En la playa nudista
Ese día salimos caminando hacia el límite norte de la playa nudista en busca de alguna aventura ya que esa zona es frecuentada por gente que no es nudista y siempre es divertido ver las caras de los tipos y mujeres cuando pasamos desnudos a su lado. Esta vez la zona estaba desierta a excepción de tr
Ese día salimos caminando hacia el límite norte de la playa nudista en busca de alguna aventura ya que esa zona es frecuentada por gente que no es nudista y siempre es divertido ver las caras de los tipos y mujeres cuando pasamos desnudos a su lado. Esta vez la zona estaba desierta a excepción de tres pescadores que se encontraban a la orilla del mar con sus cañas. De lejos los vimos y decidimos investigar, pero antes de seguir avanzando le sugerí a Alexia que se introdujera en el coño las bolas chinas que al caminar golpetean en el interior de su vagina rítmicamente generándole una buena calentura que no pocas veces termina en un orgasmo, de esta manera ella iría precalentando motores! Al acercarnos pudimos observar que se trataba de tres tipos de entre 30 y 40 años, de buen aspecto físico, ellos absortos en su tarea recién nos vieron cuando estábamos a unos 30 metros y comenzaron a codearse y a hacer breves comentarios sobre Alexia (obviamente) en voz baja, cosa que a mí me divierte y llena de orgullo.
Íbamos de la mano, ella caminaba manteniendo una postura perfecta, lo que hacía que sus grandes y hermosos pechos (rematados en pezones perfectamente formados, cada uno atravesado por un piercing) se bambolearan hacia ambos lados de manera imposible de ser ignorada por la mirada de los pescadores. Ella llevaba el pelo suelto sobre los hombros, anteojos tipo Ray Ban polarizados (lo que le otorga impunidad para mirar sin ser vista) y una sonrisa perfecta que delataba una gran confianza y nada de timidez o pudor. Su pubis, a mi pedido, se encontraba dividido por una tira de bello vertical perfectamente recortado y el resto absolutamente depilado, lo que permitía a los tres pescadores observar claramente el piercing que pende con desfachatez de su clítoris y que también pendula al ritmo de sus pasos.
Los tipos estaban atontados y ya habían olvidado completamente la pesca, yo aproveché la situación e inesperadamente me detuve frente a ellos (que intentaban hacer de cuenta que no estaban devorando con los ojos a mi mujer) e inicié una pequeña conversación sobre carnadas y artes de pesca en la que ellos participaban de manera autómata mientras solo tenían una idea en su cabeza…
A unos pocos metros había un balde con algunos pescados y Alexia con doble intención caminó hasta allí “para verlos”, pero no se agachó, sino que flexionó su cintura con las piernas rectas de tal modo que los pescadores primero tuvieron un panorama impecable de su glorioso culo y luego sus glúteos se separaron permitiendo una visión de detalle de su carnoso coño, con sus labios menores sobresalientes y atravesados también por sendos piercings y de su orto depiladísimo. Al agacharse, mi mujer dejó escapar un gemido ahogado evidentemente provocado por el reacomodamiento de las bolas chinas dentro de su vagina, tardó algunos segundos en recomponerse y poder darse vuelta para regresar hacia el grupo, solo yo lo había notado, los pescadores lo interpretado como una queja por los peces muertos.
Uno de los pescadores rompió el hielo al decirme “es preciosa” a lo que le respondí sonriendo “lo sé, y es mía” y a continuación le dije “querés jugar un rato con ella?, los tres me miraron como preguntando si era broma. La atraje hacia mí besándola lenta y profundamente al tiempo que magreaba su culo con una mano y con la otra mi teta preferida por un largo rato, hasta que noté como mi mujer comenzaba a buscar mi pubis con el suyo, señal de que estaba caliente y lista para la acción. Dirigí la mano que tenía en su teta hacia su culo, y con ambas separé bien sus glúteos y por ende su concha (cosa que siempre la calienta), dirigí una mano hacia su concha y la exploré con dos dedos para verificar que estuviera mojada y le dije al oído “dame las bolas”, ella contrajo la vagina con fuerza y las “escupió” en mi mano, yo las tomé del cordón que las une para que los tipos pudieran verlas antes de guardarlas en la mochila.
Durante este tiempo, los tres tipos nos habían rodeado y acariciaban con respeto la espalda, el culo y las piernas de mi mujer. Separé a mi esposa de mí, la hice girar de manera que quedó dándome la espalda, acomodé mi verga dura entre sus glúteos, pasé una mano por su hombro y comencé a besarle el cuello mientras ella empujaba su culo contra mi pija. Ella quedó de frente a los tres flacos que ya completamente desinhibidos comenzaron a besarle las tetas uno, otro la boca y el tercero se agachó y le pasaba la lengua por el pubis intentando llegar a su concha. Alexia separó un poco las piernas, ocho manos la recorrían de arriba abajo, nada era respetado, ni su orto, ni su vulva, ni las profundidades empapadas de su vagina, nos íbamos turnando para saborear sus tetas, ella se sostenía abrazada del que tenía enfrente pues el placer la había invadido y le costaba mantenerse en pie.
Nos pusimos de acuerdo con los tres tipos, uno a cada lado la levantaron pasando los brazos por detrás de sus rodillas mientras ella les pasaba un brazo por detrás del cuello a cada uno, como resultado su coño y orto quedaban completamente expuestos y accesibles para que el tercero se lo comiera a gusto, Alexia jadeaba y se retorcía, yo conociéndola me acerqué e introduje medio dedo en su vagina moviéndolo lentamente mientras el pescador le comía el clítoris, rápidamente Alexía sufrió un violento orgasmo.
Los tres pescadores tenían la pija dura por debajo de los pantalones, Alexia se los fue sacando uno por uno mientras me echaba una mirada pícara. No llevábamos forros y obviamente los pescadores tampoco, así que Alexia se arrodilló en la arena delante de uno de ellos y tomó su pija, antes de llevársela a la boca la agarró con fuerza y le dio varias sacudidas, estaba firme, la alejó de su cara para observarla, era del tamaño justo y bien proporcionada, con la cabeza grande como le gustaba; instintivamente corrió con firmeza la piel hasta que su mano tocó la base y comenzó a recorrerla con la lengua mientras me miraba a los ojos. Cuando el desconocido comenzó a soltar gemidos se la puso en la boca y la chupó con firmeza por unos minutos, la sacó y observó como una gota cristalina salía por el extremo y rodaba por el glande inflamado. El juego estaba divirtiéndola a juzgar por la cara con que me miraba. Con su mano izquierda tomó sus huevos y con la derecha comenzó a pajearlo a buen ritmo, cada tanto se detenía, me miraba, escupía ruidosamente el glande y continuaba con la paja, a los pocos minutos el pobre tipo comenzó a contraer los glúteos y el abdomen, Alexia rápidamente se corrió de adelante, justo en el momento en que un chorro de leche caliente salía disparado hacia la arena, ella me miró con malicia y dejó de pajearlo para que acabara sin ayuda mientras miraba extasiada los borbotones de leche que seguían saliendo de su pija a pocos centímetros de su cara.
Se paró me beso con pasión, se agacho y me propinó unas cuantas chupadas en la pija y los huevos exactamente como a mí me gustan, luego se dio vuelta y eligió al siguiente, apoyó una mano sobre su pecho provocativamente, lo besó mientras lo pajeaba lentamente, le pidió que se acueste boca arriba en la arena y ella se puso en cuclillas sobre su cara, su concha se abrió al separase los labios mayores y menores, bajó más hasta asfixiarlo con su vulva. A juzgar por los gemidos de mi mujercita, el flaco estaba haciendo un excelente trabajo con su lengua. Cuando hubo acabado varias veces y su concha estaba cremosa se levantó, tomó la pija del tipo la pajeó para asegurarse de que estuviera bien dura, la apoyó contra el abdomen del hombre y ella se sentó encima. Mientras con una mano sostenía en posición la verga, con la otra separó los labios vaginales para abrir la vulva al máximo colocando la pija en el centro, se sentó y jugó haciendo giros con su culo disfrutando de la sensación del palo duro entre los labios de su concha y en contacto pleno con su clítoris y vagina, mientras los huevos acariciaban su orto. Comenzó a refregarse adelante y atrás, cuando iba atrás el glande sobresalía de su pubis, cuando iba adelante era cubierto por su concha, mientras el que ya había acabado le chupaba las tetas, el otro puso su pija a la altura de la cara de Alexia que comenzó a manosearla y pajerala.
Yo disfrutaba del espectáculo mientras ella me tenía tomado fuertemente por una muñeca, yo la besaba cada vez que acababa, cuando el tipo que estaba debajo le avisó que iba a acabar ella intensificó la cabalgata hasta que el tipo gruñó de placer mientras soltaba chorros de leche sobre su propio abdomen, ella me miró y me dijo en silencio con los labios “mirá lo que voy a hacer” se desplazó hacia adelante y comenzó a refregar su concha sobre el abdomen del flaco patinando sobre su leche y acabando otro delicioso orgasmo, yo casi acabo sin tocarme al ver a mi mujercita con la concha embadurnada en leche ajena.
En ese momento el tercer flaco, que no había dejado nunca de tocarse la pija, dijo “no doy más, voy a acabar” ella se levantó, lo enfrentó y levantó una rodilla hasta que él le tomó el pie a modo de estribo, Alexia se agarró con fuerza de su hombro para no caer y con la otra tomó su pija y comenzó a refregar el glande a buen ritmo por toda su concha empapada en leche y sus propios flujos, el flaco convulsionó y acabó en dos minutos, toda su carga fue a parar a la vulva de mi mujer, ella sonreía y alentaba al tipo para que acabara más mientras lo besaba con la lengua afuera de la boca.
Finalmente era mi turno, me dijo de modo cómplice “quiero sentir tu pija dura en el fondo de mi concha, querés garcharme?” Yo sonreí y le dije “claro!” Me acosté en la arena, ella saltó arriba mío, se metió la pija en la concha empapada y embadurnada de leche de un solo golpe hasta los huevos y acabó un bruto orgasmo, yo hacía un enorme esfuerzo para no correrme, ella cabalgaba como posesa con la punta de mi pija rozándole el útero mientras los flacos la besaban, manoseban y chupaban cada centímetro de su cuerpo, ella antes de cada orgasmo me apretaba la pija con los músculos de su vagina. Al rato me dijo “tengo la concha toda enlechada por afuera, llenámela por adentro ahora” la acerque a mí y mientras la besaba con pasión la separé de mi pubis para poder bombearla con fuerza, en esa posición mi huevos golpeaban rítmicamente su culo, los flacos seguían manoseándola, uno mantenía separados sus glúteos mientras otro pasaba sus dedos por su orto y el borde de su vagina, hasta que estallamos juntos en un tremendo orgasmo...