En la relación con mi cuñada

Mi cuñada es una gordibuena muy sexy por la que siento una debilidad especial. Hace poco tuve ocasión de tener un fogoso encuentro. Ambos salimos muy satisfechos.

Son las cuatro de la tarde y hace bastante calor. Mi cuñada nos recibe en la puerta de la verja que da acceso al jardín que rodea su casa. Me ayuda acompañando a la abuela mientras yo me cuido del equipaje. Este fin de semana lo pasará con ellos ya que mi familia nos vamos a pasar el finde a la playa.

Deduzco que estaba tomando el sol junto a la piscina en topless. Lleva puesto una especie de batín de playa solamente abotonado en la parte central, con lo que se le ven las tetas casi por completo y las piernas hasta donde comienza la curva del trasero.

Acompañamos a la abuela al interior de la casa y la dejamos viendo la tele. Mi cuñada y yo comentamos el buen tiempo que tendremos en nuestra escapada a la playa. No puedo evitar que mientras hablo mi mirada se desvie hacia sus tetas prominentes casi desnudas y a un par de palmos de mis narices.

Ella se da cuenta de mi debilidad y lejos de retraerse lo que hace es moverse levemente para que esas estupendas peras boten con un movimiento oscilante que me quita el sentido. Me ofrece un refresco y vamos hasta la cocina para tomarlo. Alli busca los vasos en el armario y el refresco en la nevera. Cada movimiento es una excusa para exhibirse y hacerme pasar mal rato. Tanto me muestra su buen culo solo cubierto por un diminuto bikini como sus tetazas que parecen van a saltar fuera del batin.

Conocedora de mi turbación ella se recrea y disfruta sabiendo que me tiene en el límite. No es un pibon pero sabe moverse para desatar el deseo de cualquiera. En este caso, se siente dominadora de la situación , y adema con la seguridad de que somos familia muy cercana sin posibilidad de ir a más.

De vez en cuando me mira el paquete para ver comprobar que está teniendo éxito, y puedo asegurar que sí que lo está teniendo. Pasan los minutos y aunque el calentón me pide continuar contemplando su cuerpo semidesnudo, me despido de ella hasta el domingo a la tarde que volveré a por la abuela.

Me da un par de sonoros besos al tiempo que restriega las impresionantes tetas contra mi pecho. Se queda en el quicio de la puerta con una gran sonrisa y una pose que invita a volver.

Al legar al coche le mando un whatsapp: “Necesito hablar contigo. Estoy en la puerta de atrás. No le digas nada a la abuela”.

Voy por el jardín hasta la puerta trasera que da a la cocina y me cuelo dentro. Enseguida aparece ella con cara de desconcierto. ¿Qué pasa?¿Se te ha olvidado algo?

“Sal y dile a la abuela que estas un poco mareada y que te vas a echar un rato. Sobre todo que no sepa que estoy aquí. Ahora te cuento”.

Mientras echa va a cumplir el encargo, supongo que con algo de curiosidad y preocupación, me cuelo en su habitación.

Después de unos minutos abre la puerta y entra en la habitación con cara de : Que haces aquí! Creía que estabas esperando en la cocina. Pero de inmediato la cambia por otra que dice: Qué haces en mi cama! Por qué estas desnudo! Anda que si te ven así!

“Pasa, pasa que te tengo que contar una cosa muy importante”, le digo tratando de darle una entonación que logre interesarla.

Sale de la estancia y al instante vuelve cerrando la puerta a su espalda. A ver dime, ¿Qué es eso que tienes que contarme?, “la abuela está medio dormida”, añade.

“La verdad es que no sé por dónde empezar… me da bastante vergüenza contártelo”.

“Venga ya, no seas tonto, si somos familia”, dice acercándose un paso hacia la cama.

Ella no sabe que debajo de la sabana estoy completamente desnudo, con la polla en la mano disfrutando de un buen empalme, mientras me doy suaves meneos que me ponen a cien.

“Bueno, tu sabes… desde hace un tiempo que no me encuentro bien con Carla… y echo de menos ciertas cosas…”, le suelto el rollo de que pobrecito soy, que me encuentro solo y mientras me voy pajeando a escondidas contemplando su cuerpo exuberante.

Después de lamentarme durante unos minutos ella interviene tratando de animarme asegurando que eso pasa en todas las parejas y que todo se arregla.

Mientras vamos hablando, poco a poco voy corriendo la sabana sin dejar de meneármela, hasta que ella puede contemplar la magnitud del “problema”. Ahora si que estamos centrados y podemos hablar con propiedad.

De la sorpresa inicial pasa a la sonrisa pícara. Dos realidades paralelas suceden simultáneamente: Una conversación intrascendente sobre la relaciones de pareja y una paja exhibicionista para una voyeur cada vez más animada.

Completamente desnudo y despatarrado encima de la cama me pajeo firmemente delante de mi cuñada. Ella termina por sentarse de medio lado en el bode de la cama no sin antes desbotonarse el batín dejando al aire sus tetas para mi deleite.

Continuo con el sube y baja mientras hablamos y le hago gestos para que ella coja el relevo si quiere. Lo duda un instante pero se sienta un poco más cerca y alarga la mano hasta cogérmela. Después de un corto tanteo y de amasar suavemente el capullo, me empieza a pajear con determinación.

Resoplo como un gorrino y consigue hacerme estremecer con cada apretón. Insiste una y otra vez tratando de hacerme correr, pero yo resisto y resisto, lo más posible pues estoy disfrutando de lo lindo.

Mientras ella continua con una variedad de movimientos que me llevan hasta las nubes, le sobo las tetas y la entrepierna.

Finalmente no puedo resistirlo más y me vienen varias sacudidas que expulsan varios chorros de semen.

Ella, satisfecha de su obra, restriega su mano manchada por los huevos y el pene.

“Has visto que todo tiene solución”, ”no se lo digas a nadie, pero cuando alguno de los dos tengamos problemas siempre tendremos el uno al otro para buscar la solución”, dice convencida.

Deverano.