo, el coño, los pezones... todo lo que pudo, sin ningún cuidado. Me metió dos dedos bruscamente en la vagina, haciéndome daño, pues aún no estaba lubricada. Afortunadamente pronto empecé a lubricar y a sentir placer. Oscar continuó masturbándome y sobándome un rato, hasta consiguió que me corriera. Luego puso sus dedos en mi boca para que limpiara de ellos mi propio flujo vaginal, me puso de rodillas y se la sacó y la metió con violencia en mi boca. Estaba claro que una vez más iba a follarme la boca... Le encantaba. Afortunadamente había tenido un buen maestro, un amo al cual le gustaba hacerme esto de manera habitual y bastante brutal, y aunque sufrí mucho al principio no tardé en satisfacerle plenamente. Además, muchos de los clientes que me conseguía Miriam me hacían esto frecuentemente, con lo que ahora conseguía estar un buen rato sin problemas de respiración cuando me follaban la boca, estaba bien entrenada.

Abrí bien la garganta y dejé que Oscar buscara su propio placer. En esta ocasión tardó más que la vez que vino a casa de Miriam. No fue a saco... iba parando un poco, la sacaba de mi boca, la volvía a meter y luego retomaba el ritmo. La metía hasta el fondo, hasta que notaba su escroto en mi barbilla, y la volvía a sacar. Me cogía las mejillas, las apretaba contra su polla y embestía velozmente... yo no tenía que hacer nada, solo abrir la boca. Al final, su espeso semen al fin se abrió paso por mi garganta, casi sin pasar por mi lengua.

Oscar sacó su polla de mi boca, asegurándose de que salía bien limpia.

  • Estaba buena mi lefa, Sandra?

  • Casi ni la he probado, me la has metido tan adentro que me ha ido directa a la garganta.

  • Qué puta eres, tía... es increíble... Y puedo hacer lo que quiera contigo?

  • Tienes el permiso de Miriam, no?

  • Lo tengo, sí... para dos semanas. Dime, se la tendrías que chupar a cualquiera que te dijera?

  • Sí, pero por favor no lo hagas, si lo haces tendré que dejar los estudios.

  • Porque todo el mundo sabrá lo que eres y querrá que se la chupes a todas horas.

  • Sí...

  • Entiendo. Y para evitarlo preferirías lamer mis pies o que te cruce la espalda a latigazos?

  • Latigazos???? Oscar, por favor...

  • Responde, Sandra.

  • Sí...

  • Bueno, pues ahora que lo sé, lo tendré en cuenta. El de los latigazos es Toni, por cierto... al menos a él le voy a meter... al fin y al cabo tiene tanto derecho como yo. Anda, vístete y vámonos.

Me vestí rápidamente y volvimos a la biblioteca, aguantando una vez más las miradas de los que antes eran compañeros y amigos... Me preguntaba qué sería lo siguiente que preparaba Oscar... o Toni, que se me anunciaba cada vez más, tras la cena y las palabras de Oscar, como un sádico.