En la Tienda

Unas chicas entran a robar a una tienda de ropa intima, pero son cachadas por los guardias y terminan siendo humilladas, dominadas y vendidas como esclavas.

La Tienda

Unos guardias detectan a tres chicas que están robando en la tienda, estos las arrestan, las humillan, y las terminan vendiendo como esclavas.

Los guardias detectaron que las tres mujeres estaban robando en el local. De inmediato se acercaron a ellas, les colocaron esposas con sus manos en la espalda y las condujeron hasta una sala ubicada en el tercer sótano del comercio. Allí observaron que pendían del techo cadenas en cuyo extremo había cuerdas con lazos corredizos en sus extremos. Los guardias le colocaron los lazos en sus cuellos y accionaron cada motor que levantaba las cadenas hasta que las cuerdas quedaron ajustadas a los cuellos de las jóvenes.

Éstas temían que las cuerdas se ajustaran tanto que no les permitieran respirar y fueran ajusticiadas allí mismo. Estaban temerosas pero no se atrevieron a decir palabra. Los guardias dejaron el lugar y llamaron a Javier dueño del comercio. Éste comenzó a cortar las prendas de las muchachas hasta que quedaron sólo con las bragas puestas. Javier con voz firme les dijo: -De ahora en más deberán obedecerme o tensaré más las cadenas y morirán ahorcadas.- Se acercó a la primera de ellas y le cubrió los ojos con una banda negra. Repitió la operación con las dos restantes. Acto seguido les bajó las bragas hasta las rodillas. Se retiró regresando unos minutos con Mariano, un fotógrafo aficionado. Quiero que les tomes varias fotos a estas mujeres. Así veremos un antes y un después. Procura que se note bien que las tetas no tienen ninguna marca.- Luego de tomar más de 20 fotos de cada una, desde todos los ángulos posibles, Mariano se retiró, no sin antes sentir una fuerte erección. La visión de esas mujeres que la única prenda que las vestían eran unas bragas a la altura de las rodillas lo excitó. Le hubiera gustado coger a alguna allí mismo. Javier se acercó a una de ellas y tomando los pezones entre sus dedos comenzó a retorcerlos mientras la interrogaba. -¿Quién te envió para robaras en mi local?. Te aseguro que esto te va a costar caro.- -No nos envió nadie. Sólo queríamos lucir mejor con los artículos de este lugar.- -En ese caso te ayudaré a lucir mejor.- Javier tomando un látigo comenzó a descargar sucesivos azotes en el cuerpo de la joven, que gritaba de dolor e imploraba piedad. Las demás mujeres que oían los gemidos y los impactos del látigo estaban próximas llorar ya que presentían que ellas serían las siguientes. Los azotes se detuvieron cuando el cuerpo de la joven presentaba numerosas marcas de látigo en su espalda, culo, pantorrillas, tetas vientre y muslos.

-Vuelvo a preguntarte ¿Quién te envió a que robaras en mi tienda? -Lo juro señor. Fuimos nosotras que decidimos llevarnos algunas prendas cuando fuimos sorprendidas por el guardia.- -Parece que el látigo no ha hecho efecto. Veremos si con unos azotes más te vuelve la memoria.-

Los azotes se dirigieron directamente a las tetas. La joven, entre gemidos, insistía que eran ellas las responsables. En vista que no lograba conseguir nada de ella, pasó a la siguiente que al no dar respuesta satisfactoria a Javier recibió también los azotes del látigo en todo su cuerpo. Finamente en la tercera se repitió el castigo. A continuación les quitó las vendas de los ojos. -¿Qué les ha parecido el castigo? ¿Están dispuestas a obedecer o quieren unos azotes directamente en sus conchas hasta que queden inservibles?.- Volvió Mariano para tomar otra serie de fotos de las tres mujeres. Ahora todas tenían gruesas y notables marcas rojas en sus cuerpos dejadas por el látigo, sus caras desencajadas por el sufrimiento. Estaban temerosas de su futuro, pero no tenían alternativa. Las tres estaban dispuestas obedecer. Javier inspeccionó las conchas de las tres y eligió la más húmeda para violar. Le quitó totalmente la bombacha para que pudiera separar las piernas. Mientras tanto la cuerda alrededor de sus cuellos era una amenaza permanente. Primero le acarició largamente las tetas hasta que los pezones estaban duros y turgentes. Palpó nuevamente la vagina. Estaba más húmeda que antes. No perdió más tiempo y quitándose los pantalones procedió a penetrarla y acabar en su interior. Le colocó un collar de cuero y le retiró la soga de la horca. La llevó a otra sala donde permaneció desnuda, sentada en el suelo y con su collar encadenado a la pared. Se sentía humillada, tratada como la más baja esclava. No pudo contener el llanto. La segunda fue violada por el fotógrafo que también descargó su leche. -¡No quiero quedar embarazada!. ¡Me han violado y dejado la leche en la vagina!. ¡Además de ser ultrajada me van a embarazar. !- No te preocupes, dijo Javier. Ahora viene una sesión con picana eléctrica en la concha que evitará el embarazo. Nada mejor que unas buenas descargas en la vulva para evitar que quedes preñada. La joven gritaba con desesperación mientras era llevada a la cámara para ser torturada. La tercer joven había presenciado las dos violaciones anteriores. Presentía que pronto le tocaría a ella, pero se equivocaba. Muy poco después y luego de ser fuertemente amordazada, entraba en el lugar Javier acompañado de un hombre de enorme estatura y contextura física. -Esta es la ladrona que encontramos en el momento de robar. Creo que le puede gustar. Se la vendo por ochenta mil euros. Pongo ese precio bajo porque quiero sacarla de aquí. Ni siquiera la he violado, apenas unos latigazos para domarla. ¿Qué le parece?- -No está mal. Como le anticipé por teléfono la quisiera para ser vejada por mi sobrino, que ha demostrado ser un pervertido total. No se imagina cómo quedan estas esclavas luego de una sesión con él. Será mejor que la lleve pronto para calmar un poco la ansiedad de Ramón, mi sobrino. Ayer estuvo a punto comenzar a torturar a su hermana. Afortunadamente para ella llegué justo cuando había recibido nada más que tres o cuatro azotes en la concha. La tenía colgada de los tobillos con las piernas separadas y dándole con el látigo allí - -En ese caso creo que este es un buen ejemplar. Esta mujerzuela no tiene entrenamiento previo por lo que su sobrino, si es un pervertido como dice, podrá disfrutar de este cuerpo castigándolo sin piedad. Estas tetas son ideales para ser azotadas con unas disciplinas.- -Lo que más me gusta de esta puta son las marcas que le dejó con el látigo. Parece que su piel responde muy bien a los azotes. ¿No ha intentado hacerle algunas marcas con hierro caliente?.- -No, realmente no quería marcarla porque en ese caso no podría venderla de inmediato. Me conformé con algunos azotes.- -Dígame dónde compró el látigo que usó, porque a mi sobrino le interesará.-

-No lo he comprado, lo hice yo mismo. No es la primera vez que castigo con un látigo así. Me gusta porque aparte del intenso dolor que les causa, deja unas marcas que duran varios días. Ud. está en lo cierto, la piel de esta puta se presta para el látigo.- -Permítame el látigo. Sería una lástima desaprovechar esta oportunidad. Tenerla desnuda, indefensa y amordazada y no azotarla de nuevo.- El visitante tomó el temible látigo y comenzó a azotar el culo de la joven, que quería gritar de desesperación por el castigo que estaba recibiendo. La mordaza se lo impedía. Cuando finalmente cesó el castigo todo su trasero estaba al rojo vivo cruzado por innumerables marcas.- -Ahora sí que quedó en condiciones esta puta. Aquí tiene el cheque y me la llevo. Le diré a mi sobrino que se comunique con Ud. para que le indique cómo construir este látigo.- Se cerraba la operación. La joven objeto de la venta se había estremecido escuchando la conversación. La estaban vendiendo como si fuera un perro en una veterinaria. Presumió, acertadamente, que le esperaban días de sufrimiento en manos de Ramón. ¡Qué mala idea había sido robarse unas prendas de esta tienda!. Poco después era colocada en el baúl del auto, completamente atada y con los ojos vendados mientras la mordaza continuaba en su boca. Como nadie sabía de su incursión en este local simplemente aparecería como desaparecida y sería muy difícil que la pudieran rescatar. Mientras tanto Mariano continuaba torturando a la joven que temía embarazarse. Las descargas sobre su concha se repetían una y otra vez, más fuertes. De pronto sintió la introducción en su vagina de un consolador. Ahora las descargas provenían del mismo y en el interior de su vagina. De pronto y no pudiendo soportar tanto dolor y castigo se desmayó. Cuando despertó estaba en el interior de una jaula mientras tres hombres pugnaban por pagar un precio por llevársela. Ella también estaba siendo vendida. La he estado torturando y resiste muy bien. Le aseguro que el que se la lleve tendrá un ejemplar formidable para hacerle lo que quiera. Como verán primero fue azotada, luego violada y más tarde torturada. -Si la compro es para que resista las torturas que suelo hacerle a mis esclavas. Nada de andar con medias tintas. A estas putas hay que tratarlas duro.- Otro de los presentes quedó convencido que era un buen ejemplar. Pagó lo solicitado, pidió que fuera atada con alambre en sus tobillos, muslos y muñecas. Mientras tanto la joven, amordazada, trataba de implorar no ser tratada de esa manera. Así dejaba el lugar esta infortunada joven En el lugar quedaba solamente la mujer que había sido violada en primer lugar. Las formas de su cuerpo desnudo, las firmes tetas y los pezones duros decidieron a Javier que la conservaría unos días antes de venderla. Quería que le hiciera una buena felatio y pudiera acabar en su boca. Además ese culito redondo, firme, tan blanco, aunque ahora cruzado de rayas rojas, que también quería aprovecharlo. -Mañana por la mañana te violaré por el culo. Por lo tanto quiero que esté perfectamente limpio. Recuerda, a primera hora te toca introducción por atrás.- ¿Qué alternativa tenía?. Con lo que le permitían las cadenas que tenía puestas hizo todos los esfuerzos por higienizarse. A las siete de la mañana del día siguiente estaba mental y físicamente preparada para recibirla por atrás. Debió esperar hasta casi hasta las diez, hora en que entró Javier. Luego de ponerla en posición le humectó la entrada del ano y procedió a metérsela. Caía así otro agujero hasta ahora inexplorado de la joven. La penetración fue muy dolorosa. El recuerdo del látigo no le permitía revelarse. Estaba segura que si se quejaba o gemía de dolor, Javier sería más cruel con ella. Ya sentía un intenso dolor sólo cuando el hombre apoyaba el cuerpo contra el castigado culo de la joven. Una vez que acabó en el recto, le ordenó que quedase boca abajo tendida sobre la cama. Procedería a azotar nuevamente el culo de la ladrona. Veinticinco azotes dejaron otras tantas marcas. Luego de la azotaína el trasero le había quedado de un intenso color rojo. La joven ahora acariciaba su culo en un desesperado intento de calmar, aunque fuera parcialmente, su dolor. No fue hasta el día siguiente que debió ponerse el miembro de Javier en la boca para hacerlo acabar y luego succionar el semen que vaciara en su boca. Sin embargo sus desventuras no terminarían allí. Su captor decidió mantenerla unos días más para continuar con las vejaciones.

-Te comunico que tus dos amigas han sido vendidas como esclavas. También te venderé a ti, pero más adelante. Por ahora te tendré aquí para gozarte y castigarte. Efectivamente, en los 22 días que permaneció en el tercer subsuelo de la tienda no solamente fue violada reiteradamente sino azotada, atada de las maneras más incómodas su cuerpo pinchado por innumerables agujas y su vagina había recibido diversos objetos. Luego de tantas vejaciones era el momento ideal para venderla. Por la tarde un interesado, luego de discutir el precio y probar él mismo las cualidades de sus agujeros se la llevó por 90.000. La haría trabajar de puta en un lejano pueblo del país. Javier guardó, como recuerdo, todas las fotografías que Mariano había tomado. Eligió dos de cada una de las mujeres, tomadas luego de ser azotadas y pidió ampliaciones enmarcadas para que sirvieran de adorno en el reducto del tercer subsuelo.

Fin

Autor: Master Zero

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