En la tranquilidad del hogar (6)
La historia de Miguel con su tía me puso caliente y decidí bajarme la calentura con mi hermano pero mi mami no quiso quedarse atrás...
En la tranquilidad del hogar (6)
En casa la relación con mis padres ahora era muy franca y abierta, sin secretos, atenta en todo momento.
El fin de semana había terminado, me levanté desnuda de la cama de mis padres, mi padre estaba del lado de la cama y también se levantó para ir al trabajo. Mi hermano y mi madre seguían durmiendo por unos instantes más. La universidad me esperaba, otro largo día en la universidad, sin contratiempos y amenidades muchas. Y por la tarde, ya en casa de nuevo, para relajarme un poco de las clases y trabajos de la universidad, decidí abrir mi bandeja de mensajes, de entre mis mensajes encontré el correo de mi amigo Miguel, que vivía fantaseando con su tía Nery, una madurita de 55 años. Él tampoco era tan joven, pues a sus 39 años, estaba decidido a hacerlo con su tía, una historia verdadera digna de un relato.
Miguel es graduado en Contabilidad, 1.69 m., moreno, peruano de residencia. Trabajaba todo el día en una institución pública, llegaba a casa siempre entre las tres y cuatro de la tarde, de lunes a viernes. En casa vive con sus padres, su hermano Daniel, su abuela Rita, madre de su padre y su tía Nery, hermana de su padre.
Según me decía conforme iba leyendo, una tarde estaba su tía Nery realizando limpieza en su cuarto, llegaba del baño y entró a su dormitorio, vestía una trusa corta y un polo. En su cuarto, estaba su tía con un vestido largo, ella es de talla pequeña, 1.57 m., con una piel rosadita, de 55 años de edad, a decir por él. Al entrar en su cuarto, ella lo miró de pies a cabeza pero se detuvo en su entrepierna, ni siquiera venía excitado, así que el bulto que mostraba era poco notorio. Muchas ideas cruzaron por su mente. Más o menos lo expresaba así:
- Mi tía para ser una mujer madura se conservaba bien, tiene unos pechos algo caídos pero blancos, piernas pequeñas y robustas y un culo gordito bien puesto en su lugar.
- Una tarde invité a mi tía que me ayudara a organizar unas cosas de mi cuarto porque iba al baño para no importunarla. Al salir del baño fui directo hacia mi cuarto, llevaba mi verga grande y dura para saciar las miradas de mi tía. Ya en mi cuarto trataba de amenizar un pequeño diálogo con mi tía y su mirada se detenía groseramente en mi entrepierna, ahora mi bulto era más grande, 18 cm desde el tronco hasta la cabeza de mi verga, por las miradas y por las exhibiciones mías, presumía hacia donde me conducía ello. Para la tarde del día siguiente, ocurrió casi la misma situación pero esta vez solo tenía la toalla que me cubría desde el ombligo hasta las rodillas, traía la verga dura y bien parada, que levantaba la toalla un poco, era muy evidente. Al estar dentro del cuarto accidentalmente dejé caer la toalla de mi cuerpo al piso de la habitación, y quedé completamente desnudo, al verme así una sonrisa salió de sus labios y con las disculpas fingidas recogí la toalla y me la puse torpe y lentamente. En otra tarde, espié a mi tía en el baño, quería saber como era su cuerpo, pude verle una piel rosadita, unos pechos caídos pero apetitosos, unas piernas gruesas y pequeña, su entrepierna era muy poco peludita de cabellos coloraditos, unas nalgas gorditas sabrosas aunque no muy levantaditas; quería entrar ahí y hacerla mía pero me contuve.
- Un día estaba solo y aproveché para poner en el televisor y el DVD una película pornográfica, mi tía se encontraba en la cocina. Al salir de allí y venir a la sala me encontró viendo la película. La película lejos de ofenderla le agradó y se sentó cerca de mí, para mirar dicha película. A este momento tenía la verga bien dura y bien parada que me ponía la trusa como una carpa, ella me la miró con descaro pero mi verga pasó a segundo plano por la película. En uno de esos momentos, me puse de costado y se la sobé entre sus brazos. Mi tía me miró y me lanzó un discurso sobre el parentesco, la familiaridad, el cielo y el infierno. Ella se mantenía firme hablándome de esa manera y sin prestar atención deslicé mis manos debajo de su falda, acaricié sus muslos y le agarré el coño por encima de su gran calzón. Esto sobresaltó a mi tía que sin decir una palabra se dirigió a su cuarto. Apagué el televisor, quité la película y desconecté el DVD, fui hasta el cuarto donde estaba mi tía. De espaldas a mi la encontré, le levanté el vestido por detrás y pegué mi pene en sus nalgas y me sobé tratando de darnos placer mutuo. Mi tía seguía aun sin poder decir una palabra pero seguía de espaldas a mí, luego seguí y le quité ese gran calzón que le cubría el culo, me bajé la trusa y pegué mi verga, que estaba bien dura, a su culo, debajo de la trusa no llevaba nada más. Pude sentir la suavidad de sus nalgas desde mis muslos y mi verga sintió las caricias de ese culo apetitoso. Mi tía sequía de espaldas pero se dejaba hacer. La despojé de todas sus ropas y yo de las mías, desde esta posición le acaricié sus pechos con una mano y con la otra le sobé su coñito, yo seguía pegado a sus nalgas. En uno de estos momentos la levanté con un brazo sujetando sus piernas y con el otro en su espalda cargándola como si se tratara de un bebé y la deposité en la cama. Con mis manos le sobé su gran coño y le di unos lametones a sus pechos, se los besé y lamí sus pezones. Ella abrió las piernas y pude meter un dedo dentro de su conchita y otro dedo para frotar su clítoris. Así dos de mis dedos jugaban en su entrepierna, con la otra mano sostenía sus pechos para seguir probándolos y comiéndomelos. La jalé al filo de la cama con sus dos piernas abiertas y allí de pie yo, junto a la cama me metí entre sus piernas y la penetré suavemente hasta que mis testículos golpearon la parte inferior de su concha. Apoyé mis manos en la cama, mi tía con sus dos manos se levantaba sus pechos para tenerlos al alcance de mi boca y lamerlos, morderlos mientras mi verga entraba y salía de su vagina peludita y coloradita. Sentía la calentura dentro de su coño, lo que me hacía moverme más y más. Llegué a un punto en que estaba por vaciarme y aceleré mis penetraciones descargando toda mi lechita dentro del coñito de mi tía Nery. Quedé quieto dentro de ella, mi verga empezaba a ponerse fláccida y aproveché para besarla cariñosamente. Mi tía no pronunció ni una sola palabra pero la sonrisa en su rostro me decía que la habíamos pasado muy bien. Después de un breve descanso y aprovechando la soledad de la casa, se acostó en la cama al medio, la hice coger mi verga para que me la masturbara un poco, para que se ponga dura otra vez. Ella me esperaba con las piernas ligeramente abiertas. En la posición del misionero, ahí mismo la volví a penetrar, ella cerró las piernas y con las mías apretaba las de ella para darle dificultad a la entrada y salida de mi verga de su coño, lo que hacía más placentero el momento, como era nuestra segunda vez duramos un poco más, diría que media hora de penetración constante y volví a inundarle el coño con mi lechita una vez más.
Oh, Angie, desde ese día, nos convertimos en amantes apasionados y cada ves que tenemos un momento a solas aprovechamos para darnos una buena sesión de sexo. No podría contar cuantas veces pero se que fueron muchas. Ahora mi tía y yo vivimos más felices desde que conocemos los placeres del sexo. Los relatos de amor filial me alentaron y me siento más vivo que antes.
Después de este breve relato y con las despedidas formales, quedé caliente y muy excitada. Estaba vestida con una faldita algo ajustada, mi hermano estaba en la sala de la casa, mi madre estaba en la cocina. Me fui hacia él y con una mano le sobé la verga, nos besamos, nuestras lenguas se buscaban. Él me agarró por el culo debajo de la falda, acariciándome las nalgas. Le bajé su trusa y le empecé a mamar su verga, se la empecé a comer delicioso, se la lamía desde arriba hacia abajo y con mis manos le masturbaba el tronco, metiéndome la cabecita en mi boca. Así calientes nos fuimos a la habitación y nos quitamos toda la ropa. El se sentó en la cama con la verga grande y bien dura, me puse de espaldas a él y fui retrocediendo hasta que mi coño fue penetrado por esa verga maravillosa. Me sostenía en sus piernas por las rodillas y él con sus manos me cogía las tetas. Así de espaldas a él, me subía y me bajaba chocando mis nalgas con sus piernas mientras mi hermano masajeaba mis tetas. Hasta allí llegó mi mami, me dio un gran beso en la boca. Mi hermano y yo nos separamos, me subí a la cama, me puse en cuatro patas, mi mami se metió debajo de mí, con un cojín debajo de su cabeza para que se levante un poco y esté más cerca de mi coño y otro cojín es su culo para que se le levante un poco también y pueda tener su coño cerca de mi boca. Mi hermano puso su verga en la entrada de mi culo y me la empujó, sus manos las puso en mis hombros y con su verga me empujaba de atrás hacia adelante. Mi mami metía sus dedos en mi coño y trataba de lamerme el coño lo más que podía, yo metía también mis dedos en el coño materno y en cada embestida que me daba mi hermano, me iba hacia adelante y abría más mi boca para lamer el coño de mami. Mi hermano se vació dentro de mi culo, yo bañé a mi mami con mis flujos, lamí la conchita materna que estaba bastante mojadita también. Que rico es hacerlo con las personas que te quieren y te aman y es que la historia de Miguel, me calentó mucho.