En la tranquilidad del hogar (2)
Me encontraba en casa , extrañando las caricias de Rosita y decidí extenderle una invitacón a mi casa, era sábado y estaba algo excitada.
En la tranquilidad del hogar (2)
Habían transcurridos dos días desde que mi hermano y yo cogimos con nuestras mami Leonor. Era día sábado, extrañaba a Rosita, mi nena bella, había estado un poco malita de salud y la verdad que extrañaba mucho su cuerpo y sus caricias. La invité a pasar el día en mi casa, ella me aceptó encantada. En casa estaban mi madre, ni hermano y yo, mi padre como siempre en su trabajo.
Como a las nueve de la mañana del mismo día, llegó Rosita. Estaba preciosa, llegó vestida de blanco, con una minifalda, una blusita corta y pude notar que debajo de su mini tenía un calzoncito blanco, vestía con unos zapatos de taco ancho color blanco de tiritas que le amarraban los tobillos, que le aumentaba un poco más su talla pues era mucho más alta que yo y con el calzado que llevaba fácil llegaba a los 180 centímetros, tenía unos aretes largos, pulsera negra en el brazo derecho, sortijas en el dedo anular de cada mano, uñas cortas y bien pintadas, que contrastaban con su cabello negro lacio que le llegaba hasta debajo del cuello. Ella es de ojos medianos, de pestañas pequeñas pero bien rizadas, cejas depiladas y grandes, de contextura delgada, piernas largas y delgadas, cuello largo, boca pequeña de labios finos, pechos medianos, pequeña colita y levantadita, rostro de niña buena, tierna e inocente que me volvía loca.
Después de los saludos de rigor, la tomé de la mano y me la llevé a mi habitación, ardía de gansa de estar con ella. Ella disfrutaba desnudándome lenta y suavemente, primero mi polo, después el corpiño, quedé con mis pechos desnudos, después mi short y finalmente mi tanguita amarilla, recorriendo con sus manos de abajo hacia arriba por todo mi cuerpo como si lo estuviera reconociendo. Ella se desnudó para mí, como si de un striptease se tratara. Estaba de pie en el piso de la habitación, ella se acercaba a mí, algo inclinada hacia adelante, y con sus nalgas rozaba mis muslos, sobaba mi culo, luego enderezó su cuerpo y toda su espalda y su culo lo refregaba en mi, por delante sintiendo sus nalgas en mi coño, mis tetas en su espalda, por los costados sintiendo sus pechos en mis hombros y su coño sobándose en mis muslos y por mi espalda sintiendo sus tetas en mi y sobando su coño en mi culo. Mi nena me calentaba demasiado. Así la llevé de la mano a la cama y nos echamos en ella, poniéndonos de costado acariciándonos desde las piernas subiendo por las caderas hasta los hombros y detenernos en los hombros para unir nuestros labios en un tierno beso. Luego la recosté boca arriba de la cama, ella abrió ligeramente las piernas, puse mi perna derecha entre sus piernas de modo que mi muslo tocara su coño y de modo de su muslo también tocara el mío, dejé caer mis brazos en la cama abriendo mi boca para comer la suya, metiendo mi lengua en su boca y ella la suya en mi como si juguetearan, como si lucharan. Ella rodeaba mi espalda con sus brazos queriéndome aprisionar para que nuestros pechos se junten y puedan rozarse desde los pezones hasta todo el resto de nuestros pechos. Así demostrábamos nuestro amor, mientras en la otra habitación se escuchaban gemidos y bufidos, síntoma que mi hermano estaba gozando con mi mami.
Tenía a Rosita en mi casa, en mi cama, a mi lado. Todo lo demás era menos importante para mí. Me puse de costado y empecé a morder sus pezones y con mi mano derecha le metí dos dedos al su coño, grande y casi lampiño pues no era de tener mucho por ahí, ni en ninguna otra parte de su cuerpo, no había necesidad que se depilara.
Bajé mi cuerpo hasta su coño buscando su clítoris con mi lengua mientras mis dedos se clavaban nuevamente a su coño, ella tenía una de sus piernas subidas a mi espalda y sus manos se abandonaban a la cama mientras movía su cabeza de lado a lado disfrutando de mi boca y de mis dedos. Luego hice subir sus piernas, doblarlas hacia ella de modo que sus rodillas besaran sus pechos con las piernas bien abiertas y yo pegué mi boca a su coño sosteniendo sus muslos con mis manos. Ella sujetaba mi cabeza con su mano derecha como no queriéndome apartar de su lado. Luego me bajé de la cama, ella se puso al filo de ella, con los dedos de su mano derecha se abría el coño y con los dedos de mi mano derecha le abría el coño por el otro lado para introducirle mi lengua mientras que con mi otra mano metía uno de mis dedos a su culo y ella con su mano libre me acariciaba la cabeza. Ella levantó más las piernas pasándolas por mi espalda rodeando mis hombros.
Ella luego se bajó de la cama quedando con una pierna en el piso y la otra en la cama quedando totalmente abierta para mi, me puse debajo de ella pero con mi cuerpo en el suelo y le lamí desde el coño hasta la raja del culo, subía y bajaba mi lengua recorriendo su vagina y la raja de su culo. Luego se sentó en el filo de la cama con las piernas abiertas de modo que mi cuerpo se pegó en ella uniendo nuestros coños, ella levantó las piernas rodeó mi cuerpo con ellas cruzando sus pies a la altura de mi culo, me abrazó rodeando sus brazos a mi espalda, descansando sus manos en mis hombros inclinando su cabeza del lado derecho y yo del izquierdo abriendo nuestras bocas para juguetear con nuestras lenguas otra vez mientras mis brazos rodeaban su espalda apretándonos más y más.
Qué deseosa me tenía Rosita, se puso al centro de la cama con las piernas abiertas y dobladas de manera que las plantas de los pies descansaban en la cama y me ti mi boca en su coño, ella hacía los mismo con el mío, disfrutaba los 69, moviendo y girando mi lengua en su coño de la misma manera como ella lo hacía en el mío. Esa comida de coño duró muchos minutos menos de los que me hubiese estado tener a Rosita en mi y quedamos ahí, descansando a piernas abiertas en nuestro propio mundo.
Realmente me encantaba esta nena, Rosita había calado mucho en mi, después de relajarnos un poco, me puse a cuatro patas al filo de la cama, dejando mis piernas desde las rodillas hasta los pies fijos en la cama, sosteniéndome del otro lado con las manos apoyadas en la cama bajando mi cabeza poco a poco de modo que parte de mi cara besaba la cama, dejando mi culo paradito y con las piernas abiertas, Rosita bajó de la cama y así me lamió desde mi coño hasta mi raja sosteniendo mis nalgas con sus dos manos, luego me lamía el coño y metía un dedo en mi culo, luego me lamía la raja y metía dos dedos en mi coño.
Estábamos hechas unas perras en celo, disfrutando más y más. Me trepé en la cama, abrí mis piernas lo más que pude al punto que con mis manos sostenía mis pies mientras Rosita aplicaba su lengua a mi clítoris y sus dedos entraban y salían de mi coño, qué magnífica comida. Me senté en la cama luego con las piernas abiertas, Rosita se sentó también quedando su culo entre mis piernas y poniendo cada una de sus piernas encima de las mías, abrazándonos fuertemente, cruzando nuestros brazos a nuestros cuerpos abriendo nuestras bocas para juguetear con nuestras lenguas una vez más. Y terminamos haciendo un rico 69, ella echada en la cama, dejando mis jugos en su cara y yo lamiendo los suyos. Después de ello, nos acostamos de costado en la cama y nos fundimos en un tierno abrazo, besándonos románticamente deseando que tal momento se extendiera por siempre.
- Oh, Rosita, te quiero en todos los momentos de mi vida.