En la Universidad (2). Mi primer tío en Grindr

Después del polvazo con Jorge pasé a quedar con un tiarrón de Grindr. Continúo viviendo la vida universitaria aprovechándola al máximo.

Tras el polvazo que os conté en mi anterior relato con mi compañero de clase Jorge, os voy a relatar como fue la primera vez que quedé con un tío de Grindr.

Era una tarde de domingo aburrida donde lo único que apetece es o bien tirarse en el sofá a ver pelis o echar un polvazo, y me decanté por lo segundo. Algunos amigos míos utilizaban Grindr para un polvo esporádico y les iba bastante bien, por lo que yo también decidí probar suerte. Me descargué la aplicación, introduje mis datos, subí una foto calentorra y esperé a ver quién me hablaba. Al principio la mayoría eran cuarentones, una edad que no me atrae nada, lo que hizo que me desmotivara, hasta que media hora después de abrirme el perfil me escribió un tío de 23 años que se llamaba Quique. 1,84, 62kg, delgadito, ojos marrones, al igual que el pelo, y con una sonria algo pícara, como a mi me gusta.

Mantuvimos la típica conversación banal que no aportaba nada, hasta que me dijo que andaba muy cachondo y que buscaba un buen polvo esa misma tarde. Me dejó ver que tendría su casa sola hasta la hora de la cena, y que "por mi cuerpo" estaba invitado a ella si quería. Charlamos un poco sobre preferencias sexuales, era versátil más pasivo, a diferencia de mi que soy versátil tirando más para el lado activo (una combinación perfecta) y muy morboso. Vivíamos a unas pocas paradas de metro, ya que yo me encuentraba en Plaza de Castilla y él en Colombia, por lo que el desplazamiento sería corto.  Me pegué una ducha, me limpié bien todo, ya que nunca se sabe, y me fui a su casa. Nos dimos los números de teléfono para seguir hablando por Whatsapp mientras.

Una vez llegué a su portal me dijo su número de piso y que me encontraría la puerta abierta. Y efectivamente, la puerta medio abierta y todo oscuro (reconozco que hacerlo completamente a oscuras me pone burrísimo). Cuando cerré la puerta pude escuchar su voz indicándome que estaba en la habitación al final del pasillo, de la cual salía una pequeña luz roja que apenas alumbraba. Mientras me acercaba me fui quitando la chaqueta, las zapatillas y los calcetines, para acelerar las cosas e ir directamente al grano.

Entré a la habitación y entre la escasa luz pude ver un cuerpo completamente desnudo y depilado a cuatro patas sobre una cama de matrimonio. La escena me puso muy cachondo y no pude evitar lanzarme a comer ese culito. Introduje la lengua bien al fondo, lo que hizo que el chico de mi encuentro soltara gemidos bien altos, y cuanto más gemía, más cachondo me ponía. Intercalaba esa comida de ojete con azotes bien dados. Mi polla no aguantaba más y me terminé de quitar la ropa que me quedaba mientras comía ese manjar.

Cuando vi que estaba ya dilatadito y húmedo, le cogí de las caderas y le giré boca arriba en la cama. Me subí sobre su cuerpo y situé mi polla a escasos centímetros de su boca, que no dudó en abrir y empezar a engullir como si no hubiera un mañana. Después de un rato de menú, me tumbé más y empecé a follarle bien follada la boca, provocándole arcadas que me daban igual, ya que continué follándole bien esa boca hambrienta. Mientras, con su mano sobaba mi culo y mi polla, pero sin llegar a jugar con ellos.

Tras un rato en esa postura, me empujó y me tumbó boca arriba. Se subió encima de mi cuerpo situando su culo cerca de mi rabo y su boca muy cerca de la mía. Comenzamos a comernos la boca, un apasionante beso con lengua mientras movía su culo jugando con mi polla, lo cual me estaba poniendo cachondísimo. Le comí la oreja, el cuello, otra vez la boca, hasta que volvió a bajar por mi pecho y se introdujo mi polla en la boca. Estuvo otro buen rato comiéndome el rabo. Después, se giró sin sacar mi polla de su boca, situando su culo en mi cara para que le hiciera gemir de nuevo. Entre azotes volví a introducir mi lengua en aquel necesitado agujero que minutos después sería perforado. Se notaba que el chico estaba en el éxtasis porque sus movimientos eran bruscos y muy placenteros.

Se levantó y me dió de mi medicina. Me cogió del pelo y pegó mi cabeza a la pared, e instantes después introdujo su polla en mi boca para comenzar a follarla sin control. Me provocó muchas arcadas pero el capullo lo disfrutaba, y yo también.

Cuando no pudo más, sacó de uno de los lados de la cama lubricante y un par de condones.

  • Fóllame salvajemente - me dijo al oído con una voz sensual a la vez que provocativa.

Dicho y ello. Le coloqué a cuatro patas, me puse el condón, eché lubricante en mi polla y en su culo y comencé a introducirlo lentamente. Quería empezar suave para no agotarme nada más empezar. Cuando estuvo ya dentro entero, el tío no paraba de gritar que era un capullo al tener semejante pollón. Al decirme eso me puso muy cachodno, y con ello saqué la polla y la introduje de golpe sin oponer resistencia. El capullo gritó acompañado de un gemido que escuchó hasta su vecino del décimo. Después comencé a bombear despacio su agujero para que se fuera acostumbrando, y cuando vi que entraba y salía sin problemas aceleré bastante el ritmo hasta el punto que los golpes que la cama daba a la pared parecía de una taladradora.

Cambiamos de postura e hice que se sentara sobre mi miembro. El capullo comenzó a subir y bajar como si tuviera años de experiencia, lo que hizo que le acompañara en los gemidos, cada vez más altos. Intercalábamos los ascensos y descensos con besos, mordiscos o yo haciéndole una paja pero sin que se terminara de correr. Se levantó y se colocó contra la pared esperando a que le empotrara. Y así hice. El muy puto gemía mucho, lo que hacía que me pusiera burrísimo y acelerara el ritmo. Yo iba a explotar y así se lo hice saber.

Sacó mi polla de su culo y se puso de rodillas, con su cara a escasos centímetros de mi polla, la que comenzó a lamer segundos después mientras me terminaba la paja. Seis chorros de semen salieron disparados. Algunos acabaron en su pelo, otros en su cara y otros en el suelo. Segundos después él soltó otros tantos que acabaron en el suelo. Me hizo una mamada para limpiarme bien los restos.

Después de esto salimos del cuarto, me vestí y me fui, no sin antes hablar de repetir otro día. Y así fue, tres días después le estaba follando en su salón mientras jadeaba de placer, pero eso ya es otra historia.

Continuará.


¡Muchas gracias por los comentarios del anterior relato y los correos que me habéis enviado! He de deciros que todo lo que cuento son experiencias reales.

Os recuerdo que p

odéis poneros en contacto conmigo a través de a.universitariomadrid@hotmail.com para hacerme llegar vuestras impresiones o sugerencias de mejora. ¡Nos leemos pronto!