En la terraza con la doncella II

Siguen mis aventuras lésbicas con la doncella. Y tal vez mi marido, Jacobo, termine apuntándose a la fiesta...

Aquél caluroso verano, con mi nueva doncella "para todo", Yanira, estaba siendo de lo más excitante. Yanira a parte de ser un bellezón, era agradable y simpática y, a pesar de nuestros escarceos sexuales, nunca me perdía el respeto. Incluso a veces, en la cama, me seguía hablando de usted, cosa que me excitaba muchísimo porque le daba a nuestra relación un punto de dominación sexual que me ponía muy, muy loca.

Aquella tarde, justo después de levantarme de la siesta, me apeteció un baño en la piscina. Si no había gente del servicio, o el jardinero, era muy frecuente que me bañara en topless o completamente desnuda. Llevaba sólo un vestido tipo ibizenco con la parte de abajo de bañador, bajé a la piscina, me quité el vestido, el bañador y, ya desnuda, me lancé al agua.

Estuve nadando un rato y cuando salí, decidí secarme al sol. Este año habían sido tan frecuentes mis sesiones de solarium sin ropa que apenas se percibía marca alguna de bañador en mi piel. Me tumbé y en este momento ví a Yanira que estaba limpiando en el comedor. Le hice una señal para que se acercara.

  • Qué desea, señora? - me dijo con su dulce voz.

  • Yanira, hazme el favor : me podrías traer algun refresco ... o simplemente agua. Y la crema bronceadora.

  • Ahora mismo, señora.

La servicial doncella entró de nuevo a casa, y al cabo de muy poco volvió a aparecer con una bandeja. Me había traido un vaso con hielo, agua y una coca-cola. Y la crema bronceadora. Era tan servicial y atenta...

  • Siéntese en la tumbona, señora, que mientras se toma el refresco le pondré crema.

Obedecí aquella orden aunque mi cuerpo empezó a tensarse conocedor de qué es lo que vendría a continuación. Me senté, empecé a beber poco a poco y Yanira, la diligente y sensual Yanira, empezó, desde atras, a untarme crema por la espalda. Me acarició los ombros y bajando, empezó con los laterales, avanzando hacia mi barriga y subiendo poco a poco. Al cabo de un instante, sus manos amasaban suavemente mis pechos que reaccionaron a sus caricias poniendose mis pezones duros como piedras. Volvió hacia la espalda, y bajó de nuevo desde el cuello a mis pechos, pellizcando los pezones con suavidad pero firmeza. No era ni la primera vez ni la segunda, y ya empezaba a conocer mi cuerpo mejor que yo misma.

Bajo a mis muslos y empezó a poner crema por las piernas. Cuando ví que iba a subir más de la cuenta, hacia mi entrepierna le ordené :

  • Entre las piernas no me pongas crema, que quiero que primero me comas un poco el coño.

Ordenarle este tipo de "guarradas", darle ordenes con palabras soeces, me ponía muy muy caliente, y Yanira, lejos de ofenderse, me complacía encantada. Era una especie de juego que llevabamos entre las dos, de común acuerdo.

  • Como ordene, señora.- respondió Yanira. Y sin mediar palabra, me acompañó con una mano para que me tumbara, mientras con la otra me cogía el vaso. Se levantó, se quitó el vestido (quedandose solo con el batín de sirvienta), se quitó el minúsculo tanga que llevaba y casi desnuda, situó su cabeza entre mis piernas para empezar a succionarme entre las piernas como si le fuera la vida en ello. Sabía que me encantaba que ella también estuviera desnuda cuando me hacía un cunnilingus y alguna vez la había pillado haciéndose un dedo mientras me lamía la entrepierna.

Qué placer, dios! En un par de ocasiones, con la mano, la frené porque no quería correrme tan rápido pero al final, con su forma tan golosa de succioname el clítoris, no resistí más y me corrí con un largo jadeo. Yanira, aun con su boca en mi palpitante vagina, me miró, me dió un tierno beso entre las piernas y se levantó para volver a vestirse.

  • Qué lástima que tu te quedes sin disfrutar, Yanira, cariño.

  • No se preocupe en absoluto, señora. Una se sabe espavilar sola, - me dijo sonriendo.

  • Sabes quién te podria espabilar, también? - le solté - Mi marido.

Yanira casi tropieza del susto.

  • Disculpe, señora, creo que no la he entendido bien.- dijo titubeando.

  • Digo, que creo que mi marido te podria echar un buen polvo esta tarde para quitarte la calentura que debes de llevar ahora.

La pobre se quedó mirandome sin saber qué decir, así que añadí :

  • A ti te apetecería follar con mi marido esta tarde?

  • Señora,- respondió- el señor es un varón muy atractivo sin duda, pero no se yo si debería...

  • A tí te apetecería?

  • Acaso lo duda?

Estaba decidido. Esta tarde cuando llegara Jacobo, mi marido, le pediría que se follara a nuestra sirvienta.

++++++

A eso de las siete y media mi marido llegó. Marisa, la cocinera, nos había dejado la comida preparada y a su hora en punto, recogió y se fué.

Yanira, disimuladamente, se hizo la remolona y se quedó "a servirle la cena a los señores, por petición de la señora" (o eso es lo que le dijimos a Marisa).

Yanira se presentó con el primer plato vestida con su uniforme, con el delantal blanco y un vestido negro, eso sí, yo me fijé que yanira llevaba el vestido ligeramente subido para mostrar un poco más de piernas. La camisa negra, de seda oscura, quedaba parcialmente cubierta por el delantal blanco, por lo que si bien se adivinaban las formas de sus pechos, me resultó imposible asegurar si llevaba sostén o no.

Nos sirvió el primero a los dos y yo podía notar que Yanira estaba muy nerviosa, pero también muy excitada. Y también me dí cuenta que mi marido rápidamente empezó a sospechar que allí había gato encerrado. Era muy raro que yo pidiera a alguien del servicio que se quedara para servirnos la comida. Esto sólo lo sucedía si teníamos invitados de compromiso. Pero ví que estaba de buen humor y seguí con mi plan.

Pasamos al segundo plato y mientras Yanira servía a mi marido, yo por debajo de la mesa, con el pié, empecé a acariciarle el miembro. Como sospechaba, se puso duro muy rápidamente. Era muy evidente que nuestra sirvienta que estaba justo al lado, no se perdía detalle del sube y baja de mi pie. Y aun era más evidente que Jacobo no hacía nada para disimularlo, tampoco. Creo que se pensaba que mi plan consistía en hacerlo mientras nuestra doncella nos miraba, ya que me conocía y sabía que tenia un punto exibicionista.

Seguíamos comiendo y yo me pasé toda la cena poniéndole cachondo. En una ocasión distraídamente fui dejando que una tira de mi vestido fuese cayendo, poco a poco, por mi brazo hasta que uno de mis pechos salió a la luz. Como si no me hubiera enterado dejé mi pecho al descubierto y seguía tonteando y bromeando con mi marido.

Entró de nuevo Yanira al comedor, mi marido que, como yo, ya llevaba alguna copa de vino, le dijo a Yanira :

  • Disculpa, Yanira, a mi mujer se le ha salido un pecho. Serías tan amable de recolocarle el vestido?

  • Por supuesto, señor. Señora, si me permite...

Se acercó y desde atras, con la mano izquierda me subió el tirante mientras, con la mano derecha me acariciaba suavemente el pecho para recolocarlo dentro del vestido.

  • Gracias, Yanira. .- dije riendo

Yanira recogió el segundo plato pero antes de que se fuera mi marido preguntó :

  • Yanira, qué hay de postre?

Mi plan había funcionado. Conozco bien a mí marido y es muy goloso, sabía que preguntaría por los postres porque le encantan. Así que ya había preparado a Yanira para que tuviera la respuesta.

  • Señor Jacobo, la señora ha pedido de postre dos bolas de helado de vainilla para ella, y para usted, el postre seré yo misma. Ahora mismo se lo traigo.

Y se fué para la cocina como si nada...

  • Heheheheee ... espero que te guste el menú,- le dije burlonamente. Y acto seguido, desplacé hacia atrás mi silla y apoyé una de mis piernas a la mesa, mostrandole a mi marido mi sexo rasurado. Me volví a sacar un pecho y ante la atenta mirada de mi marido, me empece a masturbar con la mano derecha mientras con la izquierda me pellizcaba mi pezon erecto.

No llevabamos ni un minuto con el tema que se abre la puerta que comunica la cocina con el comedor y aparece Yanira desnuda, ataviada solo con unas medias y ligueros, y con mi postre : dos bolas de helado de vainilla.

  • Señora, su postre.

  • Gracias, Yanira.- le respondí sin dejar de masturbarme.

  • Señor? - dijo, dirigiendose a Jacobo.-desea usted una felación o quiere penetrarme directamente?

Mi marido llevaba un rato sin poder articular palabra pero viendo la sorpresa que le acababa de preparar se apuntó rapidamente a la fiesta.

Se levantó, y sin quitarse ni el pantalón ni la camisa, se bajó la bragueta y se sacó su erecta polla que llevaba rato luchando por salir. Mi marido es de complexión normal, ni alto ni bajo y no es guapo, pero tiene su atractivo. Qué voy a decir yo, claro. Pero lo cierto es que tiene un miembro que, de largo está bastante bien, pero sobretodo, es muy grueso. Cuando Yanira vió aquél pollón soltó un "joder" que me encantó. Era el primer taco que le oía. Rápidamente dijo "perdón, perdón" pero en sus ojos ví que ardía en deseos de notar esta polla en su interior, por lo que dije.

  • Jacobo, cariño, hoy Yanira ha estado muy servicial y atenta comiendome el coño en el jardín. Creo que se merece que la folles bien follada, que viendo sus ojos, tiene unas ganas locas de que se la metas.

Mi marido no se hizo de rogar. Giró a Yanira y la puso mirando hacia mí, le cogió del pelo y la embistió desde atrás. Yanira soltó un chillido estremecedor pero mi marido, lejos de acobardarse, la volvió a envestir una y otra vez con fuerza. A cada golpe de cadera de él, ella chillaba desesperada y los dos se iban acercando a mi. Viéndolo, aparté mi silla de la mesa y acerqué mi coño a la cara de Yanira, que rápidamente lo devoró golosamente.

Aquélla escena fue demasiado para mi marido que empezó a resoplar, ya que estaba a punto de correrse.  Cogiéndosela con una mano se la sacó de golpe  la sacó de golpe justo a tiempo para que su miembro empezara a escupir leche por toda la espalda de Yanira, que seguía entre mis piernas, que empezaron a temblar porque yo también me estaba corriendo.

Con cara de exhaustos pero satisfechos, Jacobo y yo nos miramos, me levanté,  le dí un beso a mi marido y colocandome bien el vestido dije :

  • Muchas gracias Yanira, ya puedes recogerlo todo.

Yanira se levantó, aun sofocada por los orgasmos que acababa de tener y aun con la leche de mi marido resbalandole por la espalda dijo.

  • Ahora mismo.

Se puso la polla de mi marido en la boca, limpiando hasta la ultima gota, la guardó dentro del slip, le subió la cremallera y recogiendo el plato del postre, se fué hacia la cocina, removiendo sensualmente aquél culo manchado.

El polvo que me pegó mi marido aquella noche fué antológico. Pero eso ya es otra historia...